Estrellas en Nueva York

Karina & Marina

Fragmento

cap-1

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¡Amorcitos! ¡Hoy es un día especial!

Lo sé porque hay algo en el aire que me lo dice. ¡Huele a primavera! Y la primavera huele a flores maravillosas, las que están por todas partes mientras voy corriendo (bueno, no corriendo de verdad, no vaya a ponerme a sudar) a hablar con el director de la discográfica.

¡Me ha llamado para decirme que me tiene que explicar algo muy importante!

Y yo, claro, cómo no... ¡pues me he puesto muy nerviosa! Nerviosa en plan bien, en plan de dar chillidos de alegría, tanto que la plasta de Marina me ha dicho que deje de gritar porque la estaba molestando para estudiar. ¡Bah! ¡Eso es que no aprecia el arte! Porque, cuando una diva como yo abre la boca, incluso aunque sea para gritar, ¡eso es arte! Y estoy segura de que el director de Stars Music Group lo sabe.

Ya hace un tiempo que nuestras amigas noruegas se volvieron a Oslo. ¡Las echo de menos, a veces! Pero hablamos por Whatsapp un montón. ¿A lo mejor es por eso? ¿Querrá el director decirme que han vuelto a España? No creo, ¿no? Dijo que era algo IMPORTANTE de verdad. Que tenía que ver conmigo. ¡Conmigo!

Bueno, y con Marina también, pero seguro que con ella no tanto.

—¡Hola! Quería hablar con el director... —digo, casi sin aliento, cuando llego a la discográfica—. Que me ha dicho que tenía que verme... Que quería contarme una cosa...

—¡Ah, sí! —El secretario me sonríe—. Pasa, Karina, por aquí. Por cierto, que sepas que está muy contento contigo, con las dos. Al director le encantan vuestras canciones y bailes.

—¡Ay, muchas gracias!

El director me está esperando en su despacho, sentado a su mesa, ¡qué nervios!

—Pasa, Karina, pasa —me invita, y lo hago corriendo porque estoy ansiosa por saber qué quiere—. Me alegro de verte.

—Sí... Sí, yo también me alegro... Pero ¡dime ya, por favor, no aguanto tanta intriga!

—Lo que quería comentarte —anuncia, señalando una silla para que me siente— es que hemos iniciado un programa de intercambio con nuestra sede principal de la ciudad de Nueva York. El programa consiste en traer aquí a jóvenes artistas neoyorquinos para que se promocionen en este país, y viceversa.

—Hala, qué guay —digo un poco shockeada.

—Y habíamos pensado en ti —continúa el director—. En que tus canciones le gustarían mucho al público de Nueva York. Encajarías perfectamente allí.

O, vale, sí que puede ser, porque para algo soy una estrella, pero... ¡madre mía!

¡Que me está diciendo que quiere que cante en Nueva York!

—¿Qué? ¿Yo? —pregunto—. ¿Que encajaría muy bien en Nueva York? ¿Mis canciones?

—Eso mismo. Hemos estudiado las audiencias potenciales y el primer intercambio va a ser así: dentro de dos semanas, en un escenario pop-up que se establecerá en Times Square de Nueva York, toda la ciudad te podrá escuchar cantar.

¡Menos mal que estoy sentada! Porque, si no, ¡creo que me caería redonda al suelo de la impresión! ¡Y me podría manchar la ropa, no, no, eso ni soñarlo!

¡Qué fuerte todo, AMORCITOS!

—¡Ay! ¡Ay, muchísimas gracias! —le agradezco al director—. ¡Qué ilusión!

—Sé que harás un muy buen trabajo —afirma él—. Estamos muy contentos aquí, en Stars Music, contigo y con tu hermana.

—Sí... Muchas gracias, de verdad...

—Entonces quiero que le lleves estos papeles a vuestros padres —me dice, dándome una carpeta—. Dentro está toda la información del viaje, las autorizaciones que tendrán que firmar y demás documentos, para que no se preocupen.

—Sí, ahora mismo se los doy... Entonces... ¡dentro de dos semanas! ¡Ay, ay, que me muero de la ilusión!

¡Esto es lo que yo quería! ¡Por este motivo me convertí en una estrella! Para que se me reconociera de verdad, lo bien que canto y que hago todo mi trabajo, ¡y para que me llevaran de viaje a Nueva York! ¡A la ciudad de los SUEÑOS! ¡Me voy a tener que pellizcar para asegurarme de no estar soñando!

—Entonces, Karina —me dice el director—, ¿puedo contar contigo?

—¡Por supuesto! ¡Eso ni se pregunta!

—Para actuar en Times Square ese fin de semana —repite, señalando un calendario que tiene sobre la mesa— y para que le comentes a tu hermana Marina toda la información que te he dado.

—¿Eh? ¿A Marina? —pregunto—. Bueno, sí, supongo que le interesará saber adónde me voy dos semanas de viaje...

El director se ríe.

—Karina, ¡Karina! —exclama—. ¡Pero si os vais a ir las dos! Mira los papeles que te he dado, anda, hazme el favor.

Abro la carpeta y... ¡AY, MADRE!

Lo primero que me salta a la vista son dos billetes de avión, desde Madrid hasta Nueva York, uno a mi nombre... ¡Y otro a nombre de Marina!

—Marina irá contigo, por supuesto —afirma el director—. Tú cantarás y ella bailará. Recuerda que vuestro videoclip se hizo viral gracias a las dos, ¡el público os adora!

—Esto... —¡No sé qué decir!—. Bueno... Vale...

—Anda, anda, chiquilla, no pongas esa cara. —El director sigue riéndose por lo bajini—. Si yo sé que, en el fondo, os lleváis mejor de lo que parece.

Eso puede que sea cierto, pero ¡no se lo voy a admitir! ¡No, señor! ¡No pienso hacerlo!

Así que vuelvo a casa, andando (ya no estoy corriendo, ni de mentira ni de verdad, ni de ninguna manera) y tratando de asimilar esta noticia... ¡Que no sé si es buena o mala o todo lo contrario!

Cuando llego a casa, lo primerísimo que hago es tirarme en la cama a abrazar a la cachorrita más bonita del universo, ¡mi nueva perrita Chanel! Es blanquísima, como una bolita de algodón, una Pomerania toy, ¡y a veces creo que es la única que me comprende en el mundo!

—No estoy siendo demasiado dramática, ¿verdad que no, Chanelita mía? —le hablo—. Vale, que sí, que voy a tener que aguantar a la pesada de mi hermana gemela durante un viaje a Nueva York... Pero ¡es un viaje a Nueva York! ¡Eso compensa! ¿A que sí? Por favor, por favor, que compense. Que para algo llevo tantísimo tiempo soñando con ser una GRAN ESTRELLA (así, con mayúsculas) y con viajar a la ciudad más importante del mundo (o, al menos, la que más lo parece). ¡No me lo va a estropear Marina! ¡Vamos, ya te digo yo que no!

Chanel escucha el nombre de Marina y ¡menudo ladrido pega! ¡Eso, eso, di que sí, amorcito mío! ¡Tú sí que me entiendes! Le pongo su comidita especial, pienso de arroz con caviar, solo lo mejor para mi bebé bonito.

En la cocina, mamá está haciendo la cena. ¡Son ma

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