Connerland

Laura Fernández

Fragmento

cap

JERRY DIX SE HA (GLUM) SUICIDADO

Las Aerolíneas Timequake existían porque un niño llamado Reddy, Reddy Dolden, había pasado demasiado tiempo jugando a Dirige Tu Propia Aerolínea, un videojuego de estrategia del que sólo se habían vendido treinta y seis unidades en todo el mundo. Las otras nueve mil novecientas sesenta y cuatro se habían destruido impunemente, y su creador, un tipo llamado Jerry, Jerry Dix, que lo había perdido todo por culpa de aquel estúpido juego, se había (GLUM) suicidado. Pero nadie se había enterado. Sólo un niño, un niño llamado Reddy Dolden, que más tarde sería el propietario de Aerolíneas Timequake (BIENVENIDO A TU CÁPSULA DEL TIEMPO), la tercera compañía aérea del mundo, lloraría su muerte abrazado a su avión de peluche.

Aquella misma noche, la noche del 27 de octubre de 1997, el niño, Reddy Dolden, decidiría que su primer Boeing 767 real se llamaría Jerry. Jerry Dix. Y que algún día sus pasajeros, sus pasajeros reales, podrían llevarse a casa un Jerry Dix de juguete, en su más asequible versión muñeco piloto o en su más auténtica versión Boeing 767 de peluche. Una década más tarde, Reddy Dolden cumpliría su promesa al adquirir el primer avión de su flota y llamarle Jerry. Pero aún tendría que pasar otra década para que la versión avión de peluche del malogrado Dix se convirtiera en el objeto de merchandising aéreo más vendido del mundo. Cuando eso ocurriera, Reddy Dolden tendría tanto dinero que no sólo habría olvidado que una vez había sido un niño sin blanca que dormía abrazado a su avión de peluche sino que habría dejado de soñar, porque ¿qué sentido tiene hacerlo cuando eres el Genio de la Lámpara?

Porque algo así era Reddy Dolden.

Podía cumplir deseos.

Oh, bueno, ya me entienden.

El dinero los cumplía por él.

cap-1

LIBRO UNO

En el que un escritor de ciencia ficción ridículamente muerto (VOSS VAN CONNER) y una atractiva azafata aérea desesperadamente soltera (MIRANDA SHERIKOV) se topan en un avión de pasajeros de las exitosas aerolíneas Timequake (BIENVENIDO A SU CÁPSULA DEL TIEMPO) que se dirige a Bromma

cap-2

1

(CHICA MANDERLAN)

Miranda Sherikov se ajustó sus miniguantes, respiró hondo, empujó el carrito de bebidas y se dijo que le hubiera gustado conocer a Jerry Dix cuando todavía era de carne y hueso. Tal vez así no habría tenido que conocer a todos los demás. Todos los demás eran los tipos que conocía de seis en seis gracias al Programa de Citas para Azafatas Manderlan que Lemy Manderlan, consejero delegado de Aerolíneas Timequake, había impulsado tras descubrir que las azafatas de la compañía gozaban de una popularidad francamente astronómica y decididamente sexual entre la población mundial. Sus uniformes, diseñados por la siempre polémica Sandy Sapp, incluían calcetines de media blancos hasta mitad del muslo, minifaldas de tenista en cuero azul, cinturones de un naranja escandalosamente llamativo, pañuelos de un naranja escandalosamente llamativo que debían anudarse de forma altamente sugerente al cuello, escotes Mujer Maravilla, miniguantes que apenas cubrían los dedos de las azafatas y que sin embargo podían hacer volar la imaginación de los pasajeros, y gorritos a juego con las mini(mini)faldas, cruzados por tres líneas doradas que representaban, según Sapp, a las aerolíneas que dirigía Dolden.

Dado el carácter fetichista del uniforme diseñado por Sapp, no era de extrañar que circulara una versión calificada de Juguete Sexual por tiendas de lencería erótica de medio mundo. Esta versión era conocida como Pin Up Timequake Hostess y resultaba extremadamente rentable. Sandy se había comprado una isla gracias a ella. Y la estaba poblando de animales domésticos abandonados. Sandy los coleccionaba de la misma manera que algunos niños coleccionan dinosaurios galácticos.

La isla, por cierto, se llamaba Sappy.

Estaba en algún lugar del Pacífico.

Miranda Sherikov se preguntaba a menudo cómo sería ser abandonada allí. Pero Miranda era la clase de chica que a menudo se pregunta cómo sería ser devorada por un tiburón blanco.

Si es que esa clase de chica existe.

Jubb, Jubb Renton, era, sin saberlo, el hombre que más ejemplares poseía en el mundo de la, a ratos simplemente hilarante, a ratos descaradamente ridícula, tercera novela de Voss Van Conner, Excursión a Delmak-O. El protagonista de la novela era un astronauta que, en su día libre, decidía llevar a su familia a un agradable planeta llamado Delmak-O. Pero al llegar allí descubría que el planeta no era agradable en absoluto. De hecho, había dejado de serlo hacía mucho tiempo. En concreto, había dejado de serlo hacía dos siglos, cuando había sido asaltado y posteriormente sometido por una extraña raza de edificios deshabitados. ¿Y por qué seguía creyendo el astronauta protagonista que Delmak-O era un lugar agradable? Muy sencillo. Porque no había considerado oportuno actualizar la guía turística intergaláctica familiar.

La fascinación que Jubb, Jubb Renton, uno de los mejores vendedores puerta a puerta de Juguetes Para Todos Los Tiempos Harrington, sentía por aquella novela de Voss Van Conner era enorme. En aquel momento, Jubb poseía un total de 231 ejemplares de la misma y, aunque pudiera parecerlo, no era un auténtico coleccionista. La única razón por la que Jubb Renton compraba una y otra vez Excursión a Delmak-O era exactamente la misma razón por la que los viajeros solitarios acaban llamando tarde o temprano a casa: para sentir que siguen existiendo, que en alguna parte hay alguien, hay algo, que los mantiene anclados al mundo. Su existencia era a menudo tan vaporosa, tan irreal, como la de un fantasma que permaneciera esposado al pasamanos de un edificio sobre el que pesara una perpetua amenaza de derribo.

Sí, el éxito del Hoppy Harrington, el producto estrella de Juguetes Para Todos Los Tiempos Harrington, dependía de él, pero todos aquellos ejemplares dependían aún más de su existencia. Él debía encargarse de rescatarlos, porque nadie más lo haría. Porque nadie los quería.

Sí, Jubb Renton era esa clase de hombre.

La clase de hombre que Miranda Sherikov consideraría Un Tipo Adecuado. La clase de hombre que viaja en Medio Asiento con los bolsillos repletos de pastelitos de jengibre. La clase de hombre que a menudo resulta tan inútil como una corbata.

—¿Café, té, un refresco? —le preguntó Miranda al voluminoso pasajero del 23 Doble E, esbozando una sonrisa modelo Estoy Aquí Para Hacer Que Su Vuelo Resulte Aún Más Agradable—. ¿Un roscobollo?

El voluminoso pasajero del

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