Índice
Cubierta
Blog de madre
Prólogo
Por culpa de un bote de rímel
Gracias, Madre
Bolso de Madre
Labuela
Espíritu rosa chicle
Manifiesto libertario
Amigas de Madre
Síndrome feo ataca a Madre
Mujeres, hombres y bicicletas
Cambio de hábitos
Para papás
Test de la perfecta madre
Test de la madre loca
La tiranía del enano
¿Para qué sirve un marido?
Nosotras gestamos, nosotras transmutamos
El mes que viene
Síndrome de la incubación
... Estooo, ¿y para qué he venido yo aquí?...
Sobre la baja de maternidad y otros embustes
Sicilia, 1920
Women in black
Al fondo hay sitio
De uno a dos
Una mala noche no la tiene cualquiera
La primera vez
Vamos a la playa guohohohohó
Fase de entrenamiento I: El hospital
El cumpleaños de Sarita
De botellón en el parque
Y tú, ¿vienes mucho por aquí?
Pura solidaridad
In the ghettooo
¿Cuánto falta, papá?
Vacaciones en familia
Mudanza, mon amour
Y le hablo de esa amante inoportuna que se llama soledad
Padres imperfectos
Maternidad talibana
El mismo temor, la misma lluvia
Celos de Madre
El perro del hortelano
Sin noticias de pú
Estornudos, reuniones y demás incompatibilidades
Un, dos, tres, probando...
Como el cangrejo
Quince ideas para sobrevivir a una entrañable Navidad con niños
Lamadre de Lartista
A la resaca de Año Nuevo, in memóriam
Gym & Tonic
Viaje con nosotros si quiere hiperventilar
Madre de seguridad
Salidas nocturnas... y no miro a nadie
Buenas, me llamo Eva, soy madre y soy inmortal
Cosas que dejé de hacer tras ser madre
Lamadre y Lapropiedad privada
Lamadre ya no quiere ser como Beckham
Vestida para la ocasión
Guionistas para padres
El disco rayado
Una de miedo
Microsistemas familiares I: El parque
Microsistemas familiares II: El centro comercial
El punto medio
El club del pelo seco
No, gracias, lo estoy dejando
Sobre el color carne y otros desastres naturales
¿Qué le pasa en el cuello, Madre?
Cosas d’ambulatorio
La década insomne
Mi querida Fashion Victim
El incidente de la croqueta
Mamitis
Lamalamadre
El ligar se va a acabar
Elarmario de Lascascarrias
Epílogo de Marido (y Padre)
Biografía
Créditos
Acerca de Random House Mondadori
Mil gracias...
A Olivia y a Gala, Lasniñas, por existir y por ser con total seguridad lo más maravilloso que he hecho en mi vida.
A Marido, por estar siempre ahí, por quererme como soy y por dejarme quererle de la única forma que sé, intensa y agotadora toda yo.
A mis padres y hermanas, por enseñarme de qué va esto del amor incondicional.
A todos y cada uno de los seguidores y amigos de Blog de Madre, por sus comentarios, por sus ánimos y por creer infinitamente en este libro, a veces incluso mucho más que yo.
Prólogo por ATA LASSALLE
QUE A EVA QUEVEDO LA CONOZCO CASI DESDE ANTES DE TENER BIGOTE (YO), que es una chavala maja y hacendosa, que escribe sin desmerecer su apellido y que, comprobarán por la foto de la solapa, es mú guapa y tiene una familia alaqueadora, es el arranque inevitable de cualquier prólogo entre amigos.
Al lío. Ser padre no es una cosa sencilla, madre ya ni le cuento. Si además es de las que por voluntad o circunstancias es madre las veinticuatro horas del día sin el ratito de descanso que supone ir a una oficina (es así, no nos engañemos), el asunto toma una intensidad sobrecogedora. Ser madre es un proyecto que le viene grande casi a cualquiera y ay de quien no esté dispuesto a reconocerlo.
A ver, sin dramatismos, joder, pero vamos, que sí, que ser capaz de tomárselo con humor, reírse de una misma, de las vomitonas y los llantos (ajenos y propios), de las idas de olla y demás, pues ayuda. Este libro da fe de ello. Y usted, con un poco de suerte entre los «eso me pasó a mí», «ésta está peor que yo» y los «ay, que me troncho», consiga bajarle unas cuantas atmósferas de presión a esa olla que es la maternidad.
Éste es un libro de humor y no porque lo diga la etiqueta pegada con celo en la balda de la librería en la que pasó sus primeras semanas de vida. Funciona. Hace reír. Un libro de humor no puede ocultarse tras la filfa de la sofisticación, la sensibilidad o el «es que no lo entiendes».Te tienes que reír. Y con éste te ríes, la verdad. Está muy bien.
Si se queda usted en eso, pues bien también. Pero hay más.
Entiéndame, tampoco pretendo decirle que tiene usted entre sus manos una obra cargada de dobles sentidos y moralejas entre La metamorfosis y El principito, pero sí que entre risotada y risotada hay sitio para cuestionarse las cosas que «son así de toda la vida», la tontuna social, las teorías psicopedagógicas de tu vecina del cuarto, y para entrever que tomando las decisiones desde el cariño da la sensación de que te equivocas menos.
Gracias por no dar lecciones.