«Aconteció en los tiempos de Uther Pendragón, rey de toda Inglaterra, que se prendó de la reina de Cornualles, una hermosa dama llamada Igraine. Así pues, dio muerte al duque Garlois, esposo de Igraine, y Merlín lo llevó en presencia de Igraine al castillo de Tintagel, y Uther yació con ella, engendrando al niño que se llamaría Arturo.
»Después Uther tomó a la reina Igraine como esposa, y se deshizo de las dos hijas de esta a su antojo. A la mayor, Morgause, la casó con Lot, monarca de Lothian y las Orcadas; a la menor la internó en un convento. Y como esta aprendió allí mucho de nigromancia, la gente la llamaba hada Morgana.
»Y cuando la reina concibió a su hijo, el infante Arturo fue entregado a Merlín para que lo criara como si fuera suyo. Pero transcurridos dos años el rey Uther enfermó y murió, y sus enemigos usurparon su reino y se apropiaron de sus tierras. Y después de muchos años Merlín convocó a todos los nobles y vasallos en Londres para demostrar quién debía ser, por derecho propio, el heredero del trono, y Arturo arrancó la espada de la piedra.
»Y cuando Arturo era rey, sucedió que quiso tomar una esposa. Dijo a Merlín: “Amo a Ginebra de Camelot, que tiene en su casa la Tabla Redonda, y es la dama más bella y valiente de cuantas hoy viven”. Y Merlín contestó: “Mi señor, si no la amarais tanto, os encontraría una damisela que os complacería más”. Y Merlín advirtió al rey en secreto que sir Lanzarote se enamoraría de Ginebra, y ella a su vez le correspondería, pero el corazón del rey estaba ya decidido.
»Así pues, contrajeron nupcias y gobernaron juntos con alborozo. Y de ellos nació un hijo, que Arturo llevó a la guerra, y el niño pereció porque a su edad no estaba aún preparado para esas lides.
»Más tarde el rey concibió un gran amor por su hermanastra el hada Morgana, hija de su madre, y yació con ella y engendró en ella un hijo llamado Mordred. Al descubrir que estaba encinta, Arturo la dio por esposa al rey Ursien de Gore. Y cuando ella alumbró al niño, Arturo ordenó que todos los recién nacidos fueran conducidos a alta mar en un barco. Y el barco naufragó y los niños se ahogaron, y se recobraron todos sus cuerpos salvo uno, el de Mordred, que nunca fue hallado.
»Y sir Lanzarote del Lago, hijo del rey Ban de Benoic, en Pequeña Bretaña, llegó a la corte, y superó a los demás hombres en todos los torneos y hechos de armas. En adelante, la reina lo tuvo en gran estima, y sir Lanzarote amó a la reina más que a cualquier otra de las damas que había conocido a lo largo de su vida.
»Aun así, por consideración y aprecio a Arturo, no podían abandonarse a los placeres de la carne ni mancillar la noble hermandad de los caballeros. Así que la reina dijo a Lanzarote: “Mi dulce y buen amigo, con todo el dolor de mi corazón, debo pediros que os vayáis”.
»Y sir Lanzarote fue de acá para allá en busca de aventuras, y la reina se entregó de nuevo a su amor por el rey. Pero de tiempo en tiempo la falsa hechicera Morgana acechaba al rey para procurar su desdicha.
»Así y todo, el rey se esforzó para vivir en paz con los de su sangre, y deseó que sus dos hermanas estuvieran en paz con él. Con tal propósito, otorgó su favor, por encima de todos los demás caballeros de la Tabla Redonda, a los cuatro hijos de su hermana la reina Morgause: sir Gawain, sir Agravaine, sir Gaheris y sir Gareth. A pesar de ello, la maldad anidó en el corazón de sir Agravaine, que asesinó a sir Lamorak, paladín