¿Qué puedo hacer para desintoxicarme?

Dr. Miquel Porta

Fragmento

cap-3

LA MAYORÍA (O LA MINORÍA MÁS DESPIERTA) LO SABE

740 personas contestaron a una encuesta en línea realizada para llevar a cabo un análisis de las percepciones de la ciudadanía sobre la presencia y los riesgos para la salud de compuestos químicos sintéticos en los alimentos. Los investigadores pretendíamos explorar qué factores influyen en sus valoraciones acerca de cómo se aplican las leyes en España. En la investigación, que se publicó en 2017 en la excelente revista Gaceta Sanitaria, los autores concluimos que «entre los participantes del estudio hubo un amplio escepticismo y desconfianza respecto a la aplicación y la efectividad de la legislación que en España aspira a controlar la exposición humana a sustancias tóxicas en los alimentos». Más del 87% de las personas encuestadas consideró que era posible que a lo largo de su vida hubiesen acumulado en su cuerpo sustancias tóxicas potencialmente peligrosas para su salud.[1]

CÓMO DISMINUIR LA CONTAMINACIÓN INTERNA

Mejor prevenir que tomar zumos verdes

 

Lo siento, pero ni dietas detox ni zumos verdes ni muebles bien orientados ni otros productos bien intencionados sirven realmente para limpiarnos de los contaminantes más persistentes. Desintoxicarse de ellos pasa inevitablemente por reducir la exposición, prevenirla, evitarla. No hay evidencia científica sobre productos que pueda limpiar nuestro cuerpo de contaminantes persistentes.

Pensemos que el tiempo de vida media de la mayoría de los contaminantes persistentes es de entre ocho y doce años, o más. Cuando una sustancia no se excreta o lo hace muy lentamente, cuando es persistente en el organismo es porque se disuelve, engancha o agarra con enorme fuerza a las grasas, aceites o lípidos (en inglés decimos que los compuestos persistentes son fat lovers o amantes de las grasas). Eso impide su excreción por los riñones, por ejemplo.

Por estas poderosas razones, los conocimientos actuales lo dejan claro: es más práctico, realista y factible prevenir la exposición y la subsiguiente contaminación, que desintoxicarnos de las sustancias persistentes. Y para conseguir ese fin, lo más eficaz es combinar la acción individual y la colectiva. Es fácil decirlo, pero ¿cuán factible es? Pensémoslo también solos y en compañía (compañeros de familia, trabajo, barrio, organización ciudadana, etc.).

¿En qué medida puede la acción individual de una persona cambiar su estilo de vida? A veces, en buena medida. Por ejemplo, a veces puede mejorar la dieta, hacer más ejercicio... ¿Y trabajar de forma más satisfactoria? (menos estrés, más control del ritmo de trabajo, mejor ambiente, mejor sueldo, otras recompensas materiales e inmateriales). Mejorar eso ya es menos frecuente. Sí, bastantes personas que fuman o están expuestas al humo del tabaco pueden dejarlo o evitarlo. Bien, bastantes individuos pueden mejorar cosas, sí. Pero: aunque algunos cambios ahorran dinero (tabaco), otros suponen gastar más dinero (alimentos de más calidad). Otro pero: cambiar las condiciones de vida (trabajo, atmósfera urbana) pocas veces está al alcance de los individuos.

La acción colectiva (en el trabajo, el barrio, la organización ciudadana; como consumidores, al comprar; en las manifestaciones públicas y en las elecciones democráticas) permite influir a favor de las políticas públicas y privadas (institucionales, empresariales, ciudadanas) que disminuyan la contaminación interna y externa.[2]

Una vez contaminados, ¿es posible disminuir esa contaminación y desintoxicarse?

Es una cuestión muy importante y a la vez muy difícil de responder, lamentablemente, pues veo poca literatura científica dedicada a ella, mucha menos de la que sería necesaria. Cuesta aceptarlo: a menudo quisiéramos que la literatura científica nos diese buenas respuestas. Además, en internet (o sea, en el «barrio» en el que vivimos) hay bastante oferta de productos sin fundamento científico. En efecto, mi lectura de la literatura científica —de la poca que hay— indica que muchos productos no son eficaces para disminuir la carga corporal de compuestos tóxicos persistentes. No obstante, esos productos y servicios pueden tener un sentido humano y quizá, a veces, un cierto papel en nuestra vida cotidiana.

¿Ah, sí?¿Cuál?

Para no filosofar, diría que parecido a poner unas flores en un jarrón en casa, o estar un rato escuchando el silencio, o pasear de la mano de un niño o de nuestra pareja. Si se hacen con cierta conciencia —tranquila, sencilla—, o incluso sin ella, esas cosas tienen todo el sentido del mundo. Es como una especie de mindfulness avant-la-lettre: hacer cosas agradables, humanas y con sentido, con una leve conciencia de ello, se ha hecho durante toda la historia de la humanidad. En cambio, tiene poco sentido tomar determinados productos o hacer ciertas dietas detox supuestamente desintoxicantes a toda prisa porque uno está —o cree estar —muy ocupado, estresado o contaminado, o como quien toma un antibiótico; literalmente, eso es absurdo (dicho con todo el respeto). Y metafóricamente, pues depende: depende de lo que a uno le cueste en términos monetarios o de pérdida de autonomía y serenidad. Esclavitudes, cuantas menos, mejor. Si se hace con alegría, igual es aceptable... un rato. Tomar el producto mágico con gran convicción es médicamente comprensible, pero muy discutible: es más sano no tener esas ataduras, es preferible cumplir bien las prescripciones de medicamentos eficaces cuando están indicados de verdad.

Más consejos para evitar contaminantes

Para evitar la ingesta de dioxinas: Si puede coma menos productos de origen animal y animales, pues es probable que las contengan —habitualmente, a concentraciones bajas— carnes, pescados, lácteos y huevos. Sí, tristemente, es frecuente que las redes alimentarias animales y humanas estén contaminadas por dioxinas.

Para evitar la exposición a bisfenol A (BPA): Aliméntese con productos frescos en vez de enlatados, dado que, como ya hemos comentado, el recubrimiento interior de muchas latas contiene BPA. A menor escala (puesto que para la mayoría de las personas la exposición es mucho menor que por vía alimentaria), diga «no» a los recibos o tíquets de las tiendas, ya que mucho papel térmico está recubierto con BPA. En la medida de lo posible, evite los plásticos marcados con un PC (policarbonato) o con la etiqueta #7. No todos estos plásticos contienen BPA, pero muchos sí.[3], [4] Cuando le sea posible, utilice tazas, platos y cubiertos que no sean de plástico o similares; por ejemplo, quizá en la cafetería de su lugar de trabajo pueda pedir que le sirvan el café en una taza de cerámica —si no lo hacen ya—, o incluso en una que traiga usted, si el café es para llevar de vuelta al despacho. Y sí, luego la tendrá que lavar usted mismo, pero ¿por qué no lo aprovecha como un momento de calma para pensar en algo que tenía pendiente de hacer?

Para evitar la exposición a ftalatos: Procure no usar recipientes de comida de plástico que los contengan, como tampoco algunos juguetes para niños (ciertos ftalatos ya están prohibidos en ellos). Evite envoltorios o films transparentes hechos con ellos o con PVC (algunos llevan la etiqueta de reciclaje #3). También hay cosméticos y productos para la higiene corporal que los contienen; da

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