La ciencia es cosa de mujeres

Fragmento

La ciencia es cosa de mujeres

Introducción

Marzo de 2020. Todo el mundo compartía una misma preocupación y temor. En los medios no había otro tema. En un programa de la televisión uruguaya el periodista entrevistaba a dos científicos. Al final uno de ellos comentó su sorpresa por estar en horario central y, con simpática ironía, agregó que hasta ese momento solo habían aparecido en la tele de madrugada. Un punto positivo en medio de la incertidumbre: la voz de la ciencia cobraba importancia.

Lo negativo: las mujeres estuvieron subrepresentadas en organismos de coordinación y conferencias de prensa durante la pandemia, a pesar de tener gran presencia en las ciencias y la salud.

Esa incomodidad fue el disparador de este libro, un sentimiento que viene de mucho antes de que conociera las expresiones “piso pegajoso” y “techo de cristal” para denominar las dificultades que limitan a las mujeres en su desarrollo público y profesional.

Tiempo después, Mariana, amiga, colega y editora de este libro, pescó en el aire un comentario mío para desafiarme a escribir sobre las mujeres en la ciencia. Como periodistas afectas a las historias de vida, no pensamos en un ensayo ni en un debate entre expertos. Tampoco en un nutrido pero frío currículum. Nos propusimos un libro de entrevistas que pusiera en primer plano a mujeres dedicadas a la investigación, la docencia y la aplicación como científicas y como personas.

Serían científicas asentadas en su trabajo con perspectiva de seguir creciendo. Serían elegidas entre algunas de las diferentes áreas del conocimiento, sabiendo que, cada vez más, la ciencia es interdisciplinaria. En la tarea de elegir quiénes, me encontré con una enorme riqueza de protagonistas y proyectos. Por eso fue tan difícil seleccionar tan pocas.

“No se trata de un libro académico, sino periodístico. Nos interesa difundir en lenguaje sencillo las investigaciones que se hacen en Uruguay y la dinámica del trabajo de una científica. También acercar algunas pistas para desentrañar el misterio de su pasión por el conocimiento y la investigación.”

Con este mensaje les expliqué mi proyecto a las potenciales entrevistadas. Todas aceptaron.

Fueron generosas y pacientes. No solo accedieron a hablar de su trabajo, sino también a compartir recuerdos, vicisitudes vocacionales y su presente más allá de la academia.

En las entrevistas, una se confesó como “un poco nerd” y otra protestó alegando que no es cierto que ellas sean “bichos raros”. Por mi parte, que me gustan los nerds y no estoy libre de ser calificada como bicho raro, solo puedo decir que me encontré con personas únicas, interesantes e interesadas, compenetradas con su labor, que no solo hablan de moléculas, genes, ecuaciones o algoritmos. Creo que conocerlas puede despertar el deseo de imitarlas y también orgullo por la ciencia autóctona inserta en el mundo, de la que forman parte.

Les presento, entonces, a once mujeres que son científicas. No son retratos a lápiz, sino trazados con palabras. Fueron esbozados con cariño y respeto.

En lo que se refiere a la materia a la que cada una se dedica, predomina su discurso, sus precisiones, las fuentes consultadas que ayudaron a entender lo que había que comunicar. En esa tarea de bajar a tierra lo complejo sería un milagro que no haya cometido errores. Si rezara, pediría que no sean graves.

Por último. Agradezco de corazón a todas las personas que me acompañaron y animaron en la escritura de este libro, tarea que fue linda aunque no siempre fácil. Ellas y ellos lo saben.

M. M.

La ciencia es cosa de mujeres

YAIZA
CANZANI
GARCÍA

EL CÁLCULO

DE LA

FELICIDAD

Si fuera futbolista, su camiseta sería una de las más vendidas. Pero su cancha es la matemática y sus logros no tienen rating.

Un experimento con una cuerda en el laboratorio del liceo despertó su amor por las ondas. Para ser justos, también tuvo suerte: el empujón para sumergirse en ese universo se lo dio el ojo clínico de sus docentes, que confiaron en su potencial. Hoy se impresiona de estar codeándose con lo más selecto de la disciplina. Como el arte, la matemática pura es experimentar sin exigir una aplicación práctica, reivindica. Recién al hacer el doctorado se dio cuenta de que ser mujer en ciencia no es una ecuación sencilla.

 

A los 35 años, Yaiza Canzani García es jugadora de elite. Su campo de acción no es una cancha. Tampoco un escenario, el mundo de las nuevas tecnologías o una causa altruista. Lo suyo es la ciencia formal. A los 21 completó su licenciatura en Matemática en la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar), y a los 26 obtuvo el Ph. D. en la Universidad McGill en Montreal. En adelante su carrera continuó a ritmo sostenido, en Harvard, en el Instituto de Estudios Avanzados en Princeton. Desde 2016 es profesora e investigadora de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.

Por sus trabajos en matemática ya ha recibido dos reconocimientos relevantes, la Sloan Research Fellowship 2018 y el AWM Sadosky Research Prize 2022, en una disciplina que se caracteriza por tener pocos premios y entre los cuales no figura el Nobel. El primero consiste en una beca que la Fundación Alfred P. Sloan otorga cada año a un grupo de jóvenes científicos y académicos de Estados Unidos y Canadá considerados rising stars (“estrellas en ascenso”) y potenciales futuros líderes científicos. El dinero de la beca contribuye para que los seleccionados continúen con su investigación. El segundo, que lleva el nombre de la matemática Cora Sadosky, fue creado por la Asociación para Mujeres en Matemáticas (AWM, por su sigla en inglés) para reconocer “la investigación excepcional en análisis realizada por una mujer al principio de su carrera”.

Yaiza es profesora asociada en el Departamento de Matemáticas de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. Eso significa que es docente y sobre todo investigadora. Cuando le está yendo bien en una investigación, ella “se siente magnífico” porque está descubriendo cosas que nadie sabe, un avance que ella califica sobriamente como “interesante”. La contrapartida es que pasan semanas s

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