Índice
Portadilla
Índice
Dedicatoria
Prólogo. Una decisión trascendental
I. Felipe y Letizia, una pareja consolidada
II. Un retrato del Príncipe
III. Y un perfil de la Princesa
IV. En su trabajo
V. La familia, el ocio, los amigos...
VI. ¿Qué dicen los sondeos?
VII. El delicado tema de la imagen
VIII. Una princesa que marca tendencia
IX. Del rosa al amarillo, pasando por el blanco y negro
X. Protocolo, seguridad y otras limitaciones
XI. Asturias en la vida de los Príncipes
XII. La rebelión de los herederos
XIII. La sucesión
XIV. Y ahora, el futuro
Álbum de fotografías
Agradecimientos
Bibliografía
Índice onomástico
Sobre los autores
Créditos
Grupo Santillana
Este libro está dedicado a los Reyes, don Juan Carlos y doña Sofía, como reconocimiento de la deuda que con ellos tenemos contraída, nosotros y unos cuantos millones de españoles más.
A Martina, mi nieta, ciudadana del reinado de Felipe VI.
Carmen Enríquez
Para Julia, la mujer de mi vida, para nuestros hijos Julia, Tomás y Carlota y también para Enrique, su marido, y para ese primer nieto que está en camino. A todos ellos les reitero mi deseo de que siempre sean personas honradas, útiles y felices. Y, desde luego, para Blanca, mi madre y primera lectora.
Emilio Oliva
Prólogo
Una decisión trascendental
Es la hora del relevo. Ha llegado el tiempo de reinar para el heredero de la Corona española mejor preparado de todos los tiempos, la ocasión de demostrar que todos los conocimientos que ha ido adquiriendo a lo largo de sus cuarenta y seis años de vida no han caído en saco roto sino que lo han convertido en el hombre idóneo para desempeñar la ardua tarea que tiene por delante.
Felipe de Borbón y Grecia, Felipe VI como nuevo rey, asume la responsabilidad de la Jefatura de Estado en el momento que el rey Juan Carlos, su padre, decide poner fin a su reinado y abdicar en su heredero. Una decisión valiente, una renuncia llena de generosidad y confianza en la capacidad del Príncipe para asumir los retos y desafíos que tendrá que afrontar de forma inmediata y terminar así un largo tiempo de espera que acaba de llegar a su fin. Ha prescrito el tiempo de aprendizaje, ya no hay espacio para repasar de nuevo los últimos apuntes y notas. Ha terminado la cuenta atrás que se prolongaba desde hace años sin que se supiera cuál era la hora exacta marcada para la salida a escena del nuevo rey. La suerte está echada.
Las explicaciones dadas por don Juan Carlos para explicar su decisión son entendibles: se ha hecho imprescindible una renovación generacional para corregir errores, para abrir camino a un futuro decididamente mejor. Así lo ha explicado el rey Juan Carlos en su mensaje a todos los españoles:
«En la forja de ese futuro, una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista, el mismo que correspondió en una coyuntura crucial de nuestra historia a la generación a la que yo pertenezco. Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana».
En su última actuación decisiva como Rey, don Juan Carlos ha querido también transmitir en su mensaje la plena confianza que tiene en su heredero y en sus inmejorables condiciones para asegurar la estabilidad que es y ha sido la seña de identidad de la institución monárquica.
«El príncipe de Asturias tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la Jefatura del Estado y abrir una nueva etapa de esperanza en la que se combinen la experiencia adquirida y el impulso de una nueva generación. Contará para ello, estoy seguro, con el apoyo que siempre tendrá de la princesa Letizia».
No fue una decisión fácil para don Juan Carlos ni tomada a la ligera sino que fue analizada y meditada durante largos meses, preparada con rigor para que tuviera una cobertura legal y comunicada en el momento oportuno a las personas estrictamente imprescindibles y suficientemente discretas para que estuvieran informadas de la voluntad del Rey de dar ese paso tan trascendental en su vida.
El momento de dar a conocer la abdicación, la mañana del 2 de junio de 2014, causó a casi todo el mundo una gran sorpresa. El aviso por parte del Palacio de la Moncloa de que iba a haber un mensaje importante del Presidente del Gobierno al país a las diez y media de la mañana puso en alerta a todas las redacciones y dio paso a los rumores que enseguida apuntaron a una posible abdicación de don Juan Carlos. Unos rumores que se confirmaron cuando Mariano Rajoy anunció la noticia bomba: el Rey había decidido abdicar y dar el relevo a su hijo el príncipe de Asturias. Para dar una cobertura legal, el Jefe del Ejecutivo anunció el envío a las Cortes de la una ley orgánica que regulara el acto de la abdicación y llevara a cabo el cambio en la Jefatura del Estado. Al mismo tiempo, informó que iba a ser el propio monarca saliente el que iba a explicar a los ciudadanos españoles las razones de su trascendental decisión.
A la una de la tarde, una hora después de la anunciada, el Rey apareció en todas las pantallas de televisión para explicar las razones que le habían llevado a ceder el trono a su hijo. Empezaba la cuenta atrás para culminar el proceso de relevo en la Corona española, fórmula elegida finalmente por don Juan Carlos para cumplir con el proceso de heredar el trono de padre a hijo y dar continuidad a la cadena dinástica de la monarquía española.
La abdicación propiamente dicha se ha desarrollado en dos escenarios: el Palacio Real, en cuyo Salón de Columnas el rey Juan Carlos ha sancionado la ley mediante la cual abdica y da paso al príncipe Felipe, su heredero; y el Salón de Plenos del Congreso de los Diputados, donde en sesión conjunta de diputados y senadores, el nuevo Rey jura y es proclamado por los depositarios de la soberanía popular como nuevo Jefe del Estado, con el nombre de Felipe VI.
En este momento del relevo generacional, el interés de los españoles está puesto en saber cómo va a ejercer sus funciones de Rey y Jefe del Estado Felipe VI, el nuevo monarca. Y como va a contribuir a esa importante labor su esposa, la ya reina Letizia. La pareja despierta una enorme curiosidad por saber cómo son los nuevos Reyes, cuáles son los rasgos predominantes de su carácter, cómo ha sido la larga preparación de don Felipe para ser rey, de qué manera ha transcurrido la década en la que la periodista Letizia Ortíz se ha transformado en Princesa de Asturias, cómo ejercen de padres con sus hijas la ya Princesa de Asturias, Leonor, y su hermana la Infanta Sofía. Una gran mayoría de españoles quieren conocer los gustos y aficiones del nuevo monarca y su consorte, quiénes son sus amigos, cómo son las relaciones familiares, cómo enfrentan la exposición ante los medios, el estilo de la Princesa y la importancia que le da a la moda, sus actividades, su adaptación al protocolo y las normas de seguridad que rodean a la Familia Real… Toda una serie de interrogantes que quedaron despejados en el libro publicado hace cuatro años Los Príncipes, preparados para reinar. Su contenido sigue siendo válido y responde con rigor y precisión a las cuestiones ya enunciadas. Esa convicción ha llevado a la editorial Aguilar a reeditar de nuevo este libro aunque, eso sí, convenientemente revisado y puesto al día. Su objetivo primordial sigue siendo el mismo que la primera vez que se editó: dar a conocer la figura de Felipe y Letizia, personas que encarnan a la monarquía española del siglo XXI.
A esa obra dedicamos cerca de un año de trabajo e incluye entrevistas con sesenta personas, unas cercanas a ellos, otras expertas en sus actividades y algunas, finalmente, contrarias a lo que representan. Con ella, pretendíamos satisfacer la curiosidad personal de saber cómo son realmente los que ya son reyes de España y a los que la gente, los ciudadanos, seguramente también quieren conocer mejor.
Para acabar esta introducción, una anécdota personal de los autores, ocurrida casi al final de nuestros largos años de seguimiento informativo de la Familia Real española.
Siempre hemos sabido que el rey Juan Carlos cumple cabalmente sus promesas, pero a lo largo de tantos años acompañándolo en su actividad profesional nunca llegamos a pensar, ninguno de los dos, que también iba a cumplir la broma que nos dedicó hace cerca de diez años, a bordo de un barco de guerra chileno en el Estrecho de Magallanes.
En aquel barco estábamos esperando a que la climatología permitiera al Rey volar hasta la Antártida, donde don Juan Carlos iba a visitar a los integrantes de la base científica española instalada en aquellos ultracongelados territorios y que lleva su nombre, Juan Carlos I.
En esa espera, el Rey accedió a hacerse una foto con los periodistas que le acompañábamos, y cuando dijo de hacerla, uno de nosotros estaba enviando una crónica, por lo que estaba ausente. Cuando por fin nos reunió a todos, entre bromas, el Rey dijo «No se os ocurra, Carmen y Emilio, dejar este trabajo. A mí no me hagáis eso. Si lo dejáis, poco después yo llamo a mi hijo, le cedo los trastos y lo dejo también».
La frase quedó entonces como una de las bromas amables que don Juan Carlos dedica a quienes le rodean. Él ha sido siempre así, haciendo gala de eso que unos llaman campechanía, otros buen humor y que todos consideran la clave de un encanto personal que le hacer ganarse la voluntad de personas tan distantes como un ciudadano de a pie que lo saluda o el presidente de un lejano país con el que se entrevista por primera vez.
El caso es que el pasado día 2 de junio, una fecha de este año 2014 que se ha hecho un lugar en los libros de Historia, cuando don Juan Carlos nos sorprendió a todos con el anuncio de su abdicación de la Corona a favor de su hijo, el príncipe de Asturias, nos vino a la memoria aquella broma suya con la que dejaba caer, sin que supiéramos advertirlo, que la abdicación también entraba en sus posibles planes de futuro.
La realidad es que don Juan Carlos ha decidido «ceder los trastos» varios años después de que nosotros dejáramos de cubrir la información de la Casa Real, pero eso no debe extrañarnos ya que algunos dicen que en los asuntos de la Monarquía la unidad de tiempo es el siglo.
I
Felipe y Letizia, una pareja consolidada
En la Casa de Su Majestad el Rey se han dado cuenta después de la operación de pulmón del Rey de que aunque todo el mundo identifica al sucesor de don Juan Carlos, casi nadie sabe cómo es de verdad y en profundidad don Felipe. Pocos lo han oído expresarse directamente acerca de los problemas que tiene en este momento España, qué valoración hace de la situación económica mundial, cómo encara el reto que plantea la nueva sociedad de la información, qué le parece el relevo en el liderazgo mundial —con el avance imparable de China— que se está produciendo en el escenario internacional, o cuáles son, a su juicio, las medidas que hay que tomar para mantener y preservar el medio ambiente...
A partir de esta idea, la Casa del Rey se ha marcado un objetivo prioritario: potenciar la figura política del príncipe de Asturias, heredero de la Corona de España. No se trata de una operación de imagen coyuntural ni de un proyecto a corto plazo que le haga mejorar su valoración en los sondeos, en los que alcanza un buen nivel tanto en los que elaboran las empresas públicas como en los de las privadas.
Lo que el Palacio de la Zarzuela está poniendo en marcha, al mismo tiempo que este libro sale a la calle, es una auténtica campaña para dar a conocer al príncipe de Asturias como un hombre de Estado, con criterio y capacidad suficientes para asumir, en el momento que le toque, el papel de monarca.
Lo que le llega habitualmente a los ciudadanos hasta ahora de lo que piensa el heredero de la Corona es a través de su voz, un tanto impostada y con algún que otro gallo que aún se le escapa, cuando lee los discursos que le preparan para los actos oficiales, muy formales y habitualmente desprovistos de espontaneidad. Palabras que suenan muy protocolarias y que ocultan o no dejan entrever la personalidad real del príncipe de Asturias.
Tan solo en contadas ocasiones hemos podido ver a don Felipe expresar sin un papel delante sus propias palabras, unas ideas meticulosamente pensadas de antemano, pronunciadas de forma precisa y sincera. Una de esas veces fue en el entierro del concejal del PP asesinado por ETA, Miguel Ángel Blanco, en 1998, en la que la firmeza, el pesar y el sentimiento con los que hizo sus declaraciones llegaron a los corazones de todos los que le escucharon.
La enfermedad del Rey ha acelerado la preocupación de los responsables de la Casa del Rey por abordar ese proceso de potenciación de la personalidad de don Felipe, ya que, según nos ha comentado uno de sus más estrechos colaboradores, «los acontecimientos se producen a una velocidad vertiginosa». Por eso, otros nos han reconocido abiertamente la existencia de «una estrategia a corto plazo para conseguir que los españoles conozcan al Príncipe y lo valoren. El procedimiento pasa necesariamente por la utilización de los medios de comunicación, imprescindibles a la hora de planificar esa operación de promoción y lanzamiento del heredero de la Corona».
No se trata tan solo de que el príncipe Felipe aparezca en televisión, contestando en directo a las preguntas de uno o varios entrevistadores —cuidadosamente elegidos entre profesionales responsables y de probado prestigio—. Uno de los pasos imprescindibles que hay que dar y que entra dentro de los planes de la Casa del Rey es utilizar los medios que proporcionan las nuevas tecnologías, los más usados por los jóvenes. Justo el grupo más desafecto a la Corona, una desafección que preocupa enormemente a la Familia Real y también al Príncipe, ya que se trata de los integrantes de la sociedad del futuro en la que le tocará ser rey de España.
«Habrá que utilizar Internet, ya que es lo que usan los jóvenes», nos cuenta una de las personas que ha accedido a hablar con nosotros de esos planes. «El objetivo es que ellos, el Príncipe y la Princesa, naveguen por Internet, que entren en algunos de los foros abiertos en la red e incluso se está pensando que doña Letizia tenga su propio blog, desde el que pueda comunicarse con personas de todo tipo y extracción social». Algo que, por cierto, se viene haciendo ya desde hace uno o dos años en la mayoría de las Casas Reales europeas que ofrecen a los internautas unas páginas web modernas, funcionales y atractivas.
El momento elegido para llevar a cabo esa operación de dar a conocer la dimensión política del príncipe de Asturias, de presentarlo como una persona capacitada al cien por cien para asumir su tarea de Estado cuando le toque, tiene mucho que ver con el final de una etapa intensa de preparación que empezó al terminar sus estudios de posgrado y que finalizó con su matrimonio y posterior nacimiento de sus hijas. La continuidad de la cadena dinástica, un requisito que ha de cumplir cualquier monarquía, quedó asegurada con la llegada al mundo de la infanta Leonor, primero, y reforzada después con la de la infanta Sofía.
El protagonismo de la pareja formada por don Felipe y doña Letizia es cada vez mayor, debido al interés que suscitan ellos mismos y al aumento progresivo de sus funciones, auspiciado por el propio Rey desde hace un par de años, cuando decidió ceder una parte sustancial de los actos oficiales a su hijo y a su nuera.
La operación de don Juan Carlos, en la que se le ha extirpado un tumor benigno de pulmón, y su posterior convalecencia han provocado que los Príncipes pasen a un obligado primer plano mientras el Rey se repone totalmente de las secuelas de la intervención quirúrgica.
Todo lo anterior ha hecho que la estructura de la «Casa» se ponga en marcha y aborde una etapa nueva en la que departamentos como la Jefatura de Relaciones con los Medios, esté implicada de pleno en una misión tan importante y de tanta trascendencia, de la que depende en parte el futuro de la institución monárquica.
Renovarse o morir es un viejo adagio que está más que nunca en plena vigencia. La opinión pública demanda transparencia, quiere saber y conocer prácticamente todo acerca de los personajes públicos. Una demanda que contrasta con el tradicional secretismo que tratan de seguir manteniendo los que opinan que abrir puertas y ventanas tiene muchos riesgos. Sin darse cuenta de que rechazar lo que los ciudadanos exigen, ocultar lo evidente y continuar con una política de sobreprotección hacia el Príncipe puede ser el principio del fin.
Nadie debe sentirse ungido para la función, considerada por algunos del entorno del heredero como casi divina, de llevar a don Felipe al trono y pensar que su misión es hacer que llegue a ser rey y ser ellos quienes le coloquen la corona.
Solo hay que dejar que el propio Príncipe se muestre como es, un hombre maduro, pleno, responsable, capaz de formar una familia como la que tiene y dispuesto a acometer la misión que la historia le marcó desde su nacimiento, la de ser el futuro rey de España.
OBJETIVO: CONOCERLOS MEJOR
Desde el momento en que los autores de este libro nos planteamos abordar el proyecto de escribir sobre los príncipes de Asturias, siempre pensamos que la obra debía versar no solo sobre el heredero de la Corona, sino sobre los dos, y que debía tratar de describir y reflejar con fidelidad el recorrido del matrimonio que ellos decidieron formar en el otoño de 2003 y que se materializó el 22 de mayo de 2004.
Porque desde esa fecha ellos forman una pareja, un todo que conserva intacto su compromiso, que comparte todo lo que le ocurre, que quiere afrontar unida el futuro que tiene por delante.
Por eso, lo que hemos hecho en este libro es empezar trazando un perfil ajustado de don Felipe y doña Letizia como personas que facilite el que se les conozca un poco más a fondo y mejor de lo que lo son ahora. También hemos analizado el camino que han hecho juntos, relatado los obstáculos que han encontrado y han debido superar, narrado los riesgos que han corrido, tanto él como ella, de que la empresa iniciada no llegara a cuajar.
Hemos subrayado asimismo las dificultades de adaptación por las que han pasado, mayores en el caso de la Princesa al entrar en un ambiente que le era tan ajeno.
En este intento de explicar mejor lo que hacen, para que la opinión pública descarte esa falsa imagen de unos Príncipes que no trabajan, hemos abordado aspectos concretos de su tarea cotidiana dentro y fuera del pabellón próximo a la Zarzuela que es su residencia, hemos contado cómo se desarrolla la vida familiar que ellos quieren preservar por encima de todo y cómo mantienen sus relaciones de amistad con personas del entorno de él y de ella.
Lo que piensan los españoles de la monarquía como forma de Estado, la valoración de la Familia Real que arrojan los sondeos —en las primeras posiciones desde hace más de treinta años—, el tratamiento de la imagen de los Príncipes de cara a la opinión pública y a la ciudadanía, así como la cobertura que se hace de sus actividades en los medios de comunicación, bien sea prensa seria, del corazón o pura basura, son otros de los asuntos analizados en esta obra que tienen ahora entre sus manos.
Para la elaboración del libro hemos buscado los testimonios de muchas de las personas que conocen bien a los Príncipes, que los han tratado no solo en un plano oficial y público, sino en un ámbito más privado. También la de expertos en diversas materias relacionadas con los asuntos que tratamos en la obra.
En total, cerca de sesenta personas de muy distinta procedencia han accedido a hablar con nosotros para contarnos sus puntos de vista, sus experiencias personales y su opinión particular de cómo perciben ellos a quienes se acaban de convertir en reyes de España.
Ha sido una tarea ardua pero apasionante. Hemos contado con la colaboración de muchas personas que han accedido desde el primer momento a cooperar con nosotros en la aventura de contribuir a que se conozca un poco más en profundidad a los Príncipes. No hemos encontrado ni desconfianzas ni temores. Tan solo unos pocos entrevistados han pedido que se mantenga su anonimato por cuestiones de discreción y prudencia. Y un porcentaje mínimo ha declinado la invitación a participar en este proyecto, algunos por creer que hacerlo era traicionar su lealtad a la pareja, otros porque les desaconsejaron desde el Palacio de la Zarzuela que prestaran cualquier tipo de apoyo.
Del mismo modo solicitamos mantener un encuentro con los protagonistas de este libro, los príncipes de Asturias, para recoger de primera mano su testimonio. En la Casa un libro siempre entraña para ellos riesgos y peligros, lo sabemos por experiencia. Un mes y medio más tarde, a pesar de que la idea fue bien acogida en principio, nos comunicaron su decisión de no conceder la entrevista con don Felipe y doña Letizia. Simplemente porque no entraba dentro de sus planes. Fue una decisión tomada en el entorno de los príncipes de Asturias que lamentamos, aunque no ha restado ni un ápice de nuestro entusiasmo ni ha debilitado nuestro propósito de escribir un libro sobre los príncipes Felipe y Letizia serio, documentado, honesto y fidedigno, pero por encima de todo, asequible para cualquier persona, sea cual sea el nivel que tenga o el espectro social al que pertenezca, ya que nuestro deseo es que llegue al mayor número de lectores posible. Para que todos ellos conozcan un poco mejor a los príncipes de Asturias. Porque creemos sinceramente que merece la pena.
DIEZ AÑOS DE VIDA EN COMÚN
Los expertos en relaciones de pareja consideran que superar una década de vida en común, tiempo en que suelen presentarse las primeras crisis serias en un matrimonio, significa que la relación está asentada.
Todos los indicios apuntan a que los príncipes de Asturias, cuyo compromiso matrimonial se anunció en otoño de 2003, siguen transitando con paso firme por el camino que ellos decidieron recorrer juntos, con la misma voluntad de compromiso personal e institucional que dejaron claro desde el principio ante todos.
Es, por tanto, a nuestro juicio, el momento oportuno y con la suficiente perspectiva para hacer un análisis exhaustivo y completo del tiempo que los Príncipes llevan ya juntos y de los acontecimientos más importantes que han vivido.
La pareja formada por Felipe de Borbón y Letizia Ortiz es, a todas luces y vista por los que los examinan de cerca y de lejos, una pareja feliz, compenetrada, perfectamente sintonizada en el trabajo institucional de servicio a su país, responsable ante sus obligaciones familiares desde la llegada de sus dos hijas, las infantas Leonor y Sofía, y consciente del papel que le reserva el futuro de ser los próximos reyes de España.
—El Príncipe ha mejorado con ella —nos dice una persona que ha trabajado durante casi diez años en la Casa de Su Majestad el Rey—. Está contento, ha alcanzado la madurez. Tener familia lo ha hecho más sensible, lo ha cambiado para bien. Y en cuanto a ella, lo que se puede decir es que ha hecho «milagros» en estos últimos años, ha adquirido soltura y eso que la adaptación a la posición de Princesa es difícil. Se consigue tan solo con los años o con la cuna, pero es muy difícil alcanzar en poco tiempo lo que da el sedimento de los años.
Quizás es importante decir que no todo ha sido un camino de rosas en el sendero recorrido por los Príncipes desde el día que se casaron. Uno de los mayores inconvenientes que se le puso a la elegida por don Felipe era el ser una mujer divorciada, lo que era considerado por muchos como un auténtico anatema. Lo explica con un ejemplo real Manuel Marín, político socialista y antiguo presidente del Congreso de los Diputados.
—A mí me preguntó un señor muy sesudo, del cual no quiero mencionar su nombre: ¿eres consciente, como presidente de las Cortes, de que ella es una mujer divorciada? Y yo le contesté: ¿qué quieres que te diga? Mi mujer también estuvo casada anteriormente y era divorciada. ¿Cómo quieres que yo me escandalice con esto? ¿Cuántos millones de personas están divorciadas en nuestro país?
Pero no fue el ser divorciada el único inconveniente que se le puso a la Princesa desde el primer momento. También se le reprochaba el pertenecer a una familia de clase media trabajadora en vez de a una de rancio abolengo o de las grandes clases pudientes que ocupan un lugar destacado en la escala social. Eso, para algunos, la invalidaba para desempeñar su papel de esposa del heredero con acierto y dignidad.
Para Alfonso Martínez de Irujo, actual decano de la Diputación de la Grandeza de España y duque de Aliaga, lo esencial es que la princesa Letizia está asumiendo su función de consorte del heredero bien y la está desarrollando satisfactoriamente.
—Lo importante es que las personas comprendan el sentido de lo que es la institución de la Corona dentro de la organización del Estado, y que sepan lo que es, y que quienes la conforman desarrollen su labor bien, eso es lo único que se les pide. Lo que pasa es que se pi