Bobicraft y el secreto submarino (Bobicraft 2)

Bobicraft

Fragmento

cap-1

Después de sobrevivir a una aventura MEGAPELIGROSA, era importantísimo descansar. Y, por supuesto, Bobicraft y Comandiu se lo habían tomado muy en serio. ¡Estaban de vacaciones! Mejor dicho: seguían de vacaciones. Les faltaban patas, MUUUUUUCHAS patas, para contar cuántos días llevaban vagueando. O semanas, ¡incluso meses! Habían perdido la cuenta.

Eso sí, habían viajado mucho más allá de Ciudad Helio, su hogar. ¡Y sin toparse con tíos LOCOS con ansias de conquistar el universo! Comandiu había descubierto que, si tomaba el sol, su pelaje pasaba del naranja al rojo en cuestión de segundos. ¡Se ponía como UNA GAMBA, pero sin estar tan delicioso! Nunca confesará que se mordisqueó un muslo para comprobarlo. Arg, y él que pensaba que estaba BUENÍSIMO.

Por otra parte, Bobicraft se había dedicado a inventar artilugios cada vez más ALUCINANTES. Y, aunque no sonara muy épico, no echaba de menos estar al borde de la muerte cada dos por tres.

Vamos, estaban viviendo la vida corriente y feliz que siempre habían deseado. Nada aburrida, ¿verdad? ¿VERDAD?

—¡Pásame el balón! —gritó Comandiu.

—Flipas con mi toque profesional, ¿eh? —respondió Bobicraft.

—¡Flipo con que seas tan CHUPÓN! ¡¿Dónde está el Bobi asustado y llorica que conocí?!

—¡Se lo comió un dragón con mala leche!

Bobicraft echó a correr por el prado, riendo y controlando la pelota a la perfección. Practicar con sus amigos de Ciudad Helio lo había convertido en un auténtico experto. Comandiu lo alcanzó a la carrera y se la quitó de entre los pies, mordiéndola.

—¡Eso es falta! ¡Manos! —le reprochó Bobicraft.

—¡Será HOCICO, en todo caso! —se burló el perro sin soltar el balón.

En sus muchos viajes, habían averiguado que existían LOS PORTALES. Si los atravesaban, aparecían en otras DIMENSIONES DIFERENTES a la suya. Gracias a eso, habían descubierto lugares únicos, como en el que se encontraban ahora mismo: ASTRAL. No era la primera vez que visitaban esa dimensión. Sus habitantes no tenían ni una pizca de maldad y ya conocían a los dos amigos. Confiaban en ellos.

Astral les gustaba porque, además de pacífica, era bastante grande. Bastante no, en realidad, ¡parecía INFINITA! De hecho, nunca habían jugado en aquella zona. ¡Y eso que estaba cerca de su portal! O a lo mejor el problema era que necesitaban graduarse la vista...

—¡Para, Comandiu! ¡Nos vamos a PERDER! —lo avisó Bobicraft, persiguiendo al perro.

—¿Has dicho que TÚ vas a perder? ¡Guau, estoy de acuerdo! —volvió a burlarse Comandiu. Avanzaba dándole patadas a la pelota—. ¿O tal vez es que ahora eres tú el que está flipando con mi toque profesional?

—¡Habla, chucho, que no te escucho!

Entonces Comandiu cruzó una línea de árboles que dividía el prado en dos, mientras Bobicraft lo seguía. Estaban tan concentrados en intentar ganar aquel juego que... ninguno vio la señal que estaba clavada en medio: ¡¡¡PELIGRO!!! ¡¡¡NO PASAR!!! Las letras estaban escritas en mayúsculas y pintadas de rojo, con muchas exclamaciones. ¡Seguro que incluso podía leerse desde el espacio exterior! ¡Y sin telescopio!

Estaba claro: no necesitaban graduarse la vista, ¡necesitaban pegarse unos PRISMÁTICOS a los ojos! ¡Y urgentemente!

—¡Aquí, aquí! —Bobicraft se señaló para que su amigo le pasara la pelota por fin.

¡Se iba a enterar de quién mandaba! Comandiu cogió carrerilla y chutó con todas sus fuerzas. Por desgracia, el balón surcó el aire por encima de Bobicraft y... ¡Oh, no! ¡OH, NO! Se coló dentro de un templo. Era un golazo en toda regla, aunque ¡tampoco se habían dado cuenta de que allí había una construcción taaaaaan antigua! De esas que te dejaban mirar, pero no tocar.

—¡ATRÁPALA, BOBI, ATRÁPALA!

¡¿Y se lo estaba exigiendo el perro que se suponía que corría a una VELOCIDAD ULTRASÓNICA?! O eso decía él, vaya. Aun así, Bobicraft le hizo caso, porque la pelota no dejaba de rebotar por el interior del templo. ¡Loquísima! ¡En todas direcciones! ¿Y si rompían algo por culpa de sus payasadas?

Como un tonto, Bobicraft fue detrás de ella. Evidentemente, la pelota era mucho más rápida e imprevisible. Comandiu se unió enseguida, pero ¡era IMPOSIBLE pararla! ¿En serio los iba a derrotar un balón que ellos mismos habían chutado?

Aunque todo sucedió muy rápido, Bobicraft lo vivió a CÁMARA LENTA: la pelota rebotó por última vez y se dirigió hacia un altar. Tres objetos de apariencia muy poderosa flotaban sobre su superficie: un pico, un amuleto y una llave. ¿Qué eran...?

—¡NOOOOOOOOOOOO!

Otro grito a cámara lenta que, en realidad, iba a cámara muy rápida. Y, aunque Bobicraft extendió el brazo como si pudiera alargarlo cinco metros para intentar detenerlo, el balón impactó contra los tres objetos y... el altar explotó.

¡PUUUUUUUUUM!

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