Hablemos de lo que no se habla

Fragmento

PRÓLOGO

Este es un libro diferente.

Sí, te sorprendió su título y por eso lo tomaste.

Probablemente tu primera reacción sea devolverlo al estante donde estaba. No lo hagas. Es un pedido mío.

En ocasiones nos preguntamos acerca de qué es lo que hay luego de la muerte y cómo será el pasaje de la vida a una nueva forma de permanecer vigentes en el pensamiento y en el sentimiento de aquellos que quedan.

Seguramente ante distintas circunstancias tú te has enfrentado a este interrogante. La partida de familiares cercanos, de amigos; accidentes de tránsito y enfermedades crueles que cobran vidas forman parte del panorama que acompaña nuestra existencia.

Cerrar los ojos no nos favorecerá en nada, porque tarde o temprano volveremos sobre este pensamiento que nos genera emociones encontradas. Por lo tanto, permanece con el libro. Ojea su contenido y recién después decide si lo llevas o lo dejas.

Me supuso quince años el tomar la decisión de abordar este delicado tema que involucra a la totalidad de los seres humanos. No me sentía preparado para ello.

Pretendo que sea un análisis objetivo, veraz, y a la vez que pueda transmitir un mensaje de esperanza tanto para quienes les ha llegado el instante de la partida como para aquellos que permanecen y que tienen la necesidad de manejar su dolor por la ausencia de seres queridos de la mejor manera posible.

Deseo que te lleves el libro y me acompañes a transitar por sus capítulos, en la búsqueda de un mensaje que alivie la carga emocional tan intensa que significa enfrentar el último episodio de la vida.

Gracias por tu comprensión.

Dr. Walter Dresel

INTRODUCCIÓN

En oportunidad de presentar mi primer libro, El lado profundo de la vida, el director de la editorial, en la entrevista que mantuvimos, me transmitió su inquietud sobre la necesidad de que existiera un libro acerca de nuestro viaje hacia la eternidad.

Mi primera reacción fue responder en forma negativa, porque no me sentía preparado para abordar el tema en profundidad, más allá de que el ejercicio de la medicina me había enfrentado en múltiples oportunidades a ese límite tan estrecho entre la vida y la muerte.

Quince años han transcurrido desde esa primera vez en que fui acercado a dicho tópico, inducido por quien, conocedor del ámbito literario latinoamericano, me hacía esa propuesta que no pude aceptar. Pero la vida transcurrió y llegué a una etapa donde yo mismo considero estrictamente necesario introducirme de lleno en esta temática que nos involucra a todos como seres vivos.

Algún día partiremos. No sabemos ni cuándo ni en qué condiciones. Así como nos preparamos para una fiesta o para algún evento importante, tenemos la necesidad de estar capacitados para abordar esta experiencia que es inédita para todos nosotros, encarándola como lo que en definitiva es, un episodio más de los tantos que vivenciamos a lo largo de nuestro camino.

Niñez, juventud, adultez y vejez son las cuatro etapas que hemos de transitar en la vida. Luego llega la gran incógnita: ¿el final o un nuevo comienzo? No lo sabemos.

Lo que sí sabemos es que el tren pasa una sola vez y se detiene en todas las estaciones donde debe hacerlo. Por tanto, cada etapa de la vida debe ser experimentada sin retaceos y debe disfrutarse, porque el tiempo no aminora ni regresa.

Si ingresas en el jardín de tu corazón, encontrarás el escenario perfecto para saber si tienes “cuentas” que quieres saldar antes de partir. Me refiero a situaciones que has deseado vivir y que por distintos motivos han quedado en la carpeta como asignaturas pendientes.

Es hora de actualizarte y subsanar la sensación de que no has hecho aquello que deseabas por múltiples circunstancias que se atravesaron en tu vida. Esta tiene un tiempo determinado y no debes postergar para mañana o para un futuro incierto el realizarlas.

El tiempo pasa inexorablemente y se torna imprescindible no solo aceptar que hemos de envejecer, sino hacerlo con la dignidad que merecemos. ¿Qué significa envejecer con dignidad? Ello expresa que aceptaremos el paso del tiempo como un sinónimo de sabiduría, poniendo en práctica todos los cuidados precisos para preservar nuestro cuerpo físico y también el emocional.

Nos preparamos para un cumpleaños, para un aniversario, para un casamiento o un nacimiento, pero no solemos prepararnos para la partida definitiva. Es comprensible; no queremos pensar en ello. En este libro lo haremos juntos, porque es esencial estar listos.

No sabemos cuándo ni cómo, pero llegará un día en el que ingresaremos en la eternidad. No solo debemos estar dispuestos a admitirlo, sino que, tanto sea que nos toque partir como permanecer un tiempo más aquí, ambas situaciones deben ser asumidas con la madurez necesaria para no sufrir desmedidamente y comprender que la vida tiene un principio e, inevitablemente, también un final.

La vida nos enseña que no hay nada que sea para siempre. Y nuestra existencia no escapa a este concepto. Si partimos de esta premisa, ¿qué estás esperando para disfrutar cada minuto que D’os1 o un orden superior te está otorgando aquí en la Tierra?

Desde luego, cada ser humano tiene el libre albedrío de creer en una entidad suprema o no hacerlo. Lo innegable es que el valor de la fe —para los que la tenemos— es enorme. Nos ayuda a comprender que hay fenómenos que escapan a nuestras mentes privilegiadas y que solo tienen explicación mediante una convicción profunda en la misma Creación. Ello no es obstáculo para que tú tengas un juicio crítico y emitas tu opinión de aquellos episodios que te tienen como protagonista.

La fe nos ayuda a aceptar aquello que no podemos comprender cabalmente, como lo es el tránsito hacia una dimensión diferente. También nos ayuda a disminuir el temor que naturalmente los seres humanos tenemos ante lo desconocido.

Muchas preguntas revolotean en nuestra mente. Sobre todo, ¿qué habrá en el más allá? ¿Cómo seremos recibidos? La controversia ronda el hecho de si la desaparición de nuestro cuerpo físico es todo, o si el alma perdura y queda engarzada en el corazón de quienes han compartido la vida con nosotros. De ello nos ocuparemos más extensamente en el desarrollo de esta obra.

El tema no es sencillo. Pasamos buena parte de nuestra vida intentando por todos los medios ignorarlo. Pero la realidad nos golpea día a día con contextos que nos sacuden duramente y que inevitablemente nos llevan a pensar en la muerte. Como mecanismo de defensa, por ejemplo, pasado el impacto inicial de la noticia, volvemos a nuestra actividad habitual creyendo que hemos superado el episodio desagradable, pero en realidad lo único que hacemos es cubrir

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos