Fibromialgia

Isaac Jakter

Fragmento

PRÓLOGO

En el prólogo de un libro que escribí en el año 1999 sobre la fibromialgia decía:

En este libro me dirijo principalmente a todas aquellas personas que tienen sufrimientos y dolencias en todo el cuerpo o parte del mismo, que no saben lo que tienen, y que durante mucho tiempo han deambulado de consultorio en consultorio y se les dice que no tienen nada, que no sufren de nada, porque los estudios (análisis de sangre, orina, radiografías, estudios eléctricos, tomografías) no arrojan nada revelador.

Peor aún, estas personas lucen bien, sanas, saludables. Incluso a muchas se les argumenta que el problema está “en la cabeza” y que el único tratamiento es el psiquiátrico.

Es mi deber canalizar un poco de luz para todos ellos y expresar que existe una enfermedad que se llama fibromialgia y que puede explicar el sufrimiento de muchísimas personas que aún no saben que la padecen.

Pasaron ya 20 años de aquel prólogo, sin embargo, sigue muy vigente. Si bien mucho se ha avanzado en la aceptación del mundo académico de esta enfermedad, muchísimo falta por hacer.

Todavía recibo en la práctica diaria personas muy doloridas, por años, con todas las características propias de la fibromialgia, que iremos desarrollando a lo largo de este libro, sin diagnóstico.

Hoy, 20 años más tarde, decimos una vez más que la fibromialgia sí existe como entidad nosológica y que no solamente tiene tratamiento para mejorar la calidad de vida, sino que además en muchas oportunidades se la puede curar.

Reseña histórica

La fibromialgia no es nueva. Posiblemente exista desde hace cientos de años a la fecha o, quizás, miles de años. Ya desde el principio del siglo XIX los médicos reconocieron y escribieron acerca de una enfermedad que involucraba alteraciones del sueño, fatiga, rigidez, dolores, para la que no había explicación diagnóstica y a la que llamaron “reumatismo muscular”.

En 1824, un médico de Edimburgo describía puntos sensibles en el cuerpo. Un psiquiatra norteamericano escribió en 1880 acerca de un síndrome que consistía en fatiga general, dolor extendido en todo el cuerpo, disturbios psicológicos, y lo llamó “neurastenia”. Lo atribuía al estrés de la vida moderna.

En 1843 el anatomista Robert R. Froriep describió una asociación entre reumatismo y puntos dolorosos de músculos rígidos: Musckelschwiele.

En 1869 el médico estadounidense George M. Beard escribió un libro titulado American Nervousness, utilizando también el término de “neurastenia”, aplicado a las personas que presentaban pérdida de fortaleza, fatiga o cansancio de manera crónica.

En 1904, otro médico introducía el término “fibrositis” en el léxico médico para indicar los sitios dolorosos que se encontraban en pacientes con reumatismo muscular.

En una nota publicada en 1913 en el British Medical Journal, se enumeraron algunos factores causantes de la fibrositis. Se destacaba que la sintomatología en mucha gente empeoraba al acercarse la lluvia y cuando bajaba la presión barométrica, algo que incluso en la actualidad a los fibromiálgicos les es muy familiar.

También se hablaba de una conexión entre la fibrositis y los dolores, supuestamente de crecimiento, que padecían algunos niños.

Más recientemente, los médicos se han dado cuenta de que “fibrositis” es un nombre incorrecto. El sufijo “itis” significa inflamación, y no hay ninguna evidencia de ello en los pacientes que presentan los síntomas de los que hemos estado hablando.

Finalmente, en 1987, el Dr. Don Goldenberg publicó una nota en el Journal of the American Medical Association (JAMA), reportando los síntomas, hallazgos de laboratorio y resultados de tratamiento de 118 pacientes con fibromialgia, término que ha encontrado beneplácito de muchos médicos.

Sin embargo, ha habido un intento a principios de los años noventa para cambiarle el nombre por el de “fibromalasia”, que significa malestar (falaise = malestar), pero la comunidad médica parece estar satisfecha finalmente con el nombre de fibromialgia, como se la conoce en la actualidad.

La fibromialgia es una enfermedad reconocida por todas las organizaciones internacionales y por la OMS desde 1992. Está clasificada con el código M79.7 de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10CM), en su última revisión, como una enfermedad reumatológica.

Doctor, me duele todo el cuerpo, desde la punta de la cabeza a la punta de los pies, tengo mareos, zumbidos, me cuesta dormir, vivo cansado, angustiado, me hacen todo tipo de análisis, no me encuentran nada y me dicen que no tengo nada.

La fibromialgia es una enfermedad relativamente frecuente, hasta hace unos pocos años confusa, de difícil diagnóstico para los que no la conocen, que cada vez se está difundiendo más. Se trata de una enfermedad relativamente común, que puede llegar a ser invalidante y que afecta a cerca del 5 % de la población, preferentemente mujeres, en una proporción de 4 a 1.

A pesar de su frecuencia, no siempre se la diagnostica correctamente. Puede haber predisposición hereditaria, y el “despertar” de la enfermedad se produce generalmente después de un episodio estresante: fallecimiento de un familiar, separación de la pareja, conflicto con hijos, crisis económica, problemas laborales, accidentes automovilísticos, internaciones hospitalarias y, por supuesto, un sinfín más de posibilidades.

El hecho concreto es que ese factor estresante o estresor sería el disparador de una serie de fenómenos biológicos neuroquímicos, propulsores de todas las manifestaciones sintomáticas que veremos más adelante. También convengamos que no padecen una fibromialgia todas las personas sometidas a fuerte estrés, sino solo un pequeño porcentaje de estas.

Un denominador común que hemos observado es que las personas que desarrollan la enfermedad ya tenían desde antes una tendencia a la ansiedad, angustia, depresión. Expresado de otra forma, estas personas, con dicho perfil psicológico, frente a un episodio de estrés son más propensas a desarrollar la enfermedad.

La fibromialgia no es una enfermedad inflamatoria, no hay elementos de inflamación y es por ello que, generalmente, los medicamentos antiinflamatorios, tan comunes en el mundo actual, logran muy poca o ninguna mejoría en dichos pacientes.

Las personas con fibromialgia pueden lucir saludables. Los análisis de laboratorio les dan todos normales. Los médicos que no conocen esta enfermedad les dicen que está todo bien, que no hay de qué preocuparse y les prescriben analgésicos, antiinflamatorios; otras veces les dicen que el problema está en su cabeza y otras veces, directamente, las mandan al psiquiatra o psicólogo. Pero al paciente le duele y, a veces, muchísimo, lo que lo puede sumergir en una profunda angustia, mayor aún de la que tenía.

Imaginen la situación: la persona con profundo dolor va de

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