Uruguay en la mira del narco

Fragmento

PRÓLOGO

Un libro valioso y necesario sobre una política pública exitosa

Un gran entusiasmo me generó el pedido de Antonio Ladra para prologar su nuevo libro. Hace años leí su primer trabajo sobre la temática, Narcos en el Uruguay (Ladra, 2014). Disfruté la lectura y además me permitió comenzar a entender algunos aspectos del negocio del narcotráfico en Uruguay en el pasado reciente. En Narcos… abordaba la trayectoria de tres importantes narcotraficantes locales que habían actuado entre los ochenta y la primera década del siglo XXI. En este nuevo libro, Antonio Ladra focaliza en la figura de Julio Guarteche y cómo la Policía nacional enfocó el combate a las organizaciones internacionales de alto nivel que buscaron instalarse en Uruguay entre finales de los años noventa y la primera década del siglo XXI. El libro es también la crónica de las relaciones de los gobiernos del Frente Amplio con la Policía nacional. Este libro contribuye a mostrar la relevancia que tuvo el combate al narcotráfico en los últimos 20 años para la Policía. El lector podrá ver a través de la trayectoria de Julio Guarteche en la Policía, la transformación que el Estado se vio obligado a hacer para enfrentar el crimen organizado y su despliegue en el país.

La investigación realizada para este libro es valiosa para el ciudadano interesado en los problemas de seguridad que enfrenta el país, y también lo es para los investigadores en política de drogas, porque es escasa la investigación en ciencias sociales sobre los niveles más altos en el tráfico de drogas. Como señala el especialista Peter Reuter (2014), las organizaciones de traficantes de alto nivel son poco estudiadas y poco sabemos sobre su estructura, dinámica, así como de los efectos de la política seguida por la Policía y la Justicia para combatir esta modalidad de crimen organizado. En Uruguay, donde el campo del estudio del narcotráfico es un área académica en construcción, más importantes aún son los libros como este que estamos prologando.

En el libro el lector podrá entender cómo es que el problema del tráfico de drogas se ha convertido en uno de los más importantes problemas de seguridad que tiene el país. La Policía nacional dedicó un especial esfuerzo en las primeras dos décadas de este siglo a impedir el intento de carteles de drogas de instalarse en el país y transformarlo en base operativa y de lavado de dinero. Esta es la historia que cuenta Antonio en su libro a través de la carrera de Julio Guarteche, quien desempeñó un papel fundamental tanto en señalar el problema como uno de primera magnitud, como en idear junto a su equipo de trabajo formas inteligentes de combatirlo. El lector podrá entender por qué el narcotráfico es un problema que no solo depende de lo que se haga en Uruguay, sino que está íntimamente relacionado con lo que pasa en otros países de la región. De hecho, Antonio muestra cómo el intento de un cartel mexicano por instalarse en Uruguay está relacionado tanto con las rutas de la droga como con el combate al narcotráfico en el país de origen. El problema del narcotráfico no depende de un solo país, es un problema que requiere una gobernanza internacional. La razón es sencilla. El narcotráfico es una compleja red internacional cuyo valor proviene de la prohibición de las drogas. El consumo de drogas es relativamente inelástico, y la prohibición lo que hace es favorecer al traficante permitiéndole cobrar un precio exagerado por su producto. Un producto, en general, sin cuidado en su elaboración, sin mayores controles de calidad y que se vende a un precio muchísimo más alto que el que se paga al cultivador. Todo esto hace que las ganancias provenientes del tráfico sean enormes en los eslabones que se dedican a la exportación, la importación y distribución mayorista en un territorio. Esta situación y la comodidad que brinda la ilegalidad (me refiero a no tener que cumplir con leyes, pagar impuestos ni reglamentaciones como las normas ISO) hacen que estas redes de tráfico tengan una muy fuerte capacidad de adaptación a la persecución policial y judicial de los Estados. Por otra parte, los Estados tienen todo tipo de problemas internos, además de las dificultades y burocracia que involucra el entenderse a nivel internacional. Por su parte, el tráfico no es siquiera la actividad más difícil sino el lavado del dinero obtenido con él. Uno de los países más poderosos de la tierra, Estados Unidos, no solo no puede controlar el ingreso de drogas a su territorio, tampoco puede controlar a los bancos que están involucrados en el lavado de dinero proveniente del narcotráfico. En este libro puede leerse sobre los esfuerzos mancomunados de la Policía y los poderes del Estado para facilitar la investigación sobre lavado y el uso de los bienes obtenidos por estas operaciones (los bienes confiscados a los narcotraficantes). Por último, el libro de Antonio permite entender que el tráfico de drogas es solo uno de los negocios del crimen organizado. Los grandes grupos del crimen organizado también se dedican a la extorsión, el tráfico de personas, el tráfico de armas y otros negocios ilegales. De ahí que evitar su instalación en el territorio nacional sea tan relevante.

Para terminar este prólogo, es necesario decir que este libro es importante porque mientras los hechos narrados aquí se sucedían, la discusión política cotidiana se fue centrando cada vez más en los problemas de seguridad y en el papel que el consumo y tráfico interno de drogas tenía en los mismos. La población sabe poco sobre los esfuerzos por evitar la localización de grandes carteles en Uruguay y conoce mucho sobre el combate a bocas de drogas. Es decir, la población puede pensar que el problema más importante son las bocas de drogas y no los grandes actores del negocio. El problema del menudeo es el que genera más inconvenientes e inseguridad en la vida cotidiana de las personas. Los datos avalan esta perspectiva. Entre 2003 y 2012 hubo un crecimiento muy importante de la actividad de tráfico, lo cual se vio reflejado en el crecimiento de los casos procesados por el Poder Judicial a causa de violaciones a las leyes de drogas. Según puede verse en estadísticas del Poder Judicial, se pasa de un promedio anual de 2% de los procesamientos a un 12% (Brito, 2017), (Monitor Cannabis Uruguay, 2017). Ese crecimiento recoge solo una parte del problema, porque en mayor medida que otros delitos, los delitos de drogas terminan en encarcelamiento. Eso generó con el tiempo que la prisión se convirtiese en un espacio tanto de reclutamiento de recursos humanos como de enfrentamiento entre grupos vinculados a la distribución de drogas en el territorio del país. Por su parte, el enfrentamiento criminal es una de las causas del crecimiento de los homicidios en Uruguay (aunque no la única). Es hoy en día la principal causa individual de homicidios en el país. Al mismo tiempo que la Policía nacional conducida por Julio Guarteche, y luego de su muerte por Mario Layera, cerraba operaciones exitosas para impedir que grandes grupos de crimen organizado se instalaran en el país

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