Suena el teléfono temprano con la urgencia de las malas noticias, y el narrador escucha a su hermano anunciar que su padre está infartado de camino al hospital. El hombre, admirado y amado por su hijo, había ido perdiendo la cabeza a manos de la ingrata vejez, y ese olvido y esa mirada extraviada despiertan en el protagonista la necesidad de contar la historia de ese trabajador humilde. Hi...
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Suena el teléfono temprano con la urgencia de las malas noticias, y el narrador escucha a su hermano anunciar que su padre está infartado de camino al hospital. El hombre, admirado y amado por su hijo, había ido perdiendo la cabeza a manos de la ingrata vejez, y ese olvido y esa mirada extraviada despiertan en el protagonista la necesidad de contar la historia de ese trabajador humilde. Historia que no se puede contar sin la del barrio que los vio crecer a Gilmer y a sus hermanos, y la de sus habitantes que lograron eludir la fatal cuadra y sus improbables devenires, tan cargados de realidad colombiana como ningún otro.
Aranjuez se convierte así en el escenario de vidas complejas a las que la mirada sensible de Mesa dota de dignidad y esplendor, en la medida en que nos comparte el dolor profundo del hijo que observa los desvaríos de su padre.
La crítica ha dicho:
«El amor -y más precisamente el amor fraterno- ocupa un lugar central en el complejo paisaje literario de Gilmer Mesa. Me maravilla su poética de la hermandad en medio de la violencia más terrible y de la adversidad más radical».
Giuseppe Caputo
«Un texto valiente, un psicoanálisis de nuestra sociedad. Memorias que defienden el pasado».
Alfonso Carvajal
«Esa prosa rarísima y bella que combina una capacidad de concreción bíblica (con frases que encapsulan en dos o tres renglones toda una biografía, un temperamento o una época) con un ritmo desbocado, napoleónico, fascinado por su propia música y receloso de la sobriedad».
Jaime Zapata Villarreal, El Tiempo
«Gilmer Mesa tiene la lucidez original de mirar el país desde la periferia. En La cuadra narró el conflicto urbano desde la esquina de su barrio, y ahora en Las Travesías nos lleva a la Colombia profunda del campo que no ha podido ser nación».
Alonso Salazar
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