«La revolución a dedo», de Cynthia Rimsky: trabajo de tiempo completo
Trece libros, veintiún países, un año. En el mapa de un idioma con tantas voces y lenguas como hablantes, LENGUA invita a los autores de esta edición a exponer su geografía literaria. Cynthia Rimsky presenta en esta ocasión «La revolución a dedo».
Por Cynthia Rimsky
Crédito: Lorena Palavecino.
Por CYNTHIA RIMSKY
Para desplazarse hay que estar todo el tiempo decidiendo cuál es el siguiente paso. En mi caso escojo dónde ir por los nombres. Estelí más que Jinotega, Chontales más que Rivas, entre Sidi Ifni y Tiznit, el primero. Si asumo que tengo que usar la razón, enloquezco, durante días no albergo en mi cabeza más que pros y contras. Tomar un avión, aparecer en otro país con el mismo nombre y estado civil, los mismos contactos en el teléfono; aprender a volver del bar al hostal, tomar el colectivo que va a Vynnitsa y no a Bratslav, equivocarte y caer en Bratslav, no tener qué hacer en Bratslav, es cualquier cosa menos lógico.
Años repitiendo esa frasecita que Paul Bowles no imaginó daría para publicitar paquetes turísticos: la primera diferencia entre el turista y el viajero reside en parte en el tiempo. Mientras el turista, por lo general, regresa a casa al cabo de algunos meses o semanas, el viajero, que no pertenece más a un lugar que al siguiente, se desplaza con lentitud durante años de un punto a otro de la tierra (yo añadiría «y de su alma»).
Lo que resultó de esa lectura fue una radical desconfianza en la semejanza entre el relato y el lugar. Por alguna parte la canilla gotea.
Hice un viaje sin pasaje de regreso. A Nicaragua. Tenía 23 años. Viajé por tierra y a dedo desde Santiago. Demoré seis meses. Vivía en una dictadura surgida de un golpe de estado ilegítimo a un gobierno socialista y la joven de 23 luchaba, con otros y otras, para que en Chile hubiese una revolución.
Los siete cuadernos donde la de 23 escribe sus vivencias en el sandinismo se pierden, salvo uno que encuentro a los 52 años. Ya no existe la dictadura o en Nicaragua la revolución. Hay además tres fotografías en las que me reconozco. No en los textos del cuaderno. Sí en su letra. Contacto amigas y amigos de esa época, exmilitantes de la izquierda antidictatorial. Me encuentro con que durante casi treinta años guardaron las cartas que la joven de 23 les mandó desde la revolución, y las que ellas y ellos le enviaron al correo central de Managua y que fueron devueltas.
Cuaderno de viaje
La mujer de 52 se desplaza en el tiempo para ponerse en los bototos de la joven de 23, en su mirada, su valentía y su confusión. Cada paso que da en 1986, la de 52 lo busca en el mapa del 2014: aparece un ramificado archivo delictual. Los pasos de la joven se enredan, algo presiente y, en vez de ir directo al conocimiento, merodea por la frontera. Cuando la de 52 vuelve al 2014, aparece en su departamento. Por la ventana advierte que el terremoto se llevó el techo de la casa al otro lado de la calle y alguien se quedó a dormir a la intemperie.
Como en las pesadillas que se continúan o en las novelas por entregas, a los 57 años encuentro un cuaderno de un segundo viaje que casi no recuerdo y que hice a los 45 años a Bluefields, en la costa este de Nicaragua.
La mujer de 45 años encuentra allí a un hombre que estuvo en 1984 con el exguerillero chileno con el que se acostó la joven de 23, y que peleó con el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Él le cuenta que el chileno murió por salvar a una desconocida en el incendio de su hotel. En el año 2019 la mujer de 57 mira por la ventana de su departamento si hay algo que salvar.
Este año, en un mundo que está cerrando sus fronteras, asomarnos a otros territorios a través de la palabra cobra más relevancia que nunca. Mapa de las Lenguas es una colección panhispánica global que presenta la mejor literatura de veintiún países que comparten el idioma. Pero es, sobre todo, un itinerario de viaje por trece de los libros que el año pasado tuvieron mayor trascendencia en su país de origen y que, a lo largo del 2021, recorrerán el resto del ámbito del español.
Adentrarse en la obra de estas trece voces es transitar un territorio físico, tangible, pero también un espacio moral, intelectual, anímico, político y sociocultural. La lectura de un autor contemporáneo de cualquier país de habla hispana es una ventana a una forma de expresarse y escribir en español, pero también un modo de tomarle la temperatura a las preocupaciones y los anhelos de cada uno de esos lugares.