El gato Sabandija
Su biografía de vagabundo le sirve de prontuario:
es un gato desahuciado,
esos paquetes que te regalan cuando te quedás sin casa.
Estoy seguro de que te merecés ese nombre sabandija porque esa fuerza solamente
te sale desde el fondo de la marginalidad.
Sabandija es el gato con el que se encariñan las chicas
las que llegaste a invitar a tu casa
pero no era más que tener onda
y después de esas breves intensidades
ellas se volvían a provincia, llorando en el tren
con pretensiones románticas de ser tus actuales.
A ella le alcanzó con tener un poquito de vida juntos
para flashear con tu gato y tu casa y el olor de tu acolchado.
Sabandija es el gato que absorbe la tristeza
de tanta chica enamorada, él es el verdadero
motivo de tanta energía sexual en el ambiente
el gato domina telepáticamente a su dueño
un gato de plexo o corona
un domador de voluntades
esos gatos que te miran y vos
ya sabés que tenés que buscar
la comida y el sabandija solo tiene
que seguirte con la mirada y señalarte el punto
donde está su platito:
un bribón, un polizón, el intruso de la cama
que arranca igual que la kundalini
por la base de tu afligido cuerpo
después de una noche de sexo
con la chica que no querías volver a ver
se te sube por las piernas
y enlazando la genética de las culebras
con la columna vertebral felina
tenés el gato durmiendo encima de la cabeza
toda la noche
la nariz bigotuda de un gato
arrastra una lata de atún
por la cocina
lata contra azulejo, percusión de cacerolazo
toda la noche; y más dócil aún
con tu voluntad quebrada
te levantás de la cama
porque el amor es siempre una extorsión.
Venus retrógrada en Leo
No es para que te pongas celoso
me hice amigo de todas tus amigas
porque quiero estar más cerca de vos;
y sacarnos la típica foto
chupando la pajita
íntimos, ya sabés, algo que subís y dejás
para siempre en el feed;
nos caímos juntos al piso y fue increíble
la risa, nuestras piernas entrecruzadas,
drogados en nuestro protagonismo total
tus amigas nos miraban y ninguna no se moría de ganas
de ver dos gays excitados boca abajo.
Después estuvimos en una plaza, de noche, sin luna
y me dio vergüenza decir tu nombre en voz alta
para siempre
así era la ciudad para mí con vos
un tren fantasma lleno de espejos,
nosotros bailando y vos haciendo cuentas matemáticas
cálculos astronómicos que tejían
redes invisibles, mientras cursabas
tu doctorado en la ciencia
del narcisismo; nos perdimos en un laberinto
de ácido lisérgico y así era la ciudad para mí con vos
espejos, fantasmas, espejos
tal vez no pasó nada tan interesante
pero la fantasy fue muy fuerte.
arreglarnos el flequillo con la pupila del otro de espejo
toda la tarde, la tarde entera
cortarte el pelo, prestarnos ropa,
lavar la ropa, bañarnos, cocinar,
invitar a un amigo a comer
hacerle lo que más le gusta
mirarlo masticar
servirle más vino
bajar al kiosco
bajar el colchón
ranchear
y cuando los vecinos
discuten y se gritan
por ahí decirte:
no pasa nada;
y que vos me creas
y gracias a eso
puedas por fin
dormir tranquilo
y yo, vigilante
cuidar tu sueño
toda la tarde, la tarde entera
de noche la siesta dormimos
cada uno en su bolsita de acampar
en el medio un vacío imposible
de llenar porque ya está lleno
de la incómoda
la ridícula
conspiración del silencio
y que te pases a mi cama
cuando todos duermen
nosotros no
decimos
ni media palabra
un susurro de leones
Me enamoré de un chico con el Sol en el último día de Libra,
en el minuto que termina su cumpleaños
empieza Escorpio.
Esa noche en la terraza, subimos juntos a ver el amanecer y
lo que amaneció fue el infierno.