Your cart
No hay más artículos en su carrito

Primera edición: octubre de 2024© 2022, José Luis López-LinaresCoordinación Mariana GassetDiseño y maquetación Inés Atienza© 2024, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 BarcelonaPenguin Random House Grupo Editorial apoya la protección de la propiedad intelectual. La propiedad intelectual estimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y por respetar las leyes de propiedad intelectual al no reproducir ni distribuir ninguna parte de esta obra por ningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores y permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 67.3 del Real Decreto Ley 24/2021, de 2 de noviembre, PRHGE se reserva expresamente los derechos de reproducción y de uso de esta obra y de todos sus elementos mediante medios de lectura mecánica y otros medios adecuados a tal fin. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.ISBN: 978-84-01-03546-3Composición digital: www.acatia.es


José Luis López-Linares del Campo
Para mis padres, María de los Ángeles y José Luis, porque gracias a ellos he podido hacer.Para Arancha, que mueve mi cielo y para Samuel, Bruno y Laura, que son nuestras estrellas.
Índice13 Prólogo por Carlos Leáñez Aristimuño 21 Introducción por José Luis López- Linares I. El imperio mestizo30 El valor de un nombre32 Somos hispanoamericanos, no latinoamericanos36 El Yaotlacuiloli o Lienzo de Tlaxcala50 Sincretismos religiosos misioneros en la iglesia de Andahuaylillas de Cuzco, PerúII. ¿Colonias o virreinatos?63 La serie de castas de Miguel Cabrera66 El Hospital de Jesús 74 La Iglesia de la Compañía de Jesús de Quito78 Cortés y el liderazgo III. El alma femenina de Hispanoamérica92 El testamento de Isabel la Católica96 María de Guadalupe, dulce madre nuestra106 Doña MarinaIV. Cómo hablar a un indio de Dios114 La Fiesta de Corpus Christi en Cuzco118 El Tata Vasco120 El año que llegó la fe128 La importancia del español en el mundo y la labor de Andrés Bello134 Una conquista poblacional
V. El Barroco como forma de vida153 La imaginería quiteña157 El arcángel arcabucero160 Los cantes mestizos161 Guardianes de la memoria164 López-Linares y la generación 21-VI. Arar en el mar: la guerra civil del imperio182 ¿Aró en el mar Bolívar? VII. Un futuro compartido196 Las Españas americanas202 La música para Hispanoamérica 208 Hispanoamérica, un futuro compartido 213 Epílogo por Adelaida Sagarra




11
Río Ibare, cerca de Trinidad, Bolivia.
13El oso hispánico entra en hibernación en 1824. Hace doscientos años, sobre las ruinas humeantes de la batalla de Ayacucho, en una altísima y semiárida pampa peruana, tie-ne nítido inicio el desgarramiento de los miembros de un cuerpo gigantesco y formi-dable. Esos miembros, a su vez, terminan fraccionados al extremo. El otrora inmenso continente deviene un archipiélago de islotes: múltiples unidades sin soberanía subs-tancial, todas abocadas al sobresalto institucional, todas incapaces de prosperidad sos-tenida, todas confinadas en la subordinación. Tan dóciles son estos pequeños pedazos al orden que adviene tras la secesión —denominada en cada islote «independencia»— que ni siquiera hace falta tomarlos militarmente e instaurar en ellos gobiernos ajenos para que actúen como capataces, jornaleros o clientes de los amos del mundo. El desatino que se posesionó de Hispanoamérica al ocurrir la secesión y la frag-mentación brota claramente de las páginas de Cien años de soledady tiene en Ma-condo su símbolo más cabal. Macondo es soledad porque es desconexión, porque es orfandad que, dado el paso de muchos años de desvarío lleva a un final inexorable: «la ciudad de los espejos (o los espejismos) […] arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres». Al día de hoy han transcurrido doscientos años de soledad desde Ayacucho y los hispanoamericanos seguimos viviendo presas de espejismos. Seremos arrasados —igual que Macondo, «sin segunda oportunidad sobre la tierra»— si no desciframos a tiempo nuestros pergaminos.¿En qué radica la soledad —orfandad— hispanoamericana? En la desconexión connuestras capas más profundas y fundacionales, lo cual nos procura un apocado ser que,errático, desfallece en arenas movedizas. Porque es en nuestros substratos más profun-dos donde se halla oculto —para mantener el archipiélago absurdo que nos aflige— el«enorme galeón español» lleno de flores con el que se tropieza José Arcadio Buendíacuando busca, junto a los fundadores de Macondo, brújula en mano apuntando haciael norte, una forma de desenclavar el pueblo y ponerlo «en contacto con los grandesinventos» para procurar su pleno despliegue. «Lo esencial es no perder la orientación»,sentencia el patriarca. La fiel brújula lo lleva hacia el norte, hacia la clave. La encuentra,Prólogo
14pero no sabe verla. En efecto, una noche densamente oscura ingresa con sus hombresen una región distinta, impregnada de un aire puro y vivificante. Exhaustos —llevansemanas sin conciliar un sueño reparador— cuelgan sus hamacas y duermen profun-damente. Despiertan ya con el sol en alto y, fascinados, ven ante ellos, en plena tierra,un «enorme galeón español». Fervorosamente y en silencio exploran su interior: no en-cuentran en él más que «un apretado bosque de flores». Procuremos una interpretaciónplausible, necesariamente parcial, de lo anterior: en «un aire nuevo y limpio», tras unanoche de sueño reparador —propiciadora de lucidez—, encuentran los fundadores deMacondo —desatinada élite hispanoamericana— con su «arboladura intacta» —mástileserguidos que solo requieren nuevas velas—, en un espacio «vedado a los vicios del tiem-po» —vivo a pesar de los agudos intentos de desmemoriar y distorsionar—, un «enormegaleón español» —poderío hispánico capaz de proteger— en cuyo interior —en lo másíntimo— hallan un «apretado bosque de flores» —los frutos están por brotar—… peroJosé Arcadio y los suyos no son capaces de discernir lo que tienen a la vista. Se pier-den en laberintos subalternos. Se queja el patriarca ante Úrsula: «Nunca llegaremos aninguna parte». Años más tarde, el coronel Aureliano Buendía, en medio de guerras,avista el magnífico galeón, pero es ya solo «un costillar carbonizado»: Macondo estásentenciado. Privado de articulaciones esenciales de su ser, corre hacia la sentencia ro-tundamente condenatoria de los pergaminos de Melquíades. Se trataba de reintegrar—reflotar— el «enorme galeón español», de sacarlo del «espacio de soledad y de olvido»para que llegase a destino y rindiese —él y otros, de ida y de vuelta— los múltiples frutosmestizos en tierra americana que ya venían dando los galeones españoles precedentes.A José Luis López-Linares no le ocurrió lo que a José Arcadio Buendía. Detectó la importancia fundamental de ese enorme galeón español, supo apreciar las flores en sus bodegas y, para nuestra mejor orientación, decidió mostrárnoslo. A ello se aplica claramente desde España, la primera globalización y hoy pone entre nosotros otro do-cumental que será un hito de transformación de nuestras representaciones colectivas: Hispanoamérica, canto de vida y esperanza. José Luis López-Linares ha forjado una obra de arte que recorre el esplendor de los tres siglos previos a las repúblicas. Cada segundo de Hispanoamérica, canto de vida y es-peranzasignifica. Cada fotograma vehicula símbolos potentes portados por una fusión total de imágenes deslumbrantes, música conmovedora y atinadas palabras que nos sumergen en una vivencia rotunda de belleza que desvela una verdad incesantemente escamoteada: Hispanoamérica es una gigantesca comunidad real, Hispanoamérica es capaz de esplendor y plenitud, Hispanoamérica es dueña de una enorme vitalidad y alegría, Hispanoamérica solo debe conocerse mejor para recuperar los puentes que la llevarán de vuelta a la grandeza.José Luis López-Linares decidió, desde el frente audiovisual, generar una memoria veraz, útil y transformadora para todos los hispanos. Para ello, en un primer tiempo,
15realizó un documental que se halla de lleno en la temática que nos ocupa. Objeti-vo: desmontar la leyenda negra, maleficio que inhabilita y enceguece. El todo junto a María Elvira Roca Barea —autora del parteaguas Imperiofobia y leyenda negra— y un grupo conformado, en buena medida, por experimentados historiadores españoles. Se trataba —desde una factura de belleza deslumbrante y con pie de plomo, dadas las aplastantes visiones hegemónicas— de poner todo en contexto comparativo y mostrar muy sólidamente las asombrosas ejecutorias de España en el mundo a lo largo de si-glos cancelados, estigmatizados o ignorados. Y abrir así una brecha de luz. España, la primera globalizaciónse volvió el hito audiovisual de la primera ola de lo que he dado en llamar «rebelión hispanista».La rebelión hispanista se abre paso en un terreno particularmente minado en Occi-dente donde la trascendencia es hoy cosa de atrasados, la pertenencia solo es tolerable en torno a la plaza del pueblo y la individualidad se despliega alrededor del ombligo. Los tiempos nos quieren sin norte espiritual, agrupados en comunidades políticas im-potentes y, como individuos, inconexos los unos de los otros. Cunde en Occidente una quiebra de sentido que nos aboca a la disolución, el caos y la soledad. En este contexto —y desde hace siglos—, los hispanos, dado nuestro inmenso potencial, recibimos un tratamiento adicional, especializado: autoaborrecimiento en vena. De esta manera, nuestros ancestros, que conectaron al mundo, montaron un andamiaje global prodi-gioso y fundaron un pueblo mestizo en un territorio inconmensurable se convierten en estandartes de abyección y atraso. Resulta insoportable. Surge por ello la rebelión hispanista, que abarca no solo a personas estudiosas del orbe hispánico en un ámbito académico, sino también a todo aquel que revisa el pasado más allá de intimidantes doxas y anacronismos crudos, contextualizando, comparando mucho y llegando a la conclusión de que podemos y debemos reconectar, actualizándola, con la grandeza de la que fuimos capaces, para desatascar un futuro pleno y común.Hispanoamérica, canto de vida y esperanzase inscribe y marca con su sello la segun-da ola de la rebelión hispanista. En esta lo hispanoamericano crece, lo audiovisual se amplía, el ciberespacio se aprovecha a fondo y se marcha sobre un terreno que ha sido desbrozado por la primera ola, más peninsular, más argumentativa, más escrita. Una ola que tuvo el mérito gigante e irrefutable de quebrantar para siempre la asociación monolítica de lo hispano con el atraso y la abyección. López-Linares, sobre la cresta de esta segunda ola, salta el Atlántico y pone el foco en la otra orilla: Hispanoamérica, donde se concentra el noventa y dos por ciento de los hispanos del mundo. Y de la mano de un coro de voces —de toda extracción y oficio— argentinas, bolivianas, chi-lenas, colombianas, ecuatorianas, españolas, estadounidenses, mexicanas, peruanas y venezolanas, compone Hispanoamérica, canto de vida y esperanza, un documental que, desde el esplendor de la belleza, nos muestra cómo las flores que trajeron los galeo-nes españoles han dado magníficos —y desconocidos— frutos entre nosotros. Frutos
16nuestros. Frutos que debemos degustar para devengar la lucidez y la fuerza necesarias para habitar el presente con holgura y preparar el futuro con lucidez. Esta revelación la logra el documental dada la anagnórisis que desencadena.En una estructura narrativa, la anagnórisis es el momento en el que el personaje principal, en virtud de una conjunción de factores, cae en cuenta de que no es lo que pensaba, sino algo con frecuencia radicalmente distinto. Ello da un giro total a los acontecimientos. Edipo, al descubrir que ha matado a su padre y que se halla casado con su madre, gira hacia la tragedia y la desolación. Pero la anagnórisis que nos invade como hispanoamericanos al ver el documental es de signo contrario: va de menos a más. Encaja en la horma del mendigo que descubre que es rey, del sapo que en rea-lidad es príncipe, del patito feo que termina siendo hermoso cisne. Hispanoamérica, canto de vida y esperanzaopera como una revelación que nos sacude y recoloca: no so-mos frutos del cruce salvaje de miserables verdugos y víctimas inermes, sino de visionarios, audaces y sabios, que concibieron y ejecutaron un proyecto de escucha y adaptación que integró y sumó como nunca antes —a una escala global— alteridades totales. Cambia el linaje, se transforman los descendientes. Cambia el pasado, se trans-forma el presente… ¡y se abre un canto de vida y esperanza! Si nos sabemos hijos de sabios y audaces fundadores de un orden integrador, podemos caminar erguidos: tenemos una fuente propia e inagotable de inspiración. De esta fuente debemos ur-gentemente beber. No para alimentar una curiosidad erudita o coleccionar nostalgias. No. Para retomar el hilo claramente perdido a comienzos del siglo y salir del apocamiento y la alienación recomponiendo en claves contemporáneas su espíritu de grandeza y desprender desde allí, en diálogo de igual a igual con otras culturas, actitudes y ejecutorias. El oso hispánico se despereza en la cueva: doscientos años de orfandad y desatinoestán llegando a su fin. Ha sobrevivido el oso un largo y crudísimo invierno. Asombrasu resistencia, signo de una fuerza descomunal, fruto de un arraigo y una vigencia in-sondables. Se lo dio por muerto, y hete aquí que renace y se reconstituye vigorosamentemientras los lánguidos oficiantes del apocamiento, el caos y la disolución apuran ri-tuales plenos de desesperanza y extravío. En el corazón del oso hispánico veo escritascomo indeleble tatuaje tres palabras: trascendencia, pertenencia, libertad.Trascendencia,que enaltece y embrida; pertenencia,que nos coloca en el seno de una grande y fuertecomunidad viable en el contexto global; libertad, elemento inseparable de la dignidady la responsabilidad humanas. Y es eso lo que puede salir al ruedo y cambiar las basesdel juego mundial, no solo para la hispanidad, sino también para un Occidente exangüeque desfallece ante otros bloques civilizatorios en un callejón darwinista y posmoderno,esencialmente anglosajón, que ha claramente cumplido su ciclo.Bebamos asidua y cotidianamente de la fuente hispánica: es nuestro sustento prin-cipal, la base de nuestro ser. ¿Cómo hacerlo? Como López-Linares: concentrándonos
17en «la riqueza que tenemos». A partir de allí accederemos al «enorme galeón espa-ñol». Descubriremos en él los mapas y las cartas de navegación, las brújulas y los sex-tantes que otrora nos llevaron por todos los mares del mundo, por las tierras de medio planeta. Provistos entonces de claves esenciales, deberemos volver a nuestros sitios en el siglo y preguntarnos: ¿cómo actualizamos esta fibra llena de arrojo, sabiduría y nobleza? Es la pregunta que me hago cada día. En todo caso, a medida que vamos descartando los espejos deformantes que han sido puestos ante nosotros y damos con nuestros verdaderos contornos, percibo cada día más el despliegue de un nuevo tejido panhispánico, espontáneo y brioso, particularmente tangible en internet, digno de nuestra máxima atención para buscar respuestas. La realidad ciberespacial, que pulve-riza distancias y fronteras, está poniendo en contacto cotidiano, en un territorio virtual mundial convergente, a quinientos millones de hispanohablantes, generando unos in-tercambios interhispánicos de dimensiones sin precedentes: este es el acelerador de la tercera ola de la rebelión hispanista en ciernes, una que, dejando atrás los relatos lastrantes —primera ola— y retomado el hilo de la grandeza —segunda ola—, verá naturalmente el despliegue desde el ciberespacio en español de múltiples y masivos procesos cohesivos que, de abajo hacia arriba, sacudirán irresistiblemente la modorra de nuestras élites, que naufragan hoy —y nosotros con ellas— entre la adaptación, la miopía o incluso la venalidad.Durante siglos, los hispanos vivimos en una gran casa común de múltiples patios. Éramos entonces una enorme familia unida. Ese tamaño y esa unión, de la mano de claves filosófico-político-religiosas, dieron pie a una enorme potencia que se desplegó en todos los ámbitos del quehacer humano con una energía inigualada hasta el día de hoy. Hispanoamérica es el más alto y ambicioso exponente de ese despliegue e Hispanoamérica, canto de vida y esperanzanos la revela como tal. Esa revelación nos gira irresistiblemente h