Un océano ilimitado de la conciencia

Dr. Tony Nader

Fragmento

CAPÍTULO 1
El principio

“El propósito de la vida es la expansión de la felicidad”, dijo, antes de agregar: “La vida es dicha y el sufrimiento no es necesario”. La guerra civil que me rodeaba, el sufrimiento que encontré en la sala de emergencias, los conflictos entre personas que peleaban o incluso se mataban por ideas, creencias, convicciones políticas y económicas, y una miríada de otras cosas hablaban en contra de lo que decía. Sin embargo, irradiaba a través de la pantalla del televisor algo genuino y creíble. Su comportamiento y su discurso fueron inspiradores. Me sentí atraído a mirar y escuchar más.

Durante once años en un colegio jesuita francés, en mi educación primaria y secundaria, había desarrollado un gran interés por la teología y la filosofía. El placer, la alegría, el sufrimiento, el remordimiento y la culpa fueron temas dominantes de discusión.

De forma innata, nadie desea sufrir. En todo nivel de riqueza y educación, en todas las culturas y tradiciones, en todas las razas, géneros y creencias, a lo largo del tiempo, la gente quiere más felicidad, más amor, más seguridad, sonidos más agradables para escuchar, más comida sabrosa para comer, más poder, más dinero, más belleza y encanto. Sin embargo, sean cuales sean sus logros, la mayoría de las personas terminan un día u otro no completamente satisfechas con lo que tienen. ¿Es la codicia o una fuerza natural de evolución lo que nos empuja hacia una mayor satisfacción?

Nuestro intelecto discriminatorio ciertamente puede llevarnos hacia valores más elevados, lo espiritual y lo divino. Podemos superar nuestros instintos básicos y elevarnos por encima del dolor y el sufrimiento, incluso abrazar el sacrificio por un bien superior, pero ciertamente preferimos que el sufrimiento nunca sea necesario.

En el primer año de mis estudios pre-médicos en la Universidad Americana de Beirut, estalló una guerra civil terrible y devastadora entre musulmanes y cristianos. Estaban en juego varios fundamentos ideológicos, políticos, raciales y económicos. Duró quince años y provocó unas 120.000 víctimas mortales y un sufrimiento incalculable en ese pequeño país, de menos de cuatro millones de habitantes.

Frente a ello, había decidido estudiar medicina para aliviar el sufrimiento, pero también con la esperanza de descubrir, a través de la ciencia, los secretos de cómo funcionan la mente y el cuerpo humano, para guiar el comportamiento de las personas. “La vida es una bendición” estaba lejos de ser mi comprensión y experiencia en los niveles individuales, nacionales e internacionales.

La plenitud, la integridad, la paz imperturbable, el amor incondicional, la compasión ilimitada, la justicia infalible y la perfección inquebrantable parecían ideales que no pertenecían a nuestra suerte humana normal. ¿Están esos ideales reservados solo para la otra vida en alguna esfera celestial? Existen personas excepcionales que, después de grandes pruebas y tribulaciones, han tenido momentos fugaces o un atisbo de plenitud y dicha. Algunos, después de experimentar un rapto espiritual, pasaron el resto de sus vidas retirados como reclusos en busca de la comunión divina. Otros se convirtieron en santos dentro de varias religiones y sistemas de creencias.

Y aquí había alguien en un programa de televisión que casi proponía como normales ante mis ojos los gigantescos y raros logros con los que había soñado, pero nunca sentí que estuvieran a mi alcance. No solo estaba diciendo que todos pueden experimentar y vivir estos ideales, sino que es fácil, natural e incluso el derecho de nacimiento de todos.

No era necesaria una vida de reclusión. No tuve que abandonar mis creencias o mi devoción a Dios de la forma en que lo conocí. Todavía podía perseguir mi pasión por el conocimiento, la ciencia y la medicina en mi deseo de vivir una vida digna y hacer una diferencia donde pudiera. No era necesario ningún sacrificio, ningún sufrimiento, ningún dolor.

Maharishi Mahesh Yogi, el orador que vi en la televisión en los años 70, era un físico indio que se convirtió en monje en los Himalayas bajo la tutela del representante más venerado y la más alta autoridad en el Veda y la tradición védica, el conocimiento antiguo desde donde vienen el yoga, la meditación, el Ayurveda y muchas otras disciplinas: Shankaracharya Brahmananda Saraswati.

Maharishi habló de su maestro con gran devoción y respeto llamándolo “Guru Dev”, que significa Maestro Divino. Cuanto más miraba a Maharishi, más intrigado me sentía. Habló sobre la Conciencia de una manera que nunca antes había escuchado: Conciencia Pura, conciencia interior profunda y estados superiores de Conciencia. Dijo: “La Conciencia Pura es una reserva infinita de creatividad e inteligencia” y “es el último nivel unificado de ser que es el verdadero yo de todo y de todos”.

Lo que sabía sobre la conciencia eran tres estados principales: dormir, soñar y vigilia, así como los “estados alterados” que las personas tienen con drogas, lesiones o enfermedades. Ciertamente no se refería a las alucinaciones inducidas por las drogas, la autosugestión o un trance hipnótico. Maharishi describió su método de experimentar y vivir la Conciencia Pura como una técnica mental natural, simple y hecha por uno mismo, que asienta toda la actividad de la mente dando un descanso muy profundo mientras uno permanece despierto y alerta. Dijo que “se trasciende toda actividad de la mente y se profundiza en el propio ser interior. Aquí es donde se experimenta paz, felicidad y libertad de limitaciones”.

En varias charlas que escuché después, hubo informes de líderes exitosos en muchos campos que describen su experiencia de trascender y sus efectos en la creación de equilibrio en la mente, el cuerpo y el comportamiento. Varias celebridades de fama mundial dieron testimonios que describen las muchas formas en que mejoró sus vidas. Sin duda, la conciencia es fundamental para nuestra vida, ya que todo lo que planeamos, pensamos, sentimos y experimentamos ocurre en nuestra percatación: nuestra conciencia. Sin embargo, nunca imaginé que, sin medicinas o drogas, la conciencia pudiera revitalizarse o transformarse, o el desarrollo de la conciencia misma pudiera mejorar la mente, el cuerpo y el comportamiento humano. ¿Cuál era la naturaleza de la conciencia y cómo podía conducir a tales resultados? ¿Cómo era posible estar consciente sin pensamientos?

Como estudiante de doctorado en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), Robert Keith Wallace había descrito en ese momento en su investigación publicada y revisada por pares y en su tesis de doctorado un cuarto estado importante de Conciencia diferente del sueño, el soñar y la vigilia. Este cuarto estado se caracterizó por cambios fisiológicos, electroencefalográficos y mentales distintos de los del dormir, el soñar y la vigilia. Wallace lo describió como un estado de “conciencia en descanso” o “vigilia hipometabólica”. Él y otros encontraron que esta unión de descanso profundo y alerta, obtenida a través de la práctica de la técnica de Meditación TrascendentalTM enseñada por Maharishi, tenía beneficios a largo plazo. Algunos de ellos incluyeron: reducción del envejecimiento biológico, reducción de las admisiones hospitalarias, normalización de la presión arterial, disminución de la ansiedad y reducción marcada del estrés mental y físico con mejores resultados en la salud en general.

Unos meses antes del encuentro televisivo con Maharishi, leí un artículo que describía el descubrimiento por los físicos Weinberg, Glashow y Salam en 1968 de un nivel de naturaleza que muestra cómo fuerzas aparentemente diferentes como la electricidad, el magnetismo y la fuerza responsable del decaimiento radiactivo están, en realidad, unificadas en su base. El artículo afirmaba que los físicos ahora sugieren que todo lo que observamos en el nivel de manifestación superficial parece provenir de un campo unificado. Todos los objetos, minerales, vida orgánica, árboles, animales y humanos, en última instancia, están hechos de un campo unificado de todas las leyes de la naturaleza. Weinberg, Glashow y Salam ganaron el premio Nobel por su descubrimiento en 1979.

John Hagelin, doctor en física formado en Harvard e investigador del Consejo Europeo de Investigación Nuclear (CERN), donde ahora se encuentra el acelerador de partículas más grande y poderoso del mundo, estaba trabajando en estrecha colaboración con Maharishi en la posible conexión entre la Conciencia Pura y el campo unificado de todas las leyes de la naturaleza. Luego, Hagelin dedicó su carrera a la exploración de una teoría completamente unificada de la naturaleza y hasta qué punto corresponde desde el punto de vista de la física a la Conciencia Pura.

Por lo tanto, ya había una investigación seria sobre los beneficios de la Meditación TrascendentalTM. En ese momento, aunque parecía descabellado, pude ver comparaciones potencialmente plausibles desde la perspectiva de la física entre la Conciencia Pura y la fuente unificada de toda la materia. Medí riesgo versus beneficio y decidí probar la Meditación TrascendentalTM de Maharishi, pensando que no tenía nada que perder excepto unos pocos dólares y veinte minutos dos veces al día durante unos días, en caso de que no funcionara para mí. Después de todo, como había dicho Maharishi riendo: “¡La prueba de la torta está en comerla!”.

Cuando aprendí a meditar, experimenté mi mente estableciéndose en un lugar que nunca había imaginado posible. Sin pensamientos, sin imágenes, sin miedo, sin límites, sin preocupaciones, solo ser puro, puro silencio interior profundo, paz interior, pero con vigilia irrestricta, un despertar firme e ilimitado. Mi mente trascendió toda experiencia sensorial y mental hacia un estado absoluto de no cambio. Sin embargo, se sintió real. Era el sentido más abstracto de pura existencia en paz, pero tan palpable como cualquier experiencia sensorial. Flotando en esta serenidad, todo se desvaneció, pero no faltaba nada.

El instructor que me había enseñado esta técnica muy antigua, que había descrito como el yoga supremo de la mente, la Meditación TrascendentalTM, no pudo ocultar su deleite al escuchar mi experiencia, y comentó: “Lo que experimentaste fue la Conciencia Pura, tu verdadero Ser, con una gran ‘S’, y ese Ser es el ser de todo y de todos”. Se rio y agregó: “¡Ahora conoces tu verdadero yo!”.

Fue una experiencia tan inesperada que me pregunté cuántos otros la habrían tenido y si yo la volvería a tener. Intermitentemente, según el día y las circunstancias, la experiencia subjetiva era diferente, pero con cada trascendencia, crecieron más y más la estabilidad y la felicidad en mi vida. Millones de personas la probaron y, dependiendo de su nivel de estrés individual y la regularidad de la práctica, tuvieron experiencias similares. No solo contaba la profundidad de la experiencia en la meditación, sino principalmente sus beneficios en la vida diaria.

Durante los siguientes veinticinco años, en los que completé mi formación médica y científica en Harvard y el Massachusetts Institute of Technology (MIT), pasé un tiempo precioso aprendiendo sobre la Conciencia bajo la guía de Maharishi y exploré las similitudes entre los hallazgos científicos objetivos modernos y las antiguas expresiones subjetivas de conocimiento disponibles en el Veda y en las enseñanzas de varias escuelas de pensamiento. Y me encontré sentado con Maharishi, pidiéndome que asumiera la responsabilidad más inesperada. Me dijo: “Me representarás a mí, a Guru Dev, y a la tradición védica para asegurar que la enseñanza en todas partes ahora y en el futuro continúe en su pureza y esté ampliamente disponible para el beneficio de todos”.

A lo largo de los años que estuve con Maharishi, me enseñó a ser simple, a mantener la mente abierta y a aprender a ver con el corazón y con los ojos. Las preguntas más importantes suelen tener soluciones sencillas.

CAPÍTULO 2
En busca de significado

¿Hay algún propósito oculto en la vida, un diseño secreto, una lógica significativa, un objetivo que alcanzar? ¿Por qué estamos aquí? ¿De dónde venimos y hacia dónde vamos después de irnos? ¿Estamos cada uno en nuestro propio camino con nuestras propias preocupaciones y nuestro propio destino individual e independiente? ¿Por qué deberíamos estar luchando? ¿Es por salud, felicidad, ganar dinero, ser mejor que otros, cumplir la voluntad de un Ser divino?

¿Podemos elegir? ¿Somos libres o esclavos del destino, gobernados o cuidados por alguna fuerza, leyes de la naturaleza o Dios?; ¿o vivimos en un Universo caótico, sacudido por situaciones y circunstancias? ¿Cuál es la fuente del mal?

Como seres conscientes que desean tomar el control de sus vidas, estas preguntas no solo son relevantes, son fundamentales; y todos terminan haciendo suposiciones o suscribiéndose firmemente a las creencias sobre muchas de ellas, ¡ya sea en un claro nivel consciente o no!

Esas creencias o convicciones se convierten en nuestra subyacente “visión del mundo” que influye en todo lo que hacemos. Dan forma a nuestra vida como fundamento de nuestro pensamiento, sentimiento y comportamiento. Actuamos como si pudiéramos hacer un cambio, juzgamos como si hubiera responsabilidad, luchamos como si hubiera un propósito. La ignorancia nos asusta.

En la búsqueda de significado, frente a la calamidad, cuando estamos desesperados, podemos culparnos a nosotros mismos o enojarnos con los demás, inclinarnos ante un poder sobrenatural invisible y pedir perdón, alivio y finalización, o incluso venganza.

Para aquellos cuyo Universo es creado por un Dios omnisciente y omnipotente que maneja cada detalle, la vida es vista como parte de un diseño perfecto que requiere entrega e incluso preparación para luchar y morir para cumplir la voluntad divina. Esto lleva a varias reglas, rituales y formas de pensar, actuar, adorar y sacrificarse mientras tememos la ira de Dios o nos refugiamos en Su compasión.

En el otro extremo, el Universo puede verse como un desastre caótico de partículas interactivas y fuerzas físicas que conducen al orden por ensayo y error como en plantas, animales y humanos. Surgen la legalidad, las costumbres, las tradiciones y las guías de modales adecuados, pero también existe una competencia por la supervivencia del más apto, del más informado, del más consciente y alerta.

Las interpretaciones maquiavélicas pueden llegar a sugerir que se haga lo que se desee sin reglas preestablecidas, sin diseño, sin ley, sin responsabilidad. Robar, matar, lograr sobrevivir implacablemente, agarrar y atesorar todo lo que se pueda en una despiadada jungla, entre tiburones hambrientos, siempre que no nos atrapen otros, algún sistema legal o una mafia en una sociedad que es más grande y más fuerte que nosotros.

Entre la multitud de opiniones y creencias, ¿hay una verdad suprema universal? ¿Qué reveló el enfoque científico? ¿Existe una cosmovisión, un paradigma, un denominador común que pueda conciliar la ciencia con la filosofía y la espiritualidad, el ateísmo con varios tipos de monoteísmo y politeísmo, y explicar la coexistencia de los opuestos?

¿Es posible que nuestro Universo tenga simultáneamente caos y orden? ¿Podría haber un diseño preestablecido y, sin embargo, evolución por prueba y error? ¿Es la libertad compatible con una ley determinista? ¿Podrían tanto el empirista como el idealista estar en lo correcto? Estas y otras preguntas similares no fueron meras curiosidades para mí.

He dedicado mi vida a buscar respuestas. Indagando profundamente en los textos religiosos y sus diversas interpretaciones y familiarizándome con diferentes escuelas de filosofía. Sentí como si diferentes personas estuvieran viviendo en su propio Universo diferente.

Me volqué al estudio de la medicina, la psiquiatría y la neurología para comprender por qué, si bien somos tan similares, todos podemos ser tan diferentes en nuestras opiniones, mentalidad y puntos de vista. ¿Cómo produce el sistema nervioso humano la mente y sus arbitrios, que nos conducen en múltiples direcciones e incluso llevan a algunos a luchar y matar por el bien de las ideas y al servicio del propio Dios?

Si realmente era el sistema nervioso físico el que producía la Conciencia, creí que podría contribuir a encontrar respuestas al convertirme en un científico investigador del funcionamiento cerebral. Pero el conocimiento disponible y las técnicas científicas estaban necesariamente fragmentados. Las respuestas a mis preguntas fundamentales eran demasiado complejas y demasiado abstractas para ser susceptibles de investigación científica. ¿A qué llamamos material y físico de todos modos?

La física describe la materia como hecha de átomos, ellos mismos compuestos de partículas elementales que son excitaciones de campos de energía subyacentes progresivamente más unificados y no locales. ¿Cómo pueden surgir de esos campos de energía los sentimientos, las funciones cognitivas, la percatación y la Conciencia que sustentan todas las experiencias subjetivas? ¿Lo hacen realmente? Mientras tanto practicaba Meditación TrascendentalTM (MT)1.

En la búsqueda de comprender todo lo posible sobre el Universo, comenzó a tener más y más sentido que empezara a conocer lo que más cerca de mí estaba, mi Ser.

La Meditación TrascendentalTM me dio ese conocimiento a través de la experiencia directa, en lugar del análisis y la deducción. Me tomé un tiempo libre de mi trabajo médico y científico para convertirme en profesor de Meditación TrascendentalTM, bajo la guía de Maharishi Mahesh Yogi, que fue quien la introdujo en Occidente como una técnica mental de la antigua tradición védica y de yoga de la India.

Maharishi enseñó que “la Conciencia era primaria y no solo un producto del cerebro humano”. ¿Cómo es posible? ¿Tiene sentido? Una cosa es segura: si no fuéramos seres conscientes, nada de esto importaría. Estaríamos actuando, comportándonos y reaccionando instintivamente, automáticamente y robóticamente. Sin conciencia no hay cuestionamiento, no hay elección, no hay libertad, no hay responsabilidad. Tampoco habría sueños, sentimientos, esperanzas, deseos, dolor o alegría. La Conciencia es la pantalla indispensable que expresa, sustenta e incluso da forma a todo conocimiento y experiencia.

Comenzando con una mirada profunda a lo que es la Conciencia y basada en el conocimiento antiguo y la ciencia moderna, comparto en este libro las respuestas y conclusiones a las que llegué con respecto a estas preguntas existenciales, y los beneficios prácticos, la plenitud, la claridad y la paz que las respuestas y las conclusiones pueden ofrecer.

1. Meditación Trascendental™ es marca registrada de Maharishi Vedic University y Maharishi Foundation.

CAPÍTULO 3
Mente y materia

En lenguas latinas como el español, el francés y el portugués, la Conciencia tiene dos significados. Un significado se refiere a la moralidad: el sentido de lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo como una guía para el comportamiento adecuado de acuerdo con la ley moral. En inglés esto sería conscience.

El otro significado se refiere a la Conciencia y la vigilia, como ser consciente de los objetos en el entorno y de los pensamientos, sentimientos, estado de ánimo y la identidad de uno. En inglés es consciousness.

Los dos significados pueden estar relacionados de muchas maneras, pero es importante tener en cuenta que en este libro el término Conciencia se refiere a la Conciencia, la vigilia y la capacidad de ser consciente de las cosas (consciousness, en inglés) en lugar de moral, deber y responsabilidad (conscience, en inglés).

La cuestión de qué es exactamente la Conciencia (la Conciencia, la capacidad de ser consciente de los objetos, sentimientos y pensamientos) ha fascinado a los filósofos desde la antigüedad. La Conciencia a menudo se ha descrito como algo diferente de lo que llamamos lo material o lo físico.

Si existieran dos realidades diferentes en nuestro Universo: una abstracta (Conciencia, mente, espíritu) y otra concreta (energía, física, material), ¿cómo hablarían entre sí? ¿Cómo interactúa lo físico con lo no físico y viceversa? ¿Cómo se relaciona y se comunica lo abstracto con lo concreto? Si hay un creador que no es físico, ¿cómo crea la materia, o de dónde obtiene la energía física que transforma en el Universo?

Los Fisicalistas2, por otro lado, suponen que la Conciencia y todo lo que es abstracto o relacionado con lo espiritual (incluidos los sentimientos de amor, compasión, dolor, felicidad, etc.) es un producto de lo físico.

La Conciencia sería una propiedad emergente resultante de la reorganización de partículas, átomos, moléculas, células, etc., en un sistema nervioso que de alguna manera se vuelve consciente y experimenta varias cualidades de conciencia con sentimientos, emociones y pensamientos. Sin embargo, la pregunta de cómo lo físico crea Conciencia permanece más allá incluso de un indicio remoto de una posible respuesta.

REVERTIR EL PROBLEMA DEL ORIGEN DE LA CONCIENCIA

Si la materia y lo físico fueran todo lo que hay y fueran la verdadera fuente de la Conciencia, ¿qué es la materia? ¿De dónde emerge? Sabemos que la materia es energía y que hay diferentes manifestaciones de energía como la electricidad, el magnetismo y la gravedad. Sin embargo, los científicos han descubierto que los campos de energía y fuerza, superficialmente distintos, están fundamentalmente unificados.

La electricidad y el magnetismo, por ejemplo, son diferentes manifestaciones de un campo: el campo electromagnético. Los físicos ahora suponen que todos estos campos de energía y fuerza emergen de un Campo Unificado. El estudio en física de las partículas más pequeñas o constituyentes de la materia reveló un nivel cuántico que tiene aleatoriedad, incertidumbre y no localidad. Los constituyentes últimos de la materia no están localizados en el tiempo y el espacio. Los conceptos clásicos de materia, energía, tiempo y espacio no se mantienen en las pequeñas escalas cuánticas. La fuente de la materia es, por lo tanto, no material.

El conocimiento antiguo disponible en el Veda, particularmente en Vedanta, como lo trajo a la luz Maharishi Mahesh Yogi, afirma que “la fuente de todo lo físico y material es un campo de Conciencia”. Muchos filósofos, pensadores y científicos a lo largo de la historia y en los últimos tiempos postulan conceptos similares.

He trabajado directamente con Maharishi durante más de veinte años en este tema central y, basado en los resultados teóricos así como prácticos de investigación aplicada, me convencí de que la Conciencia es la base no solo de los aspectos mentales y espirituales de la vida, sino también de todo lo que llamamos materia y energía.

Por lo tanto, estoy sugiriendo en este libro que revirtamos el enigma sobre cómo la materia conduce o “crea” la Conciencia, al afirmar que es la Conciencia la que crea la materia, o más precisamente, que es la Conciencia la que aparece como materia.

Propongo la idea muy radical de que “la Conciencia es todo lo que hay”. Esto es lo que los filósofos llamarían un tipo especial de Monismo: un idealismo monista donde la Conciencia es todo lo que hay y no hay nada fuera de la misma.

La Conciencia es todo lo que hay.

El problema fundamental se convierte así en: ¿cómo es que la Conciencia realmente crea o se manifiesta como materia, y por qué es esto importante? ¿Cuál podría ser su significado tanto en filosofía como en ciencia? ¿Tiene algún impacto en las creencias personales, la religión o la ética? ¿Puede responder interrogantes sobre el propósito de la creación y el significado de la vida? ¿Podría arrojar luz sobre la ley, el orden, el caos, la libertad, el determinismo, el bien y el mal? ¿O por qué hay sufrimiento? ¿Puede contribuir a la felicidad y la satisfacción individual o incluso a la paz mundial? Contestar estas preguntas parece muy ambicioso, pero tiene respuestas simples en la visión del mundo que presento en este libro.

Comenzamos con un gran axioma: hay un gran campo de Conciencia que es completamente no físico y no material. Se encuentra más allá del tiempo y el espacio y, por lo tanto, no se puede decir que tenga un principio o un final. El concepto de algo que comienza en algún momento y termina en otro, es válido en lo que percibimos como las realidades físicas y materiales, pero no tiene sentido en ausencia de lo físico y lo material.

La Conciencia no es una cosa; ¡no es nada material! Desde la perspectiva de la materia, lo físico, la energía y todo lo que podemos llamar manifestación, este gran campo de Conciencia no es, por definición, nada. Es la Nada. La Nada no puede comenzar o terminar. Sin embargo, es todo y estas cosas, como veremos, son perspectivas dentro de la Conciencia que se miran a sí mismas desde puntos de vista infinitamente diferentes.

La visión “ortodoxa” que circula entre los filósofos y mis colegas neurocientíficos es que la Conciencia como un fenómeno mental y subjetivo necesariamente debe proceder u originarse a partir de una fuente o base física. Se supone que nuestras mentes y todo lo que sucede “dentro de ellas”, incluidos los pensamientos, sentimientos y percepciones, son únicamente el producto de la actividad eléctrica, bioquímica o mecánico-cuántica supuesta en el cerebro y el sistema nervioso.

Según este punto de vista, nuestra subjetividad, el mundo interior que todos tenemos y apreciamos, incluidos nuestros recuerdos, entendimientos, disfrute de la música y la belleza visual, se deben completamente a estas reacciones electroquímicas y modificaciones continuas en el cerebro.

Tenemos pensamientos y sentimientos o experimentamos percepciones cuando los suaves impulsos fluyen silenciosamente a través de, por ejemplo, la corteza visual, o estimulan el sistema límbico dando como resultado emociones. Este punto de vista está tan profundamente grabado en la conciencia materialista colectiva que los científicos rara vez lo han cuestionado.

Hay muchas razones por las cuales este parece ser el caso, pero estoy proponiendo que no lo sea. La Conciencia no es producto de un sistema nervioso, un cerebro, un cuerpo, ni nada: es la realidad fundamental.

Como neurocientífico, sería el último en negar todas las formas en que los procesos fisiológicos influyen y colorean nuestro teatro interno de conciencia subjetiva. Sin duda, hay muchas pruebas que hacen que parezca que la Conciencia es completamente un producto de la fisiología. Pero interpretamos esa evidencia de acuerdo con los “anteojos” que tenemos: el paradigma o modelo del Universo a través del cual vemos todo, que insiste en que lo material o lo físico es lo real y que la Conciencia de alguna manera no es real.

¿POR QUÉ ESTAMOS TAN SEGUROS?

Es una teoría en la que hemos creído durante trescientos años. Es el modelo “científico”, un marco para nuestros pensamientos y percepciones. Ciertamente ha sido un modelo útil que ha catalizado un gran logro humano, pero es solo un modelo. Como el modelo geocéntrico del Universo, el Universo clásico y mecánico tiene problemas que no se pueden resolver desde dentro de sí mismo. La ciencia moderna enfrenta fenómenos en los niveles mental y subjetivo de Conciencia que no puede entender. También está desconcertada por hallazgos inesperados en los niveles material y físico. Por ejemplo:

  • Quantos Atómico3 (como fotones y electrones) que pueden estar en muchos lugares al mismo tiempo hasta que son observados y que pueden comportarse como partículas u ondas.
  • Pares de partículas “entrelazadas” entre sí para que una medición en el spin4 de uno provoque un cambio opuesto en el otro, instantáneamente, en cualquier parte del Universo. ¿Cómo llegan a saberlo?
  • Una fuerza no identificada y misteriosa conocida como “energía oscura” que impulsa la expansión del Universo, y una “materia oscura” igualmente desconocida que solo conocemos por su efecto gravitacional sobre la materia conocida; ¡entre los dos constituyen aproximadamente el 96% del Universo!
  • Cuanto más rápido se va en el espacio, más lentamente se envejece y los objetos disminuyen en longitud; los relojes se ralentizan y eventualmente se detendrían a velocidades relativistas (acercándose a la velocidad de la luz).

Estos son solo la punta del iceberg de la extrañeza del Universo que la ciencia aún no comprende.

La propuesta de que “la Conciencia es un Campo Unificado del cual emergen todas las manifestaciones” no se ofrece aquí como una creencia filosófica o espiritual, sino como un paradigma que da respuestas a las preguntas más difíciles sobre la vida y el vivir, y soluciones a los enigmas más intrigantes que enfrentan la ciencia moderna y cualquier buscador de la verdad y comprensión supremas.

La Conciencia es un Campo Unificado del cual emergen todas las manifestaciones.

En este paradigma descubrimos no solo el “qué” y el “cómo” del ser, del devenir, el viaje del yo y el proceso de manifestación, sino también se sondea el “porqué” de las cosas. ¿Por qué hay, por ejemplo, fuerzas atractivas y repulsivas en la naturaleza, por qué hay entropía, incertidumbre, aleatoriedad junto con orden, libertad junto con determinismo, felicidad y tristeza, bien, mal y malignidad? ¿Qué podemos hacer para encontrar un propósito y hacer que nuestra vida sea significativa y satisfactoria?

La capacidad de resolver muchos misterios a la vez ha sido a menudo una indicación en la ciencia de que una lógica está en el camino correcto. Es por eso que primero examinaremos varios acertijos y paradojas de la ciencia, la filosofía y la espiritualidad y destacaremos las principales preguntas que se hacen. Luego examinaremos cómo este nuevo paradigma puede abordarlos y aportar claridad y respuestas unificadas a las preguntas y puntos de vista aparentemente diversos y, a veces, conflictivos.

Ampliar nuestra perspectiva e ir más allá del modelo actual es cuestionar uno de los basamentos fundamentales sobre los cuales progresa la ciencia (la noción materialista de que todo proviene de una energía que es puramente física) y constituye una idea fija que da color al pensamiento de la mayoría de las personas en nuestro mundo y se toma como una verdad absoluta. ¿Por qué no revisar nuestras creencias fundamentales, no probadas, pero firmemente sostenidas?

A lo largo de la historia, las ideas preconcebidas y los prejuicios han demostrado ser obstáculos que bloquean el camino de los buscadores de conocimiento verdadero. Los avances científicos siempre han alterado los paradigmas arraigados y conducido a una comprensión más profunda, más verdadera y más rica.

2. Fisicalistas. El fisicalismo es una teoría epistemológica del neopositivismo, según la cual las ciencias humanas deben organizarse según la metodología de las ciencias físicas.

3. Quantos Atómicos. El término Cuanto o Cuantio (del latín Quantum: cantidad) denota en la física cuántica tanto el valor mínimo que puede tomar una determinada magnitud en un sistema físico, como la mínima variación posible de este parámetro, al pasar de un estado discreto a otro.

4. Spin. N. del T.: (del inglés, “girar”) Se refiere a una propiedad física de las partículas subatómicas, por la cual toda partícula elemental tiene un momento angular intrínseco de valor fijo. Se trata de una propiedad intrínseca de la partícula como lo es la masa o la carga eléctrica.

CAPÍTULO 4
Superficialmente complejo, pero fundamentalmente simple

UNA FUENTE COMÚN

El impulso de comprender el Universo, con la sensación de que tiene una base holística y unificada, ha tentado e inspirado las mentes occidentales durante al menos dos mil quinientos años.

En la antigua Grecia, la fuente de la cultura occidental, los filósofos presocráticos de los siglos VI y VII a.C. marcaron una ruptura brusca con la visión mitológica de poetas como Hesíodo y Homero.

Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Pitágoras, Parménides y sus sabios contemporáneos fueron los precursores de los científicos de los siglos posteriores.

Matemáticos y astrónomos, así como pensadores filosóficos, elaboraron teorías decididamente no mitológicas sobre el origen y la naturaleza del mundo físico. Quizás su principal preocupación era localizar lo que hoy llamaríamos una “teoría unificada de la existencia y modo de ser de la Naturaleza”.

  • Tales (c. 624 - c. 546 a.C.) especuló que el agua era el origen y la base de todo, que todas las cosas surgieron del agua, terminaron resolviéndose en el agua y, a través de todos los cambios en el campo del “devenir”, eso es la naturaleza, mantuvieron su esencia como agua.
  • El principio de que todas las cosas derivan de una fuente física común se llama “monismo material”. Otro filósofo griego con este punto de vista fue Anaxímenes (c. 585 - c. 528 a.C.), quien enseñó que “la sustancia subyacente fundamental, en lugar del agua, era el aire”.
  • Anaxímenes postuló que el aire puede ser condensado y enrarecido, produciendo diferentes materiales. Cuando se aliviana, se convierte en fuego; cuando se condensa, se convierte en niebla o nubes, agua, luego tierra, luego piedras. “Todo lo demás”, dijo, “proviene de estos”. ¿No es esto similar a lo que hemos creído o teorizado sobre los átomos, luego las partículas subatómicas y los reinos cuánticos?
  • Anaximandro (c. 610 - c. 546 a.C.) postuló que la esencia y la “primera causa” de todas las cosas tenían que venir de un reino más allá de elementos como el agua o el aire, un campo de ser que él llam

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