Índice
Portadilla
Índice
Dedicatoria
Citas
Nota del autor
Parte I
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Parte II
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Parte III
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Parte IV
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Parte V
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Parte VI
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Parte VII
Notas
Sobre el autor
Créditos
Para Angelica
Ivan Junqueira
y
Luiz Augusto de Araujo Castro
Je ne prétends pas peindre les choses en elles-mêmes, mais seulement leur effet sur moi.
STENDHAL
In the presence of certain realities, art is trivial or impertinent.
GEORGE STEINER
Nota del autor
Este libro es una obra de ficción. Cualquier semejanza con personas vivas o muertas es mera coincidencia. Arranqué a mis personajes de su tiempo, los disloqué de sus paisajes. Tan sólo los escenarios son reales.
Es posible que historias iguales a la mía hayan sucedido en los cuarenta años de que se ocupa este relato —o en el escenario escogido por mí para contarla—. Algunas saldrán un día a la superficie, otras no.
Mientras ese proceso se lleva adelante, sin embargo, hago votos para que mi texto se sume a otras obras que vienen dando a las nuevas generaciones una idea aproximada de lo que sucedió en el Brasil —en nuestra región— y en cierta época. Soy de aquellos que aún creen que la ficción es la mejor manera de lidiar con la realidad, cuando ésta insiste en escapar continuamente al escrutinio general.
En cuanto a mis amigos y colegas del Ministerio, pasado el susto inevitable que mi libro probablemente provocará (por lo menos al principio), espero que sepan entender que, al denunciar el mal que reinó en determinada etapa en nuestro medio, alabo una institución que se mantuvo esencialmente inmune a él —a pesar de la triste actuación de unos pocos.
Y si aun así hay quien me critique por traer a la superficie temas que muchos preferirían ver para siempre relegados al olvido, yo le recordaría el comentario de André Gide en su libro sobre Dostoyevski: «No hay obra de arte sin la colaboración del diablo».
Y que el diablo se hizo presente entre nosotros en aquellos tiempos, ya ni aquellos que hicieron tratos con él osarían negarlo.
E. T. R.,
noviembre de 2010
Parte I
1
Si es complicado escribir la historia de un país, más difícil, sin duda, es esbozar la de un hombre. Sobre cualquier país, contamos con antecedentes, libros y tratados, mapas y registros iconográficos, archivos y testimonios, leyendas y conjeturas.
Pero en el caso de cualquier hombre ¿de qué antecedentes se dispone? ¿Cuáles son sus mapas más secretos? ¿Y sus fronteras? ¿Qué se esconde detrás de su fachada? ¿Y qué descubrirá él mismo en su mirada si, en una noche