Yanagihara por Yanagihara: tres tristes vidas y la posibilidad de una huida
La monumental «Tan poca vida» (Lumen, 2016) fue un éxito inesperado que convirtió a la escritora y periodista Hanya Yanagihara en una revelación: una novela de mil páginas, capaz de hilvanar la intimidad plagada de silencios, sexo y culpa de cuatro hombres durante tres décadas. Seis años después, publica «Al paraíso» (Lumen, 2022), una novela escrita a la sombra de su trabajo como editora en «The New York Times» durante los años de Trump. El resultado es un libro hecho de dos ucronías y una distopía: tres hombres, tres intimidades y tres caminos para las Norteaméricas posibles. A continuación, la misma Yanagihara habla de los conflictos que atraviesan los tres universos de su esperado y celebrado regreso: la falta de pertenencia de los privilegiados, los totalitarismos, el dinero y la empatía como antesala del amor y motor de la lucha.
Por Hanya Yanagihara

Hanya Yanagihara por Brigitte Lacombe.
La ucronía como motor de la historia
«Siempre me han interesado las historias sobre matrimonios, que son la piedra angular de casi toda la literatura. De hecho, la primera historia de Al paraíso está inspirada en Washington Square, la novela de Henry James. Y me pregunté: ¿Qué pasaría si la moral estadounidense no estuviera enraizada en una tradición puritana? ¿Cómo serían los matrimonios? ¿Cómo se percibirían las mujeres? Estados Unidos es un país muy joven compuesto por una miríada de culturas ancestrales, y creo que ello arroja un interrogante que casi todos los estadounidenses nos hemos planteado alguna vez: ¿qué habría pasado si las cosas se hubieran desarrollado de otra forma? ¿Qué pasaría si no se hubiese aprobado tal o cual ley? ¿Cómo sería entonces nuestro país? Y una de las cuestiones más candentes es, ni más ni menos, qué es la historia de Estados Unidos. ¿Quién la escribe? ¿La hemos contado de la forma adecuada? ¿Estamos seguros de que la entendemos? ¿O podría ser que solo conozcamos aquello que nos han contado? ¿Qué otras versiones de la historia de Estados Unidos podrían haberse perdido?».
Libertad individual vs libertad nacional
«Una de las cuestiones que quería poner sobre la mesa con Al paraíso es la noción de la libertad individual. ¿No entraría ésta en conflicto con la libertad nacional? Cuando elegimos la opción más segura para nosotros, individualmente, ¿es un acto de libertad o podría ser una agresión contra las libertades de otros? ¿Empodera esa elección a la nación o la debilita? En los últimos veinte años ha habido dos acontecimientos en los que la libertad nacional se impuso sobre la libertad individual: el 11-S y el coronavirus. Si echamos la vista atrás a las medidas que se tomaron tras los atentados, ¿cómo diríamos que han repercutido esas decisiones políticas en la evolución de la historia de Estados Unidos? ¿Resistirían un análisis histórico? Otro tanto pasará cuando analicemos las medidas que se han derivado del covid, pero para eso tendremos que esperar unos veinte años. A veces nos preguntamos si las decisiones gubernamentales son las correctas, pero es imposible saberlo a priori: son el tiempo y la distancia lo que nos permiten valorarlo».
El futuro ya llegó
«Hay un dicho budista según el cual cuando la gente habla sobre el presente también está hablando del pasado. Siguiendo esa lógica, cuando hablamos del futuro estaríamos hablando del presente. Cuando un escritor elige un escenario futurista para su novela está trasladando a él las incertidumbres del presente. La ciencia ficción y los escritos futuristas abordan los temores de hoy, especialmente aquellos para los que no encontramos solución. Los tres episodios que componen este libro giran en torno a tres problemas cruciales: el totalitarismo, la crisis climática y las epidemias. Todo ello era muy vívido cuando empecé a escribir el libro, en 2018, y desde entonces la preocupación se ha agudizado».
Entre Trump y el The New York Times
«Esbocé las líneas generales de la novela en 2016 y empecé a documentarme sobre la naturaleza de las pandemias el año siguiente. Ya en 2018 empecé a escribirlo de forma propiamente dicha, espoleada en parte por algunas de las decisiones y prohibiciones más agrias que Trump impuso como presidente. Dada mi condición de editora en The New York Times, no podía dar mi opinión públicamente, así que Al paraíso se convirtió en una vía de escape a través de la cual podía reflejar la confusión y desesperación que sentía como ciudadana. Pero creo que el trasfondo de esta novela es optimista. No voy a revelar el final, pero sí que es un testimonio de la resiliencia y la habilidad del ser humano para sobreponerse a las situaciones sociopolíticas más adversas, de seguir adelante, de mantener su capacidad de amar. Hay ciertos rasgos en la naturaleza humana que ningún gobierno, por muy opresor que sea, puede extirpar. Puede que la novela no sea muy esperanzadora en cuanto a la situación actual de los Estados Unidos, pero sí en lo que se refiere a sus ciudadanos».
Las tres Américas (y la América inconcebible)
«De las tres Américas que describo en el libro, solo la segunda es la América de hoy. Supongo que la más dura es la primera, porque uno de los fundamentos de los Estados Unidos que más arraigo social mantiene en la actualidad es el puritanismo cristiano. A día de hoy, seguimos siendo uno de los países seglares más religiosos del mundo. Un Estados Unidos en los que el protestantismo no tenga un papel preponderante es casi inconcebible».
«En 2018 empecé a escribir el libro espoleada en parte por algunas de las decisiones y prohibiciones más agrias que Trump impuso como presidente. Dada mi condición de editora en The New York Times, no podía dar mi opinión públicamente, así que Al paraíso se convirtió en una vía de escape a través de la cual podía reflejar la confusión y desesperación que sentía como ciudadana».
«Siempre supe que Tan poca vida encontraría su público. Es el tipo de libro que una escribe para sí misma y con el que intuye que ciertas personas podrán sentirse identificadas y que lo harán apasionadamente, porque planteaba cuestiones que quizá ellos no sabían cómo expresar. Lo que no imaginaba es que llegaría a tanta gente, y fue una gran sorpresa. Ni mis editores ni yo entendemos cómo ha podido pasar, creo que tuve mucha suerte. Aunque hay dos teorías al respecto. Según la primera, el libro se publicó en un contexto en el que dos acontecimientos agitaban la opinión pública occidental: por un lado, la salida a la luz de la pederastia estructural, especialmente contra niños varones, que lleva décadas (que sepamos) ejerciéndose en el seno de la Iglesia Católica, y por otro el movimiento #MeToo. Justo en esos momentos nuestra sociedad empezaba a replantearse qué significaba ser hombre y ser educado en un marco en el que no se les permitía mostrarse vulnerables. La segunda teoría apunta al apogeo del fenómeno fan. Cuando era niña, que te gustara mucho un libro, una película o un videojuego no era algo que te daba ganas de contárselo a todo el mundo. Hoy en día los fans están tan organizados que pueden conseguir presupuesto para rodar una película, que repongan un programa de televisión o formar una popular banda de rock coreano. Así que lo que me pregunto es: ¿es esa cultura fan la nueva expresión de la identidad tribal? Y tuve la suerte de que mucha gente convirtiera este libro en algo propio, en parte de lo que eran no ya como lectores, sino como personas».
Una literatura deliberadamente anticuada
«Creo que la comparación de Tan poca vida con el Guerra y paz de Tolstói radica básicamente en que ambos son libros muy largos. Por otro lado, mi primera novela no se inscribe en las tendencias literarias que triunfan actualmente entre los aficionados a la literatura británica y estadounidense. Ambas están muy centradas en la autoficción, un género en el que las fronteras entre el autor y el protagonista se difuminan. Tan poca vida, por su parte, es deliberadamente anticuado y bebe de las novelas centroeuropeas y estadounidenses del siglo XIX. Habla del concepto de nación, de la ciudadanía, de cómo el tiempo en el que nos ha tocado vivir determina quiénes somos como personas y como sociedad. Quería escribir algo que se alejara totalmente de las tendencias y que reflejara la ansiedad y los temores de los estadounidenses de hoy».
América, América
«Prohibir un libro siempre provoca el efecto contrario al deseado: la prohibición despierta el deseo y más gente se esforzará por leerlo. Es el método más efectivo para que el libro en cuestión acapare la atención y además alimenta el espíritu de rebelión de los jóvenes. Por supuesto, desde el punto de vista político la censura es peligrosa y deprimente. Una de las contradicciones que dan a Estados Unidos su energía es que muchos ciudadanos son muy conservadores y religiosos, y viven en el mismo país que los creadores de las vanguardias artísticas que socavaban determinadas convenciones sociales. Estados Unidos se mueve en un vaivén continuo, avanzando y retrocediendo una y otra vez. Esas dos Américas son muy diferentes. En los últimos cuatro años se ha puesto de manifiesto que no existe una América uniforme y homogénea, y que quizás nunca ha existido. Y ese ese vaivén hacia delante y hacia atrás lo que define a Estados Unidos y lo que hace que la gente de ambos lados del espectro viva en un estado de inquietud permanente».

Crédito: D. R.
Yes, you can (?)
«Solemos pensar que como ciudadanos la responsabilidad de hacer historia es nuestra. Mi libro plantea que quizá no sea verdad, y que es la sociedad la que nos moldea a nosotros. También quería jugar con ese mito de que en Estados Unidos puedes convertirte en quien tú quieras. Cuando eso sucede, ¿acaso no eres la misma persona que llegó? No importa cuánto cambies, en el fondo sigues siendo la misma persona».
La periodista y la escritora
«Literariamente hablando, entre 2013 y 2018 no escribí nada. Cuando en 2017 asumí el cargo de editora del The New York Times sabía que tardaría al menos seis meses en empezar otra novela. Ser editora es muy diferente de ser escritora. En el periódico mi trabajo es mucho más administrativo, financiero, coordinar a gente, decidir qué fotografías usar… Así que cuando llego a casa y me pongo a escribir uso otra parte del cerebro. La tarea es muy distinta, mucho más creativa, y te permite ser egoísta. La responsabilidad de un periodista es relatar de forma cohesionada lo que ocurre, comunicando hechos u opiniones a sus lectores. Hasta cierto punto, debes tener al lector en la recámara. Escribir un libro, en cambio, es un acto individualista. No tienes que preocuparte sobre los hechos que narras, sobre qué pueda pensar la gente al leerlo ni por que sea muy largo o muy corto. Lo único que tienes que hacer es crear un mundo con lógica interna, en el que todo sea coherente».
«Los romances más notorios de Estados Unidos han tenido lugar en una sociedad clásica en la que la gente tiene la posibilidad de subir en la jerarquía social con relativa facilidad. Y eso era y es verdad hasta cierto punto, pero solo para un número reducido de personas. Uno de los debates más necesarios de nuestro país es el de qué clase de permeabilidad y movilidad social existe, y si estamos hablando solo de dinero o también de otros privilegios».
Dar y recibir: todo lo que hay
«Ninguno de los tres David de Al paraíso se siente integrado en la sociedad. A pesar de que los tres son privilegiados a su manera, no entienden la sociedad en la que viven y no se sienten parte de ella. Y los tres son vértices en un triángulo. En toda historia hay un personaje que necesita ayuda, otro que intenta dársela y un tercero que dinamita esa relación o interfiere en ella. Creo que todos hemos estado o estaremos en alguno de esos puntos».
El precio del amor
«El dinero es un componente fundamental en toda novela. De Jane Austen a Tolstói y a lo largo de la historia de la literatura cada historia se divide entre los que tienen dinero y los que no, y esa diferencia siempre ha sido un elemento de fricción entre los personajes, junto con la búsqueda del amor. En Al paraíso las relaciones entre los personajes también aluden a que los romances más notorios de Estados Unidos han tenido lugar en una sociedad clásica en la que la gente tiene la posibilidad de subir en la jerarquía social con relativa facilidad. Y eso era y es verdad hasta cierto punto, pero solo para un número reducido de personas. Uno de los debates más necesarios de nuestro país es el de qué clase de permeabilidad y movilidad social existe, y si estamos hablando solo de dinero o también de otros privilegios a los que uno pueda acceder a medida que asciende en la escala social».
OTROS CONTENIDOS DE INTERÉS:
Franzen por Franzen: retrato de familia en detalle
Ningún derecho reservado: unos apuntes sobre el plagio en la literatura
Por qué todas las historias de familia que narra Elena Ferrante son también historias de dinero