Julio Cortázar en cinco poemas
La producción poética Julio Cortázar es, tal vez, la parte menos transitada de su obra. Sin embargo, la poesía fue siempre esencial para él. Escrita desde los márgenes y con una gran conciencia de la importancia del lenguaje, el autor argentino explora algunas zonas invisibles de la realidad para alejarse de tópicos y unir conceptos en apariencia contradictorios: historia y utopía, afán comunicativo y experimentación, contemplación y compromiso, sensibilidad y rebeldía... El libro «Poesía completa» (Alfaguara, marzo 2025) incluye toda la poesía del autor publicada hasta el momento, además de una sección de poemas inéditos encontrados en el Fondo Daniel Devoto y María Beatriz Valle-Inclán depositado en la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid. Al hilo de la publicación de este volumen, el cual constituye, en palabras de Andreu Jaume en la introducción, «la compilación más completa que se ha podido hacer hasta la fecha de la poesía de un escritor que ya en 1969 se consideraba "un viejo poeta"», en LENGUA publicamos cinco de los poemas que conforman la monumental obra poética de uno de los grandes mitos de la literatura contemporánea en español.
Por Julio Cortázar

Julio Cortázar. Crédito: Getty Images.
Salvo el crepúsculo
Bolero
Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des todo lo tuyo.
Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.
Por ahí un papelito que
solamente dice:
SIEMPRE fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.
Y este fragmento:
LA LENTA máquina del desamor
los engranajes del reflujo
los cuerpos que abandonan las almohadas
las sábanas los besos
y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo
ya no mirándose entre ellos
ya no desnudos para el otro
ya no te amo,
mi amor.
Le ragioni della collera [1995]
Nocturno
Tengo esta noche las manos negras, el corazón sudado
como después de luchar hasta el olvido con los ciempiés del
humo.
Todo ha quedado allá, las botellas, el barco,
no sé si me querían y si esperaban verme.
En el diario tirado sobre la cama dice encuentros
diplomáticos,
una sangría exploratoria, lo batió alegremente en cuatro sets.
Un bosque altísimo rodea esta casa en el centro de la ciudad,
yo sé, siento que un ciego está muriéndose en las cercanías.
Mi mujer sube y baja una pequeña escalera
como un capitán de navío que desconfía de las estrellas.
Hay una taza de leche, papeles, las once de la noche.
Afuera parece como si multitudes de caballos se acercaran
a la ventana que tengo a mi espalda.
Ver mas
Presencia [1938]: Retratos
Claroscuro de Góngora
[...]
aquel ruiseñor llora, que sospecho
que tiene otros cien mil dentro del pecho
que alternan su dolor por su garganta.
[...]
GÓNGORA
Ni cifra ni conjuro para verte
—oscuro sol no se descifra, genio
ni lis de flor confiada— en un milenio
sin el amor que ayuda a conocerte.
No senda en el azar de comprenderte
—comprenderte, quererte— ni el ingenio
de disecar al Flechador y al Genio
para alcanzar tu luz, para aprehenderte.
Entrega a ti, por ti ser y nutrirse
—gracia, color, disfrázanse en la pluma—;
cante espuma de tiempos el encanto
milagroso de un irse que es venirse
—morir, vivir, ensueños en la Suma—
y el milagro presente de tu canto.
Otros poemas inéditos
Caperucita roja
La licantropía de la abuela solo ella la supo
después de atisbadas soledades y combates durísimos.
Caperucita Roja presumía de ilustres ascendientes
y he aquí que desde el árbol instituido la acechaba la fiera.
La canastilla, cruel pretexto necesario para configurar la
fábula,
el viaje samaritano la mentira maravillosa.
¡Ay niña incomprendida atravesando sola el bosque,
el bosque inofensivo donde los pequeños te imaginan espiada!
En la cabaña —fuera— vaciló Caperuza.
Era la hora líquida de las transformaciones, cuando
el césped deja paso a gnomos cenicientos, y de cada nuez
brota el chirrido insoportable de los sueños que parten.
Bajo al luz violeta franqueó la puerta última, la mano
aferrando el puñal bajo las fresas de la cestita.
Oyó gruñir la penumbra, cerca —¿Qué podía el puñal
casi solo, tembloroso contra la blanquísima panoplia que
avanzaba riendo?—.
Y el lobo había engullido a la abuelita, el lobo malo —
Sí, nuestros sueños nos devoran, y nuestros deseos. El lobo
devoró a la abuela y a Caperucita Roja... (Los hombres
precisan entenderse; a tanto abominable acaecer llamaron
lobo).
Otros poemas inéditos
Noche última
Esta ¿será la noche del sosiego sin ojos,
la sombra de las sombras ya no negra ni ciega,
el silencio en que todos los silencios se vuelcan
para quemar su estrépito?
Esta ¿será la noche cuando de cada nombre
se desgaje el recuerdo ya libre y lo abandone?
¿Veré por fin tu cara sin saber que es tu cara,
tendré los ojos vueltos por fin a lo invisible?
Esta, ¿será la noche donde ya nada quepa
dentro del corazón que ensimismado rueda?
¡Oh estrellas libre [sic], solas, ya sin el orden frío
de los mapas del cielo!
¡Oh noche para adentro, noche desconocida,
oh tus dedos peinando mi entregado cabello!
OTROS CONTENIDOS DE INTERÉS:
Alejandra Pizarnik por Luna Miguel: ebriedad de presentimientos mágicos
Emily Dickinson en cinco poemas
Gabriela Mistral y Laura Rodig: poesía y (des)amor en Punta Arenas
«Es un corazón muerto. Está dentro de mí. Es un extraño»: Anne Sexton frente al abismo
«Pájaros de Irak»: Patti Smith en un poema
Cuentos de Julio Cortázar / Selección de Aurora...
Berkeley, 1980