Nunca dejes de soñar (Lola Lolita 2)

Lola Moreno

Fragmento

cap-1

¡Hola, loquillos!

No os lo vais a creer: el grupo de baile que formé con unos cuantos amigos de clase, los Tumblr, está de gira con David Peluso, el artista más maravilloso y guapísimo de todo el planeta Tierra. Esta noche actuamos en un pabellón ENOOOORME y hemos conseguido un SOLD OUT absoluto. Ha venido tanta gente a vernos que no cabe ni un alfiler. El público corea las canciones, salta y grita enloquecido mientras nos marcamos unos pasos espectaculares. Jamás en toda mi vida había sentido nada tan alucinante. No, espera, lo retiro, porque lo que está pasando ahora es todavía mejor. La música cambia a otra más lenta, David se coloca detrás de mí, me rodea la cintura con las manos y empieza a cantarme al oído. Su voz es tan aterciopelada y suave que tengo la sensación de que puedo tocarla. Cierro los ojos y, de repente, agarra un pompón peludo y me lo estampa en la cara con tanta fuerza que me caigo de culo.

Pero ¿qué...?

¡OOOOH, NOOOO! Tardo unos segundos en abrir los ojos y darme cuenta de que el pompón peludo no es otro que Zito, mi gato, que se acaba de sentar sobre mi nariz.

—Zito, me has despertado. ¡Con el sueño tan bonito que tenía!

imagen

El gato se vuelve a mirarme con sus enormes ojos amarillos como diciendo «no sé de qué me hablas» y se hace un ovillo en mi almohada. Me doy media vuelta y me acurruco entre las sábanas. A ver si consigo volver a dormir y seguir con el sueño justo donde lo he dejado. Pero no estoy de suerte: al instante mi móvil vibra y empieza a sonar la melodía del despertador. ¡NOOOO!

Zito se despereza como si se dispusiera a hacer caso del aviso. Falsa alarma: un par de estiramientos gatunos y se vuelve a enroscar en mi almohada. ¡QUIÉN FUERA GATO! Pues yo tampoco pienso levantarme ahora mismo. Cinco minutos más y me espabilo, prometido...

Por desgracia, mamá no tarda ni dos segundos en entrar en mi habitación y abrir las persianas.

—¡BUENOS DÍAS, DORMILONA! ¿No has oído el despertador?

Juraría que me lee el pensamiento. Cada vez estoy más convencida de que tiene superpoderes.

—SSSMMM.

No consigo decir nada más antes de que mi hermano Enzo entre corriendo en la habitación y salte encima de mí como si la cama fuera una piscina y yo un colchón inflable.

—¡Lolitaaaaaa!

¡CHOF!

imagen

—¡Buenos días! —me dice con una sonrisa gigante a la vez que me inunda a besitos.

Desde luego, no hay nada como una minisesión de cosquillas matutinas con Enzo para despejarte por completo. En fin, más vale que me ponga en marcha. ¡El olor de las tostadas me llama!

¡MEEEC!

—Mamá, esa debe de ser Ana. Me voy VOLANDO, que no le gusta nada esperar —le digo a la vez que abro la puerta para marcharme.

—¡Claro, cariño! ¡Que pases un buen día!

—¡Y tú también! ¡Hasta luego, guapi!

Es una SUERTE poder hacer el camino al insti acompañada de una amiga y más si es tan simpática como Ana; así parece mucho más corto. La conocí el año pasado, al igual que a mis otras dos amigas del alma, Carla y Lucía, que como de costumbre nos están esperando en la puerta del centro. Nos hemos ido viendo durante las vacaciones de invierno, así que en teoría no tenemos muchas novedades que contarnos, pero, como dice mi madre, a nosotras nunca se nos agotan los temas. Esta mañana les relato mi sueño de un tirón antes de entrar.

—Mi hermana cree que es uno de esos sueños premonitorios —termino—. Yo no creo que exista nada parecido, pero... ¿OS IMAGINÁIS?

—Bueno, hay teorías que... —empieza a decir Ana, que es una enciclopedia con patas, pero Carla la corta emocionada.

—¡UAAALA, LOLA! ¡Una gira con David Peluso! Tú eres un poco brujita, ¿verdad? Por favor, por favor, que se haga realidad.

—Sí, sobre todo esa parte en la que él le arrea un POMPONAZO en la cara y Lola se cae de culo delante de un estadio lleno de público hasta la bandera. ¡Glorioso! —suelta Lucía.

Estallamos en CARCAJADAS y todavía seguimos riendo cuando entramos en clase. Qué ganas tenía de verlos a todos. Incluida la friki de Svetlana, que tiene un corazón enorme, aunque no lo parezca. Y las gemelas Blanca y Nieves, que en verdad parecen sacadas de un cuento de hadas, y Jorge, con los «NOTAS» de sus amigos. Tengo la sensación de que hace tres meses que no los veo en lugar de poco más de dos semanas.

—Mira, Lola, allí están Rita y Romy —me señala Carla. Me vuelvo a mirarlas y sonrío. Hace nada las considerábamos un par de estiradas porque no se relacionaban con nadie, y, en cambio, ahí están ahora, SUPERINTEGRADAS, hablando con...

¿¿??

—¡Chicas, chicas! —ES XIMO, nuestro radiomacuto particular. Tiene un don especial para enterarse de todas las novedades. Ahora se acerca a abrazarnos con sus pantalones anchos y su gorra roja—. Tenemos una compañera nueva. Se llama Camila y es un pibón. Está ahí, en medio del corrillo. ¿LA VEIS? Es la cabecita pelirroja de la primera fila. Y ya se ha metido a media clase en el bolsillo.

—¡Pues, qué bien! —dice Carla con retintín. Yo la miro horrorizada, porque Carla es SUPERAMABLE y casi todo el mundo le cae bien, pero enseguida me percato del motivo de su reacción: César, el único chico que le gusta, además, de David Peluso, es uno de los sonrientes moscardones que revolotean alrededor de la chica nueva.

—Venga, vamos a saludarla —propongo para animarla—. Es su primer día, seguro que está deseando hacer amigos. Todavía me acuerdo de cuando yo estaba en su misma situación.

En cuanto nos acercamos más, entiendo por qué Carla se ha puesto un pelín celosa. Ximo no se equivocaba. Camila tiene unos preciosos ojos verdes, es elegante como una bailarina y lleva un conjunto turquesa de lo más Tumblr.

—Hola, soy Lola —me presento—. Estas son mis amigas Carla, Ana y Lucía. BIENVENIDA A CLASE.

imagen

—Muchas gracias, yo soy Camila —dice, y nos planta dos besos a cada una—. Es mi primer día y, la verdad, estaba un poco asustada porque no conocía a nadie y... te sientes muy sola cuando eres la nueva.

—Pues realmente no parece que hayas estado sola mucho tiempo —le suelta Carla. Le pego un codazo con disimulo. Espero que Camila no haya notado lo mosqueada que está.

—No, la verdad es que no. Sois todos tan majos... Por cierto, me flipa tu camiseta y te queda de maravilla...

—Vaya... muchas gracias —le responde mi amiga un tanto cortada, ahora con una sonrisa incipiente—. A mí me encanta tu conjunto.

Salta a la vista que esta chica sabe hacer amigos. Tengo la sensación de que podríamos seguir charlando todo el día, pero Bernadette, la profesora de creatividad, entra en clase como un barco a toda vela y nos corta el rollo de golpe y porrazo.

—Bu

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos