¡Monstruos GO! (Tecnoterrores 3)

Mr. Carrión

Fragmento

cap-1

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Ahora me arrepiento de haberme bajado esa APP gratuita de esa extraña web rusa. Pero ¿cómo iba a saber yo que no era un simple juego? Sé que debería haber leído los comentarios, pero es que... ¡estaban en ruso! Y, claro, no entiendo demasiado bien el lenguaje cirílico. Total, que dejé descargando en el portátil un montón de megas mientras bajaba a cenar.

Como era nuestro cumpleaños, tocó pizza barbacoa. Esa es la única cosa en la que mi hermana Martina y yo estamos de acuerdo; de hecho, siempre nos pegamos por la porción más grande o por la última de la caja. Mientras nos deleitábamos con ese manjar, ella se quejó de nuestro regalo (común, igual que las celebraciones; es lo que tiene ser mellizos) y exigió a nuestros padres que lo cambiaran por otra cosa. Yo, en cambio, estaba fascinado con los dos pares de GAFAS de RV (realidad virtual). Pero ojo, era el modelo nuevo y exclusivo de la Sashimi Corporation. Ya sabéis, esas que casi parecen un par de gafas de sol y que son superligeras.

Al final, mi padre sentenció el tema diciendo que él mismo pensaba usarlas para ver pelis en 3D en la tele, e incluso fútbol (en realidad aumentada o no sé qué).

Tras papearme la pizza, dejé a mi hermana con cara avinagrada y subí a mi cuarto. Aunque nuestra conexión va bastante lenta, finalmente conseguí bajarme la aplicación. Pulsé «instalar» y se abrió una ventanita con un texto en ruso. Se cargó una especie de código y después apareció un menú con varios idiomas. Elegí inglés, menos mal. Me indicó que enchufara las gafas al ordenador a través del puerto USB, y lo hice. La APP terminó de instalarse en las gafas.

Cuando todo estuvo listo, me las puse. Me costó un poco acostumbrarme. Sé que hay gente que se marea y que incluso vomita con las gafas de realidad virtual, pero este modelo es tan liviano que casi no notas que las llevas puestas. Apareció otro menú (en ruso, cómo no) en mi campo de visión. Eh, un momento: yo no tenía ningún guante. ¿Cómo iba a elegir entre el botón de la derecha y el de la izquierda? Aunque de todos modos no tenía ni idea de qué ponía en cada uno de ellos.

De pronto entró mi hermana en MI HABITACIÓN (es lo único que no compartimos) sin avisar. Di un salto tremendo del susto y me sujeté las gafas para que no se me cayeran. Sin querer, apreté uno de los dos botones... y todo cambió.

Y no precisamente para mejor. Porque ante mis ojos, justo al lado de mi hermana, había una extraña criatura. Al principio, pensé que la había generado la APP. Craso error.

—¿Por qué tienes más cara de alelado de lo habitual? ¡Eh, Martín, que te estoy hablando! —me soltó Martina.

Sí; por si todavía no lo había dicho, nos llamamos casi igual (Martín y Martina). Siempre he pensado que, una de dos: o mis padres tienen mucho humor o muy poca imaginación.

—¡Menudo pasote! —le respondí, cambiando de tema—. Es como si te viera en 3D.

—Es que yo YA estoy en 3D, pasmarote. Y tú, y la realidad que te rodea. Si te quitaras esas estúpidas gafas, te darías cuenta. Bueno, ¿te vas a pasar toda la noche viendo cosas que no existen? Pues ten cuidado y no te arrees con la puerta.

Mi hermana se largó y me dejó a solas con la criatura. La observé con atención.

Parecía un cruce entre un mono y un lémur. Era bastante cuco, muy peludito. Sin pensarlo dos veces, acerqué la mano a su pelaje... ¡y lo toqué! Su textura era muy real... y muy suave. Era casi como acariciar el lomo de un gatito. En aquel momento tendría que haberme dado cuenta: ¿cómo podía tocarlo? Si era un ser infográfico, hecho únicamente de unos y de ceros, creado por un programador, y yo no tenía un guante con sensores... ¿cómo es que podía sentir su pelaje?

Supongo que no caí en ello porque estaba tan fascinado que me dejé llevar por la experiencia de inmersión completa. Así que allí estaba yo, acariciando al aire (o al menos eso vería cualquiera que me mirase), y de pronto aquel puñetero bicho... ¡me mordió! Y no fue un mordisco virtual: noté todos y cada uno de sus dientes clavándose en mi carne.

Grité y aparté la mano. Me quité las gafas. Mi mano estaba sangrando. ¿Cómo era posible?

 

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