El tesoro cósmico (La clave secreta del universo 2)

Stephen Hawking
Lucy Hawking

Fragmento

LUCY Y STEPHEN HAWKING

a toda prisa hacia él, iluminando su rostro con una luz resplandeciente, tan intensa y tan cercana que...

George se despertó sobresaltado y se descubrió en una cama extraña, frente a alguien que le iluminaba a la cara con una linterna.

—¡George! —dijo la silueta entre dientes—. ¡George! ¡Levántate! ¡Es una emergencia!

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EN BUSCA DEL TESORO CÓSMICO

Capítulo uno

No había sido fácil decidir qué ponerse. «Ven disfrazado de tu objeto espacial preferido», le había dicho Eric Bellis, el científico que vivía en la casa de al lado y había invitado a George a su fiesta de disfraces. El problema era que George tenía tantos objetos espaciales preferidos que no sabía cuál elegir.

¿Debería vestirse de Saturno, con los anillos y todo?
¿O tal vez debería disfrazarse de Plutón, el pobre planeta pequeñito que ya no era un planeta?

¿O de la fuerza más oscura y poderosa del Universo, de agujero negro? No le dedicó demasiado tiempo ni interés a aquella ocurrencia: por muy enormes, fascinantes y asombrosos que fueran, los agujeros negros no estaban entre sus objetos espaciales favoritos. Sería bastante complicado encariñarse con algo tan glotón que se tragaba todo aquello —incluida la luz— que se le acercaba demasiado.

Al final, no hizo falta que George eligiera. Estaba mirando imágenes del Sistema Solar en internet con su padre cuando se encontraron con una fotografía que había enviado un

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vehículo robotizado de Marte, uno de los robots que exploran la superficie del planeta. Mostraba lo que parecía una persona de pie sobre el planeta rojo. Nada más ver la foto, George supo que quería ir a la fiesta de Eric disfrazado de «el hombre de Marte». Incluso el padre de George, Terence, se entusiasmó al verlo. Por supuesto, ambos sabían que el de la fotografía no era en realidad un marciano, sino una ilusión causada por efecto de la luz, que hacía que un afloramiento rocoso pareciera una persona. Sin embargo, era emocionante imaginar que, en realidad, tal vez no estemos solos en este inmenso Universo.

—Papá, ¿tú crees que hay alguien allí fuera? —preguntó George mientras observaban la fotografía—. ¿Algo así como marcianos o seres de algún tipo en galaxias lejanas? Y si existen, ¿crees que algún día vendrán a visitarnos?

—Si existen —respondió su padre—, supongo que nos estarán observando y se preguntarán qué clase de gente somos para destrozar este planeta hermoso y maravilloso. Deben de pensar que somos muy estúpidos —añadió, y meneó la cabeza con gesto triste.

Los padres de George eran ecologistas militantes decididos a salvar la Tierra. Hasta ese momento y como parte de su campaña, cualquier clase de aparato eléctrico, como teléfonos u ordenadores, tenía prohibida la entrada en su casa. Sin embargo, cuando George ganó el primer premio en el concurso de ciencias de la escuela —un ordenador—, sus padres no se atrevieron a decirle que no podía quedárselo.

De hecho, desde que tenían el ordenador, George les había enseñado a utilizarlo e incluso les había ayudado a crear un anuncio virtual muy elegante en el que aparecía una enorme fotografía de Venus. «¿QUIÉN QUERRÍA VIVIR AQUÍ? —se leía en

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EN BUSCA DEL TESORO CÓSMICO

letras grandes—. Nubes de ácido sulfúrico, temperaturas de hasta 470 °C... Los mares se han secado por completo y la atmósfera es tan densa que la luz solar no puede atravesarla. Esto es Venus, pero, si no tenemos cuidado, así podría ser también la Tierra. ¿Quién querría vivir en un planeta como este?» George se sentía muy orgulloso del cartel, que sus padres y sus amigos habían enviado por correo electrónico por todo el mundo a fin de dar a conocer su causa.

Teniendo en cuenta todo lo que sabía acerca de Venus, George estaba bastante seguro de que no había vida en aquel planeta caliente y apestoso. Así pues, ni siquiera se le pasó por la cabeza presentarse en la fiesta de Eric disfrazado de venusiano. En vez de eso, pidió a su madre, Daisy, que lo ayudara a hacerse un traje abultado de color naranja oscuro y un sombrero alto y puntiagudo para tener el mismo aspecto que el marciano de la foto.

Una vez disfrazado, George dijo adiós a sus padres —que tenían una noche muy ocupada, pues habían quedado con unos amigos ecologistas para ayudarles a preparar unos aperitivos orgánicos para su fiesta— y se coló por el agujero de la valla que separaba su jardín del de Eric. El agujero se había formado cuando la mascota de George, un cerdo llamado Freddy que le había regalado su abuela, se había escapado de su pocilga, se había abierto paso a través de la valla y había irrumpido en casa de Eric por la puerta trasera. Después de seguir el rastro de pezuñas dejado por Freddy, George había conocido a sus nuevos vecinos, que acababan de mudarse a la casa de al lado. Aquel encuentro fortuito con Eric y su familia había cambiado la vida de George para siempre.

Eric le había enseñado su asombroso ordenador, Cosmos, tan inteligente y potente que era capaz de dibujar puertas a

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VENUS

Venus es el objeto más brillante del cielo después de la Luna y el Sol. Llamado así por la diosa romana de la belleza, Venus se conoce desde tiempos prehistóricos. Los astrónomos griegos antiguos creían que
eran dos estrellas,
una que brillaba por la mañana,

Fósforo, la portadora de luz, y otra que lo hacía al atardecer, Héspero, hasta que Pitágoras, un filósofo y matemático griego, se dio cuenta de que eran el mismo objeto.

Sin embargo, Venus es muy distinto de la Tierra.

Tiene una atmósfera muy densa y tóxica, compuesta principalmente de dióxido de carbono y nubes de ácido sulfúrico. Estas nubes son tan gruesas que atrapan el calor, convirtiendo a Venus en el planeta más caliente del Sistema Solar, con temperaturas de superficie que pueden llegar a los 470 °C: hace tanto calor que allí se derretiría el plomo. La presión de la atmósfera es noventa veces mayor que la de la Tierra. Esto significa que si pisaras la superficie de Venus sentirías la misma presión que en el fondo de un océano muy profundo de la Tierra.

Estas gruesas nubes giratorias de Venus no solo atrapan el calor, también reflejan la luz del Sol, razón por la que el planeta brilla con tanta intensidad en el cielo nocturno. Es posible que en el pa
sado Venus tuviera océanos, pero el agua se
evaporó a causa del efecto invernadero y se
escapó del planeta.

Algunos científicos creen que el efecto invernadero de Venus es similar a las condiciones que pueden llegar a darse en la Tierra si no se frena el calentamiento global.

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