Homo Rebellis (Spanish Edition)

Lluis Amiguet

Fragmento

Primera parte. Ser humanos. Del yo al nosotros

PRIMERA PARTE

Ser humanos

Del yo al nosotros

Necesitamos comida, bebida, sueño, sexo... Pero, sobre todo, necesitamos que nos quieran; porque, si no, será mucho más difícil conseguir todo lo demás. Ser humano es serlo en grupo.

De ahí que la respuesta más sincera a la pregunta de por qué nos esforzamos en mejorar es «para que nos quieran»; porque ésa también es la mejor garantía de supervivencia y nos permite la ilusión de seguir existiendo de algún modo, incluso después de morir, en nuestra descendencia y en la memoria del grupo.

Mohamed Ali, nacido Cassius Marcellus Clay Jr., lo resumió en la primavera de 1975 en la Universidad de Harvard en el discurso más lacónico y elocuente jamás pronunciado: «Yo..., nosotros». Y recibió una ovación inacabable.[1] Ser humano consiste precisamente en transitar entre esas dos palabras. Ser sabio, además, es pasar del «nosotros» al «ellos».

La evolución nos ha hecho interdependientes hasta el punto de que realizarnos como personas depende tanto del esfuerzo personal como de la capacidad de construir relaciones con los demás humanos. Nuestro bienestar depende de que nos aprecien. Y, sin embargo, no hay nada más difícil de lograr que ese cariño; porque sólo nos es dado conseguirlo en la medida en que sirva a nuestros genes. Y es que los humanos hemos evolucionado para dominar el planeta como especie, pero no para ser felices como individuos.

Conseguimos cada vez más poder con tecnologías que, sin embargo, no logran que sean menos las personas insatisfechas con sus relaciones de pareja; o quienes sufren una infancia desgraciada en el seno de una familia desestructurada; o quienes son incapaces de ejercer una paternidad responsable. Somos muy hábiles para lograr objetivos de grupo, pero cada uno de nosotros es muy torpe para convertirlos en bienestar personal.

La evolución nos apremia a encontrar la mejor pareja para transmitir los genes más adaptados, pero no tiene en cuenta si cada relación reproductiva con otro humano nos hará felices. Y nos empuja a transformarla en familias, porque la familia es el meme más poderoso,[2] la estructura social más exitosa que la humanidad ha ido atesorando en su evolución. Sin embargo, tampoco la familia ha evolucionado para servir al bienestar de cada uno de nosotros, sino a la especie.

El lector encontrará aquí investigaciones, comentarios y, en fin, conocimientos, seleccionados por el autor de entre sus conversaciones con pensadores y científicos, y de la lectura de sus trabajos, que han cambiado nuestro modo de ver la pareja, el sexo, la familia y la maternidad y paternidad. Se han aproximado a ellos desde múltiples disciplinas, alejadas en el método pero convergentes en sus objetivos, como la Bioquímica y el Psicoanálisis.

También aparecen la Inteligencia y la Creatividad, tan innatas como cultivables, porque comparto las tesis de quienes sostienen que ambas son, ante todo, colectivas. Y que no hay genio que lo sea si no tiene un auditorio, aun mínimo, que lo entienda.

Se trata, al final, de ayudarnos a fundar nuestra propia visión del enamoramiento, el matrimonio, los hijos, el deseo, la fidelidad, el bienestar o el miedo a morir, porque es el modo de dotarlas de más profundidad y sentido.

Espero que encuentre en estas páginas visiones de su existencia que le inviten a repensarla. Como la demostración de Desmond Morris de que el hombre, pese a todos los mitos de casanovas y donjuanes, es bioevolutivamente monógamo y, además, menos evolucionado que la mujer, que ya hacía el amor cuando los varones sólo copulaban.

También descubrirá, desde la Biología, que la fidelidad es cuestión de genes en él y del día del mes en ella; el Psicoanálisis le permitirá conocer mejor su deseo y explicar por qué algunos varones insultan durante la cópula a su pareja, que, en ocasiones, participa del rito con agrado. Desde la Sociología, Bauman analiza para nosotros por qué el matrimonio se ha convertido en un contrato basura y ya, en un enfoque más práctico, la terapia de pareja ayudará a quien no sepa cómo superar una relación tóxica. También pondremos a punto nuestro detector sentimental de narcisos para evitar enamorarnos de aquellos incapaces de amar.

Ellos podrán superar sus resabios machistas al descubrir que ellas se enamoran, también, de las debilidades masculinas. Y todos podremos encontrar en la evolución razones para explicar por qué las mujeres aún son minoría en los consejos de administración. Por último, los sexólogos nos descubrirán la relación de la satisfacción sexual con el poder y la riqueza de cada pareja.

Al cabo, tal vez llegue a la conclusión, conmigo, de que el amor es un intercambio de debilidades.

Pareja y sexo: un intercambio de debilidades

Pareja y sexo

Un intercambio de debilidades

EN REALIDAD, EL HOMBRE ES MONÓGAMO

Si es mujer y mira a un hombre, verá a un ser menos evolucionado que usted, porque las mujeres son más neoténicas.

La neotenia es la característica evolutiva que permite a una especie conservar de adulta rasgos de la infancia. Las mujeres mantienen más características de su niñez que los hombres. Y no sólo en su rostro, más aniñado; también están más cercanas a la infancia en su carácter y su relación con el entorno social y el medio natural.

La neotenia es relevante en nuestra evolución porque ha favorecido la creatividad y la inteligencia, y eso hace a los niños más aptos para el aprendizaje. Las mujeres, además, han desarrollado otras especificidades que demuestran que son evolutivamente más avanzadas.[3]

Ese rasgo evolutivo llamó la atención del zoólogo Desmond Morris por su trascendencia para nuestra especie. De hecho, hoy estamos viendo cómo la neotenia se impone en los consejos de administración de las multinacionales, en los gobiernos y en los centros de poder de los países avanzados, que, no por casualidad, cada vez son más neoténicos.

Mientras, los países que ignoran esa tendencia neoténica pierden el tren del progreso. Y los que se desarrollan lo hacen en la medida en que incorporan mujeres a sus centros de decisión.

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