Poesía reunida

Fragmento

libro-3

La poesía de Roberto Bolaño

Es poco el tiempo que nos dan para crear

nuestra vida en la tierra, quiero decir:

asegurar algo, casarse, esperar la muerte.

ROBERTO BOLAÑO

Roberto Bolaño siempre fue devoto de la poesía. Llegó a la literatura de la mano de los poetas, de Baudelaire, de Rimbaud, como él mismo se encargaba de recordar cuando en las entrevistas se le preguntaba por sus orígenes literarios. Una mano dura, la de esos poetas. Su fascinación por la vida y obra del poeta chileno Nicanor Parra es de sobra conocida. Parra fue su poeta tutelar, un poeta que regaló a Bolaño una forma de entender la poesía que estaba directamente relacionada con una manera de vivir. Y esa manera de vivir perseguía la irreverencia, la iconoclastia, y el misterio.

A Bolaño le apasionaban los poetas, y sobre todo la vida de los poetas. Y la vida de los seres humanos que fracasan: «Nunca te enamores de una jodida drogadicta: / Las primeras luces del día te sorprenderán / Con sangre en los nudillos y empapado de orines». Los poetas que fracasan eran un espectáculo universal. La vida de los poetas fracasados era inquietante y humorística, albergaba una melancólica ironía contra todos los poderes de la tierra: el poder político y el poder económico, y también el cultural.

Los poetas fueron una fiesta. Una fiesta para mendigos. Porque los mendigos que se van de fiesta se convierten en poetas.

Bolaño vio en la poesía una forma de rebeldía y una intriga existencial que engrandecía la vida. Es curioso, porque sin esa apelación a la poesía no se puede entender el conjunto de su obra, especialmente sus dos novelas más celebradas: Los detectives salvajes y 2666. Ese sentido de la rebeldía se manifiesta en una preocupación constante por exhibir las vidas de los fracasados, de los malogrados, de los hundidos, de los seres humanos que no consiguieron arraigar, de los desposeídos, de los que tuvieron mala suerte, de los raros, de los incomprendidos, de los que murieron antes de hora. Y sobre todo de los pobres: «Demos gracias por nuestra pobreza, dijo el tipo vestido con harapos».

Hay mucha desesperación en la poesía de Roberto Bolaño. Tal vez porque la contemplación de la vida y del mundo de finales del siglo XX producía extrañeza, destemplanza y angustia. Producía una desesperación inteligente. Yo diría que ése es el sentimiento que predomina en esta poesía: una angustia que viene de muy adentro y que acaba siendo luminosa. Pienso en ese poema en que Bolaño cita a Alain Resnais, quien a su vez recuerda que Lovecraft fue vigilante nocturno en un cine de Providence, y en esa historia el poeta encuentra consuelo, al contemplarse como vigilante nocturno del camping Estrella de Mar. A veces Bolaño comunica telegráficamente su desesperación, pero siempre con una ironía final: «El fracaso. La miseria. La degeneración. La angustia. / El deterioro. La derrota. Dos artículos masculinos / y cuatro femeninos».

El trovador medieval Guiraut de Bornelh, uno de los personajes que aparece en la poesía de Bolaño, es una sombra del pasado remoto de la literatura desde la que nuestro poeta piensa su propio presente. Con frecuencia Bolaño buscó auxilio privado en la historia de la literatura y también en la amistad de los escritores coetáneos con quien tuvo afinidades vitales. Buscaba un refugio, no sentirse tan solo y desamparado. Hay mucho sentimiento de desamparo en la poesía del autor de Los detectives salvajes. Pensó que ese desamparo era inherente a la tarea del poeta, a la tarea del escritor. Al aprendizaje en el desamparo dio en llamarle «la Universidad Desconocida», y así se tituló la recopilación de su poesía, preparada durante décadas y finalmente publicada en 2007. Es un título muy en la línea de 2666, formulaciones que encierran un pequeño misterio que nos araña el corazón: sabemos qué significan, pero son tan herméticos que hay algo en esos títulos que esquiva nuestra comprensión. Además, la universidad desconocida posee casi una naturaleza infernal, un abismo que encierra terror y muerte. México puede ser el lugar de la universidad desconocida, todo un país que sirve de alegoría, de símbolo de la desesperación luminosa, de la destrucción elegida en un acto de valor oscuro.

Siempre pensé que había un hermoso paralelismo, un secreto túnel, entre la manera en que aparecen y son caracterizados los poetas en una obra como Luces de bohemia, de Ramón María del Valle-Inclán, y en Los detectives salvajes, de Bolaño. El poeta mexicano Mario Santiago, al que Bolaño dedica varios poemas, se convertirá en el legendario personaje Ulises Lima en la citada novela. La miseria material, la existencia llena de penurias acompañada por la autenticidad moral y la entrega a una vocación poética parecen aunarse en personajes como Max Estrella y Ulises Lima.

Tanto Valle-Inclán como Bolaño idearon teorías estéticas. Valle formuló el esperpento y Bolaño, junto con Mario Santiago y otros poetas mexicanos, el infrarrealismo. La fundación de este último ocurrió a mediados de los años setenta en México. Más allá de los contenidos literarios, tanto el esperpento como el infrarrealismo eran estéticas revulsivas y disolventes. Bolaño entendió el infrarrealismo como una especie de orden mendicante de la posmodernidad, o un rotundo «no» a las convenciones. Los infrarrealistas querían volarle los sesos a la cultura oficial. Valle quería volarle los sesos a la España putrefacta. El poema de Bolaño titulado «Ernesto Cardenal y yo» puede ser un ejemplo de teoría infrarrealista. Tal vez toda esta teoría poética sea un homenaje a México. Puede que México también sea un homenaje al infrarrealismo. En realidad, nadie sabe qué fue el infrarrealismo, más allá de la parodia y de la ironía con respecto a las grandes vanguardias literarias de principios del siglo XX.

Los poetas parece que son lo único insobornable. Tal vez porque no tengan nada. La miseria radical se convierte en pureza, en un acto político valiente, sólido. Bolaño estaba obsesionado con los poetas, porque eran lo único que se resistía al dinero. No tenían dinero los poetas, pero sí conocimiento. Ésa es la paradoja que gustaba al autor de 2666. Memorable es el poema titulado «El dinero»:

Trabajé 16 horas en el camping y a las 8

de la mañana tenía 2.200 pesetas pese a ganar

2.400 no sé qué hice con las otras 200

supongo que comí y bebí cervezas y café con

leche en el bar de Pepe García dentro del

camping y llovió la noche del domingo y toda

la mañana del lunes y a las 10 fui donde

Javier Lentini y cobré 2.500 pesetas por una

antología de poesía joven mexicana…

La exhibición del dinero, cuando es tan poco dinero, se convierte en la mejor poesía del mundo. En otro poema nos dice: «El dinero que no tendré jamás y que por exclusión hace de mí un anacoreta, el personaje que de pronto empalidece en el desierto». Es sugerente la imagen del anacoreta posmoderno, del escritor que se sabe inútil para ganar dinero, y sabe que eso lo es todo, o casi todo. Inútil para ganar dinero, pero no para el sexo. En la poesía de Bolaño, como en su narrativa, el sexo descarnado o fisiológico o explícito tiene una gran relevancia. Los poetas no tenían dinero, pero hacían el amor. Siempre disponibles para la promiscuidad. Los detectives salvajes son salvajes porque son tan pobres como promiscuos, o lujuriosos, que hubiera dicho Dostoievski. La lujuria o la promiscuidad parecen emociones o postulados infrarrealistas.

El Tercer Mundo, es decir, México, sólo nos regala miseria y promiscuidad. Bolaño celebró el Tercer Mundo inventando una danza literaria entre la pobreza y el sexo. Porque el sexo entre pobres es más sexo que entre ricos. La pobreza convierte el sexo en rabia, en la rabia más perturbadora del universo.

No hay nada más preciso para definir a un yo poético que decir cuánto dinero gana y con quién fornica. No hay nada más impúdico, y a la vez tan necesario. Los poetas se convirtieron en «perros románticos». Y la vida de Bolaño se midió en pesetas. Eso produce melancolía. Es una medida desaparecida, que pertenece al siglo XX, desde donde Bolaño nos mira, en donde Bolaño quedó atrapado. Sólo tres años pudo cruzar el siglo XXI, pues, como todo el mundo sabe, murió en 2003, a la edad de cincuenta años. Una edad que hoy hace que pensemos en él como si fuese un poeta joven.

La vida fue una universidad desconocida, eso nos dijo Bolaño. También nos dijo, en una parodia brillante que tenía por objeto la novela negra, que los verdaderos detectives son los poetas (y especialmente los poetas anónimos) y que el futuro que se nos trasladaba en 2666 era una expansión incontrolada de la ficción como una forma de borrosa, ambigua, azarosa existencia.

Siempre con un pie más allá del orden, de la naturaleza y de la vida, así es la literatura de Bolaño, en cualquier género. La poesía de Bolaño se decantó por un simbolismo personal. Es una poesía de tendencia figurativa, no usa la abstracción, aunque sí el irracionalismo y el toque visionario, pero se mueve en un territorio simbólico que se apoya en referentes de la historia de la cultura, del arte y de la literatura. Estoy pensando en el poema titulado «El Greco», en donde la evocación histórica del pintor se mezcla con una escena erótica que busca la redención del pasado. Porque el destino de los artistas es la muerte, y Bolaño los quiere rescatar, para que vuelvan a estar vivos, bajo esa dimensión imaginaria de la poesía. El poeta nombra en sus poemas a escritores de todos los tiempos, dialoga con ellos, y en alguna medida se encomienda a ellos desde la ironía. Mezcla personajes históricos con personas a quienes el poeta conoció. El resultado es una combinación de historia y vida. Y el sentido final siempre es el de una sentencia presidida por la muerte y la angustia. También fondeó Bolaño en la creación de símbolos crípticos, con imágenes que a veces recuerdan a la poesía de Leopoldo María Panero. La creación de símbolos personales, enigmáticos y de cierto tono distópico o apocalíptico tiene asiento en muchos poemas. El hondo desierto de la realidad y de la condición humana busca ser dicho con acertijos, con arcanos privados. Hay destellos de Jorge Luis Borges, y su influencia se nota específicamente en ese poema río titulado «Un paseo por la literatura», que acaba siendo un aleph en donde cabe la historia del universo.

Son muchos los poemas que expresan una idea recurrente en esta poesía, y que podría cifrarse en un verso del propio Bolaño, ese que dice «Nada quedará de nuestros corazones». La conciencia de la inutilidad del arte frente a la muerte y el tiempo hacen que Bolaño adopte la ironía, en una acepción casi lúdica, como remedio, o como bálsamo. Es toda una melancolía, de fundamento clásico, la que aparece en esa constatación: nada quedará de nuestras vidas, por mucho que existan los poetas.

La necesidad de narrar historias, pero historias con poesía dentro, lleva a Bolaño a escribir poemas en prosa. La poesía está en un lugar intermedio. La poesía se ha hecho prosa. En este libro que tiene el lector entre sus manos hay muchos poemas que son, en realidad, breves narraciones. ¿Por qué llamar poesía al relato corto? Porque tampoco son relatos, en puridad. Pues albergan en sus entrañas un sentido poético, un sentido simbólico e irreal de la existencia humana. No buscan narrar unos hechos, sino trascender esos hechos como motivo simbólico de la vida. La prosa narrativa de Bolaño es poesía por eso, por su ambición de decir la condición humana. Hay en estos textos en prosa mucha influencia de Franz Kafka, sobre todo en esa mezcla de amenaza y desasosiego que invade estas pequeñas narraciones, donde la tan famosa autoficción, donde la aparición del propio Roberto Bolaño como personaje, toman un destacado protagonismo. Pensaba nuestro poeta que si contaba en carne propia todo cuanto veía, la vida se ordenaba o al menos vivir servía para algo. Mientras Roberto Bolaño cuenta lo que le pasa a Roberto Bolaño, con absoluto verismo, con un lenguaje coloquial, recurriendo incluso al exabrupto y a las expresiones soeces, es posible encontrar un poco de sosiego, y una finalidad. Justamente la finalidad que no tiene la vida. ¿Por qué hay tantos hechos, tantos personajes o personas, tantas ciudades y países en la vida real? Bolaño no lo sabe. Lo que sabe es que un ser humano pierde la vida, gasta la vida viendo ciudades, caminando las calles de Barcelona, de Ciudad de México, de Castelldefels, de Ciudad Juárez, que invierte la vida en Chile, México y España, que la vida es lo que ocurre en el camping Estrella de Mar («Un camping debe ser lo más parecido al Purgatorio») o en la barcelonesa calle Tallers, y que lo mejor es contarlo, porque la vida sólo sirve para contarla. Y si la vida sólo sirve para contarla, es que estás desesperado, aunque no se note. Que no se note es la tarea del escritor con talento.

En la poesía de Bolaño puede encontrar también el lector el taller del narrador, la trastienda del novelista, y puede observar cómo funciona el trasvase entre poesía y prosa. Muchos de los temas que ocuparán la narrativa del autor de Los detectives salvajes están sugeridos en los poemas, a modo de apunte, a modo de reflexión, a modo de esbozo. Podría hablarse de la «escritura total», que puede manifestarse en una novela o en un poema. La creación de Bolaño confundía los géneros literarios porque procedía del violento afán de representar la vida: daba igual el género. La urgencia era la vida. Por eso, este libro de poesía reunida es, en rigor, un libro más de Roberto Bolaño sobre Roberto Bolaño. Un libro sobre la vida de Roberto Bolaño, sobre el intento de que la vida de Roberto Bolaño alcance un fin, un sentido, una representación, una existencia, un rostro, una fotografía.

Se podría sintetizar así: hay poesía escondida en sus novelas y hay novelas interrumpidas en su poesía. Porque todo son palabras. Como todo son palabras, Bolaño buscó aquellas que más dolían o más decían, o más escondían, o más cercanas estaban a lo que el propio Bolaño vivió.

Toda la poesía aquí reunida es, pues, de carácter autobiográfico. Bolaño habla de su trabajo de vigilante en el camping Estrella de Mar de Castelldefels, habla de sus amigos, de todo cuanto vio y vivió con ellos, de las mujeres a las que deseó, de las calles y los bares en los que estuvo y fue Nadie. Esa sensación ardiente de pasar por el mundo siendo Nadie, eso está en estos poemas, en estas prosas.

Creo que el lector encontrará especialmente emocionantes los poemas dedicados a Lautaro Bolaño, hijo del poeta. A través del hijo, llega el poeta a reconstruir el rostro de su propio padre, y hasta el del abuelo. Lautaro Bolaño representa la vida que se cumplirá con el padre ya ausente. Él es lo mejor que hubo en la vida del poeta.

El mundo es líquido y no sólido en la literatura de Bolaño. Eso buscó nuestro chileno españolizado y mexicanizado. El estado líquido es muy hermoso, ayuda a tomarse la vida como comedia, una comedia con sus largos quejidos, con tanta irreverencia como desesperación. Eso es este volumen, esta poesía reunida: la comedia íntima de Roberto Bolaño.

Para poder vivir hay que creer en algo. No me gustaría acabar este prólogo sin recordar aquello en lo que creyó Roberto Bolaño. Creyó en el misterio y en la fuerza de la vida, susceptible de ser dichos de manera quijotesca y cervantina a través de las palabras. Al hacer un brutal recuento de sus fracasos editoriales, Bolaño dijo en lo que creía. Lo dijo en este poema:

Rechazos de Anagrama, Grijalbo, Planeta, con toda seguridad

también de Alfaguara, Mondadori. Un no de Muchnik,

Seix Barral, Destino…

Todas las editoriales… Todos los lectores…

Todos los gerentes de ventas…

Bajo el puente, mientras llueve, una oportunidad de oro

para verme a mí mismo:

como una culebra en el Polo Norte, pero escribiendo.

Escribiendo poesía en el país de los imbéciles.

Escribiendo con mi hijo en las rodillas.

Escribiendo hasta que cae la noche

con un estruendo de los mil demonios.

Los demonios que han de llevarme al infierno,

pero escribiendo.

Un raro poema, líneas desesperadas, en donde el acto de escribir es voluntad, amor y castigo. Un escritor puede arder en el infierno, pero no se consumirá del todo en tanto en cuanto su mano en llamas escriba aunque sólo sea una sílaba, sea cual sea esta sílaba ignominiosamente secreta.

MANUEL VILAS

Junio de 2018

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La Universidad Desconocida

libro-5

Para Lautaro Bolaño

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Las siete primeras secciones de La Universidad Desconocida están fechadas entre 1978 y 1981. Una Barcelona que me asombraba e instruía aparece y desaparece en todos los poemas.

TRES TEXTOS son de alguna manera una suerte de prólogo a GENTE QUE SE ALEJA. Nel, majo quisiera ser el punto de encuentro de dos visiones, la mexicana y la española. Nel, en argot mexicano, significa «no». Nel, «majo»: no, guapo: no, poeta.

Escribí GENTE QUE SE ALEJA en 1980 mientras trabajaba de vigilante nocturno en el camping Estrella de Mar, en Castelldefels. El poema, como es evidente, es deudor de mis entusiastas lecturas de William Burroughs.

ICEBERG: los tres poemas corresponden a 1981 y 1982. La pelirroja es un intento de escribir a lo Raúl Zurita —las musas me perdonen—, pero en el territorio de las fotografías pornográficas. El Chile de La pelirroja es el país que nombra, pero también es, en caló del Distrito Federal, el órgano sexual masculino.

PROSA DEL OTOÑO EN GERONA está escrito en 1981 durante mi primer año de estancia en la ciudad tres (¿o dos?) veces inmortal.

MANIFIESTOS Y POSICIONES: La poesía chilena es un gas es de 1979 o 1980. El Manifiesto mexicano, de 1984. Horda, de 1991 y La poesía latinoamericana, de 1992.

Los POEMAS PERDIDOS, como su nombre indica, son poemas perdidos. Las pulsaciones de tu corazón está fechado en 1981. Encontré el resto en un cuaderno que me regalaron en 1987.

Los NUEVE POEMAS son de 1990, después de mucho tiempo sin escribir poesía. Mi hijo tenía unos pocos meses y la vida discurría como en Las puertas del paraíso, de Jerzy Andrzejewski.

MI VIDA EN LOS TUBOS DE SUPERVIVENCIA es de 1992, con algunos poemas de 1991 y de 1993. Los Neochilenos es el último poema que he escrito para La Universidad Desconocida.

UN FINAL FELIZ es de 1992. Como en algunos poemas de la sección precedente es México, la nostalgia de México y un Chile quimérico, el que ahora aparece y desaparece en todos los poemas.

Blanes, julio de 1992-mayo de 1993

Biblioteca y Lee a los viejos poetas fueron escritos inmediatamente después de salir del Hospital Valle Hebrón, en Barcelona, en el verano de 1992, o tal vez cuando aún estaba allí, con los viejos de hígados destrozados, con los enfermos de sida y con las muchachas que ingresaron por una sobredosis de heroína y a partir de entonces —el pabellón estaba lleno de predicadores de todo pelaje— reencontraron a Dios.

Son dos poemas muy sencillos, bastante torpes en la ejecución y con voluntad de claridad en el significado. El destinatario original del mensaje es mi hijo Lautaro —estas palabras, en el fondo, también son para él—. Ambos poemas recogen no sólo buenos deseos y buenos consejos. Desesperado con la perspectiva de no volver a ver a mi hijo, ¿a quién encargar de su cuidado sino a los libros? Es así de simple: un poeta pide a los libros que amó y que le inquietaron protección para su hijo en los años venideros. En el otro poema, por el contrario, el poeta pide a su hijo que cuide de los libros en el futuro. Es decir que los lea. Protección mutua. Como el lema de una banda de gángsters invicta.

Blanes, enero de 1993

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PRIMERA PARTE

Combien j’aime

Ce tant bizarre Monsieur Rops

Qui n’est pas un grand prix de Rome

Mais dont le talent est haute comme une pyramide de Cheops

BAUDELAIRE

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La novela-nieve

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Esperas que desaparezca la angustia

Mientras llueve sobre la extraña carretera

En donde te encuentras

Lluvia: sólo espero

Que desaparezca la angustia

Estoy poniéndolo todo de mi parte

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Amanecer

Créeme, estoy en el centro de mi habitación

esperando que llueva. Estoy solo. No me importa

terminar o no mi poema. Espero la lluvia,

tomando café y mirando por la ventana un bello paisaje

de patios interiores, con ropas colgadas y quietas,

silenciosas ropas de mármol en la ciudad, donde no existe

el viento y a lo lejos sólo se escucha el zumbido

de una televisión en colores, observada por una familia

que también, a esta hora, toma café reunida alrededor

de una mesa: créeme: las mesas de plástico amarillo

se desdoblan hasta la línea del horizonte y más allá:

hacia los suburbios donde construyen edificios

de departamentos, y un muchacho de 16 sentado sobre

ladrillos rojos contempla el movimiento de las máquinas.

El cielo en la hora del muchacho es un enorme

tornillo hueco con el que la brisa juega. Y el muchacho

juega con ideas. Con ideas y con escenas detenidas.

La inmovilidad es una neblina transparente y dura

que sale de sus ojos.

Créeme: no es el amor el que va a venir,

sino la belleza con su estola de albas muertas.

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La novela-nieve

Mis trabajos literarios 10 abril 1980. Obsesionado

por piernas en dormitorios donde todo es femenino

incluso yo que asesino un aire de cajas y sabuesos

momificados. No escritura en la cadencia de mis días

sin dinero, ni amor, ni miradas; sólo confidencias

dormitorios oscuros donde soy la media de seda

rodeado de canarios y hachas de luna. Sin embargo

cuando puedo hablar digo escribe cosas entretenidas

algo que interese a la gente. Pianos abstractos

en las emboscadas del silencio, mi propia mudez

que rodea a la escritura. Tal vez sólo esté ciego,

arribando a una terminal donde «mi talento»

pueda ser expresado por las trizaduras combustibles

mi propio cuello en la novela-nieve.

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Ésta es la pura verdad

Me he criado al lado de puritanos revolucionarios

He sido criticado ayudado empujado por héroes

de la poesía lírica

y del balancín de la muerte.

Quiero decir que mi lirismo es DIFERENTE

(ya está todo expresado pero permitidme

añadir algo más).

Nadar en los pantanos de la cursilería

es para mí como un Acapulco de mercurio

un Acapulco de sangre de pescado

una Disneylandia submarina

En donde soy en paz conmigo.

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Raro oficio gratuito        Ir perdiendo el pelo

y los dientes        Las antiguas maneras de ser educado

Extraña complacencia        (El poeta no desea ser más

que los otros)        Ni riqueza ni fama ni tan sólo

poesía        Tal vez ésta sea la única forma

de no tener miedo        Instalarse en el miedo

como quien vive dentro de la lentitud

Fantasmas que todos poseemos        Simplemente

aguardando a alguien o algo sobre las ruinas

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El trabajo

En mis trabajos la práctica se decanta como causa y efecto

de un rombo siempre presente y en movimiento.

La mirada desesperada de un detective

frente a un crepúsculo extraordinario.

Escritura rápida trazo rápido sobre un dulce día que

llegará y no veré.

Pero no puente de ninguna manera puente ni señales

para salir de un laberinto ilusorio.

Acaso rimas invisibles y rimas acorazadas alrededor de

un juego infantil, la certeza de que ella está soñando.

Poesía que tal vez abogue por mi sombra en días venideros

cuando yo sólo sea un nombre y no el hombre que con

los bolsillos vacíos vagabundeó y trabajó en los mataderos

del viejo y del nuevo continente.

Credibilidad y no durabilidad pido para los romances

que compuse en honor de muchachas muy concretas.

Y piedad para mis años hasta arribar a los 26.

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A las 4 de la mañana viejas fotografías de Lisa

entre las páginas de una novela de ciencia ficción.

Mi sistema nervioso se repliega como un ángel.

Todo perdido en el reino de las palabras a las 4

de la mañana: la voz del pelirrojo arquea la piedad.

Viejas fotografías casas de aquella ciudad

donde lentamente hicimos el amor.

Casi un grabado en madera, escenas

que se sucedieron inmóviles fronda entre dunas.

Dormido sobre la mesa digo que era poeta,

un demasiado tarde, un querido despierta,

nadie ha quemado las velas de la amistad.

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Dentro de mil años no quedará nada

de cuanto se ha escrito en este siglo.

Leerán frases sueltas, huellas

de mujeres perdidas,

fragmentos de niños inmóviles,

tus ojos lentos y verdes

simplemente no existirán.

Será como la Antología griega,

aún más distante,

como una playa en invierno

para otro asombro y otra indiferencia.

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Escribe sobre las viudas las abandonadas,

las viejas, las inválidas, las locas.

Detrás de las Grandes Guerras y los Grandes Negocios

que conmueven al mundo están ellas.

Viviendo al día, pidiendo dinero prestado,

estudiando las pequeñas manchas rojas

de nuestras ciudades

    de nuestros deportes

        de nuestras canciones.

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Las pelucas de Barcelona

Sólo deseo escribir sobre las mujeres

de las pensiones del Distrito 5.º

de una manera real y amable y honesta

para que cuando mi madre me lea

diga así es en realidad

y yo entonces pueda por fin reírme

y abrir las ventanas

y dejar entrar las pelucas

los colores.

libro-19

Mis castillos

Estos aromas son mi tienda de campaña, dije

A partir de la página 521 conoceré a mi verdadero

amor        En el segundo volumen pensaba recuperar

el tiempo perdido        Una vaga idea de las Galias

Herejías        Apuntes de Turmeda        El mar ciñendo

suavemente a las islas        Un idioma y una renta

balear        Apenas el roce de las piernas

en la llamada postura del perro        La verga

como un inyector        Se clava con fuerza y sale

Inmóvil entre los labios        Tanto tiempo

Estos aromas, estos árboles, este montón

de sacos de dormir abandonados detrás de la casa

Esta hora en blanco y negro

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Poeta chino en Barcelona

Un poeta chino piensa alrededor

de una palabra sin llegar a tocarla,

sin llegar a mirarla, sin

llegar a representarla.

Detrás del poeta hay montañas

amarillas y secas barridas por

el viento,

ocasionales lluvias,

restaurantes baratos,

nubes blancas que se fragmentan.

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Mi poesía

Mi poesía temporada de verano 1980

sobreimposición de dos cines dos películas

sobreimpuestas quiero decir el jorobadito el poli

en planos similares quiero decir el barquito

hasta allí la mujer que prepara dos perros

cruzados en la escalera el mar freudiano

buque de vientre herido ¿picado por avispas?

¿cuchillos clavos pinchos? la voz dice baje

esa pistola dos cines que se mutilan en la niebla

el recuerdo de las rodillas de Lisa el vacío que

intentó llenar (aplausos) el lento genio jorobado

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Pendejo Whistler

Tal vez ésta sea la hora

de sentarnos

sobre el teclado.

Miles de Post-Scriptums:

—No sólo sentarnos, sino…

—Un viento de fealdad que da sed. Cervezas a la una de la mañana en un Frankfurt de la Avenida Pelayo.

—Olas de la provincia de Maule, el «feísmo» en su soberanía. Y repetir: aquel chileno prodigioso que tantas veces habló donde no debía, babeando su desesperada ignorancia del amor.

—Supongo que al decir esto pienso en México.

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Niños de Dickens

Admiras al poeta de nervios duros        ¿De acuerdo?

De acuerdo        De la misma manera que admiras

al obrero de horario salvaje y a los comerciantes

que se acuestan de madrugada contando el oro

y a las muchachas de 25 años que follan durante toda

la noche y al día siguiente dan tres o cuatro exámenes

en la universidad

Es difícil entender lo anterior        Intento decir

animales salvajes rondando por las paredes de mi casa

Búhos y niños de Dickens        Lagartos y hermafroditas

pintados por Moreau        Los soles de mis dos habitaciones

El rumor de pasos que puede solidificarse en cualquier momento

como una escultura de yeso sucio        Los ojos

borrados del santo que cabalga al encuentro

del Dragón

libro-24

 

La navaja en el cuello y la voz

del adolescente se quiebra

dámelo todo        dámelo todo

o te corto

y la luna se hincha

entre los pelos

libro-25

Árboles

Me observan en silencio

mientras escribo        Y las copas

están llenas de pájaros, ratas,

culebras, gusanos

y mi cabeza

está llena de miedo

y planes

de llanuras por venir

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No componer poemas sino oraciones

Escribir plegarias que musitarás

antes de escribir aquellos poemas

que creerás no haber escrito nunca

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Pregunté si aún estaba allí.

Dijo que pasara.

Está nevando nuevamente, avisé.

Sus libros desparramados.

Inútil para hacer el amor.

Desde hacía 6 meses no llevaba ninguna chica

al cuarto.

Enfático, categórico, señaló

una mosca aplastada

en el otro lado de la ventana.

Como escupir a un espejo, recordé.

Una especie de poeta.

Despreocupado y feliz.

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¿Qué haces en esta ciudad donde eres pobre y desconocido?

(La pregunta me hizo gracia)        Envejeces, paseas

por los alrededores de los museos, contemplas

a las muchachas de la ciudad que te es hostil

Oh, dije, en realidad exageras        ¿Un ejercicio de

paciencia?        Tal vez        ¿La virtud como una hélice?

Mis pasos me han puesto bajo estos acueductos        Los

mejores        Me doy por satisfecho        Una muchacha,

una escudilla de sopa en Can Riera, un saco caliente en

invierno

Mientras tus versos se pudren, dijo la voz

A las doce de la noche

¿Acaso pretendes volver a tu país natal con los ojos

de Anselm Turmeda?        Cansado        Divertido

tras haber escuchado una conversación ajena

me saco los zapatos sonriendo en la oscuridad

Pero estás solo

No        Alguien, mi Explorador, vigila mis temas

libro-29

 

Según Alain Resnais

hacia el final de su vida

Lovecraft fue vigilante nocturno

de un cine en Providence.

Pálido, sosteniendo un cigarrillo

entre los labios, con un metro

setenta y cinco de estatura

leo esto en la noche del camping

Estrella de Mar.

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Un soneto

Hace 16 años que Ted Berrigan publicó

sus Sonetos. Mario paseó el libro por

los leprosarios de París. Ahora Mario

está en México y The Sonnets en

un librero que fabriqué con mis propias

manos. Creo que la madera la encontré

cerca del asilo de ancianos de Montealegre

y con Lola hicimos el librero. En

el invierno del 78, en Barcelona, cuando

aún vivía con Lola! Y ya hace 16 años

que Ted Berrigan publicó su libro

y tal vez 17 o 18 que lo escribió

y yo ciertas mañanas, ciertas tardes,

perdido en un cine de barrio intento leerlo,

cuando la película se acaba y encienden la luz.

libro-31

Para Efraín Huerta

Quisiera escribir cosas divertidas para ti.

De catástrofes y pequeñas tristezas

estamos hasta el cuello. Nada de imágenes,

tal vez labios, pelos, y una niña que juega

con el maletín de un médico. No sé, Efraín,

qué paisajes decir ahora que estoy pensando

en ti. No sólo tu bondad me ayudó; también

esa suerte de honradez hierática, tu sencillez

al apoyarte en la ventana de tu departamento

para contemplar, en camiseta, el crepúsculo

mexicano, mientras a tus espaldas los poetas

bebían tequila y hablaban en voz baja.

libro-32

La única imagen que guardo de T. C.

El señor Teófilo Cid no está.

La lluvia sobre esa ciudad extraña, Santiago del

Nuevo Extremo.

El señor Cid pasea por calles grises.

Pelo de rata, ojillos de rata,

En un atardecer neutro.

Abrigos, gabardinas, chaquetas rojas que la lluvia empuja

Hacia cualquier lugar.

El señor Teófilo Cid un tanto ebrio,

En su ciudad,

Huyendo bajo la lluvia.

Única realidad de estas palabras.

libro-33

 

Quel est le mot le plus obscène que vous

ayez entendu dans la bouche de votre mère?

(Enquête réalisée à la initiative

de JEAN-PIERRE VERHEGGEN)

Para ser dicho en un dormitorio

donde ya nada se puede decir

Tu texto… Tu forma de evitar la rodilla

de tu hermana… Tú Hacer Revolución…

Tu rostro apagado de viajes en el cuarto oscuro…

Tu sangre que construye un mapa

sobre las sábanas silenciosas…

Tu Polo Norte final…

libro-34

El monje

Fui feliz durante las cacerías.

Dormité a la sombra de un plátano.

Los sueños ordenaban ríos y castillos.

Al alba mi hermano me murmuró al oído

que tras esas colinas los dominios

permanecían con las mismas alambradas.

Homenajes —dijo. Cabalgué

hasta alcanzar a la vanguardia.

Nadie supo indicarme hacia dónde

se había marchado nuestro señor.

Intuí que el calor de los crepúsculos

era artificial. Supe que alguien

largo tiempo había dormido

sobre mis escritos.

libro-35

El poeta no espera a la dama

Kürnberger. Cuando por los reinos

de Europa se paseaba la muerte.

Y en los bardos había ánimo para

renovar la lírica. Sentado

en una cámara del castillo

al que han puesto sitio nuevamente.

Y un poema de amor

de una «soberana indiferencia».

Cuando alguien, tal vez un cortesano,

grita una advertencia inaudible

al final de un pasillo de piedra

que otra vez se diluye

en la intersección de la muerte

y el poema.

libro-36

Tersites

En primavera salían de los bosques y recibían a los hombres

Tersites        Inmaculado el mármol atraviesa descripciones

lamentos, estados totalitarios        Algo tan lejano a la risa

de los comerciantes        (Salían de sus bosques para hacer

el amor)        Con campesinos que alababan grandemente

sus cabalgaduras atadas a los árboles bajos o paciendo

en los claros        Una Grecia en blanco y negro

Y anos dilatados estrechando vergas notables        Tersites

las amazonas        Un atardecer que persiste

a las descripciones y los besos

libro-37

 

Textos de Joe Haldeman, J. G. Ballard, Rubén

Darío, Luis Cernuda, Jack London, R. L. Stevenson,

Jorge Teillier, André Breton, Erskine Caldwell,

Ciencia Ficción Soviética, Valle-Inclán, Hamlet,

Daniel Biga, Nazario.

Querida, no es el Paraíso.

En las calles hay batallas campales después de las diez de la noche.

Nadie viene a visitarme.

Aunque la comida que preparo aún no es del todo mala.

¿Cómo se llama esto?, pregunté.

Océano.

Una larga y lenta Universidad.

libro-38

 

He soñado labios

(¿Solitarios y abiertos? ¿Partidos por el viento?)

Labios como corazón de ornitorrinco

Se mueven entre las ramas        Nada se escucha

(¿Han quitado el sonido? ¿El sonido bajo los árboles?)

Labios húmedos que sonríen al final de mi sueño

Sobre un fondo de hojas        El empapelado

de esta pieza de hotel        Dibujo tenaz

Rumor del medievo

libro-39

 

No enfermarse nunca        Perder todas las batallas

Fumar con los ojos entornados y recitar bardos provenzales

en el solitario ir y venir de las fronteras

Esto puede ser la derrota        pero también el mar

y las tabernas        El signo que equilibra

tu inmadurez premeditada y las alegorías

Ser uno y débil y moverse

libro-40

Guiraut de Bornelh

libro-41

 

Guiraut de Bornelh la lluvia

Te rascas el cuello distraídamente mientras contemplas

una tabla pintada con la Virgen y el Niño

Detrás hay árboles frondosos y más atrás aún

aparecen y desaparecen las colinas

a través de la cortina de lluvia

En un rincón de la ermita se queja un anciano

Es la hora de alejarse de estos campos

Te rascas el vientre        Mentalmente

compones un alba

libro-42

 

Edad Media de las cabelleras que el viento esquiva

Mientras haya viento escribirás        El viento

como matemáticas exactas        Como el ojo con la

propiedad de la uña        Mientras haya viento escribirás

tus historias para ella        Midiendo espesor longitud

velocidad        Diciéndole al oído a cualquier desconocido

que esta noche el viento sopla del Este

Un fulgor de cabalgaduras y trovadores a orillas

de la autopista        Que retienen y bordan

las otras palabras del viento

libro-43

 

Se ríen los trovadores e

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