Sin fin

Fragmento

Contents
Índice
Portadilla
Índice
Declaración
No tengo palabras
Mi madre la noche
Adolescente y en francés
Va por ti, va por vosotros
Necesito de ti
Compartimos convicciones
Heredar posibilidades
El día de la ausencia
El miedo de que sea verdad
Abandonar la cuna
Esto no tiene sentido
Tu austero decir
Con camisa blanca
El deseo de ser pez
Esa mirada perdida
En todo cuanto veo
Peligro de recomendación
Ella
Lo que nos pasa
La necesaria brevedad
Querer decir algo
Dormir a tu lado
Con integridad y entereza
Plácidamente
Seguir adelante
Los resúmenes al final
La casa buscada
El trabajo bien hecho
Nuestra mesa
Nos faltan
Un estilo singular
Vámonos
Desencuentro con palabras
Saber luchar
Sentir tu dolor
Tener que ver con alguien
Recibir y dar
Ningún acto basta
Somos hijos
Sin fin
Te reconozco
Saber divertirse
Afectos en conflicto
Esbozo de una carta
Final sin fin
Biografía
Créditos
Grupo Santillana
TXTSinFin.xhtml

Declaración

 

 

 

 

Este libro es una declaración, no una confesión. No ofrece noticias. Pone de manifiesto, expone lo que quizá nos ocurre o podría sucedernos y lo envía como una carta que no se ha llegado a escribir. No es que falte decisión para remitirla, es que no ha sido posible redactarla. Nos encontramos con las reflexiones, los análisis y los textos incipientes de una carta que queda por escribir. No estamos ante alguien que cuenta lo que vive, lo que le pasa. Aquí se declara una forma de vida que podría ser de cada uno de nosotros. Y se presenta con atisbos de lo que cabría decir, debería quizá decirse. Sin embargo, no son fragmentos ni apuntes. Son textos ya terminados, aunque no acaban de tener punto final. No remiten a un libro oculto, aluden a un texto que está por escribirse y que quizá nunca quepa hacerlo. Pero son la explícita declaración que implica una posición, la de afectos y sentimientos que son pensamiento. Son por ti. Muestran de este modo que incipientemente constatamos que algo nos ocurre, que en algún sentido nos desborda. Algo que nos viene de alguien concreto, singular, que reconoceríamos pero que no estamos seguros de conocer.

Esa exposición corre realmente riesgos, los de una exhibición que de nada tiene que hacer ostentación. Salvo quizá, como suele ser, de nuestras debilidades y de nuestras necesidades. Una declaración es algo que nos pasa en otro, tanto que resulta más nuestro que lo que nos pertenece. Nos disloca hasta hacernos decir. Y crear. Y reconocernos. Si no hay nada que confiar es porque todo queda en evidencia. En esta declaración no es necesario crear ambiente ni producir una ocasión propicia. No es algo de lo que tengamos que informar. Es una comunicación en la que uno se ve venir y sale al encuentro. En esta declaración no hay una fórmula ceremonial. No proporciona ninguna novedad. Quizá se diga entonces al lector, al texto y a nosotros mismos lo que no se puede sino mostrar. No hay declaración si no sucede en cada cual. De hacerlo, se alumbrarán nuevas posibilidades.

Hay quienes sensatamente consideran que lo razonable es callar acerca de nosotros mismos. No sólo por prudencia, también por pudor y, más aún, por un respeto a nuestra propia intimidad, a la de los demás y un concepto de la austeridad y de la discreción de la que se deduciría que es improcedente ir aireando lo que uno siente o piensa. Que algo sea sensato o razonable no significa que todos interpretemos en el mismo sentido y con idéntico alcance lo que, en su caso, podríamos llegar a compartir. Lo interesante del asunto no es que silenciamos algo que bien sabemos y conocemos, como si se tratara de tener a buen recaudo un sentimiento o una confidencia. Lo destacable es que hay algunos asuntos que sólo conocemos cuando hablamos de ellos. Lo hacemos no sólo para transmitir lo ya pensado, sino para ver qué podemos llegar a pensar. Hablar y escribir no son la mera proyección de hechos ni de deseos, sentimientos ya perfilados que aguardan ser liberados por la exteriorización, por la sinceridad o por el descaro. No son mera exhibición. Podrían, deberían, ser también creación de posibilidades y, sobre todo, creación de uno mismo y de un mundo abierto. No es que necesariamente sean una ostentación, quizá son una búsqueda, una demanda, una llamada, una convocatoria. Y una muestra de afecto. No siempre ni sólo singular, pero con tintes particulares o individuales.

Lejos de una sucesión de ocurrencias, en ocasiones la palabra nos viene del otro. No surge de un interior que quiere exteriorizarse, como una confesión que desvela un gran secreto. También perseguimos cuanto decimos, buscando precisamente poder decirlo, para que sea. Y en este sentido es muy fecundo y muy provechoso dudar. Al hablar siempre se inauguran nuevos silencios, se abren otras posibilidades de callar, se deja de decir. Por eso es tan importante correr el riesgo de vérselas con algunos asuntos, de mostrar lo que sentimos, sin necesidad de explicitar lo que sólo nos pasa a nosotros.

Buscar decir es un gesto de confianza, no tanto en uno mismo cuanto en los demás. Esperamos ser comprendidos, que quien nos escuche recomponga si es preciso nuestro discurso quebrado, en ocasiones inconexo, no más ni menos que nuestras vidas. O, en su caso, sobrelleve con afecto esa fragmentación, sabiendo que somos una pluralidad de formas y de vidas. No es cuestión de disfrazar de homogeneidad lo que tal vez se limita a buscar coherencia. Quizá por ello no estamos ante un relato lineal, como no lo es nuestra vida, ni nuestras conversaciones. Y si esa narración se presenta con alguna persistencia no será por la de la vida de quien la hace, sino por la de la vida que da que decir, tratando de encontrar quien se entregue a hacerlo. Hablamos y escribimos escuchando, correspondiendo, dejándonos decir, procurando que la palabra haga no sólo en nosotros, sino con nosotros. Por eso, cuanto podría llegar a decirse es ya una respuesta, inviable sin ti, imposible sin la instancia, la referencia, el impulso de un afecto concreto que espera y que a la par hace. Tanto que en cierto sentido únicamente así se vive en verdad. Tenía que decirlo y tenía que decírtelo son ahora dos formas similares de subrayar que tenía que decirme. Hay quienes por ello mismo nos hacen ser, no sólo expresarnos. Y lo curioso es que con ellos, con ellas, se vincula esa manifestación con esa forma de ser, tanto que uno es también lo que dice y lo que hace. También y fundamentalmente. Y ésa es la verdadera declaración. No es necesario que adopte la forma de una frase o de un escrito, pero cuando es así se incorpora de modo determinante como sólo la palabra pública, dicha o no con cautela y reserva, puede hacer. Decirlo es responderte y corresponderte.

Comunicarse y relacionarse con quien no tenemos, ni poseemos, ni es propiedad no es extravagante. Lo contrario sería imposible, si pretendemos reivindicar los afectos. El trayecto es duro y cansado, pero qué decir de la meta. Nada es menos soportable que el tratar de habitar en ella, en un lugar ya alcanzado, que sería nuestra clausura. Nunca diremos con vida «ya está». Para hacerlo, deberíamos habernos ido. Los afectos son siempre una búsqueda. Nuestro propio fin proviene de la palabra de otros, no lo decretamos como sucedido en nosotros mismos. En realidad, esta carta queda por escribir, no simplemente porque te necesito para escribirla, es que si nos juntamos a redactarla será sin fin. Y es lo que ocurre.

TXTSinFin-1.xhtml

No tengo palabras

 

 

 

 

En realidad, siempre parece que no hay palabras para expresar lo que sentimos, aunque quizá sí para decirlo. Porque hablar es más que expresar. Y decir es más que hablar. A veces hablamos mucho y no decimos nada, y otras expresamos en palabras y sin embargo no hablamos. Es enigmática y necesaria la relación entre el decir y las palabras. Decir palabras es mejor que decir con las palabras, porque éstas no son simples instrumentos o medios. Todo esto para subrayar que en muchas ocasiones me veo desbordado por lo que no sé cómo definir. Y pienso que quizá decir consista en ese desbordamiento.

Me g

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos