INTRODUCCIÓN
Si alguien me pidiera que compartiera las lecciones más importantes que he aprendido como cristiana, sin duda incluiría la forma en que Dios me ha enseñado a no permitir que mis sentimientos y emociones controlen mi comportamiento. He aprendido que puedo tener emociones sin que estas me controlen; en otras palabras, puedo vivir más allá de mis sentimientos. Por supuesto, también he aprendido muchas otras lecciones valiosas en mi caminar con Dios, pero aprender a manejar las emociones de manera sana y piadosa es una de las que verdaderamente me ha cambiado y me ha permitido disfrutar consistentemente de mi vida cada día y mantenerme estable en un mundo inestable. Ruego a Dios que mientras pasas los próximos noventa días con este libro, pensando y orando acerca de la manera en la que lidias con tus emociones, también te descubras disfrutando tu vida en nuevas y maravillosas maneras y experimentes al mismo tiempo un mayor nivel de estabilidad emocional.
Cuando te levantas cada mañana, ¿esperas a ver cómo te sientes antes de decidir lo que harás? Si es así, terminarás haciendo muy poco de lo que en realidad deberías hacer. ¿Esperas a ver qué piensas y luego decides cómo pasar el día? ¿O usas tu libre albedrío para hacer lo que sabes que debes hacer? ¿Piensas en algo triste que sucedió la noche anterior y permites que tus sentimientos de tristeza marquen el tono del día? ¿Permites que la preocupación o la ansiedad te hagan temer ir a trabajar? ¿Recuerdas inmediatamente el estrés de algo que sucedió a principios de semana? ¿Piensas en alguien y sientes rabia, celos o resentimiento? Tal vez lo hagas a veces, pero no tienes por qué dejar que estas emociones marquen la pauta de tu día. Puedes cambiar cómo te sientes cambiando lo que piensas.
Las emociones forman parte del ser humano. Expresamos nuestras emociones de forma diferente, pero todos las tenemos. Sin embargo, no tenemos por qué dejar que nuestros sentimientos nos lleven a tomar decisiones malsanas e imprudentes. Podemos elegir cómo manejarlos. Los sentimientos son volubles, y no se puede confiar en ellos. Tú y yo podemos sentirnos de una manera cuando nos vamos a la cama y despertarnos sintiéndonos de otra manera totalmente diferente. Por ejemplo, esta mañana fui al gimnasio a hacer ejercicio y decidí que daría un paseo al volver, pero después de hacer ejercicio, me apetecía sentarme en una silla un rato.
La Palabra de Dios nos anima a tomar buenas decisiones en Deuteronomio 30, 19: “Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes”. Dios nos da dos opciones: vida o muerte, bendición o maldición. Incluso nos dice cuál elegir. Dice que “escojamos la vida”, es decir, que tomemos decisiones que nos lleven a una vida llena de sus bendiciones.
Cuando decidimos recibir a Jesús como Salvador y Señor, tomamos una decisión que nos cambia la vida y nos bendice. Como Dios nos da libre albedrío (la habilidad de hacer lo que queremos hacer), cada día tenemos oportunidades de escoger ser bendecidos, al tomar decisiones consistentes con su Palabra. Algunos días, nuestras emociones nos ayudan a tomar decisiones piadosas. Pero otros días nos traicionan y tratan de evitar que tomemos buenas decisiones. Cada día de tu vida puede ser un buen día. Esto, por supuesto, no significa que no te enfrentarás a situaciones que te afecten emocionalmente. Puede que te encuentres en una situación que te haga muy feliz y te llene el corazón de alegría. O puede ocurrir algo que te enfade, te asuste o te entristezca. No tienes control sobre muchas de las cosas con las que te enfrentas cada día, pero sí puedes determinar cómo respondes a ellas. No puedes elegir lo que te ocurre, pero tienes pleno control sobre cómo decides afrontarlo. No es necesario tener ganas de hacer lo correcto para elegir hacerlo. Puedes vivir más allá de tus emociones.
Rezo para que este devocional te anime y te haga capaz de disfrutar de cada día de tu vida mientras eliges manejar tus emociones, en lugar de dejar que tus emociones te manejen a ti.
MANEJA
TUS
Emociones
DÍA 1
Tú eliges
Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes.
Deuteronomio 30:19
Al comenzar este viaje de noventa días para aprender a gestionar tus emociones de forma más eficaz, y para que puedas mantenerte estable en un mundo inestable, es importante entender que nadie nace sabiendo cómo manejar sus emociones, pero podemos aprender a hacerlo. Tomar decisiones sanas y piadosas cuando tenemos ganas de hacer otra cosa es vital para disfrutar de una vida victoriosa. Durante años, me limité a hacer lo que me apetecía, y eso me metió en muchos problemas. Pero Dios me ha enseñado a seguir su Palabra en lugar de seguir mis emociones. No siempre lo logro, pero he aprendido mucho sobre esto y seguiré aprendiendo toda mi vida.
Las personas responden a las emociones de diversas maneras. Algunos ignoran, niegan o reprimen sus sentimientos. Otros responden físicamente, comiendo en exceso, bebiendo, haciendo ejercicio en exceso o abusando de sustancias (azúcar, cafeína, medicamentos con receta o drogas que alteran el estado de ánimo). Otros se retraen cuando las emociones son intensas, mientras que otros acuden a sus amigos o a las redes sociales para procesar cómo se sienten. Hay quien se pone a limpiar y hay quien se va de compras. La lista continúa. Tal vez hayas experimentado una o más de estas respuestas malsanas. Si es así, hoy puedes empezar a manejar tus emociones de forma positiva en lugar de negativa.
En la Escritura de hoy, Dios dice a su pueblo que “elija la vida”. Esto significa tomar decisiones que conduzcan a la paz, la alegría y la estabilidad. Aprendemos a tomar estas decisiones cuando estudiamos su Palabra, y encontramos paz, gozo y estabilidad al obedecerla.
Oración: Gracias, Dios, por tu Palabra y por la manera en que me enseña a elegir la vida. Ayúdame a obedecerla en cada área de mi vida mientras viva.
DÍA 2
Decide disfrutar del día
Este es el día que hizo el Señor; nos gozaremos y alegraremos en él.
Salmo 118:24 NTV
Como dije en la introducción, aprender a manejar mis emociones ha sido una de las lecciones más importantes que he aprendido en mi camino con Dios, porque me ha permitido disfrutar consistentemente de mi vida. Cuando esperamos a ver cómo nos sentimos para saber si podemos disfrutar de cada día, damos a las emociones el control de nuestras vidas. Pero, afortunadamente, podemos tomar decisiones que no se basen en los sentimientos. Si estamos dispuestos a tomar buenas decisiones, independientemente de cómo nos sintamos, Dios nos ayudará a tomarlas.
Vivir la buena vida que Dios nos ofrece requiere que seamos obedientes a su manera de ser y de hacer. Él nos da la fuerza para seguir sus enseñanzas, pero nosotros debemos elegir hacerlo. Dios no elige por nosotros. Él nos ayuda, pero nosotros debemos participar eligiendo obedecer su Palabra en lugar de simplemente hacer lo que nos apetezca. No podemos disfrutar consistentemente de la vida hasta que estemos dispuestos a hacer esto. Por ejemplo, puedo sentir deseos de evitar a alguien porque ha herido mis sentimientos o me ha tratado injustamente, pero puedo elegir orar por ellos y tratarlos como Jesús lo haría mientras espero que Él intervenga en esa situación. Si actúo según mis sentimientos, perderé la paz y la alegría. Pero si escojo hacer lo que Dios me ha instruido hacer en su Palabra, tendré su recompensa y bendición en mi vida.
Oración: Ayúdame, Dios, a tomar buenas decisiones con respecto a mis emociones y a no permitir que controlen mi vida. Quiero obedecer tu Palabra y experimentar tus bendiciones en mi vida.
DÍA 3
Eres amado y aceptado
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
2 Corintios 5:21 RVR60
Dios quiere que nos sintamos amados y aceptados. Por eso su Palabra incluye tantas Escrituras que nos recuerdan su amor incondicional por nosotros (Juan 3:16, 15:13; Romanos 8:35-39). Según Romanos 5:8, cuando aún éramos pecadores y Dios no nos importaba en absoluto, Él envió a su Hijo para que muriera por nosotros, pagara el precio de nuestros pecados y nos diera la oportunidad de vivir en paz, en estrecha comunión con Él.
Cuando recibimos a Jesús como nuestro Salvador, Él toma nuestro pecado y nos da su justicia, como nos enseña la Escritura de hoy. Puede que no comprendamos todo el impacto de esto. ¿Cómo podemos comprender lo que realmente significa ser justificado ante Dios, gratuitamente? Esta es una verdad gloriosa que puede cambiar la forma en que nos vemos a nosotros mismos si la dejamos hundirse en nuestros corazones.
Te reto hoy a creer que Dios te ama y te acepta completamente, que Él piensa bien de ti, y que estás relacionado con Él a través de Cristo. Ten un pensamiento positivo acerca de ti o di una palabra positiva acerca de ti basado en lo que Dios siente por ti. No estoy hablando de llenarte de orgullo. Te estoy animando a ser lo suficientemente audaz para creer que realmente eres quien Dios dice que eres.
David le dice a Dios en el Salmo 139:14: “¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas y esto lo sé muy bien!”. A muchas personas les cuesta usar palabras tan positivas sobre sí mismas, pero espero y rezo hoy para que las creas, porque son verdad.
Oración: Gracias, Señor, por amarme y aceptarme completamente y por hacerme justo a través de Cristo. Ayúdame a sentir por mí mismo lo que Tú sientes por mí.
DÍA 4
Cómo hablar de lo que sientes
Cuando hay muchas palabras, la transgresión y la ofensa son inevitables, pero quien controla sus labios y guarda un silencio reflexivo es sabio.
Proverbios 10:19 AMP, traducción propia
La gente tiende a hablar mucho de cómo se siente. Algunas hablan de sus sentimientos más que de casi cualquier otra cosa. Se sienten bien o mal, felices o tristes, excitados o desanimados, temerosos o atrevidos, estresados o tranquilos, queridos o no queridos, enfadados o en paz, celosos o felices cuando otros tienen éxito o son bendecidos. La lista de adjetivos que describen nuestro abanico de emociones es casi interminable.
Los sentimientos cambian constantemente, normalmente sin previo aviso, y hacen lo que les da la gana sin ninguna razón específica. Todos nos hemos acostado sintiéndonos bien física y emocionalmente para despertarnos a la mañana siguiente cansados e irritables. A menudo decimos cómo nos sentimos a cualquiera que esté dispuesto a escucharnos, y hablamos mucho más sobre nuestros sentimientos negativos que sobre los positivos. Si me despierto sintiéndome enérgica y entusiasmada con el día, rara vez lo comparto. Pero si me siento cansada y desanimada, quiero decírselo a todo el mundo. He tardado años en aprender que hablar sobre cómo me siento aumenta la intensidad de esos sentimientos, así que me parece que deberíamos hablar de nuestros sentimientos positivos y callar los negativos.
Siempre podemos decirle a Dios cómo nos sentimos y pedirle ayuda y fuerza, pero hablar de sentimientos negativos solo por hablar no sirve de nada. Si los sentimientos negativos persisten, pedir oración o consejo puede ser útil, pero, de nuevo, hablar por hablar no sirve de nada. Incluso si dices: “Me siento cansado”, puedes seguir con “aun así, creo que Dios me dará energía”. Cuando hables de cómo te sientes, habla en positivo.
Oración: Señor, hoy quiero usar la sabiduría al hablar de mis emociones. Ayúdame a hablar de mis sentimientos positivos para que crezcan y a guardar silencio sobre mis sentimientos negativos, ya que confío en Ti para que me ayudes con ellos.
DÍA 5
Elige la fe
Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes.
1 Corintios 16:13
Nosotros podemos vencer el miedo con fe. Cuando nuestros pensamientos nos dicen “No puedes”, debemos recordar que Dios dice “Tú puedes”. Hagámonos eco de la declaración de Pablo en Filipenses 4:13: “Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece”. Incluso cuando sentimos miedo, podemos avanzar con fe, sabiendo que Cristo está en nosotros y nosotros en Él.
Cuando Pedro vio a Jesús caminar sobre las aguas y quiso hacer lo mismo, salió de la barca y empezó a dar pasos. Mientras mantuvo los ojos fijos en Jesús, logró caminar sobre las aguas. Pero cuando se fijó en las olas que le rodeaban, se asustó y empezó a hundirse. Jesús le tendió la mano y lo salvó, pero también lo reprendió amorosamente por su gran miedo y su poca fe (Mateo 14:25-31). Pedro pudo haber elegido la fe y seguir caminando sobre el agua, pero en lugar de eso eligió el miedo, y Jesús tuvo que rescatarlo. El sentimiento de miedo nunca desaparecerá completamente de nuestras vidas, pero cualquier cosa que necesitemos hacer, podemos “hacerla con miedo” y ser valientes mientras mantenemos nuestros ojos en Jesús. La valentía no es la ausencia de miedo; es enfrentarse al miedo y dominarlo.
A veces no vemos cómo podríamos tener fe, pero estos son los momentos en los que debemos negarnos a seguir el miedo, con la ayuda de Dios.
Dios nunca deja de amarnos y no se enfada con nosotros porque elijamos el miedo, pero sí le entristece, porque quiere que vivamos la mejor vida que podamos vivir. En su Palabra, Él nos instruye a no temer y a saber que nos dará la gracia y la fuerza para hacerlo.
Oración: Gracias, Dios, por el don de la fe. Cuando sienta la tentación de tener miedo, ay