Amor portátil

Federico García Lorca
Julio Cortázar
Pablo Neruda
Jaime Gil de Biedma
Idea Vilariño
Safo
Constantinos Cavafis

Fragmento

cap-4

LA HOGUERA DONDE ARDE UNA

Fue el primero en acusarme de

Sin pruebas y quizá doliéndole, pero había los que

Ya se sabe en un pueblo perdido entre

El tiempo pesa inmóvil y sólo cada

Gentes que viven de telarañas, de lentas

Acaso tienen corazón pero cuando hablan es

¿De qué podía acusarme si solamente habíamos

Imposible que el mero despecho, después de aquella

(Tal vez la luna llena, la noche en que me llevó hasta

Morder en el amor no es tan extraño cuando se ha

Yo había gemido, sí, y en algún momento pude

Después no hablamos de eso, él parecía orgulloso de

Siempre parecen orgullosos si gemimos, pero entonces

¿Qué memoria diferente tendrá el odio que sigue al

Porque en esas noches nos queríamos más que si

Bajo la luna en las arenas enredados y oliendo a

(Lo habré mordido, sí, morder en el amor no es tan

Nunca me dijo nada, sólo atento a

Me perfumaba los senos con las hierbas que mi madre

Y él, la alegría del tabaco en la barba, y tanta

Nunca llovió cuando bajábamos al río, pero a veces

Un pañuelo blanco y negro, me lo pasaba despacio mientras

Nos llamábamos con nombres de animales dulces, de árboles que echan

No había fin para ese interminable comienzo de cada

(Lo habré mordido mientras él clavado en mí me

Siempre en algún momento se mezclaban nuestras voces si

Podría haber durado como el cielo verde y duro encima de mis

¿Por qué, si abrazados sosteníamos el mundo contra

Hasta una noche, la recuerdo como un clavo en la boca, en que sentí

Oh la luna en su cara, esa muerta caricia sobre una piel que antes

¿Por qué se tambaleaba, por qué su cuerpo se vencía como si

—¿Estás enfermo? Tiéndete al abrigo, deja que te

Lo sentía temblar como de miedo o bruma y cuando me miró

Mis manos lo tejían otra vez buscando ese latido, ese tambor caliente y

Hasta el alba fui sombra fiel, y esperé que de nuevo

Pero vino otra luna y nos tocamos y comprendí que ya

Y él temblaba de cólera y me arrancó la blusa como

Lo ayudé, fui su perra, lamí el látigo esperando

Mentí el grito y el llanto como si de verdad su carne me

(No lo mordí ya más pero gemía y suplicaba para darle la

Pudo creer todavía, se alzó con la sonrisa del comienzo, cuando

Pero en la despedida tropezó y lo vi volverse, todo mueca y

Sola en mi casa esperé abrazada a mis rodillas hasta

El primero en acusarme fue

(Lo habré mordido, morder en el amor no es

Ahora ya sé que cuando llegue la mañana en que me

Le faltará valor para acercar la antorcha a los

Lo hará otro por él mientras desde su casa

La ventana entornada que da sobre la plaza donde

Miraré hasta el final esa ventana mientras

Lo morderé hasta el fin, morder en el amor no es tan

cap-5

LOS AMANTES

¿Quién los ve andar por la ciudad

si todos están ciegos?

Ellos se toman de la mano: algo habla

entre sus dedos, lenguas dulces

lamen la húmeda palma, corren por las falanges,

y arriba está la noche llena de ojos.

Son los amantes, su isla flota a la deriva

hacia muertes de césped, hacia puertos

que se abren entre sábanas.

Todo se desordena a través de ellos,

todo encuentra su cifra escamoteada;

pero ellos ni siquiera saben

que mientras ruedan en su amarga

arena hay una pausa en la obra de la nada,

el tigre es un jardín que juega.

Amanece en los carros de basura,

empiezan a salir los ciegos,

el ministerio abre sus puertas.

Los amantes rendidos se miran y se tocan

una vez más antes de oler el día.

Ya están vestidos, ya se van por la calle.

Y es sólo entonces

cuando están muertos, cuando están vestidos,

que la ciudad los recupera hipócrita

y les impone los deberes cotidianos.

cap-6

NAUFRAGIOS EN LA ISLA

La Habana, 1967

DIOS DE LOS CUERPOS

… toma estos dardos que te aseguran el

dominio sobre todos…

OVIDIO, Metamorfosis, V

Eres el dios de los cuerpos, das y quitas la miel del abrazo más hondo,

gozas en nuestro grito, en el ascenso paulatino a la delicia

para flotar después en el reposo,

medusa a medio sueño entre el agua y el sol.

Pero también esperas

en el verbo, eres entonces más temible,

te agazapas detrás de cada nombre, y cuando

regresa del olvido una palabra que decíamos

entre besos o lágrimas o Londres,

oh el más amargo de los amos, cómo clavas

tu dardo de infinitas espumas en mitad de mi vientre,

tus uñas de tortura en plena boca!

No puedo decir noche, decir lágrima,

echar al vuelo la paloma de su nombre en los tejados de París,

repetir su murmullo de colmena,

ser en sus dulces sílabas el viento y la campana,

porque también estás ahí con tus mastines y tus águilas,

única realidad de tanto olvido y tanto tiempo,

el amo con su risa de mármol contra el cielo,

su sexo cenital y su nocturna espalda.

*

El viaje fabuloso

inmóvil en el vértigo

            tu pelo tus orejas

el viaje lancinante

las hélices del salto

el fragor del que cae

            tu nuca tu garganta

el ancla remontando con sus algas su limo

la bocina en la niebla

            tu espalda tu cintura

cap-7

CANADA DRY

Sé que me acordaré de un cielo raso

donde las manchas de humedad eran un gato, un número, una mano cortada.

Sé que me acordaré del ruido

de un water en alguna habitación lejana del hotel,

su triste catarata de bolsillo, su inevitable recurrencia.

Chacun ses madeleines, chacun ses Albertines.

Serás por siempre imán de imágenes,

las más turbias y vanas me traerás con el gesto

que en la caliente oscuridad del cuarto

era encender los cigarrillos del hartazgo,

ver asomar nuestros desnudos cuerpos flanco a flanco,

las más pequeñas turbias cosas,

una uña lastimada que te dolía tanto, el triste

rito de ir a lavarte y regresar, las servidumbres.

Tan sólo compartimos los bares y las calles

antes de amarnos contra tres espejos:

¿qué más podría darme tu recuerdo?

Pero yo sé guardar y usar lo triste y lo barato

en el mismo bolsillo donde llevo esa vida

que ilustrará las biografías. Ve, pequeño fantasma,

el baño está ahí al lado,

yo fumaré esperándote,

empezaremos otra vez. El cielo raso

dibuja un gato, un número, una mano cortada.

cap-8

POEMA

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,

te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,

voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y cintas que dormían en la lluvia.

No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo que viene detrás de tu mano,

porque el agua, considera el agua, y los leones cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,

y los gestos, esa arquitectura de la nada,

encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.

Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,

pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa.

Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino es también la luna y el espejo,

busco esa línea que hace temblar a un hombre

en una galería de museo.

Además te quiero, y hace tiempo y frío.

cap-9

PARA LUBICZ MILOSZ

En cualquier aposento de la casa del recuerdo, en esas

tiendas de avíos donde cuelgan los pájaros del sueño,

cabeza abajo, con sus gritos antiguos, con un olor a cañas secas,

entre barriles y correspondencias, allí se esconde acaso

el objeto o el nombre, tal vez menos, solamente la sombra

que debimos guardar y que dejamos irse

un día, con el viento, entre dos besos.

Como una amarga rumia, una polilla abriéndose camino

en la felpa, o como el gongo opaco que arranca la hora araña,

así a veces el triste, fatigado corazón vuelve a empezar

el catastro vetusto, la interminable ceremonia de los censos,

y de los vagos abanicos, de los biombos del humo

que ya nada separan, de la tela en que fingen la vida las huecas moscas desangradas,

obstinado se aferra como una mano que anduviera por las caras

palpando, interrogando las cejas polvorientas, los labios entornados,

o una música torpe, un refrán sempiterno que retorna

para fijar en un rincón de la memoria el sitio exacto en que una lágrima

cayó una vez por siempre, en un mundo distinto, y nos cambió la vida

imperceptiblemente, hasta volvernos

esto que somos, este piano obcecado y estos dedos

que en la ceniza buscan unas cejas o labios.

Todo con cierta luz de ceremonia y té, de copas de anisado,

de abuelas perfumadas con alcanfor y gasas, de noticias

entre suspiros o silencios, de hermanos enemigos, de cambios

en la patria, de amores que se callan pero que son persiana y pañoleta,

que en balaústres arden con geranios de barrio,

vagos como la lámpara que empieza a parpadear, y alguien pregunta

si no será ya tarde, si los niños ya duermen.

cap-10

JARDÍN PARA OCTAVIO PAZ

Esta vibración verde es una planta envuelta en aire

este verde es el aire que perfuma

este perfume es el lenguaje de la planta

Yo no soy nada

si no soy la planta

                           el aire

                                     la fragancia

y nada es nada

si no se ve que nada es nada

aquí

ahora

Un niño juega sobre el césped

elige un árbol

                      otro

                             otro

va de un árbol al centro del jardín

corre a otro árbol

                            a otro

vuelve al centro

Un pájaro canta

y desde fuera

árboles niño y pájaro

no son eso

Desde fuera es

                        desde dentro

para el que mira como quien

ama

                      como quien

lucha

                      como quien

pasa a través de ningún

                                 obstáculo

La prueba más dura

ese salto que consiste en

quedarse inmóvil al borde de

la plenitud sin bordes

que

(la plenitud)

no existe como imagen ni soporte

Y entonces

                     el niño llega al árbol

y se comprende que no había pájaro cantando

que el canto era ese nombre

que recibe ese acto

para el que está mirando como quien

ama

                      como quien

vive

                      como quien

sabe que los árboles

la verde vibración

                        que es la planta

                            envuelta en aire

lo salvan de ser eso

que todo el resto insiste en darle

a partir de zapatos

                          mujeres

                               espectáculos

                                                 días

El que mira es ahora lo mirado

pero el niño

        elige nuevamente un árbol

corre y regresa

y otra vez corre y vuelve

Lo mirado se queda más allá

y el que miraba vuelve a ser

ese que mira

        Hasta que alguna vez acaso

        Hasta que no haya vuelta

cap-11

CEREMONIA RECURRENTE

El animal totémico con sus uñas de luz,

los objetos que junta la oscuridad debajo de la cama,

el ritmo misterioso de tu respiración, la sombra

que tu sudor dibuja en el olfato, el día ya inminente.

Entonces me enderezo, todavía batido por las aguas del sueño,

vuelvo de un continente a medias ciego

donde también estabas tú pero eras otra,

y cuando te consulto con la boca y los dedos, recorro el horizonte de tus flancos

(dulcemente te enojas, quieres seguir durmiendo, me dices bruto y tonto,

te debates riendo, no te dejas tomar pero ya es tarde, un fuego

de piel y de azabache, las figuras del sueño)

el animal totémico a los pies de la hoguera

con sus uñas de luz y sus alas de almizcle.

Y después despertamos y es domingo y febrero.

cap-12

HOMENAJE A ALAIN RESNAIS

Tras un pasillo y una puerta

que se abre a otro pasillo, que

sigue hasta perderse

desde un pasaje que conduce

a la escalera que remonta a las terrazas

donde la luna multiplica

las rejas y las hojas

hasta una alcoba en la que espera

una mujer de blanco

al término de un largo recorrido

más allá de una puerta y un pasillo

que repite las puertas hasta el límite

que el ojo alcanza en la penumbra

por un zaguán en el que hay una puerta

cerrada, que vigila un hombre

en una operación combinatoria

en la que el muerto boca abajo

es otra indagación que recomienza

ante un espejo que denuncia

o acaso altera las siluetas

cap-13

HOMENAJE A MALLARMÉ

Donde la boca que te busca

sólo te encuentra si está sola

bajo las crueles amapolas

de esa batalla en plena fuga

y el juego en el que cada espejo

miente otra vez lo ya mentido,

y con los ecos del vacío

tañe la música del tiempo

para que el ojo enajenado

vea en la flor un mero signo

allí donde cualquier camino

devuelve al mismo primer paso

como el caballo que denuncia

con el terror frente a su sombra

el simulacro de esa forma

que el hombre viste de hermosura

cap-14

CANTOS ARGENTINOS

I

Tiempo hueco barato

donde guitarras blandas

se enredan en las piernas

y mujeres sin rostro

sin senos ni pestañas

con el vientre de piedra

lloran en los caminos.

Ah giro de los vientos

sin pájaros sin hojas

los perros boca arriba

olfatean en vano

un material desnudo

de fragancia y contento

un aire sin perdices

sin tiempo sin amigos

una vida sin patria

un silencio de látigo

que ni siquiera azota.

II

El río baja por las costas

con su alternada indiferencia

y la ciudad lo considera

como una perra perezosa.

Ni amor, ni espera, ni el combate

del narrador contra la nada.

Con languidez de cortesana

mira a su río Buenos Aires.

El tiempo es ese gris compadre

pitando allí sin hacer nada.

cap-15

A UN GENERAL

Región de manos sucias de pinceles sin pelo

de niños boca abajo de cepillos de dientes

Zona donde la rata se ennoblece

y hay banderas innúmeras y cantan himnos

y alguien te prende, hijo de puta,

una medalla sobre el pecho

Y te pudres lo mismo.

cap-16

DÉMONS ET MERVEILLES

De colinas y vientos

de cosas que se denominan para entrar

como árboles o nubes en el mundo

De enigmas revelándose en las lunas

rotas contra el aljibe o las arenas

yo he dicho y esperado

Creo que nada vale contra esta caricia

abrasadora que sube por la piel

Ni el silencio, ese desatador de sueños

Vivir

oh imagen para un ojo cortado boca arriba

perpetuo

cap-17

NOCTURNO

Tengo esta noche las manos negras, el corazón sudado

como después de luchar hasta el olvido con los ciempiés del humo.

Todo ha quedado allá, las botellas, el barco,

no sé si me querían y si esperaban verme.

En el diario tirado sobre la cama dice encuentros diplomáticos,

una sangría exploratoria, lo batió alegremente en cuatro sets.

Un bosque altísimo rodea esta casa en el centro de la ciudad,

yo sé, siento que un ciego está muriéndose en las cercanías.

Mi mujer sube y baja una pequeña escalera

como un capitán de navío que desconfía de las estrellas.

Hay una taza de leche, papeles, las once de la noche.

Afuera parece como si multitudes de caballos se acercaran

a la ventana que tengo a mi espalda.

cap-18

PARA LEER EN FORMA INTERROGATIVA

Has visto

verdaderamente has visto

la nieve los astros los pasos afelpados de la brisa

Has tocado

de verdad has tocado

el plato el pan la cara de esa mujer que tanto amás

Has vivido

como un golpe en la frente

el instante el jadeo la caída la fuga

Has sabido

con cada poro de la piel sabido

que tus ojos tus manos tu sexo tu blando corazón

había que tirarlos

había que llorarlos

había que inventarlos otra vez.

cap-19

HAPPY NEW YEAR

Mira, no pido mucho,

solamente tu mano, tenerla

como un sapito que duerme así contento.

Necesito esa puerta que me dabas

para entrar a tu mundo, ese trocito

de azúcar verde, de redondo alegre.

¿No me prestas tu mano en esta noche

de fin de año de lechuzas roncas?

No puedes, por razones técnicas. Entonces

la tramo en aire, urdiendo cada dedo,

el durazno sedoso de la palma

y el dorso, ese país de azules árboles.

Así la tomo y la sostengo, como

si de ello dependiera

muchísimo el mundo,

la sucesión de las cuatro estaciones,

el canto de los gallos, el amor de los hombres.

cap-20

EL BREVE AMOR

Con qué tersa dulzura

me levanta del lecho en que soñaba

profundas plantaciones perfumadas,

me pasea los dedos por la piel y me dibuja

en el espacio, en vilo, hasta que el beso

se posa curvo y recurrente

para que a fuego lento empiece

la danza cadenciosa de la hoguera

tejiéndonos en ráfagas, en hélices,

ir y venir de un huracán de humo —

(¿Por qué, después,

lo que queda de mí

es sólo un anegarse entre cenizas

sin un adiós, sin nada más que el gesto

de liberar las manos?)

cap-21

DISTRIBUCIÓN DEL TIEMPO

Cada vez somos más los que creemos menos

en tantas cosas que llenaron nuestras vidas,

los más altos, indiscutibles valores vía Platón o Goethe,

el verbo, su paloma sobre el arca de la historia,

la pervivencia de la obra, la filiación y la heredad.

No por eso caemos con el celo del neófito

en esa ciencia que ya pone sus robots en la luna;

en verdad, en verdad, nos es bastante indiferente,

y si el doctor Barnard transplanta un corazón

preferiríamos mil veces que la felicidad de cada cual

fuese el exacto, necesario reflejo de la vida

hasta que el corazón insustituible dijera dulcemente basta.

Cada vez somos más los que creemos menos

en la utilización del humanismo para

el nirvana estereofónico

de mandarines y de estetas.

Sin que eso signifique

que cuando hay un momento de respiro

no leamos a Rilke, a Verlaine o a Platón,

o escuchemos los claros clarines,

o miremos los trémulos ángeles

del Angélico.

Así es y sigue siendo, por suerte; en estos días alterno la lectura y difusión de documentos de la CADHU sobre los campos de terror en la Argentina con los últimos cuentos de Izak Dinesen y una admirable revista californiana de poesía, Invisible City. Esta última me hace pensar, un poco sorprendido, que en los poemas que voy sumando aquí hay pocas presencias anglosajonas, siempre tan advertibles en mis cuentos y novelas. Pensar que Keats, que los isabelinos, que T. S. Elliot… Y justamente entonces asoma un meopa de nostalgia amorosa que resbalando por praderas inglesas va a parar a los campos de algodón sureños, al recuerdo de Lionel Hampton tocando Save it, pretty mama como nadie lo tocó salvo Louis Armstrong. Los tres hablamos a nuestra manera de una mujer querida, salvo que ellos lo hacen para llamarla y yo porque ya se ha ido.

cap-22

SAVE IT, PRETTY MAMA

Sálvalo, mamita,

sálvame tantas noches de naufragio,

salva tu blusa azul (era en enero, en Roma)

sálvalo todo, o salva lo que puedas.

Esto se viene abajo, pretty mama,

sálvalo del olvido, no permitas

que se llueva la casa, que se borre

la trattoría de Giovanni,

corre por mí por ti, sálvalo ahora,

te estás yendo y los pájaros se mueren,

me voy de ti te vas de mí, no hay tiempo,

sálvalo pretty mama,

la voz de Satchmo y ese grito

que te sumía en lo más hondo del amor,

save it all for me,

save it all for you,

save it all for us,

aunque no salves nada, sálvalo mamita.

cap-23

HABLEN, TIENEN TRES MINUTOS

De vuelta del paseo

donde junté una florecita para tenerte entre mis dedos un momento,

y bebí una botella de Beaujolais, para bajar al pozo

donde bailaba un oso luna,

en la penumbra dorada de la lámpara cuelgo mi piel

y sé que estaré solo en la ciudad

más poblada del mundo.

Excusarás este balance histérico, entre fuga a la rata y queja de morfina,

teniendo en cuenta que hace frío, llueve sobre mi taza de café,

y en cada medialuna la humedad alisa sus patitas de esponja.

Máxime sabiendo

que pienso en ti obstinadamente, como una ciega máquina,

como la cifra que repite interminable el gongo de la fiebre,

o el loco que cobija su paloma en la mano, acariciándola hora a hora

hasta mezclar los dedos y las plumas en una sola miga de ternura.

Creo que sospecharás esto que ocurre,

como yo te presiento a la distancia en tu ciudad,

volviendo del paseo donde quizá juntaste

la misma florecita, un poco por botánica,

un poco porque aquí,

porque es preciso

que no estemos tan solos, que nos demos

un pétalo, aunque sea un pastito, una pelusa.

cap-24

EL NIÑO BUENO

No sabré desatarme los zapatos y dejar que la ciudad me muerda los pies,

no me emborracharé bajo los puentes, no cometeré faltas de estilo.

Acepto este destino de camisas planchadas,

llego a tiempo a los cines, cedo mi asiento a las señoras.

El largo desarreglo de los sentidos me va mal, opto

por el dentífrico y las toallas. Me vacuno.

Mira qué pobre amante, incapaz de meterse en una fuente

para traerte un pescadito rojo

bajo la rabia de gendarmes y niñeras.

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