A principios de la década de 1840, Charles Dickens se acercaba a sus treinta años en medio de una oleada de éxitos. La publicación por entregas de historias como «Oliver Twist» lo habían convertido en un favorito del Londres victoriano. Sin embargo, la relación con sus editores se deterioró poco después: debido a las escasas ventas de «La vida y aventuras de Martin Chuzzlewit», estos le amenazaron con rebajar sus honorarios. A esto habría que añadirle un quinto hijo en camino y que, mientras lidiaba con las deudas, se estaba haciendo cargo de su padre, por lo que se vio en una situación límite: tenía que escribir un gran superventas... y tenía hacerlo rápido. Y así surgió «Canción de Navidad», que no sólo fue un exitazo (aunque ni mucho menos llenó los bolsillos del autor), sino que también ayudó a formar nuestro concepto de la Navidad: el de la caridad, la reconciliación, la generosidad y la buena voluntad en una mesa llena de comida reluciente.