The Crazy Haacks y la fábrica de regalos (The Crazy Haacks)

Mateo Haack
The Crazy Haacks

Fragmento

cap-1

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¡HOOOLA, LOCOOOS!

Os preguntaréis por qué hoy tengo tanta energía ¡si no he echado ni la siesta! Lo sé, lo sé… No soy la clase de persona que se salta la siesta y encima está de buen humor. ¡Y menos aún en vacaciones! Pero hay una razón que me tiene LOCO y es que hoy o, mejor dicho, esta noche…

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Estoy HAPPY, HAPPY, ¡locos!

Pero, para ser sinceros, esta Navidad es CASI perfecta. Hay una cosa que la haría extraordinaria, épica, única e irrepetible: ¡la nieve! Pero, como sabéis, vivimos en Málaga, ¡la costa del SOL! A pesar de estar a 24 de diciembre… hace un calorcito rico rico que invita a tomar algo en una terraza y no a cantar villancicos de puerta en puerta como hacíamos cuando vivíamos en Inglaterra, con gorro, bufanda y guantes. ¡Eso sí que eran Navidades de película, con guerra de bolas de nieve incluida!

Pero bueno, no pasa nada, porque lo verdaderamente importante de la Navidad es estar con la familia y… ¡Aquí están TODOS!

Han venido nuestros aitites de Logroño que, para quien no lo sepa, así es como se dice «abuelos» en euskera; porque mi madre es vasca, aunque Aitite es de Galicia y Amama de Zamora y ahora viven en La Rioja (¡vaya lío!). En breve, llegarán de Tailandia nuestros tíos Xavi y Pommy con nuestras primas Sienna y Selena, de cinco y dos años, que tienen nombre de dueto musical pero solo cantan «Let it go» de Frozen. Xavi es hermano de nuestra madre, también vasco, pero se fue a vivir a Tailandia y allí se casó con nuestra ahora tía Pommy, que en realidad se llama Paweena (¿por qué la llaman Pommy entonces? Tendré que enterarme estos días…) y tuvieron dos hijas que son guapísimas porque tienen mezcla europea y asiática y porque, además, son nuestras primas, claro…

El caso es que hablan tailandés y un poco de inglés porque van a un cole británico, y no saben nada de español, igual que Pommy. Aitite sí habla español y nada de inglés, pero como está medio sordo entiende lo que quiere y es como si hablara en otro idioma. El tío Xavi solo habla de vinos, un lenguaje que nosotros no entendemos. Mami siempre está en sus cosas y escucha poco, ¡tiene «audición selectiva»! Mateo ahora se cree «mayor» y habla con tacos y expresiones raras que usa con sus amigos. Daniela no escucha porque está enganchada a TikTok y yo soy bastante reservado, así que… ¡Nuestras conversaciones van a ser de lo más divertido!

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El caso es que ya ha empezado el LÍO, como siempre que nos juntamos. ¡Seguro que en vuestra familia también pasa! Hay que hacer la compra para la cena, cocinarla, preparar la mesa, la decoración, las camas para todos… En fin, mucho JALEO y ya sabéis que yo soy más de estar tranquilito. He tratado de esconderme en mi habitación para librarme de las tareas, ¡incluso poniéndome los cascos A TOPE con mi videojuego favorito! Pero nada, han venido a buscarme para ir a hacer la compra con mi madre, mis hermanos y los aitites. ¡PACIENCIA!

En el súper todo ha ido bien, más que nada porque nos han dejado comprar lo que hemos querido, aunque no tuviera que ver con la cena: crema de cacao, galletas de todo tipo, leche condensada, dulce de leche… Ellos se han encargado de escoger el marisco, los entrantes… Mami ya compró ayer el cordero, que será el plato principal. Los aitites MOLAN, ¡nos tienen supermimados!

Peeero, como era de esperar, a la hora de volver a casa han empezado las discusiones.

—Yo no me quiero sentar en la cena al lado de Dani —dice Mateo, que va cargado con las bolsas más pesadas—. ¡Que si bebe Coca-Cola no deja de tirarse pedos!

—Pero ¡si aquí el único pedorro eres tú!

—¿Que vais a beber Coca-Cola «a morro»? De eso ni hablar, ¿eh? Es una cochinada —nos riñe Aitite, que otra vez ha entendido lo que le ha dado la gana.

—Pues yo no quiero sentarme al lado de Mateo, que se come todos los langostinos —intervengo—. Y, si no queda más remedio, quiero tener mi propio plato de langostinos y que él no lo toque.

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—A mí lo único que me importa es estar al lado del paté —dice Daniela—. Bueno, y al lado de Amama, que siempre me pela los langostinos.

—Claro que sí, cariño —le responde Amama.

—Entonces a mí también, ¿no? —le pregunto algo ofendido.

—A ver, pero ¿desde cuándo os tienen que pelar los langostinos? —pregunta Mami intentando zanjar el asunto.

Daniela me saca la lengua agarrando de la mano a Amama. ¡Es una pelota!

—Pues yo quiero caviar —dice Mateo de repente—, y del bueno, del ruso ese…

—¿Y cuándo has probado tú ese caviar? —pregunta Mami sorprendida—. ¡Si eso es carísimo!

—Pues cuando fuimos a Rus… —se apresura a decir Daniela.

¡Menos mal que le he tapado la boca y no le he dejado terminar la frase! Nadie sabe que hemos viajado a Rusia, ¡y además a la Rusia del futuro! Daniela es una BOCAZAS.

—¡A la arrocería! —digo intentando disimular antes de que hable más de la cuenta—. Pero eso no era caviar del bueno, Dani, ¡eran huevas de salmón!

—¿Que fuisteis a ver la tumba de Salomón? —pregunta Aitite—. ¡Yo también estuve!

—Que no, Javi… —dice Amama suspirando, que es la única que llama a Aitite por su nombre—. Dicen que han probado huevas de salmón.

—¿Las cuevas de Poseidón? Esas sí que no las conozco —responde de nuevo mientras todos nos reímos.

¡Vaya conversación de besugos!

Así que Amama resopla y le dice que o va a la clínica para que le miren los oídos o ella deja de traducirle las cosas. Mateo y Daniela siguen peleándose por los asientos de la cena y yo me llevo las manos a las orejas para tratar de evadirme. ¡Me tienen frito! ¡Vivan las Navidades en FAMILIA!

Cuando por fin llegamos a casa y estoy deseando entrar y subir a mi habitación para esconderme un par de horas sin oír discusiones de nadie, llega el taxi del aeropuerto con nuestros tíos.

¡Toca saludar a nuestra familia de Tailandia! Es la hora de los besos y los abrazos. ¡Hace un montón que

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