Alexia Superfutbolista 3 - Una rival sin igual

Alexia Putellas

Fragmento

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La pelota atraviesa el campo con un zumbido. ¡Menuda potencia tienen los jugadores del Trueno! Cualquiera diría que, en vez de desayunar cereales, se han tragado un tazón de pilas. Ahora entiendo por qué se llaman así. ¡Tienen la misma energía!

¡Perdona! El partido está tan emocionante que ni siquiera te he contado dónde estamos. EL AMISTAD ha entrado en el campeonato regional, un torneo chulísimo con rivales duros y adrenalina en cada partido. Y, aunque no vamos mal, el Trueno nos lo está poniendo difícil. Hemos empezado con un golazo de Luci, sí, pero han remontado en la segunda parte y ahora ¡seguimos empatados en tiempo de descuento!

—¡Hay que detenerlos! —grito.

No es que haga falta decirlo porque mi equipo no lo sepa, claro. ¡Todos son tan buenos y apasionados como yo! Pero una buena capitana siempre tiene que mantener la moral alta.

Sarah, nuestra lateral izquierda, logra interponerse, pero está menos enérgica de lo habitual y los jugadores del Trueno recuperan el balón antes de que pueda pasárnoslo.

—¡No vais a pasar de aquí! —exclama Lucas.

—¡Ese es el espíritu! —lo animo, a la carrera.

Lucas sale a por la pelota sin dejarse intimidar. Y entonces… ¡ZAS! La delantera del Trueno chuta a un chico alto. ¿De dónde ha salido? Podría ser el hombre invisible, porque ni siquiera Patri ha sido capaz de interceptarlo.

—¡Todos a defensa! —ordeno, aunque le guiño un ojo a Gael.

Entiende, sin palabras, lo que quiero decir: todos atrás menos él. ¡Necesitamos un delantero preparado para aprovechar cualquier oportunidad! Gael no es solo uno de los mejores jugadores del equipo, también es uno de mis mejores amigos y, como tal, sabe interpretarme a la perfección. Solo hay una persona con la que tengo una conexión aún más fuerte, y esa es Miriam, nuestra portera. Veo que se ajusta las gafas entre los palos, sin perder de vista el balón.

Es casi infalible, pero el jugador del Trueno patea el balón con tanta fuerza que incluso yo me quedo sin respiración. ¡Menudo chute! La pelota vuela a la portería y…

CRASH.

Oh, no. ¡Conozco demasiado bien ese sonido! Las gafas de Miriam están en el suelo, con uno de los cristales destrozados. Eso sí, mi amiga sujeta la pelota justo a un milímetro de que entre en nuestra portería. ¡VIVA!

—¡Tenía que gustarle el fútbol en vez del ajedrez! —oigo a la madre de Miriam protestando desde las gradas—. No ganamos para gafas, ¡cada partido rompe unas!

—A mí no me digas nada, que es tu familia la que siempre ha sido futbolera —refunfuña el padre.

Se me escapa la risa por sus comentarios y por la cara de incredulidad de los jugadores del Trueno. ¡No contaban con una portera tan increíble como mi bestie! No pienso dejar que se recuperen de la sorpresa, así que echo a correr de vuelta hacia su campo.

—¡Aquí! ¡Estoy sola!

Miriam entrecierra los ojos, preparándose para sacar. Cualquiera pensaría que va a tirar a donde pille. O, mejor dicho, cualquiera que no la conozca. Puede que mi mejor amiga necesite gafas para ver bien, pero todo lo que le falla en la vista lo recupera con el oído. ¡Podría ser una especie de Batgirl futbolista!

Miriam deja caer el balón al suelo y los insensatos del Trueno se acercan a ella, demasiado confiados… ¡Es entonces cuando Miriam chuta con fuerza y la pelota vuela directa a mí!

—¡Muy buena! —exclamo.

Escucho gritos en la grada. Controlo el balón con el pecho y corro con él como si fuera parte de mí misma. ¡He nacido para momentos como este! Avanzo hacia la portería, pero la defensa del Trueno empieza a cerrarse a mi alrededor.

No hay tiempo que perder. El partido está a punto de terminar y tenemos que desempatar como sea, pero ¿qué puedo hacer si estoy sola en el ataque?

Solo que no lo estoy. ¿Os acordáis de Gael? Ha esperado todo lo discretamente que puede antes de acercarse a toda velocidad para apoyarme. Le paso el balón. Me lo devuelve. ¡El defensa pelirrojo del Trueno se tira a por nosotros y tengo que hacer un quiebro para esquivarlo!

—¡Estoy libre! —Gael ha encontrado el hueco y le paso el balón alto, bien alto.

El árbitro coge aire para indicar el final del partido. ¡Es nuestra última oportunidad! Tiemblo como un flan cuando Gael remata de cabeza. El portero se lanza a por el balón. ¡Todo el mundo contiene el aliento! El portero roza la pelota, pero se le escapa y…

—¡GOOOOOOOOOOOOL!

La grada entera empieza a gritar, aplaudir y dar tantos saltos que pueden tirarla abajo en cualquier momento. ¡Cómo se nota que el Amistad levanta pasiones! El partido acaba justo después del golazo de Gael, que se pone a hacer equilibrismos para besarse la zapatilla.

—No seas asqueroso, ¡que está llena de tierra!

—Es la puntera de la victoria —dice antes de que Kike lo derribe de un abrazo.

2 a 1. ¡Pasamos a las semis! Estamos cada vez más cerca de la copa regional. ¡Y no puedo estar más contenta!

Desde que tengo memoria, mi sueño ha sido ser futbolista. Mamá dice que no nací con un balón en los pies, pero que ya pateaba que daba gusto desde la tripa.

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Sé que es difícil, ¡pero también sé que todo puede lograrse con esfuerzo! Y en el Amistad no dejamos de esforzarnos para ser los mejores.

Después de estrecharle la mano al capitán del Trueno, me uno a mi equipo y nos acercamos a Martina. Nuestra entrenadora nos felicita, pero también nos recuerda algunos fallos. Puede parecer muy dura, pero yo sé que tiene un buen motivo para hacerlo.

—No quiero que os confiéis. El torneo se va a poner más duro en las semifinales. Sarah, necesito que vengas más descansada. ¡Nada de quedarse hasta tarde viendo series antes de un partido! Leyre, no quiero que te vuelvas a distraer con el público. Cuando jugamos, el equipo tiene que funcionar como uno solo —nos recuerda nuestra entrenadora con voz de sabia—. Alexia, eres la capitana, tienes que estar atenta a todo.

—Sí. ¡Lo haré mejor! —Me pongo recta.

—Bien. —Hay una pequeña sonrisa de orgullo casi invisible en sus labios—. Buen partido, equipo.

—¡VIVA EL AMISTAD! —grito entusiasmada.

Y el equipo entero nos abrazamos. ¡Esta es la mejor sensación del mundo!

Lo primero que hacemos al coger nuestras mochilas de las taquillas es encender el móvil. Y no porque seamos adictos a los selfies y los followers. No, es que desde el torneo han creado una plataforma online con los perfiles de cada jugador para que todos nos conozcamos mejor ¡y podamos hacer nuevos amigos!

La idea es compartir un poquito de nosotros. Cómo entrenamos, qué hacemos en nuestro tiempo libre, qué nos gusta y nos asusta… ¡Igual que los jugadores famosos! Pero… la verdad es q

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