EN CELEBRACIÓN DE MI ÚTERO
Cada una de ellas en mí es un pájaro.
Golpeo con todas mis alas.
Querían sacarte de un corte
pero no lo harán.
Dijeron que eres inmensurablemente vacío,
pero no es así.
Dijeron que estás enfermo para morir,
pero se equivocaron.
Tú cantas como una colegiala.
Tú no estás desgarrado.
Dulce peso,
en celebración de la mujer que soy
y del alma de la mujer que soy
y de la criatura central y su deleite
canto para ti. Me atrevo a vivir.
Hola, espíritu. Hola, cáliz.
Sujeta, cubierta. Cubierta que contiene.
Hola a la tierra de los campos.
Bienvenidas, raíces.
Cada célula tiene una vida.
Aquí hay bastantes para satisfacer a una nación.
Basta con que la plebe posea estos bienes.
Cada persona, cada comunidad diría sobre esto:
«Está bien que este año plantemos de nuevo
y podamos pensar en una cosecha.
Predijeron el tizón y ha sido apartado».
Eso cantan muchas mujeres juntas:
una está en una fábrica de calzado maldiciendo la máquina,
otra en un acuario cuidando a una foca,
otra está aburrida al volante de su Ford,
otra cobra en el control de la autopista,
otra anuda el cordón umbilical a una ternera en Arizona,
otra esparranca un chelo en Rusia,
otra cambia de sitio las ollas en el horno en Egipto,
otra pinta las paredes de su dormitorio color de luna,
otra se está muriendo pero recuerda un desayuno,
otra se extiende sobre su estera en Tailandia,
otra está limpiando el culo de su niño,
otra está mirando por