Come viagguare con un salmone

Umberto Eco

Fragmento

cap-1

Cómo hacer el indio

Puesto que el porvenir de la nación india ya está sentenciado, el único recurso del joven indio que desee elevarse socialmente es salir en una película del Oeste. Para lograr este objetivo, se dan aquí una serie de instrucciones esenciales que permitirán que el joven indio, en el curso de sus diferentes actividades de paz y de guerra, se califique como «indio de película del Oeste», resolviendo de esta manera el problema de la subocupación endémica de la categoría misma.

Antes del ataque

1. No atacar nunca enseguida: hay que hacerse notar desde lejos, con algún día de antelación, emitiendo visibles señales de humo, de forma que se dé tiempo a la diligencia o al fuerte para avisar al Séptimo de Caballería.

2. Si es posible, conviene hacerse notar, en pequeños grupos, sobre los montes circundantes. Colocar a los centinelas en picos muy aislados.

3. Dejar rastros evidentes del propio paso: huellas de caballos, fogatas de campamento apagadas, plumas y amuletos que permitan identificar a la tribu.

Ataque a la diligencia

4. Al atacar la diligencia, hay que seguirla siempre de lejos o, como mucho, flanquearla, para poder ser tiroteados.

5. Frenar los mustangs, notoriamente más rápidos que los caballos de tiro, para no adelantar a la diligencia.

6. Intentar detener la diligencia solo de uno en uno, tirándose entre los arneses de los caballos, para recibir el balazo del postillón y ser pisoteados por el tiro de caballos.

7. No cortarle nunca el paso a la diligencia siendo muchos: se pararía enseguida.

Ataque a una granja aislada o a un círculo de carretas

8. No atacar nunca de noche, cuando los colonos no se lo esperan. Respetar el principio según el cual el indio ataca solo de día.

9. Dejar oír con insistencia el grito del coyote para señalar la propia posición.

10. Si un blanco emite el grito del coyote, levantar inmediatamente la cabeza para ofrecer una cómoda diana.

11. Atacar dando vueltas alrededor del enemigo, sin estrechar nunca el cerco, para ser heridos de uno en uno.

12. No usar nunca a todos los hombres para un ataque circular, ir sustituyéndolos a medida que van cayendo.

13. A pesar de la falta de estribos, enredar de alguna manera el pie en los jaeces del caballo, de forma que, cuando uno caiga herido, el animal lo arrastre un buen rato.

14. Usar rifles, comprados a un traficante deshonesto, cuyo funcionamiento se desconoce. Emplear mucho tiempo en cargarlos.

15. No interrumpir el cerco cuando lleguen los suyos, esperar al regimiento de caballería sin salirle al encuentro y desperdigarse al primer impacto, de modo desordenado, favoreciendo las persecuciones individuales.

16. En el caso de una granja aislada, mandar a espiar de noche a un solo hombre. Este deberá acercarse a la ventana iluminada y mirar durante mucho tiempo a una mujer blanca en el interior, hasta que esta vea el rostro del indio contra los cristales. Esperar el grito de la mujer y la salida de los hombres, luego intentar huir.

Ataque al fuerte

17. En primer lugar, hacer que los caballos huyan durante la noche. No apoderarse de ellos. Dejar que se dispersen por la pradera.

18. En caso de tener que escalar en el transcurso de la batalla, subir de uno en uno. Dejar asomar primero el arma, luego la cabeza, despacio, y subir a tiempo, en cuanto la mujer blanca le haya señalado la presencia a un buen tirador. No caer hacia dentro del fuerte sino hacia atrás, hacia el exterior.

19. Disparando de lejos, ponerse en evidencia sobre la cima de un pico, de manera que sea posible caer hacia delante y despeñarse contra las rocas de abajo.

20. En caso de confrontación directa, esperar para apuntar.

21. En el mismo caso, no usar nunca las pistolas, que resolverían inmediatamente la confrontación directa, solo armas blancas.

22. En caso de salida de los blancos, no robarle las armas al enemigo muerto. Solo el reloj, pero perdiendo tiempo para escuchar su tictac hasta la llegada de otro enemigo.

23. En caso de captura del enemigo, no matarlo enseguida, sino atarlo a un palo o encerrarlo en una tienda y esperar la luna nueva, para que vengan a rescatarlo.

24. En cualquier caso, el joven indio tiene la seguridad de matar al corneta enemigo en cuanto se oyen desde lejos los toques del Séptimo de Caballería. En ese instante, el corneta del fuerte se pone siempre de pie y responde desde el parapeto más alto del fuerte.

Otros casos

25. En caso de ataque al poblado indio, salir de las tiendas en medio de una gran confusión y correr en direcciones contrarias, intentando empuñar las armas que, con anterioridad, se habrán dejado en lugares difíciles de alcanzar.

26. Controlar la calidad del whisky despachado por los traficantes: el porcentaje de ácido sulfúrico debe ser de tres a uno.

27. En caso de paso del tren, asegurarse de que haya a bordo un cazador de indios y flanquear el convoy a caballo, agitando el rifle y lanzando alaridos de saludo.

28. Saltando desde arriba a la espalda de un blanco, sujetar el puñal de forma que no lo hiera inmediatamente, permitiendo el cuerpo a cuerpo. Esperar a que el blanco se dé la vuelta.

(1975)

cap-2

Cómo presentar un catálogo de arte

Las anotaciones que siguen son válidas para instruir a un presentador de catálogos de arte (de ahora en adelante PDC). Atención, no sirven para la redacción de un ensayo crítico-histórico destinado a una revista especializada y ello por varios y complejos motivos; el primero de los cuales es que los ensayos críticos son leídos y juzgados por otros críticos y raramente por el artista analizado, que o no está abonado a la revista o está muerto desde hace dos siglos. Lo contrario de lo que sucede con un catálogo de una exposición de arte contemporáneo.

¿Cómo se llega a ser PDC? Desgraciadamente, es facilísimo. Basta ejercer una profesión intelectual (están muy solicitados los físicos nucleares y los biólogos), poseer un teléfono registrado a su nombre y tener cierto prestigio. El prestigio se calcula de esta forma: debe ser superior en extensión geográfica al área de impacto de la exposición (prestigio a nivel provincial para población de menos de setenta mil habitantes, a nivel nacional para capital de región, a nivel mundial para capital de Estado soberano, excluidos San Marino y Andorra) e inferior, en profundidad, a la extensión de los conocimientos culturales de los posibles compradores de los cuadros (si se trata de una exposición de paisajes alpinos al estilo de Segantini, no es necesario, incluso es perjudicial, escribir en el New Yorker y es más oportuno ser director del instituto de enseñanza media local). Naturalmente, el PDC debe ser contactado por el artista solicitante, pero esto no es un problema: los artistas solicitantes son numéricamente más que los PDC en potencia. Dadas estas condiciones, la ele

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