Emociones nutritivas

Bernardo Stamateas

Fragmento

Emociones nutritivas

Introducción

Grandes autores, como la psicóloga e investigadora Barbara Fredrickson, el psicólogo y escritor Martin Seligman, el profesor y psicólogo Ed Diener y muchos otros, han investigado el tema de las emociones y, aunque no existe un consenso unificado acerca de cuáles son las positivas (con respecto a si son emociones o actitudes), de mi parte, siguiendo a los investigadores, he clasificado aquellas emociones, de las muchas que existen, que considero nutritivas.

Por lo general, las emociones positivas nos arrancan una sonrisa y nos predisponen a ser más sociables. Los demás suelen percibirlas como una invitación a acercarse y relacionarse con nosotros de manera relajada. Quien es capaz de responder positivamente a dichos estados emocionales logra una resonancia amorosa elevada.

Martin Seligman y Mihály Csíkszentmihályi1 (2003) realizaron una clasificación importante. Ellos dividieron las emociones en pasado, presente y futuro. Respecto al futuro, están el optimismo, la esperanza, la fe y la confianza. Las relacionadas con el presente son la alegría, la tranquilidad, el entusiasmo, la euforia, el placer y la más importante: el llamado flow, o experiencia óptima, que incluye felicidad, competencia percibida e interés intrínseco por la actividad realizada (Csíkszentmihályi, 1990). Y sobre el pasado, las emociones positivas incluyen la satisfacción, la complacencia, la realización personal, el orgullo y la serenidad. Estos tres aspectos emocionales son distintos y no se hallan necesariamente relacionados (Seligman & Csíkszentmihályi, 2000).2

PASADO

SATISFACCIÓN, COMPLACENCIA, REALIZACIÓN PERSONAL, ORGULLO Y SERENIDAD.

PRESENTE

ALEGRÍA, TRANQUILIDAD, ENTUSIASMO, EUFORIA, PLACER, FLOW (FELICIDAD).

FUTURO

ESPERANZA, FE, CONFIANZA, OPTIMISMO.

Los seres humanos somos seres emocionales y nuestras emociones invaden todo nuestro ser, pues siempre buscan ser descargadas y expresadas, ya sea a través de la palabra, la creación o la acción. Estas son, muchas veces, los anteojos con los que vemos la realidad, pues la percibimos de acuerdo con nuestro estado emocional predominante.

Una emoción consiste en un estado afectivo que surge de modo repentino y dura un breve momento; vendría a ser la reacción personal a una circunstancia vivida. Si estoy contento, interpretaré las distintas situaciones de manera alegre; y, si estoy triste, lo haré de manera melancólica. También pueden actuar como una brújula que atrae recuerdos del mismo tono. Tienen el poder de atraer memorias y de construir interpretaciones de todo lo que nos sucede, además de acelerar o lentificar el tiempo. Cuando uno está ansioso, el tiempo vuela; cuando uno está angustiado o aburrido, parece que el tiempo no pasa más; cuando uno está enamorado, el tiempo es eterno y no hay lugar ni distancia; y así podríamos continuar…

En psicología decimos que “lo que la boca calla, el cuerpo lo expresa”. ¿Cuántas emociones guardadas, encapsuladas y reprimidas procuran, por todos los medios, ser liberadas? Estas nacen en nuestro cuerpo y lo recorren por completo. Incluso, algunas se expresan fuertemente en distintos lugares de este; de allí las siguientes expresiones: “tengo un nudo en el estómago”, “tengo algo atragantado”, etc. Las emociones enriquecen nuestra vida porque, cada vez que termina una, comienza otra. Toda nuestra existencia está atravesada por nuestro campo emocional: nuestros vínculos, nuestros juegos, nuestros proyectos, nuestras frustraciones. Todo está teñido constantemente por nuestros afectos. Hoy se sabe con certeza que razón y emoción dialogan y trabajan “en equipo”; no hay oposición entre ambas, sino comunicación y complementariedad. También que las emociones poseen un ritmo, una duración o una intensidad, que va variando de acuerdo con las experiencias que tenemos.

Los seres humanos nos habituamos rápidamente a las emociones nutritivas. Una actividad que nos produce alegría puede, por la repetición, alcanzar una cumbre y no aumentar. Es decir que una mayor cantidad de la misma actividad no necesariamente traerá un aumento de la emoción nutritiva. De allí, la importancia de variar y de expandir las experiencias que activan dichas emociones.

Uno de los descubrimientos más significativos es que las emociones nutritivas producen un efecto de ampliación del repertorio de los recursos psicológicos humanos. Ya mencionamos que tendemos a acostumbrarnos o habituarnos, lo cual hace que nos adaptemos fácilmente a ciertos placeres y emociones. Entonces, este tono de las emociones nutritivas es cada vez menor si se experimentan de manera frecuente. De allí, la importancia de la variedad de las experiencias. Es decir, un principio importante es que las emociones nutritivas se expanden cuando ampliamos las experiencias, no cuando las reducimos a una o dos actividades de placer.

Las emociones positivas tienen un objetivo fundamental en la evolución, en cuanto amplían los recursos intelectuales, físicos y sociales de los individuos, los convierten en perdurables y acrecientan las reservas a las que es posible recurrir cuando se presentan amenazas u oportunidades (Fredrickson, 2001). Cuando las personas experimentan sentimientos positivos se modifican sus formas de pensamiento y acción (Seligman, 2005), se incrementan sus patrones para actuar en ciertas situaciones mediante la optimización de los propios recursos personales en el nivel físico, psicológico y social (Fredrickson, 2001).3 También algunos expertos afirman que las emociones nutritivas permiten resolver los problemas de manera creativa, tomar mejores decisiones, etc.

Otra forma de sentir emociones nutritivas es mediante el savoring, o saboreo, que consiste en rememorar aquellas situaciones que nos brinden la oportunidad de volver a sentir las mismas emociones. Nuestros recuerdos encierran un gran poder. Todos solemos “saborear” el pasado, al reunirnos con amigos o seres queridos y recordar vivencias imposibles de olvidar o pequeños placeres que hemos disfrutado en el pasado. Pero, además, es fundamental disfrutar en el presente de actividades sencillas como una caminata, una conversación o un café con alguien cuya compañía nos agrada.

Entonces, las emociones nutritivas no son algo que nos sucede o un producto del azar; es posible cultivarlas mediante distintas actividades que las generen.

Experimentar emociones nutritivas no implica no sentir enojo, miedo, ansiedad o tristeza, dado que todas las emociones pertenecen al ser humano. La diferencia r

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