Pistolar

Iván Soto Camba

Fragmento

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Puede ser que las cartas no regresen por razones arquitectónicas, imagino que deduce Luis Alfredo J. A., a través del Rubik de imposibilidad probable versus posibilidad improbable que es su esquizofrenia. Azulejo para cráneo.

Infiero que Luis Alfredo J. A. abre la ventana todos los días a la misma hora. Mecanismo que no altera en absoluto la composición del cuarto. Tras el vidrio hay una cortina de plantas, tierra e insectos asfixiados. El mismo paisaje con la ventana abierta o cerrada, la misma temperatura.

Luis Alfredo J. A. vive en un edificio que rara vez se reconoce como tal: cinco pisos de departamentos pintados de un tono de verde muy orgánico, cubiertos de la planta baja a la azotea por una enredadera, y rodeados, por todos sus lados, por descomunales árboles ficus. Un edificio invisible.

Sé por experiencia propia que la vivienda de Luis Alfredo J. A. se utiliza, principalmente (y sin ironía), como referencia para llegar a cualquier otro lugar: “En ese parque enorme de la esquina, dé vuelta a la derecha”.

Supongo que es fácil encontrar argumentos cartográficos para la falta de correspondencia. Pros y contras para la invisibilidad del inquilino. Desde afuera, tampoco hace mucha diferencia el estatus de las ventanas: orificios para respirar por los que en vez de entrar aire, salen plantas.

Entiendo que el problema, muy claro en su mente después de tantos años, no es sólo que nunca llega el ansiado correo: además las visitas no encuentran el lugar, los proveedores de cualquier servicio indispensable no hacen las entregas, no se realizan las labores de mantenimiento.

Asumo que cuando Luis Alfredo J. A. se mudó al departamento 5, en 1979, se dejó convencer por la entonces incipiente enredadera, cuya configuración evocaba para él la figura de un calamar gigante. Una señal divina que sin duda estaba dirigida, o, mejor dicho, era transmitida específicamente al receptor que le implantaron en la nuca: el poder y la responsabilidad que conlleva vivir en un lugar que siempre estará a punto de ser devorado.

Creo que el de Luis Alfredo J. A. no es realmente un edificio invisible sino un buzón difícil de ver. Uno tan grande que sólo es perceptible desde el cielo. A nivel de calle, un parque. Desde el interior, perpetua junta de vecinos.

Imagino que Luis Alfredo J. A. escribe una carta; que, sobre todo, Luis Alfredo J. A. espera una carta. Concluyo que ya nadie escribe cartas como lo hacía él, y que nadie siente tan personal su reiterada ausencia entre apertura y cierre de ventana. Porque Luis Alfredo J. A. no las esperaba y escribía en sus tiempos libres como haría cualquier otro. Lo hacía de profesión:

13 de enero de 1986

Muy queridísima Laura, hermanita del Señor Cristo-Jesús:

El motivo de esta carta es para saludarlos y comentarles los milagros que he recibido de San Juan Macías. Mientras esperaba tu respuesta de mi última carta, una señora amiga de esta colonia me invitó a que fuera a unas misas de sanación, y fui lleno de confianza en la intercesión de este santo milagroso, que me ha sanado totalmente de mi esquizofrenia.

La primera vez que fui a su templo, le pedí que intercediera ante Jesucristo y me quitara las ideas blasfemas que padecía contra la Virgen y contra Dios y contra el Espíritu Santo, y tuve mucha confianza porque oía testimonios de sanaciones de todo tipo (hasta de cáncer y sida) y muchos otros testimonios que daban las gentes.

Entonces me seguí tomando la medicina psiquiátrica de mi doctor y empecé a marearme mucho. Por eso la fui dejando durante dos semanas y me siento muy bien, sanado, y esta imagen que te mando me dice que te va a premiar con el premio mayor de la lotería en los E. U. A., con mucho dinero para las necesidades de tu familia y con terminación 12 el boleto para que hagas muchas obras buenas. Yo confío mucho en este santo y espero que te favorezca con lo que me dice. Y mi tía Martha recibirá herencias de mi tío Fernando en E. U. A. del fondo de ahorro de su trabajo. Serán muchos millones de dólares y adelgazará muy milagrosamente.

Esta imagen te hablará mucho de Carlos, y le dará mucha perseverancia y muchos carismas santos, lo hará sacerdote especial nuestro Señor Jesucristo, al igual que a ustedes. Persígnense con el velo de la santísima trinidad todos los días y todos mis parientes también. Este santo le concederá hijos a Mariana y tendrás unas visiones de muchas bendiciones que Cristo y Dios-Padre han elegido para su reino.

Este santo, si tú lo invocas con la oración de esta estampa, sanará a tus enfermos de la escuela de enfermitos y les dará la salud completa. Dales religión y amor a la Virgen y a Cristo y a estos niños, y verás muchos milagros en ellos y tus parientes. Sana cáncer este santo, y sida en corto tiempo, verás a todos los niños curados (los dawn) y puede ser que me vaya de misionero-sacerdote cuando encuentre dónde me acepten en un seminario.

Hasta luego. Salúdame a todos con mucho cariño. Luis Alfredo J. A., tu hermano, ora porque me conceda Dios ser Misionero, Sacerdote, Santo.

Atentamente,

Luis Alfredo J. A.

Dom. de Don Gato

C. P. El Basurero

Col. Gatolandia 316

Guadalajara, Jalisco.

Las cartas de contestación tardarían treinta años en llegar al departamento 5, cuando Luis Alfredo J. A. ya no estaría ahí para leerlas. Un fenómeno de paradoja postal que no sólo produciría nuevo remitente sino también nuevo destinatario:

17 de mayo de 2016

Querido Luis,

me tomo la libertad de interceptar y responder esta carta a nombre de tu hermana. Llevo tiempo pensando en los síntomas (y también en la falta aparente de los mismos) que le mencionas. Te comparto algunas reflexiones al respecto que espero sean de tu interés:

1

Lichtenberg también era un genio de la hipocondría, que podía somatizar trece enfermedades a la vez. Uno de sus recuentos incluye la combinación de marasmus senilis, principio de hidropesía, asma convulsiva, fiebre maligna, ictericia, parálisis del lado derecho, pólipo en el corazón, hidropesía torácica, calcificación en las principales venas y arterias, úlcera en el hígado, agua en la cabeza y diabetes.

Disueltos en sus aforismos aparecen otros síntomas que, sin embargo, su autor no considera como tales. Por ejemplo: “he notado claramente que tengo una opinión acostado y otra parado”, o “cuando el espíritu se eleva, el cuerpo se arrodilla”. Este tipo de manifestaciones individuales no suponen mayores riesgos, ni aparecen en los libros de medicina, pero en conjunto forman el síndrome que constituye a la persona como tal (a Lichtenberg o al síndrome Litchenberg como tal).

2

Sir Thomas Browne también sufría de una extraña condición, que lo hacía morir el mismo día de su cumpleaños.

3

Baudelaire tenía un síndrome peculiar que podría interesarte. Al menos el Baudelaire de Polleri lo tenía, un síndrome que lo obligaba a mantenerse en constante estado de mudanza. Arrastraba una valija gigante, llena de llaves, por me

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