Gaturro 15. Gaturro y el regreso a Mundo Gaturro

Fragmento

Gaturro y el regreso a Mundo Gaturro

Parecía un día común y corriente. Agustín

dibujaba

monstruos

en los márgenes de la

hoja mientras la maestra trataba de explicar otra

vez la suma de fracciones. La clase le

aburría

, y

la mayoría de sus compañeros estaba papando

moscas. Lo de costumbre. Agustín levantó la vista

del papel y miró por la ventana. Afuera, algunos

chicos hacían gimnasia. La misma rutina de todas

las mañanas. Nada parecía indicar que pronto,

apenas en un rato, ese día tranquilo cambiaría por

completo y que toda su vida, sus amigos y hasta

su familia correrían un serio, serísimo

peligro

.

La

primera señal

de que algo no andaba

del todo bien fue que Agustín empezó a ver

mal. La realidad parecía fuera de foco y pese a

restregarse y restregarse y restregarse los ojos, no

lograba ver con nitidez.

—¿Qué te pasa, Agustín? —preguntó la maestra.

—Nada, señorita. Me debe haber entrado algo

en el ojo —se excusó.

MALESTAR EN EL

COLEGIO

Gaturro y el regreso a Mundo Gaturro

Pero entonces surgió la

segunda señal

de

que algo raro estaba ocurriendo.

—Ey, ¡miren a Agustín! —exclamó Marcos, el

peor compañero del mundo—. ¿Qué te pasó,

metiste los dedos en el enchufe?

—¡Parece un

PUERCOESPÍN

! —chilló la bruja

de Marina, muerta de risa.

—Jajaja —rieron todos los chicos a la vez,

señalándolo. Y no era

para menos. ¡Agustín

tenía los pelos parados,

apuntando hacia todas

las direcciones posibles!

—¡Silencio! ¡O

les hago sacar una

hoja ya mismo y

les tomo prueba!

—exclamó la maestra—.

Agustín, andá al baño,

lavate la cara, peinate y volvé

inmediatamente a la clase.

—Sí, señorita —respondió Agustín,

levantándose apurado de su asiento, rojo de

vergüenza

.

Gaturro y el regreso a Mundo Gaturro

Sin embargo, cuando quiso abrir la puerta

del aula, una descarga eléctrica le recorrió todo

el cuerpo, como si se tratara de mil hormigas

malhumoradas.

¡AYYYYYY!

¡Pero esta puerta tiene

corriente! —se quejó Agustín, refregándose el

dedo.

—¡Pero cómo va a tener corriente! ¡Si

acabamos de entrar y a nadie le pasó nada!

—respondió fastidiada la maestra—. Alumno

Agustín, basta de excusas. Vaya ya mismo al baño,

se acomoda esa ropa, se peina como corresponde

y regresa a su banco. ¡No se lo vuelvo a repetir!

Agustín tragó saliva. Cuando la maestra pasaba

de tutearlos a tratarlos de usted era que ya estaba

a punto de perder la paciencia.

—Sí, señorita —susurró, mientras dejaba

atrás el aula. A sus espaldas, los chicos seguían

riéndose a

carcajadas

y la maestra pedía silencio

otra vez a los gritos.

Se dirigió rápidamente al baño. Esta vez, abrió

la puerta ayudándose con el pie y la cadera, no

fuera cosa que sufriera otra descarga. Pero frente

al espejo, las cosas no mejoraron ni un poco.

Gaturro y el regreso a Mundo Gaturro

Además de tener todos los

PELOS PARADOS

y de

no poder enfocar la vista, unas rayas horizontales

comenzaron a subir y a bajar recorriendo todo

su campo visual, como si en lugar de la realidad

estuviera viendo un televisor que no lograra

sintonizar bien el canal. Y en cuanto se lavó la

cara, cientos de chispas saltaron por el aire y toda

su cabellera se electrizó todavía más. ¡Parecía un

punk

!

Gaturro y el regreso a Mundo Gaturro

—Ahora sí que estoy en

problemas

. Esto no

puede ser normal. ¿Será un efecto secundario por

haber estado en el mundo virtual? —se preguntó

en voz alta, asustado.

Poco tiempo atrás, él y Gaturro habían

quedado atrapados dentro de Mundo Gaturro.

Por suerte, y gracias a la ayuda de Luz, habían

logrado escapar sanos y salvos. Pero, quizás,

haber sido un ser digital por algunas horas le

estaba ocasionando ahora este

malestar

extraño.

Se examinó de cerca los ojos, pero parecían

iguales que siempre. Apoyó la cabeza entre

las manos y tomó aire. Su mamá solía decir

que

respirar

profundamente ayudaba a

resolver cualquier problema. Desde que lo había

escuchado en su clase de

yoga

, lo repetía

a cada rato. Inspiró, exhaló y cuando volvió a

mirar al espejo, a sus espaldas apareció una gata.

Agustín la reconoció: ¡era Cami-Z! Un personaje

virtual de Mundo Gaturro. ¿Cómo podía estar en

el baño del colegio? ¡Y encima en el de varones!

Pero al darse vuelta, la imagen desapareció.

Gaturro y el regreso a Mundo Gaturro

—Ay, no...

¡ahora sufro

alucinaciones!

Voy a tener

que hablar

con Luz. Y ver a

Gaturro. Quizás

él también tenga

algún síntoma...

—se dijo a sí mismo,

mientras examinaba su imagen

difusa en el espejo—. Por hoy,

¡game over!

Será mejor que dé por terminadas las clases y

vuelva a casa.

Fue hasta la Dirección y pidió que llamaran a su

mamá. Así no podía volver al aula, se iban a burlar

de él hasta que terminara el año. No ese año,

seguramente el siguiente o el otro. ¡Quizás hasta

en el secundario continuaran burlándose de él!

—¿Te sentís un poco mejor, mi cielo? —le

preguntó su mamá, mientras subían al auto—.

Todos los días te digo lo mismo, ¡tenés que dejar

de jugar tanto tiempo con la compu! Si no es la

Gaturro y el regreso a Mundo Gaturro

notebook, es la tablet o la Play... ¡siempre frente a

algún aparato!

—Si es por aparatos,

Luz se pone de novia con

cada uno... ¡y a ella no le

decís nada! —exclamó

Agustín, tratando

de que su mamá

se enfocara en

otra cosa.

—No me

cambies de tema.

Además, de los

novios de Luz se encarga

tu padre —aclaró su mamá, y agregó—: lo que

vos necesitás es descansar. Te dejo en casa

mientras voy a clase de pilates, pero nada de

jueguitos

, eh. Así no hay ojos que aguanten.

Tanta pantalla te debe estar haciendo mal a la

vista. Y lo del pelo... bueno, debe ser estática.

Agustín estaba seguro de que no era po

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