El peso de la responsabilidad

Tony Judt

Fragmento

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ÍNDICE

Portadilla

Índice

Citas

Prefacio

Introducción. El juicio erróneo de París

Uno. El profeta desdeñado. Léon Blum y el precio de la transigencia

Dos. El moralista reticente. Albert Camus y las incomodidades de la ambivalencia

Tres. El insider periférico. Raymond Aron y el salario de la razón

Lectura complementaria

Notas del traductor

Notas

Índice analítico

Sobre el autor

Créditos

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«El romanticismo francés», dice Goethe, «nace de la Revolución y del Imperio: ¡Gloria y Libertad! Del movimiento socialista veremos nacer un nuevo lirismo: ¡Justicia y Felicidad!».

LÉON BLUM

Si existiera un partido de los que no están seguros de tener razón, yo estaría en él.

ALBERT CAMUS

Nunca se trata de la lucha entre el bien y el mal, se trata de lo preferible contra lo detestable.

RAYMOND ARON

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PREFACIO

Estos ensayos fueron concebidos originalmente para las Bradley Lectures de la Universidad de Chicago, y le estoy agradecido tanto a la Bradley Foundation como al profesor Robert Pippin, presidente del Comité para el Pensamiento Social de la Universidad de Chicago, por la oportunidad que me facilitaron para desarrollar algunas de mis ideas sobre Francia y los intelectuales franceses.

La Universidad de Nueva York me concedió generosamente el permiso para trabajar en este y en otros proyectos, y parte de ese permiso transcurrió en 1995 como invitado del Institut für die Wissenschaften vom Menschen (IWM) en Viena, donde mi estancia fue parcialmente subvencionada por una beca de la Fundación Volkswagen. Estoy agradecido a estas instituciones por su apoyo, y al director del IWM, el profesor Krzysztof Michalski, por su constante hospitalidad. Mi editor en la University of Chicago Press, T. David Brent, ha sido indulgente y comprensivo a pesar de haber tenido que esperar a este libro bastante más tiempo de lo que habíamos previsto.

De los ensayos sobre Albert Camus y Raymond Aron se presentaron versiones en Northwestern University, Michigan State University, McGill University y en la Universidad de Viena, así como en la misma Universidad de Chicago, en conferencias públicas y en seminarios. Tanto las audiencias como los participantes en esas sesiones, así como mis propios alumnos en el Instituto de Estudios Franceses de la Universidad de Nueva York, propusieron diversas críticas y sugerencias, mejorando este libro con su contribución. Por supuesto que las peculiaridades y los errores del mismo son míos.

En las citas de las obras de mis tres personalidades me he tomado la libertad de traducirlos nuevamente en casi todos los casos, en lugar de utilizar versiones de traducciones al inglés ya existentes. Cuando no ha sido el caso, lo he indicado en las notas. Una completa referencia a la fuente original y algunas sugerencias de lecturas complementarias pueden encontrarse en las notas y en la corta reseña bibliográfica del final, titulada «Lectura complementaria».

Este libro está dedicado a la memoria de François Furet. Fue una invitación suya la que me incitó a preparar estas conferencias, y gracias a su apoyo entusiasta las pude consagrar a Blum, Camus y Aron. Furet era un admirador de estos tres hombres, aunque sus vínculos, intelectuales y personales, eran, por supuesto, más próximos a Raymond Aron. En París dirigió el instituto que lleva el nombre de Aron, y cuando murió estaba trabajando en un estudio sobre Alexis de Tocqueville, quizá el pensador francés favorito de Aron. Pero Furet fue en cierta medida el heredero natural de Blum y de Camus no menos que de Aron. Su erudita obra sobre la historia de la Revolución Francesa, rechazando primero la interpretación marxista y después la reciente y convencional «historia cultural», le valieron una oposición académica a ambos lados del Atlántico. Su valiente condena de la palabrería política de su época, tanto de lo «anti-anticomunista» como de lo «multicultural», le creó enemigos políticos en Francia y en el extranjero. Y su creciente influencia en la comprensión pública del pasado francés llevó a sus oponentes al paroxismo del resentimiento, notablemente con ocasión del bicentenario de la Revolución, cuando los ataques a Furet y a su «escuela» adquirieron un carácter marcadamente personal y ad hóminem.

Todo ello les hubiera resultado muy familiar a los hombres a los que están dedicados estos ensayos. Como ellos, François Furet fue un intelectual conocido, cuyas virtudes como insider no le evitaron ser tratado en varias ocasiones y en varios círculos como un advenedizo e incluso como un renegado. Como ellos, fue a contracorriente, y en su caso dos veces: primero al socavar y remodelar la historia de la Revolución, el «mito fundacional» de la nación francesa, y luego al publicar, al final de su vida, un ensayo enormemente influyente sobre el comunismo, el mito (o, en palabras de Furet, la ilusión) del siglo XX. Como ellos, fue en ocasiones mejor considerado fuera de su país que dentro de él. Y como ellos, su influencia y sus ideas han triunfado sobre las de sus críticos y seguramente durarán mucho más que las de estos. Se ha comentado mucho que no ha habido ni hay una escuela Furet de historia de Francia. Pero tampoco hay una escue

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