El impacto del estrés

Fragmento

PRÓLOGO

Hola. Sí, no mires a tu alrededor, es a ti a quien hablo. A ti que has tomado este libro entre tus manos porque seguramente el estrés te afecta, como a la casi totalidad de los seres humanos, perturbando el normal desarrollo de tu existencia.

El estrés se ha convertido en el enemigo moderno, en el asesino sigiloso que ocupa el primer lugar entre las causas de un sinnúmero de dolencias, tanto físicas como emocionales. No hay un medicamento específico para atacarlo y vencerlo. Nadie puede evitar la presencia diaria de los agentes que desencadenan una serie de reacciones negativas en nuestro organismo.

Solamente modificando nuestra actitud frente a esos factores es que estaremos en condiciones de limitar la acción deletérea que tiene el estrés sobre nuestros órganos y sistemas.

En este libro abordaremos en profundidad un programa destinado a evitar que este fenómeno que se ha convertido en el enemigo número uno del ser humano continúe dañándonos.

De nadie depende más que de nosotros mismos. El primer paso será que tú aceptes tu realidad y que, tomando un café contigo mismo, puedas ir al jardín de tu corazón y mirarte en el espejo de tu alma, para adquirir conciencia de lo que estás viviendo y revisar si el estilo de vida que llevas es el que realmente tú deseas.

Nadie lo puede hacer por ti. Lo importante es no esperar a tener ya un deterioro constituido para iniciar este proceso tendiente a controlar al principal agresor de la vida de hombres y mujeres, entre los cuales tú te encuentras.

Veremos cómo en buena medida la pasividad que mostramos los seres humanos ha permitido que en el término de unas pocas décadas se haya convertido en el principal factor de riesgo de una multiplicidad de enfermedades, que ponen en serio compromiso nuestro equilibrio y la armonía necesaria para acceder a la calidad de vida que merecemos.

La presentación está hecha. Solo resta que tú aceptes la invitación, como la que he extendido en todos los libros, para que me acompañes en esta nueva aventura, que tiene como único propósito desenmascarar a este enemigo y ponerle coto a su agresión constante.

Descuento que aceptarás esta propuesta, por lo que desde ya te agradezco tu buena disposición y voluntad de incursionar en los círculos más profundos del estrés.

Ponte cómodo, ya iniciamos este viaje que nos llevará a conocer las razones por las cuales el estrés ha calado tan hondamente en el cuerpo y en la mente de quienes luchamos por una supervivencia digna.

Aquí, en la mesita ubicada a tu lado, está el café, y verás también por allí algunos chocolates individuales, que van de maravilla con esta increíble infusión que me ha acompañado en la visita a los lugares más recónditos de la mente humana.

Ya está todo dispuesto. Así que allá vamos en este nuevo periplo que tiene como destino final brindar, a quien se acerque al contenido de esta obra, herramientas que le permitan reaccionar de un modo diferente ante los embates a los que se ve expuesto en el día a día.

Gracias nuevamente, prometo no defraudarte. Tanto tú como yo nos veremos enriquecidos con el análisis de las respuestas que utilizamos frente al estrés y así descubriremos cómo hacer para modificarlas en nuestro beneficio.

INTRODUCCIÓN

A fines de la década de 1970, mientras me preparaba para rendir la prueba final de mis estudios de posgrado de Cardiología, hablábamos del estrés como un factor de riesgo menor en la génesis de las enfermedades cardiovasculares. No se le podía comparar en importancia con el tabaquismo, la hipertensión arterial, el colesterol elevado en sangre ni el consumo indiscriminado de grasas animales.

Han pasado casi cuarenta años y cabe preguntarnos: ¿qué nos ha sucedido a los seres humanos? ¿Cómo es posible que en este período el estrés haya alcanzado un lamentable primer lugar entre los factores de riesgo, unido al sedentarismo, la obesidad, la diabetes y una larga lista de dolencias que concurren para que perdamos el delgado equilibrio entre la salud y la enfermedad?

Hemos avanzado en forma espectacular en lo que tiene que ver con la tecnología, que nos permite hoy estar comunicados al instante con los lugares más alejados del mundo; asimismo hemos progresado en los métodos diagnósticos que facilitan enormemente la tarea médica. Sin embargo, no hemos podido mantener un estilo y una calidad de vida acordes a lo que necesitamos para preservar nuestra salud.

Somos todos responsables de ello. No es cuestión de mirar hacia atrás y proclamar que antes vivíamos mejor, más tranquilos, sin tantas preocupaciones, sino que debemos entre todos analizar objetivamente cómo se ha ido dando este proceso de deterioro que culmina con el estrés como uno de los principales desencadenantes de desequilibrios y afecciones.

Este triste primer lugar no solo es aplicable a las enfermedades cardiovasculares, sino que también, como veremos en el desarrollo de esta obra, facilita la disminución de la eficacia de nuestro sistema inmunológico (o el sistema de defensa que tenemos para enfrentar las agresiones tanto externas como internas), produciendo una serie de desajustes que abren las puertas de par en par a las distintas patologías.

Si seguimos transitando por estos caminos cada vez más áridos e intrincados, llegaremos a un destino que no deseamos quienes amamos la vida, por lo que se impone realizar una serie de ajustes en nuestra conducta y nuestra actitud en el día a día. No se trata de sobrevivir, sino de intentar vivir de la mejor manera posible.

El estrés que se sale de nuestro control genera pensamientos y emociones negativas que, de no procesarlas adecuadamente, van a proyectarse sobre nuestro cuerpo físico, generando al principio solamente alteraciones de la función de órganos y sistemas, para finalmente constituirse en enfermedades orgánicas, algunas de ellas de difícil y dudosa curación.

El organismo es nuestro mejor amigo. Él nos acompaña en todas las aventuras a las cuales lo invitamos. Él accede en forma complaciente, pero a la vez anota cuidadosamente todos los excesos que cometemos; porque su capacidad tiene un límite, y cuando este es alcanzado, a veces con aviso y otras sin él, el quebranto de salud se hace presente.

Cada hombre y cada mujer son diferentes. Con esto quiero significar que la tolerancia frente a los factores estresantes no es

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