Índice
Portadilla
Dedicatoria
TALÁN DEL AUTOR:
Plaza San Martín
No pasa nada
Segundos afuera
Laburo a forro
Reina de Corazones
Pico de botella
Heraldos negros
Tirar contra
APÉNDICE:
Floro al fresco
Agradecimientos
POST SCRIPTUM:
Testamento del Profesor Misterio
Notas
Sobre este libro
Sobre el autor
Créditos
Para los chibolos de la Plaza,
por su coraje y amistad.







Plaza San Martín

Allí al centro de los Portales
conocí a una mancha de muchachos
que sobreviven a las mentiras y al vicio
como ángeles caídos del séptimo cielo.
Yo era el Profesor Misterio para ellos,
testigo del laburo bajo el sol a forro del verano
de una Ciudad de Lima de fin de siglo
cada vez más sucia, fascinante y escandalosa.
También fui testigo de las ruinas de la noche
por donde empiezan a despuntar los aires del delirio.
Con algunos emprendimos el vuelo de ángeles
de piel dura y cuchillas en los labios
que me ofrecían generosos los ásperos bordes
de una urbe desconocida y extraviada.
Por el Parque de la Reserva y los huecos de La Parada,
las calles malolientes de Azángaro y los bares,
la Cachina —donde se vende hasta el alma—
y el arbolito del Paseo de los Héroes Navales
computé esta historia que no es otra
que las páginas que algún día
leerán con vergüenza e indignación nuestros hijos.
—¿Y dónde llevan las gilletes?
—Acá en la boca. Manya, bróder.
—¡Carajo! Y ahí las has tenido todo este rato.