Los Gatos Guerreros | El Poder de los Tres 4 - Eclipse

Erin Hunter

Fragmento

content

Contenido

Portada

Dedicatoria

Filiaciones

Mapa

Mapa

Prólogo

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Créditos

cap

—¡No te muevas! —ordenó Carrasquera, corriendo hacia su hermano para ayudarlo.

Glayino se quedó quieto, tragándose la frustración, y dejó que Leonino tirara de los zarcillos que le envolvían las patas mientras Carrasquera lo guiaba delicadamente lejos del arbusto espinoso.

—¡Estúpidas zarzas!

El joven curandero levantó la cabeza y echó a andar, más inseguro que nunca del terreno que pisaba, pero haciendo todo lo posible para que no se le notara.

Sin pronunciar una sola palabra, Carrasquera y Leonino se colocaron a ambos lados de su hermano. Con el toque más leve de sus bigotes, la aprendiza lo guió alrededor de una mata de ortigas, y, cuando un tronco caído les bloqueó el paso, Leonino lo avisó con un toque de la cola para que se detuviera mientras él trepaba y saltaba al otro lado, señalándoles el camino que debían seguir.

Al ascender por la quebradiza corteza del árbol, Glayino no pudo evitar preguntarse: «¿De verdad la profecía se refiere a un gato que no puede ver?»

cap

Un agradecimiento especial
a Kate Cary

cap

Filiaciones

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CLAN DEL TRUENO

Líder

ESTRELLA DE FUEGO: gato de un intenso color rojizo.

Lugarteniente

ZARZOSO: gato atigrado marrón oscuro de ojos ámbar.

Curandera

HOJARASCA ACUÁTICA: gata atigrada de color marrón claro y de ojos ámbar.

Aprendiz: GLAYINO

Guerreros

(gatos y gatas sin crías)

ESQUIRUELA: gata de color rojizo oscuro y ojos verdes.

Aprendiz: RAPOSINO

MANTO POLVOROSO: gato atigrado marrón oscuro.

TORMENTA DE ARENA: gata de color melado claro.

Aprendiza: MELOSA

NIMBO BLANCO: gato blanco de pelo largo.

Aprendiza: CARBONCILLA

FRONDE DORADO: gato atigrado marrón dorado.

Aprendiza: CARRASQUERA

ACEDERA: gata parda y blanca de ojos ámbar.

ESPINARDO: gato atigrado marrón dorado.

Aprendiza: ROSELLERA

CENTELLA: gata blanca con manchas canela.

CENIZO: gato gris claro con motas más oscuras, de ojos azul oscuro.

Aprendiz: LEONINO

ZANCUDO: gato negro de largas patas, con la barriga marrón y los ojos ámbar.

CANDEAL: gata blanca de ojos verdes.

Aprendiza: ALBINA

BETULÓN: gato atigrado marrón claro.

LÁTIGO GRIS: gato gris de pelo largo.

BAYO: gato de color tostado.

PINTA: pequeña gata gris y blanca.

RATONERO: gato gris y blanco.

Aprendices

(de más de seis lunas de edad, se entrenan para convertirse en guerreros)

CARBONCILLA: gata atigrada de color gris.

MELOSA: gata atigrada de color marrón claro.

ROSELLERA: gata parda.

LEONINO: gato atigrado dorado de ojos ámbar.

CARRASQUERA: gata negra de ojos verdes.

GLAYINO: gato atigrado gris de ojos azules.

RAPOSINO: gato atigrado rojizo.

ALBINA: gata blanca.

Reinas

(gatas embarazadas o al cuidado de crías pequeñas)

FRONDA: gata gris claro con motas más oscuras, de ojos verde claro.

DALIA: gata de pelo largo color tostado, procedente del cercado de los caballos, madre de dos cachorros, hijos de Zancudo: Rosina (gatita de color tostado oscuro) y Tordillo (gatito blanco y negro).

MILI: gata atigrada de color gris y ojos azules, antigua minina doméstica, embarazada de Látigo Gris.

Veteranos

(antiguos guerreros y reinas, ya retirados)

RABO LARGO: gato atigrado, de color claro con rayas muy oscuras, retirado anticipadamente por problemas de vista.

MUSARAÑA: pequeña gata marrón oscuro.

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CLAN DE LA SOMBRA

Líder

ESTRELLA NEGRA: gran gato blanco con enormes patas negras como el azabache.

Lugarteniente

BERMEJA: gata de color rojizo oscuro.

Curandero

CIRRO: gato atigrado muy pequeño.

Guerreros

ROBLEDO: pequeño gato marrón.

SERBAL: gato rojizo.

CHAMUSCADO: gato negro.

Aprendiz: RAPACERO

YEDRA: gata blanca, negra y parda.

SAPERO: gato marrón oscuro.

GRAJO: gato negro y blanco.

Aprendiza: OLIVINA

PELOSA: gata atigrada de pelo largo que apunta en todas direcciones.

LOMO RAJADO: gato marrón con una larga cicatriz en el lomo.

Aprendiza: TOPINA

CRÓTALO: gato marrón oscuro de cola rayada.

Aprendiz: CARBONCILLO

ESPUMOSA: gata blanca de pelo largo, ciega de un ojo.

Aprendiz: RUANO

Reinas

TRIGUEÑA: gata parda de ojos verdes, pareja de Serbal y madre de Pequeño Tigre, Canelilla y Rosillo.

AGUZANIEVES: gata de un blanco inmaculado.

Veteranos

CEDRO: gato gris oscuro.

AMAPOLA: gata atigrada marrón claro de patas muy largas.

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CLAN DEL VIENTO

Líder

ESTRELLA DE BIGOTES: gato atigrado de color marrón.

Lugarteniente

PERLADA: gata gris.

Curandero

CASCARÓN: gato marrón de cola corta.

Aprendiz: AZORÍN

Guerreros

OREJA PARTIDA: gato atigrado.

CORVINO PLUMOSO: gato gris oscuro.

Aprendiza: ZARPA BRECINA

CÁRABO: gato atigrado de color marrón claro.

COLA BLANCA: pequeña gata blanca.

Aprendiz: VENTOLINO

NUBE NEGRA: gata negra.

TURÓN: gato rojizo de patas blancas.

LEBRÓN: gato marrón y blanco.

HOJOSO: gato atigrado oscuro de ojos ámbar.

MANCHADA: gata atigrada gris moteada.

SALCE: gata gris.

HORMIGUERO: gato marrón con una oreja negra.

RESCOLDO: gato gris con dos patas oscuras.

Aprendiza: ZARPA SOLEADA

Reina

GENISTA: gata de color blanco y gris claro, de ojos azules, madre de Cardina, Cañeta y Fosquilla.

Veteranos

FLOR MATINAL: reina de color carey muy anciana.

MANTO TRENZADO: gato atigrado de color gris oscuro.

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CLAN DEL RÍO

Líder

ESTRELLA LEOPARDINA: gata atigrada con insólitas manchas doradas.

Lugarteniente

VAHARINA: gata de color gris oscuro y ojos azules.

Curandera

ALA DE MARIPOSA: gata atigrada de color dorado y ojos ámbar.

Aprendiza: BLIMOSA

Guerreros

PRIETO: gato negro grisáceo.

MUSGAÑO: pequeño gato atigrado marrón.

Aprendiza: PALOMINA

JUNCAL: gato negro.

MUSGOSA: gata parda de ojos azules.

Aprendiz: GUIJOSO

FABUCÓN: gato marrón claro.

TORRENTERO: gato atigrado de color gris oscuro.

FLOR ALBINA: gata gris muy claro.

ROANA: gata gris moteada.

SALTÓN: gato blanco y canela.

AJENJO: gato atigrado de color gris claro.

Aprendiz: ORTIGO

NUTRIA: gata marrón oscuro.

PINOCHA: gata atigrada de pelo muy corto.

Aprendiz: PARDALÍN

CHUBASCO: gato moteado de color gris azulado.

VESPERTINA: gata atigrada marrón.

Aprendiza: COBRIZA

Reinas

BOIRA: gata atigrada gris claro, madre de Soplillo y Malvillo.

NÍVEA: gata blanca de ojos azules, madre de Bichín, Pinchito, Petalina y Matojillo.

Veteranos

GOLONDRINA: gata atigrada oscura.

PIZARRO: gato gris.

LA TRIBU DE LAS AGUAS RÁPIDAS

Apresadores

(machos y hembras responsables de conseguir comida)

RIVERA DONDE NADA EL PEQUEÑO PEZ (RIVERA): gata atigrada de color marrón y ojos grises.

BORRASCOSO: gato gris oscuro de ojos ámbar, antiguo miembro del Clan del Río.

GATOS DESVINCULADOS DE LOS CLANES

SOLO: gato de pelaje largo y multicolor, con ojos de color amarillo claro.

portadilla

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portadilla

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cap-1

Prólogo

El bosque resplandecía bajo la intensa luz del sol, y la vegetación susurraba con el movimiento de las presas. A los pies de un fresno, un gato negro se desperezaba, dejando que los rayos que se colaban entre las ramas le calentaran la barriga. Con un ronroneo, se lamió el pecho mientras curvaba las zarpas con satisfacción.

De repente, una gata parda salió disparada de un arbusto y pasó corriendo por delante él. El gato rodó sobre un costado y le gritó:

—¡¿Ratón?!

—¡A punto de convertirse en carne fresca! —respondió ella, antes de desaparecer entre los helechos, sacudiendo su cola de punta blanca.

Más allá de las plantas, el suelo del bosque descendía hasta un claro cubierto de hierba. Al fondo, una gata de color gris oscuro se mordisqueaba la base de la cola, donde tenía alojada una garrapata. Masculló para sí misma mientras se libraba del grueso parásito y luego miró hacia la ladera. Los helechos en lo alto se estaban moviendo.

—¡Te tengo!

Un maullido triunfal resonó por el claro, y un instante después, los helechos se estremecieron y la gata parda apareció con un ratón en la boca. Le dedicó un guiño a la gata gris.

—¡Hola, Fauces Amarillas! —le dijo.

—¡Buenos días, Jaspeada! —la saludó ésta a su vez—. Hace buen día para cazar.

—Aquí la caza siempre es buena.

Con un movimiento de la cabeza, lanzó el ratón a la gata gris antes de descender al claro.

Fauces Amarillas se acercó a la presa para olfatearla y de inmediato se echó hacia atrás. Se frotó el hocico, ancho y chato, con la pata, mientras la sombra de una pulga le cruzaba la nariz.

—¡Creía que estos terrenos de caza estarían libres de pulgas! —exclamó.

—Probablemente las hayas traído contigo... —dijo Jaspeada, que entornó los ojos y observó el pelaje enmarañado de Fauces Amarillas—. ¿Cuándo aprenderás a limpiarte como es debido?

Se inclinó hacia delante y comenzó a dar lametazos a un gran nudo de pelo que su compañera de clan tenía en el lomo.

—Cuando tú dejes de cuidar de todo del mundo —masculló la vieja gata.

Una voz sonó desde lo alto de la loma:

—No puedo ni imaginarme que eso llegue a pasar alguna vez.

Jaspeada miró hacia arriba. Un gato blanco bajaba hacia ellas por la ladera.

—¡Tormenta Blanca! —ronroneó—. ¿Estrella Azul está contigo?

—Lo estaba hace un momento...

—¡Y todavía lo estoy! —Estrella Azul apareció entre los árboles y corrió hacia Tormenta Blanca—. Habríamos llegado juntos si Estrella Alta no me hubiera entretenido.

—¿Y qué quería? —preguntó Jaspeada.

—Está preocupado, como de costumbre. —Estrella Azul reparó en la picadura de pulga que Fauces Amarillas tenía en el hocico y enroscó la cola—. Qué mala suerte, ¿no? —la compadeció—. Yo creía que aquí no había pulgas.

Jaspeada soltó un ronroneo y tocó el lomo de la vieja gata con la punta de la cola.

—¿Qué decías de Estrella Alta? —insistió Fauces Amarillas, zafándose del contacto de Jaspeada.

—Le preocupan los pequeños —explicó Estrella Azul.

Fauces Amarillas agitó la cola.

—¿Carrasquera, Leonino y Glayino?

—¿Quiénes, si no? —suspiró Estrella Azul—. La profecía se le ha metido en el pelaje como una garrapata.

—Pero su aprendizaje está yendo bien... —señaló Jaspeada—. Parece que por fin están comprendiendo su camino.

—Eso es cierto... —Fauces Amarillas se miró las patas antes de añadir en voz baja—: Aunque aún hay muchas cosas que desconocen.

—Todavía son muy jóvenes —repuso Estrella Azul.

Fauces Amarillas dirigió la vista hacia ella.

—Eso no significa que tengamos que engañarlos.

—¿Acaso crees que les serviría de algo saberlo todo?

Fauces Amarillas se puso tensa.

—Las vidas que comienzan con un engaño siempre se viven en la sombra.

Estrella Azul se sentó.

—No podemos contarles la verdad. Guardamos el secreto por una razón, Fauces Amarillas. Y todos estuvimos de acuerdo. Debemos hacer lo mejor para el clan.

La vieja gata ladeó la cabeza.

—Les estamos mintiendo. ¿Cómo puede ser eso lo mejor?

—No fuimos nosotros los primeros en mentirles —le recordó Tormenta Blanca.

—Pero seguimos ocultándoles la verdad —protestó Fauces Amarillas—. Y en sus vidas ya hay demasiados secretos.

—Al menos conocen la profecía... —intervino Jaspeada.

Fauces Amarillas arañó el suelo.

—Oh, sí, la profecía... ¡Pues ojalá no la conocieran! ¡Y ojalá tampoco la conociera yo! A veces creo que habría sido mejor que no les hubieran dado todo ese poder.

Jaspeada acarició con la cola el costado de la vieja curandera.

—Sabes que nosotros no tenemos nada que ver con eso —la tranquilizó—. Sólo podemos esperar que utilicen sus poderes sabiamente, por el bien del Clan del Trueno.

—¿Sólo por el bien del Clan del Trueno? —intervino Tormenta Blanca, pensativo—. Si sus poderes son tan grandes, ¿no deberían emplearlos para ayudar a todos los clanes?

Estrella Azul, sorprendida, abrió mucho los ojos.

—¡Han nacido en el Clan del Trueno y se han criado como leales guerreros a su clan! ¿Por qué deberían responsabilizarse de la suerte de los otros clanes?

Fauces Amarillas lanzó una mirada torva a la antigua líder del Clan del Trueno, pero no abrió la boca.

—Es normal que en algunas cosas no estemos de acuerdo —dijo Tormenta Blanca en son de paz—. Lo más importante es que los tres hermanos sepan respetar y escuchar a sus antepasados guerreros.

—Sí —coincidió Jaspeada—. Debemos asegurarnos de que presten atención a lo que les decimos.

Tormenta Blanca agitó una oreja; una brizna de hierba le estaba haciendo cosquillas.

—Ningún gato nace tan sabio como para no tener nada que aprender de sus mayores. Debemos guiarlos siempre que podamos.

—Eso es más fácil de decir que de hacer —masculló Fauces Amarillas.

Una mariposa revoloteó por encima de sus cabezas, avanzando con dificultad contra la brisa. Los ojos de Jaspeada brillaron de emoción, y la hermosa gata reaccionó de inmediato: se plantó sobre las patas traseras y saltó juntando las zarpas delanteras. La mariposa voló rápidamente hacia arriba, quedando fuera de su alcance.

—¡Cagarrutas de ratón! —Jaspeada volvió a sentarse, y sólo entonces se dio cuenta de que Estrella Azul se estaba alejando—. ¿Ya te vas, Estrella Azul?

La gata gris señaló con el hocico a Fauces Amarillas.

—Si me quedo, acabaremos discutiendo.

La vieja curandera agitó la punta de la cola.

—¿Así que sigues convencida de que debemos ocultarles la verdad?

—Comprendo tus temores, Fauces Amarillas —murmuró Estrella Azul—. Pero, por el momento, creo que lo más seguro es que continuemos guardando el secreto.

Fauces Amarillas apartó la mirada.

—No veo más que tozudez... —gruñó casi para sus adentros.

—Estrella Azul cree que está haciendo lo correcto —le dijo Tormenta Blanca—. Antes confiabas en ella, ¿recuerdas?

Dicho esto, se despidió de las dos curanderas con un leve asentimiento de la cabeza y siguió a Estrella Azul fuera del claro.

—¿Y tú qué? —La mirada clara de Fauces Amarillas se posó en Jaspeada—. ¿Tú estás de acuerdo con mantener este secretismo?

—La verdad es un arma muy poderosa. Debemos usarla con mucho cuidado.

—¡Eso no es una respuesta! —le soltó la vieja gata.

Jaspeada clavó su mirada en los ojos angustiados de Fauces Amarillas.

—¿Por qué estás tan preocupada?

El pelaje del lomo de la vieja gata se estremeció.

—No lo sé —admitió—. Sólo es... un presentimiento. —Su mirada se desvió hacia los árboles, como si buscara la respuesta en el bosque—. Algo va mal. Se aproxima una oscuridad que ni siquiera el Clan Estelar puede evitar. Y cuando llegue, seremos incapaces de proteger a los clanes. Seremos incapaces incluso de protegernos a nosotros mismos.

cap-2

1

Carrasquera se agazapó, presionando la barriga contra la superficie de piedra. Todavía conservaba el calor del sol, que ya estaba ocultándose detrás de las lejanas colinas. Un viento frío procedente de las montañas le alborotó el pelaje. Desde donde estaba, podía ver los prados que se extendían hasta una gran franja de bosque; en algún lugar, más allá de aquellos árboles, se hallaba el lago, y su hogar.

Aunque los árboles aún conservaban las hojas, eran de un verde desgastado, y en el aire flotaba un sabor nuevo y mohoso que no percibió cuando se dirigían a las montañas. «Se acerca la estación de la caída de la hoja», pensó la aprendiza.

Se moría de ganas de llegar a casa. Tenía la sensación de que llevaba lunas y lunas con la tribu, aunque al menos habían conseguido salir de las montañas sanos y salvos. A partir de ese punto, el suelo sería más blando, la caza, más fácil, y el territorio, muchísimo más familiar que aquel en el que sólo había rocas, torrenteras y árboles achaparrados.

Miró por encima del hombro. Zarzoso y Esquiruela estaban hablando en voz baja con Borrascoso y Rivera, acompañados de Trigueña y Corvino Plumoso. ¿Estarían despidiéndose?

Carrasquera todavía estaba conmocionada por la decisión de Borrascoso y Rivera de quedarse en las montañas. La noche anterior, durante el banquete de despedida que habían celebrado en la cueva tras la cascada, Borrascoso había anunciado que Rivera y él acompañarían a los gatos de clan hasta el pie de las montañas, pero no más allá. Glayino, por supuesto, se había limitado a asentir y a encoger los hombros, como si desde el inicio de aquel viaje hubiera sabido que la pareja no iba a regresar al Clan del Trueno. Carrasquera, sin embargo, apenas era capaz de imaginar por qué un gato querría permanecer en las montañas cuando podía vivir junto al lago. «Rivera debe de sentir por las montañas lo mismo que yo siento por mi hogar. Y Borrascoso la ama lo suficiente como para quedarse con ella, dondequiera que sea.»

De pronto, un destello de plumaje marrón atrajo su mirada. Un águila estaba lanzándose en vuelo rasante por la áspera ladera que había a los pies de la aprendiza. Delante del ave, una liebre corría aterrorizada, levantando nubes de tierra y hierba con sus largas patas traseras. Después de plegar hábilmente las alas a los costados, el águila atacó, haciendo rodar a la liebre antes de inmovilizarla contra el suelo con sus garras afiladas.

Carrasquera envidió la velocidad del águila. ¡Si ella pudiera volar de esa manera...! Cerró los ojos, imaginándose que iba rozando la hierba, tocando apenas el suelo con las patas, tan ligera como el aire, más veloz que la presa más veloz...

—¡Ojalá nos pongamos en marcha de una vez! —El maullido impaciente de Leonino interrumpió sus pensamientos.

Su hermano trepó al peñasco, junto a ella, y siguió su mirada hasta el águila, que estaba devorando su presa.

—¡Ojalá tuviera el estómago lleno! —siguió lamentándose.

—¿Crees que alguna vez podremos volar? —murmuró Carrasquera.

Leonino la miró como si se hubiera vuelto loca, y ella se apresuró a explicarse.

—Bueno, Glayino dice que tenemos el poder de las estrellas en las manos, ¿no? —Todavía le resultaba raro decirlo en voz alta—. Y en realidad no sabemos qué significa eso exactamente. Sólo me preguntaba si...

—¡Gatos voladores! —se burló Leonino—. ¿Para qué?

A Carrasquera le ardieron las orejas de vergüenza.

—No tienes ni una pizca de imaginación —le soltó a su hermano—. Aquí estamos nosotros, con más poder del que jamás ha tenido ningún gato, ¡y tú actúas como si no fuera nada! ¿Por qué no íbamos a poder volar, o hacer cualquier otra cosa que deseemos? ¡Y deja ya de burlarte de mí!

—No me estoy burlando de ti. —Leonino le rozó el costado con la cola—. Sólo digo que con alas nos veríamos ridículos.

Carrasquera sintió una oleada de frustración y se encaró con su hermano echando chispas por los ojos.

—¡No te lo estás tomando en serio! ¡Tenemos que descubrir qué significa exactamente la profecía!

Leonino parpadeó, dando un paso atrás.

—No te enfades, Carrasquera. Ya conoces a Glayino y sus visiones. Suenan de maravilla, pero debemos vivir en el mundo real.

—¿Y qué es el mundo real, ahora que tenemos el poder de las estrellas en las manos? ¡Podremos hacer cualquier cosa! ¡Imagínate lo mucho que podremos ayudar a nuestro clan!

Leonino frunció el ceño.

—La profecía no dice nada de ayudar a nuestro clan; sólo nos menciona a nosotros tres.

Carrasquera se quedó mirándolo.

—Pero ¡el código guerrero dice que ante todo debemos proteger a nuestro clan!

La mirada de Leonino se desvió hacia las lejanas colinas.

—¿Y crees que estamos obligados a seguir el código guerrero si somos más poderosos que el Clan Estelar? —se preguntó en voz alta.

—¡¿Cómo puedes decir algo así?! —lo riñó ella.

A pesar de todo, Carrasquera no pudo evitar que todo el pelo del lomo se le estremeciera ante aquella afirmación. Si la profecía implicaba que tenían que vivir fuera del código guerrero, ¿cómo iba a saber ella qué era lo correcto? ¿Cómo sabría qué hacer si debía elegir entre su propia seguridad y la de su clan?

Glayino apareció de un salto junto a sus dos hermanos.

—¿Podríais hablar un poquito más alto? —siseó—. Creo que hay algún gato del grupo que aún no os ha oído.

Sus ojos azules llameaban furiosos. La ceguera no les impedía reflejar sus sentimientos.

Carrasquera se dio la vuelta para comprobar si alguno de los otros gatos estaba escuchándolos, pero los guerreros seguían absortos en su conversación.

—Ninguno está pendiente de nosotros —susurró para tranquilizar a su hermano.

—Y ninguno tiene un oído tan bueno como el tuyo —añadió Leonino.

—Sólo os aviso para que tengáis cuidado, ¿vale? Debemos mantener esto en secreto.

—Lo sabemos —maulló Leonino.

—Pues, la verdad, no lo parece —replicó Glayino—. ¿Cómo creéis que reaccionarían los demás si se enteraran de que hemos nacido con más poder que el Clan Estelar?

Leonino miró a Esquiruela y Zarzoso.

—Jamás se lo creerían.

—Yo misma apenas me lo creo... —admitió Carrasquera.

—Sí que se lo creerían —afirmó Glayino con voz glacial—. Pero estoy seguro de qu

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