El ascendente

Fragmento

Corporativa

SÍGUENOS EN
Megustaleer

Facebook @Ebooks        

Twitter @megustaleerarg  

Instagram @megustaleerarg  

Penguin Random House

Agradecimientos

Gracias, Lucía Brizuela, porque tu ascendente en Aries me motivó a refundar mi vida.

Gracias, Fernando Blumetti, porque tu ascendente en Géminis me invita siempre a abrir la mente.

Gracias, Florencia Brizuela, porque tu ascendente en Cáncer me inició como madre y me invitó al coraje de sanar mis heridas.

Gracias, Emilia Blumetti, porque tu ascendente en Cáncer me inició como abuela y trajo amorosa sanación y alegría a nuestra familia.

Gracias, Guido Cacace, porque tu ascendente en Escorpio me recuerda mi propia potencia, que me ayudó a no darme por vencida.

Gracias, Baltazar Cacace, porque tu ascendente en Acuario nos sorprendió con una vitalidad inusitada, cuando ya estábamos por darnos por vencidos.

Gracias, Alejandro Lodi, porque tu ascendente en Acuario me liberó de angustias que pensé que nunca me abandonarían.

Gracias a todos ustedes por dar sentido a mi ascendente en Géminis.

Prólogo
Lo que no sabemos que somos

Hablar de ascendentes es hablar de destino. No de un destino fatalmente trazado al que solo resta someterse como si fuera la férrea voluntad de un dios único y padre o un arcano mandato establecido. El destino puede ser también una persuasiva convocatoria hacia lo desconocido de nosotros mismos. Un llamado amoroso de la fuerza que anima nuestra vida para reencontrarnos con las gracias que hemos olvidado y que nos pertenecen. El destino puede ser, entonces, un regalo. Un regalo capaz de incluir desdicha y alegría, dolor y placer, zozobras y éxtasis, pero un regalo al fin. Dones que no imaginábamos disfrutar, potencialidades de sorprendente creatividad, hazañas de las que, acaso, no nos creíamos capaces. Se trata, entonces, de percibir el destino no como una sentencia que obliga a la sumisión o a la desobediencia, sino como una cita con nuestro más íntimo misterio.

El ascendente en astrología es una metáfora de aquella cualidad que emerge a lo largo de nuestra vida. Quizás sea la más apropiada: remite al contenido del cielo que vemos ascender al contemplar el este del horizonte. Es alegoría de lo nuevo, de lo que nace, del desafío de despertar a la vida. Pero, además, el ascendente es un principio ordenador de nuestra existencia en el mundo. Es una cualidad que se revela en el tiempo. Y cada una de esas cualidades se corresponde con una sustancia, con un vínculo, con una expresión y con una memoria (las casas de Tierra, de Aire, de Fuego y de Agua, respectivamente). La creatividad de nuestra vida participa de una matriz.

La propuesta de abordar esas distintas matrices, de describir y profundizar en el poderoso y sorprendente símbolo de las correspondencias de cada ascendente con el resto de las casas de una carta natal resulta una tarea necesaria pero ardua. Quizás por eso ninguna astróloga ni astrólogo la había asumido hasta ahora. Requiere de una sensibilidad exquisita para explorar significados y de una extrema capacidad mental para asociar y combinar variables. Y, luego, hay que saber comunicarlo: presentar llano y ameno lo que en principio parecía trabajoso e intrincado.

Beatriz Leveratto cuenta con ese talento. Sabe cómo reunir sensibilidad e intelecto al servicio de mostrar “lo que está allí y no vemos”, los mágicos y precisos mapas de navegación que acompañan nuestra deriva. Nos estimula a ir más allá, a no conformarnos con la mera descripción de nuestras características personales, a descubrir “lo que no sabemos que somos” y que vale la pena vivir. Leveratto inspira confianza para reconocer las intenciones del alma y responder a sus desafíos, que siempre implicarán delicias de plenitud y paradojas desconcertantes.

A mí me lo ha enseñado, confieso. De un modo elocuente, a lo largo de años. Cuando se descubre que el Sol de la persona amada abraza la cúspide de la séptima casa de la propia carta natal, se comprende la misteriosa gracia del destino. Regalos que no habíamos imaginado, que cambian nuestra vida para siempre. Celebro, Bea, lo que tu Sol ha iluminado en mi vida. Una revelación del alma.

Alejandro Lodi

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos