«La turista», de Yun Ko-eun: de vacaciones en una distopía
Ganadora del CWA Dagger Award, finalista del Dublin Literary Award 2022 y mejor novela del año según «Harper's Bazaar» y «Enthropy», «La turista» de Yun Ko-eun (Reservoir Books, 2024) es la lectura distópica ideal para entender cómo operan (o pueden llegar a hacerlo) las grandes corporaciones. Hablamos con la autora surcoreana sobre turistificación, abusos de poder en el entorno laboral, cambio climático y, glups, sobre el irresistible magnetismo de las catástrofes (cuando son otros las que las sufren).
Por Paloma Abad
Yun Ko-eun. Crédito: cortesía de Reservoir Books.
Entre una sensación de horror y de absurdidad. Así navega el lector por las escasas ciento setenta páginas de La turista, que supone el debut en español de la coreana Yun Ko-eun. Esta narración, tan trepidante, insólita y distópica que bien podría haber sucedido de verdad, la protagoniza una joven llamada Yona, que está especializada en diseñar y programar paquetes de viajes a zonas del mundo en las que ha sucedido algún desastre, desde inundaciones a terremotos o erupciones volcánicas. Aunque acumula una experiencia de diez años, parece que Jungle, la corporación en la que trabaja a tiempo completo, no está demasiado satisfecha con su desempeño (en especial, un jefe que ha iniciado una campaña violenta contra ella). Así, en lugar de promover una renuncia o ejecutar un despido, la invitan a tomarse unas vacaciones que tienen algo de trabajo: viajar como cliente a uno de los destinos de Jungle, cuyas visitas han descendido significativamente en los últimos tiempos, para valorar si el paquete se mantiene o se cancela. El mayor reclamo de Mui, la pequeña isla próxima a Vietnam en la que recala, es un socavón en el desierto que se produjo en 1963, después de una masacre fruto de la rivalidad entre dos pueblos vecinos.
En realidad, la distopía comienza justo cuando la protagonista, durante el viaje de regreso en tren, va al baño a otro vagón y pierde de vista a sus compañeros de viaje y también a la guía que los acompaña; el tren se ha partido y los vagones han tomado caminos separados. En solitario, sin dinero ni documentación, regresa al «parque temático» de Mui para descubrir otra isla, una dirigida por otra gran empresa, Paul, sin un rostro visible (la referencia a 1984, de George Orwell, es inevitable), muy consciente del declive de su atractivo y fuente de ingresos y que planea volver a ser relevante en el turismo de catástrofes. Contar más de la trama sería incurrir en el spoiler.
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LENGUA: ¿Qué tipo de placer puede ejercer en el turista visitar zonas en las que han sucedido desastres?
Yun Ko-eun: Por momentos, siento como si fuera publicista de este tipo de turismo. Igual que existe el cine en 3D o 4D, que proporciona experiencias de todo tipo al espectador, también puede existir este tipo de viajes, que ofrece nuevas emociones, aventuras... Un mundo entero por descubrir. Creo que, en muchas ocasiones, los productos que venden en las empresas turísticas son como la mercancía expuesta en el supermercado, ya empaquetada. Son como un trozo de carne para determinado fin, perfectamente limpio y cortado, pero que los compradores no sabemos de donde proviene. En una charla, al hilo de la publicación de la novela, se le preguntó al público presente qué haría si ganara este viaje como premio. ¿Iría? Hubo gente que dijo que sí, que estaba dispuesta a probar cosas nuevas; otros dijeron que no. Otros preguntaron si había algún seguro de vida…
«Cuando sucede una catástrofe, la ubicamos en el mapa, vemos lo que ocurre, y eso nos ayuda a encontrarnos a nosotros mismos, a definir nuestro lugar en el mundo a partir de esa catástrofe, a pensar: "A mí no me pasó, pero me podía haber ocurrido"».
LENGUA: Pensándolo bien, ¿acaso no llevamos muchos años interesados por las catástrofes? ¿No hemos querido visitar todos Pompeya, sin ir más lejos, cuando hemos ido a Roma?
Yun Ko-eun: El turismo de catástrofes existe y siempre lo ha hecho, pero no al nivel que lo hace Jungle, con más de 150 paquetes disponibles. Estamos hablando de una industrialización de las catástrofes. Cuando escribí este libro, hace diez años, pensé, y sigo pensando, que hay efectos negativos en este tipo de viajes, pero también los hay positivos. Básicamente, creo que lo que mejor lo explica es la topografía. Al abrir un mapa, nos ubicamos en el mundo a través de la topografía: aquí hay ríos, aquí hay calles… De la misma manera, cuando sucede una catástrofe, la ubicamos en el mapa, vemos lo que ocurre, y eso nos ayuda a encontrarnos a nosotros mismos, a definir nuestro lugar en el mundo a partir de esa catástrofe, a pensar: «A mí no me pasó, pero me podía haber ocurrido». Nos posicionamos en relación con esas catástrofes que les ocurren a otras personas, creo que ese es otro objetivo de este tipo de viajes.
Una vietnamita vestida con ropa tradicional en las dunas de arena roja de Mui Ne. Al fondo se aprecia el mar de la China Meridional. Crédito: Getty Images.
LENGUA: ¿Qué te llevó a escribir esta novela?
Yun Ko-eun: La literatura, como toda forma artística, parece tener el poder de predecir o leer el futuro. Eso se debe a que los escritores siempre estamos observando lo que ocurre a nuestro alrededor y prestamos atención, sobre todo, a las grietas que presenta la realidad. Son estas grietas las que estimulan nuestra imaginación y nos hacen atisbar y darle forma a otras realidades y situaciones posibles. Ficciones, en definitiva. La mayoría de las veces acaban siendo distopías porque, como dije, uno siempre parte de «grietas» de la realidad, de problemas existentes o latentes. En el caso particular de La turista, se conjugaron, por un lado, mi gusto por los viajes; y por el otro, mis miedos personales a volar en avión o a sufrir algún accidente. Este miedo me lleva a investigar mucho antes de cada viaje para saber si hay algún tipo de peligro en el lugar de destino, incluidas las catástrofes naturales. Se puede decir que esta es la grieta personal que me llevó a escribir la novela.
LENGUA: La progatonista, Yona, nunca recurre a sus amigos ni a su familia. Ni cuando sufre un intento de agresión por parte de un superior en su empresa ni cuando se queda varada en Mui, sin dinero ni pasaporte. ¿Está sola en el mundo?
Yun Ko-eun: Cuando ideo un personaje, elimino todo lo que considero accesorio y dejo lo importante para que el lector se concentre. Yona es tan solo una pieza dentro del tablero, que es un laberinto de juego de poderes. Seguro que tiene amigos y familia, pero en la historia que se desarrolla, que es la de una relación de poderes, no creí que eso fuera importante, por eso no hice mención a ninguno de esos elementos. Ella es objeto de un abuso sexual por parte de su jefe, pero esto no ocurre porque sea mujer, podría haberle sucedido a cualquier otro empleado (de hecho, en la novela aparecen también perjudicados que son hombres). Son perdedores en una relación de poder, están debajo de una jerarquía.
LENGUA: En un determinado momento, Yona cree que ha fracasado en su trabajo y en esta jerarquía, hasta que descubre que, con determinadas artimañas, podría crear el mejor viaje de la historia de Jungle. ¿Se entrega al poder del dinero?
Yun Ko-eun: No es que ella piense así. La novela es una sátira y crítica del poder, no tanto del dinero. La manera de que el dinero se disfraza y al mismo tiempo transforma todo lo demás, puede sacudir la moral, la ética y los cimientos de toda la sociedad. No es que Yona se mueva por el dinero, no hace ese paquete turístico para ganar dinero, sino porque le ayudará a recuperar la posición que ha perdido en la empresa. En ese aspecto, la imaginé como una empleada de cualquier sociedad capitalista que lucha por obtener un puesto, mantenerlo y progresar. La siguiente novela que escribí trata sobre un perro muy rico, tan rico que subvenciona a artistas humanos. Da la vuelta a la situación, pero siempre es la misma obsesión: aterrizar el poder del dinero.
«Los escritores siempre estamos observando lo que ocurre a nuestro alrededor y prestamos atención, sobre todo, a las grietas que presenta la realidad. Son estas grietas las que estimulan nuestra imaginación y nos hacen atisbar y darle forma a otras realidades y situaciones posibles. Ficciones, en definitiva».
LENGUA: Al respecto de las empresas que aparecen en la novela (Jungle, pero también Paul), que recuerdan a 1984 o El círculo (de George Orwell y Dave Eggers, respectivamente), ¿no son más terribles las corporaciones opacas de hoy en día, especialmente las tecnológicas, que cualquier turismo de catástrofes?
Yun Ko-eun: Estoy de acuerdo con que estos poderes opacos son mucho más catastróficos de lo que imaginamos. Lo que encuentro en común entre Paul, Jungle y estas grandes corporaciones de hoy en día es que el consumidor desconoce todos los procesos: por qué surgen las cosas, de qué manera lo hacen y hacia donde va esta nueva tecnología que se usa, por ejemplo. Es como cuando antes te mencioné la carne empaquetada del supermercado. No sabemos de dónde viene, cómo viene ni a través de qué procesos nos llega. Cuando se abre esa tecnología, que además está sellada por un capital, es imparable y se pierde toda noción de cómo comenzó, para beneficio de quién y si eso es útil o no para a la humanidad. Se pierden su origen, su causa y su fin por completo. En ese sentido, es una catástrofe mayor que cualquier otra. Lo peor de todo es que nosotros, como consumidores, no conocemos ese proceso y tampoco nos interesa saberlo. No queremos que nos abomben la cabeza con problemas del origen y el destino de las cosas.
LENGUA: En la novela también abordas el tema de la turistificación, algo que padecen muchas ciudades europeas, por el cual la naturaleza sufre y las poblaciones pierden nivel adquisitivo y también su identidad. ¿Por qué crees que no hemos hecho nada al respecto?
Yun Ko-eun: Es cierto que los beneficios de toda esa turistificación no van a los habitantes, sino todo lo contrario, los perjudican. A escala mundial, se vio claramente a raíz de la pandemia que sufrimos todos en 2020. Los seres humanos dejamos de viajar, nos quedamos en casa, y durante un año o dos se vieron realmente grandes mejoras en el medio ambiente a nivel mundial, bajó enormemente el nivel de hidrocarburos, por ejemplo, lo que quiere decir que los desplazamientos del ser humano no son beneficiosos para el planeta. A estas alturas debemos ser conscientes, saber que tenemos derecho a viajar, conocer el mundo, disfrutar de la vida y tener nuevas experiencias, pero entender que ese tipo de ocio tiene un coste para el planeta y el ser humano.
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