A donde nos lleven los caminos

Martín Duarte

Fragmento

A donde nos lleven los caminos

NOTA DE AUTOR

TENACES PAISAJISTAS
DE SU TIEMPO

Quizás sin saberlo, este libro tuvo origen unos trece años atrás. Como comunicador, trabajé en distintos medios de comunicación montevideanos y, durante el período comprendido entre los años 2007 y 2013, estuve al frente del programa Justo a tiempo, en la emisora M24 (97.9 FM). Desde allí impulsé la producción de un disco, invitando a una serie de artistas uruguayos a que versionaran canciones del dúo Larbanois & Carrero, a modo de homenaje. Algunos temas fueron sugeridos a los artistas porque calzaban a la perfección con su forma de cantar. Otros fueron elegidos por los intérpretes y acompasados a la atmósfera musical de sus formatos y bandas. La mayoría de estas canciones fueron presentadas de forma individual —en la medida en que se iban concretando sus grabaciones— y poblaron distintos tramos del programa. Finalmente, luego de algunos años, vieron la luz en un compilado que editó Montevideo Music Group y que fue distinguido por los Premios Graffiti como la mejor edición especial de 2019.

Así me acerqué a Mario Carrero y a Eduardo Larbanois, primero como escucha y luego como difusor de sus canciones. Ya había tenido la suerte de entrevistarlos decenas de veces, de disfrutar de cada cálido encuentro; y fue a mediados de 2019 que empecé con ellos un ciclo de charlas que pretendían convertirse en el retrato de su historia.

El camino no fue para nada sencillo. En primer lugar, porque resumir cuarenta y cinco años de trayectoria y vivencias en un libro de poco más de 400 páginas es tarea compleja. Si algo dejó en claro esta investigación es que la obra del dúo es realmente inabarcable. Cada tramo de sus relatos abre decenas de viñetas a su alrededor, que hacen a la vida del país, que retratan los orígenes del canto popular uruguayo y son reflejo de nuestra historia como sociedad. Por otra parte, cierto tramo de este libro se produjo en plena pandemia de COVID-19, con las cicatrices, consecuencias y desencuentros que la propia dinámica del virus imprimió en todo el mundo. Pese a todo ello, seguimos adelante con el proyecto y hasta aquí llegamos.

Uno de los aspectos sobre los que Eduardo Larbanois hizo hincapié en varios pasajes de nuestras charlas es que toda obra o canción comienza en el artista, pero termina de concretarse y hacerse en el otro. El oyente, cuando la canción es auténtica y habla de nuestras vivencias, indudablemente se siente partícipe. Cualquier obra genera en el otro una participación activa, dice. Eso es lo que ha ocurrido, en esencia, con la obra del dúo.

En este oficio de la guitarra y andar cantando, nadie se propone nada de antemano —agrega Mario—. El cantar es una necesidad vital. En la medida que vas incursionando en esta profesión, vas pasando por todas las etapas, al menos a mí me pasó: desde imitar abiertamente a todos esos cantores que escuchaba y me gustaban hasta ir descubriendo después mi camino.

En esa senda el dúo desarrolló una identidad, un lenguaje y hasta un sonido propio; con melodías que se trazaron como objetivo acompañar de la mejor manera posible los versos de cada canción. No nos preocupa para nada, cuando abordamos una canción, qué tipo de ritmo va a salir —cuenta Eduardo—. Lo que nos importa sobremanera es que esa melodía sea el vehículo acertado para el texto que estamos tratando de interpretar.

Una de las mayores virtudes de esta travesía que ha hilvanado el dúo por más de cuatro décadas y media es describir, a través de sus canciones, un lugar en el mundo. Y vaya que lo han conseguido. El encuentro con las temáticas que hablan de la cotidianidad de la gente se convirtió en el faro de su carrera artística. En nuestros inicios, quizás, lo hacíamos sin darnos cuenta, pero hoy es una cosa totalmente premeditada: la defensa de nuestra identidad; que el dúo suene a uruguayo. La guitarra me permitió encontrar mi lugar en el mundo, la razón de ser. Me permitió conocer una cantidad de gente con la que hemos compartido camino, dice Mario.

El dúo, nacido en plena dictadura, se planteó como primera meta sostener desde la canción a los miles de uruguayos oprimidos por un régimen que no eligieron. Fueron brazo y voz de los que no podían hablar. Fueron senda y canto de los que no podían transitar. Carrero lo manifiesta así: Es una alegría que algunas de nuestras canciones, junto a todas las cosas que hizo este pueblo, hayan ayudado a terminar con la dictadura, a liberar a todos los presos; a seguir buscando, en definitiva, ese mundo más justo y solidario que siempre perseguimos.

La utopía los ha llevado a recorrer cada trillo de Uruguay, y ese camino elegido, en las distintas experiencias, los fue alimentando cada vez más de nuestras costumbres, historias y personajes. Ese aprendizaje Larbanois & Carrero lo ha volcado a sus canciones. Por eso evidencian en cada tranco el retrato preciso del pueblo.

¿Hasta dónde calará la magnitud de la obra del dúo? Resultaría muy difícil responderlo en este momento. La plena vigencia de los cantores sobre los escenarios y el permanente ejercicio creativo de Carrero desde lo textual llevan a que la producción musical permanezca absolutamente viva y en desarrollo, lo que convierte a ambos músicos en tenaces paisajistas de cada tiempo. Tal vez será cuestión de esperar a donde los lleven los caminos.

MARTÍN DUARTE, julio 2022.

A donde nos lleven los caminos

1

CARRERO, EL FLORIDENSE DE MONTEVIDEO

Cuando empiezo a desandar la historia familiar de Mario Carrero, un primer dato despierta mi interés. Si bien los documentos señalan su nacimiento en la ciudad de Florida, Mario pasó la mayor parte de su vida, fundamentalmente, en Montevideo. Acostumbrado a encontrar notas periodísticas que lo presentan como el «cantor floridense», que por cierto lo es, me detengo particularmente a reflexionar si gran parte de esa asociación inmediata con una localidad del interior del país no responde a la virtud de la obra que fueron construyendo junto a Eduardo Larbanois arriba del escenario.

Al conversar con Raúl Castro, letrista de carnaval y autor de muchas canciones interpretadas por Jaime Roos, me señaló que una de las cualidades más importantes que debe tener un letrista de murga es poseer «un gran olfato», una

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