Conocimiento e interés

Jürgen Habermas

Fragmento

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La traducción de esta obra ha sido tarea particularmente difícil, no solo por la conocida complejidad conceptual y expresiva de su autor, sino también por el propósito específico que en la misma se persigue. En efecto, Habermas se enfrenta con un área muy vasta del patrimonio filosófico contemporáneo, sin estar todavía en plena posesión de los modos textuales que luego le serán propios, lo que se traduce en una perplejidad retórica que en ocasiones crea problemas casi insalvables.

El texto castellano que aquí se presenta es resultado de un dilatado trabajo colectivo del que soy y me siento principal responsable. La primera versión del Prefacio y de los capítulos 1, 2, 3, 5 y 7 se debe al abajo firmante; la de los capítulos 4, 11 y 12 a Luis Martín Santos y la del 6, 8, 9, 10 y Epílogo a José Francisco Ivars. Javier Muguerza tuvo a bien releer y pulir la primera versión del capítulo 5 y Enrique Gimbernat, la de los capítulos 10 y 11. La colaboración de Manuel Jiménez conmigo fue inestimable para la relectura de todos y cada uno de los capítulos y para la homogeneización de las distintas manos, lo que supuso, en bastantes casos, una redacción casi enteramente nueva. Quede aquí constancia escrita de mi agradecimiento a él y a todos los miembros del «equipo informal» de traducción por su entusiasmo para con la tarea y por su paciencia para conmigo. Y quede aquí también dicha mi exclusiva responsabilidad por los errores e imperfecciones que, sin duda, subsisten.

 

JOSÉ VIDAL BENEYTO

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A Wilfried Berghahn (1930-1964),

inolvidable amigo

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PREFACIO

 

 

 

 

Me propongo, desde una perspectiva histórica, reconstruir la prehistoria del positivismo moderno con el propósito sistemático de analizar las conexiones entre conocimiento e interés. Si queremos seguir el proceso de disolución de la teoría del conocimiento, cuyo lugar ha sido ocupado por la teoría de la ciencia, tenemos que remontarnos a través de fases abandonadas de la reflexión. Volver a recorrer este camino desde un horizonte que apunta hacia su punto de partida puede ayudarnos a recuperar la perdida experiencia de la reflexión. Porque el positivismo es eso: el renegar de la reflexión.

El análisis de la interrelación entre conocimiento e interés debería apoyar la afirmación de que una crítica radical del conocimiento solo es posible en cuanto teoría de la sociedad. Esta idea está implícita en la teoría de la sociedad de Marx, aun cuando no pueda derivarse de una autocomprensión ni marxiana ni marxista. Sin embargo, no me he propuesto explorar el contexto objetivo en el que tiene lugar el desarrollo de la filosofía desde Hegel a Nietzsche, sino que me he limitado a seguir, de una forma inmanente, el movimiento del pensamiento. Esto tiene como consecuencia que solamente a nivel de diletante podría anticiparse una teoría de la sociedad, a la que tan solo quiero llegar a través de la autorreflexión de la ciencia.[1] Ahora damos el primer paso en esa dirección. En consecuencia, esta investigación no tiene otra pretensión que servir de prolegómeno.

Expuse por primera vez las perspectivas sistemáticas que presiden esta investigación en mi lección inaugural de Frankfurt, en junio de 1965.[2] El capítulo sobre positivismo, pragmatismo e historicismo data de mis conferencias de Heidelberg en el semestre de invierno del curso 1963-1964. Sin las discusiones con Karl-Otto Apel, que se remontan hasta nuestros tiempos de estudiantes universitarios, sin sus sugerencias y sus desacuerdos, mi concepción teórica no hubiera encontrado su forma actual.[3]

En esta concepción el psicoanálisis, como ejemplo, ocupa un lugar importante. Me parece necesario aclarar que mi conocimiento y familiaridad con él se limita al estudio de los escritos de Freud, y que no puedo apoyarme en experiencias prácticas de un análisis. Mucho he aprendido, en cambio, de las discusiones de los colaboradores del Instituto Sigmund Freud, que tenían lugar los miércoles bajo la dirección de Alexander Mitscherlich. Debo dar las gracias a Alfred Lorenzer, que me permitió hojear el manuscrito de su estudio sobre la función metodológica de la comprensión en psicoanálisis. A dicha obra debo muchas más sugerencias de las que podría indicar mediante referencias específicas.

 

JÜRGEN HABERMAS,

Frankfurt, 1971

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