Los tres avatares (The Crazy Haacks)

Hache Haack

Fragmento

cap

CAPÍTULO 1:

LA GRANJA

Recapitulemos un momento.

Hubo un apocalipsis en 2020 y el mundo tal y como lo conocíamos se acabó. Bye, bye. De algún modo yo desperté treinta años más tarde, absolutamente solo, sin saber qué demonios había pasado y ahora tengo que sobrevivir tratando de no respirar el polvo tóxico del aire y alimentándome con asquerosas latas de conserva que voy encontrando en las tiendas y lugares desiertos. Ya he perdido la cuenta de cuánto atún enlatado he tenido que comer. Lo sé…

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Hace poco encontré un ordenador inteligente llamado OK, que me engañó y me envió al pasado con la supuesta misión de salvar el mundo. Seguí sus instrucciones al pie de la letra: hacer un vídeo viral con mis hermanos en nuestro canal de YouTube promocionando un videojuego llamado OKupante, no cruzarme con el Hugo del pasado… Todo PERFECT hasta que me di cuenta de que estaba EMPEORANDO LAS COSAS. De hecho, ¡creo que yo he sido el culpable del apocalipsis que ha terminado con la vida en la Tierra!

Ahora estoy de vuelta en el futuro, perdido otra vez en 2050 en un pabellón gigante donde MILES y MILES de personas están dormidas y enchufadas a unas máquinas a través de un casco. ¡Es el casco del videojuego que yo mismo viralicé! Parece una granja de humanos, una especie de criadero de personas… UF, QUÉ MAL ROLLO. Menos mal que están conmigo Chop y Suey, mis perros, que de alguna manera también han sobrevivido y me acompañan a todos lados.

¿Y cómo he llegado hasta aquí? Empecé a tener sospechas de que OK, el ordenador del búnker donde he pasado todo este tiempo, es en realidad una inteligencia artificial que trama algo muy pero que muy SOSPECHOSO. Además… ¿Cómo es que funciona si no hay electricidad en ningún lado? Pero ¡si hasta tengo que cenar (si se le puede llamar «cena») a la luz de las velas yo solo! Entonces vi un cable supergrueso que salía del ordenador y atravesaba la pared del búnker… ¡Y empecé a seguirlo! Pero ¿dónde estaría conectado el otro extremo? ¿A una fuente de energía del futuro? ¿A un generador oculto durante años? ¿A otro ordenador aún más grande y aún más inteligente? ¿A ningún lado porque el ordenador se alimenta solo?

Y ahora estoy aquí, contemplando el final del cable… ¡Jamás lo habría imaginado! Está enchufado a una especie de generador gigante dentro del pabellón. Y, curiosamente, todos los cascos de los millones de personas que están tumbadas en camillas también están conectados al generador con cables mucho más finos. ¿Será de ahí de donde reciben la energía para seguir… vivos?

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Ni en un millón de años podría terminar de contar todas las personas que hay aquí. De hecho, ni siquiera llego a ver el final del pabellón. ¡Y todas están con los ojos en blanco! Lo sé porque se transparentan a través de las gafas oscuras del casco. Este sitio no podría ser más creepy.

Parecen zombis, igual que mis hermanos cuando jugaban a… ¡Espera! ¡¡¡Igual que mis hermanos cuando jugaban a OKupante con cascos como estos!!! Eso quiere decir que… Un escalofrío me recorre la espalda: ¡mis hermanos están aquí! ¡Y toda la gente de 2020!

No me lo puedo creer… Avanzo poco a poco temblando entre las camillas. Chop y Suey me siguen, oliendo a todo el mundo. ¡Parece que también buscan a mis hermanos! Estoy seguro de que están por aquí en algún sitio, convertidos en zombis vivientes por mi culpa. Pero ¿cómo se me ocurrió hacerle caso a un ordenador? De repente, veo cámaras que se giran hacia mí y me agacho enseguida. ¡La zona está vigilada! Tendré que ocultarme entre las camillas.

—Mateooo… Danielaaa… —susurro con la esperanza de que OK no me descubra. Seguro que las cámaras tienen también micrófonos.

La gran sala solo me devuelve silencio y un zumbido eléctrico de los neones del techo, que también se alimentan del generador. ¡Es inútil! Hay LITERALAMENTE millones de personas, todas tumbadas, frías y con media cara tapada por el casco. ¡Será imposible encontrarlos!

¿Y si despierto a alguien para que me ayude? Porque están dormidos, ¿verdad? ¡Espero que no estén muertos!

Me acerco a gatas a una de las camillas donde descansa lo que parece ser un hombre bastante… corpulento. Tengo que comprobar si respira, pero… ¿y si me ataca? He visto muchas pelis de zombis y todos intentan morderte. Chop se me adelanta y le lame el brazo.

—Chop, ¡estate quieto! Deja a este señor en paz, ¡puede ser peligroso!

Pero el hombre ni se mueve. ¿Será que está muerto de verdad? Tengo que acercarme y comprobarlo. Me incorporo un poco para poner mi mano delante de su cara y sin querer toco su brazo. ¡Está congelado! Pero noto un hilo de respiración. ¡Uf, menos mal! Si él está vivo…, es probable que mis hermanos también sigan vivos, ¿no? Entonces… ¿despierto a este señor? ¡¿Y si se enfada?! En fin, mejor no pensar en eso.

Aunque no tengo esperanzas de que responda, empiezo saludándolo a la altura del casco con mucha educación (un Haack siempre tiene que ser educado, a menos que haya pescado para cenar: entonces puede ser maleducado y protestar; ya sabéis cuánto odio el pescado). Ni caso. Procedo a darle unos toquecitos en el hombro: primero suaves y, luego, un poco más fuertes. NADA. NI MÚ. Estoy comenzando a perder la paciencia. Le cojo el brazo y lo agito con fuerza, ¡se tiene que despertar SÍ o SÍ! VENGA, ¡AYÚDEME, SEÑOR!

CLING.

¡Ups! Algo ha caído al suelo. Es una pulsera fina y plateada con números, letras y símbolos escritos en ella:

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¿Qué significa eso? Miro alrededor para comprobar si el resto tiene pulseras y ¡BINGO! Todo el mundo parece tener una. En la camilla de al lado hay una chica (más o menos de mi edad, creo) con una pulsera plateada, igualita que la del hombre que no se despierta ni a gritos. Pone 41°52’19’’ N 12°34.043’ E. En la del chico de al lado que parece árabe pone 31°47’30.1’’ N 7°5.557’ O y la de una mujer más allá, asiática, 35°51’42’’ N 104°11.724’ E.

¿Serán sus códigos de usuario en el videojuego? Bueno, ¡qué más da! Lo importante es encontrar a mis hermanos…, y más vale que me dé prisa. Decido recorrer los pasillos de casillas por orden, empezando por la izquierda del pabellón y yendo arriba y abajo, como un cortacésped. Después de pasar varias horas inspeccionando cientos de personas, incluyendo muchísimos niños, empiezo a sentirme agotado. Pero no puedo parar. Tengo que seguir, aunque sea arrastrándome por el sucio pabellón.

Cuando ya estoy a punto de darme por vencido, veo a una niña pequeña con el pelo rizado igual que el de mi hermana. ¡Y lleva la ropa del día del vídeo! ¡¡¡SEGURO QUE ES DANIELA!!! Me acerco rápidamente, miro a través del casco, veo LAS PECAS y… ¡Ahora sí, no hay confusión posible!

¡ES ELLA!

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Miro la pulsera que lleva puesta mi hermana y el código me resulta familiar. Es el mismo que el de la pulsera del primer hombre. Per

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