El nuevo libro del aclamado autor de La delicadeza
David Foenkinos y el niño que no fue Harry Potter
A estas alturas, resulta casi imposible abstraernos del rostro de Daniel Radcliffe cada vez que hablamos de Harry Potter. Sin embargo, hoy se sabe que hubo en aquel «casting» otro finalista que también satisfizo a los realizadores y, por supuesto, soñó con ser un actor famoso. Como en muchas de sus obras, en «Número dos» (Alfaguara), David Foenkinos vuelve a partir de la curiosidad más auténtica para preguntarse qué habrá sido de ese niño que estuvo a punto de convertirse en el mago más conocido del mundo pero, en el último momento, una intuición no del todo clara lo dejó con las manos vacías y una sensación de fracaso directamente proporcional al éxito sin precedentes de cada una de esas películas que, más pronto que tarde, se transformarían en los clavos de una cruz demasiado pesada. En esta charla, Foenkinos explica cómo hizo para crear ficción a partir del fenómeno Rowling, compara este libro con sus más exitosas novelas y hasta se anima a confesar de quién se siente, él también, un número dos.

David Foenkinos fotografiado en 2018 en París por Stephane Grangier. Crédito: Getty Images.
Una primera impresión surge ante Número dos, la hasta ahora última novela del también músico y cineasta David Foenkinos. El mismo vértigo que se siente frente a un crossover que permite ver juntos a dos superhéroes con vidas perfectamente paralelas o con esas superbandas como Traveling Willburys que reúnen, hasta agotar stock, a varios nombres rutilantes de la música. Es que Número dos no deja de ser la novela de uno de los escritores franceses más populares de la actualidad sobre Harry Potter, uno de los libros más vendidos de la historia en un potente tour de force que pareciera incrustar el colegio Hogwarts en un especial de Noche de Brujas de Los Simpson.
En efecto, la novela incluye múltiples referencias al universo de Harry Potter, aunque también es cierto que lo toma, más que nada, como punto de partida para hablar de muchos otros temas. Y lo más importante de todo: en Número dos aparece con mucha nitidez algo que puede verse, en realidad, en toda la obra de Foenkinos, algo que lo acerca, al menos en cuanto a la génesis de sus textos, al periodismo: el motor de la curiosidad, el poder de una buena pregunta para pergeñar historias.
La curiosidad es un humanismo
La pregunta rebosante de curiosidad que se hace Foenkinos en Número dos es qué le habrá pasado por la cabeza a ese otro gran candidato a quedarse con el papel de Harry Potter que, de la noche a la mañana, y tal vez sin una razón bien clara y comprensible, vio cómo se esfumaban todas sus expectativas en el pozo sin fondo de la mirada azul y omnipresente de Daniel Radcliffe, el actor que sí fue elegido y la persona de la cual se transformaría, desde entonces, en su sombra. Se trata de la misma curiosidad creadora y, en algún punto, noble, empática y humanitaria que aparece, por ejemplo, en su exitoso libro La delicadeza, cuando el narrador se permitía preguntarse qué se hace con el libro que leemos al momento de perder a nuestra persona favorita en el mundo o qué tipo de canción habría compuesto John Lennon en 1992 si no lo hubieran matado en 1980.
Dos finalistas, un Harry
«Hay algo muy cierto en eso porque si bien yo he escrito libros muy distintos entre sí, algunos muy dolorosos como Charlotte o Hacia la belleza, y otros con mucho más humor, ciertos temas son recurrentes», confirma Foenkinos que, como Harry Potter, también usa lentes pero tiene ojos de un color oscuro que brillan cada vez que habla con la soltura de las personas que aprendieron el arte de volar sin perder contacto con el suelo. «En esta novela se aborda nuevamente el intento de superar un fracaso o de acceder a una segunda vida, también La delicadeza es la historia de un duelo y, muy a menudo, trabajo personajes que se enfrentan a tragedias y deben superarlas».
Luego explicará Foenkinos que la novela surgió al ver una entrevista (sí, otra vez el periodismo) en la que el director de Harry Potter dijo que, en su momento, habían hecho el casting a cientos de actores pero solo quedaron dos finalistas: «Me pareció increíble eso porque, inmediatamente, me puse a pensar en ese otro niño que debió haber soñado con convertirse en una estrella de cine y al que le terminaron diciendo que no porque habían visto en Radcliffe un plus, y enseguida me di cuenta de que eso era un símbolo muy poderoso de cómo la vida oscila de un lado a otro sin motivo y también me pregunté qué puede hacer uno para sobreponerse a esas cuestiones que no se eligen».
«Me puse a pensar en ese otro niño que debió haber soñado con convertirse en una estrella de cine y al que le terminaron diciendo que no porque habían visto en Radcliffe un plus, y enseguida me di cuenta de que eso era un símbolo muy poderoso de cómo la vida oscila de un lado a otro sin motivo y también me pregunté qué puede hacer uno para sobreponerse a esas cuestiones que no se eligen».
El número dos recibe en esta novela el nombre de Martin Hill y, además de crear una escena-rechazo en la que realmente tenemos la sensación de que el tiempo se detiene, Foenkinos logra asignarle a ese niño-que-no-quedó-en-el-casting un destino disfuncional y algo melodramático repleto de obstáculos y tragedias que parecen provenir, en parte, de su ridícula y, a la vez, épica decisión de abstraerse del fenómeno Harry Potter. Toda esa potencia narrativa sumada al efecto documentalista de la primera parte del libro, en la que se compilan datos concretos del fenómeno Rowling, los vaivenes de la publicación del libro y detalles del casting en el que, efectivamente, quedaron dos candidatos en igualdad de condiciones, hace que lo que se dice de ese casi Harry Potter parezca absolutamente real.
¿Pero llegaste a conocerlo o a encontrarte con el chico?
David Foenkinos: Bueno, tenía en claro que quería escribir una novela, podría haberlo buscado pero solo sabía de él que nunca más volvió a intentar trabajar en películas. Muchos de los lectores de mi libro intentaron localizarlo por internet, pero hasta ahora no pudimos encontrarlo. Sí apareció otro actor más al que descartaron mucho antes porque era de Estados Unidos y J.K. Rowling quería solo actores ingleses. Es decir, que al verdadero número dos aún no lo conocemos y la verdad es que no he investigado nada más sobre él. Sin embargo, la novela pronto saldrá en Inglaterra y tendrá también una versión cinematográfica, así que quizás algún día lo conozca y hasta tal vez esté en la película.

David Foenkinos fotografiado en 2018 en París por Stephane Grangier. Crédito: Getty Images.
La belleza, la belleza
Como sucede con la mayoría de los autores que escriben sobre un tema no del todo ajeno, en Número dos se insiste tanto en la adaptación cinematográfica de la obra maestra de Rowling que resulta inevitable no pensar por un instante en la propia adaptación al cine de La delicadeza (2011), una película muy exitosa en Francia que logró estrenarse en todo el mundo y tuvo la particularidad de que fue dirigida por los hermanos Foenkinos (David y Stéphane) que contaron con una actuación estelar. «La delicadeza fue un milagro, Audrey Tautou en ese momento era una estrella mundial y que ella aceptara fue algo parecido a la magia porque esa fue nuestra primera película», agradece Foenkinos, quien recuerda que al escribir el guion se dijo a sí mismo que intentaría conseguir a la actriz de Amélie sin creer realmente que lo conseguiría. «Y mucho menos que le gustaría tanto ese personaje al que le dio un toque mágico. Yo he pasado por muchas cosas en mi vida: tuve la suerte de trabajar, por ejemplo, con Monica Bellucci y muchos otros actores, pero haber tenido la posibilidad de dirigir a Audrey me sigue pareciendo algo increíble».
En Número dos, el protagonista va a trabajar al Louvre, lo cual me recordó a la novela Hacia la belleza que aborda algo también muy curioso: el trabajo de los vigilantes de museo.
David Foenkinos: Gracias por mencionarlo porque Hacia la belleza es un libro del que se ha hablado mucho en Francia y hasta se ha convertido en un verdadero fenómeno en Tik Tok, y también cuando estuve en Madrid sentí que había generado mucha repercusión a pesar de que es una historia muy dolorosa. En Número dos, en efecto, hay varias escenas en el museo que funcionan como homenaje a Hacia la belleza, creo que la belleza puede consolar, salvar, calmar y hacer bien como también sucede en Charlotte.
(Ante esta pregunta, Foenkinos enseguida aclara que la diferencia es que Martin Hill encuentra en el museo un escape de Harry Potter y, al mismo tiempo, aprende a construir su identidad desde esa esencia algo vicaria, al transformarse en referente de los segundones y, sobre todo, al quedar fascinado con un cuadro que nadie mira porque está al lado de La Gioconda).
Pero su idea sobre la belleza no es un mero concepto sino algo que Foenkinos adquirió desde la experiencia: a los dieciséis años, en medio de un episodio que casi lo lleva a la muerte, definió su vocación literaria. «Sí, exactamente, yo no provengo de un ámbito literario y en casa no se leía pero en 1981 me enfermé y tuvieron que operarme del corazón, claro que no existían las redes sociales ni Facebook… de hecho si hubiera habido internet tal vez ni siquiera empezaba a leer y hubiera sido dentista y no escritor, pero durante mi paso por ese hospital me encontré por suerte con algunos libros que me salvaron, me acompañaron y me hicieron viajar sin salir de allí, fue una verdadera revelación para mí y, desde ese momento, empecé a leer para luego escribir todo el tiempo y, por supuesto, cuando estamos cerca de la muerte nos volvemos más sensibles y la belleza nos toca de un modo distinto», dice este autor que no cree en el azar y considera que todo está escrito de antemano, aunque con matices: «Mi libro también habla mucho sobre eso, sobre que es posible cambiar un destino que, en cierta forma, ya está escrito, exactamente como una novela. Varias veces me puse a pensar que las novelas se escriben primero en la mente. La delicadeza, por ejemplo, es un libro que yo tenía la impresión de haberlo escrito antes».
«Yo no provengo de un ámbito literario y en casa no se leía, pero en 1981 me enfermé y tuvieron que operarme del corazón (...) En mi paso por ese hospital me encontré con algunos libros que me salvaron, me acompañaron y me hicieron viajar sin salir de allí. Fue una verdadera revelación para mí y, desde ese momento, empecé a leer para luego escribir todo el tiempo».
El éxito de La delicadeza dividió en dos la carrera literaria de Foenkinos y lo llevó a vivir una segunda infancia, al menos en lo que respecta a la posibilidad de viajar, una actividad recurrente en su vida gracias al trabajo de su madre en Air France: «Nuestra familia era muy humilde, vivíamos en los suburbios de París, pero como no nos cobraban los pasajes aéreos pasábamos vacaciones de gente rica, así que era algo muy esquizofrénico, estuve muchas veces en África y cuando era pequeño iba todos los veranos a California. Lo gracioso es que aun la vida me sigue permitiendo viajar ya que cuento con la increíble suerte de ser traducido en todo el mundo y, por ejemplo, hoy mismo recibí una invitación para ir a Chile y Colombia».

David Foenkinos fotografiado en 2018 en París por Stephane Grangier. Crédito: Getty Images.
Sobre la nostalgia y los sueños no cumplidos
Como comparten casa editorial en Francia (Gallimard), Foenkinos le hizo llegar una copia de Número dos, pero Rowling nunca contestó y, para evitar cualquier inconveniente, con un abogado decidieron aclarar que no se trata de una novela autorizada por la autora inglesa. En todo caso, Foenkinos reconoce que no solo no es un fanático de Harry Potter sino que, al momento de escribir su novela, ni siquiera lo había leído, aunque poco después vio todas las películas con sus hijos.
De Daniel Radcliffe admira su habilidad para cargar sobre sí mismo el peso de la saga, aunque lo que más le impresionó de las películas es la actuación de Emma Watson. Sin embargo, de los siete libros de la saga Harry Potter, Foenkinos solo leyó el primer tomo: «No soy el típico lector de Harry Potter, no me gusta su estilo fantástico. Me impresionó la creación del universo de Rowling, su inventiva y su talento, claro, pero yo prefiero las cosas más realistas. Ella es una mujer extraordinaria, su vida es un cuento de hadas con eso de empezar de la nada y convertirse en la autora más famosa del mundo, pero su literatura no es que lo yo prefiero leer. Sin embargo, pienso que hay que respetar todos los estilos y, sobre todo, a sus creadores: cuando saqué mi novela me di cuenta de que había muchos lectores muy pero muy jóvenes que se interesaban en mi libro por Harry Potter, y eso es algo colosal».
Foenkinos agrega que está muy feliz con la recepción que está teniendo el libro, sobre todo porque temía que fuera entendido como una obra sobre Harry Potter, aunque enseguida se dio cuenta, por algunos intercambios, de que se veía mucho más como una novela sobre la nostalgia de lo que nunca fuimos pero estuvimos a punto de ser, una historia sobre lo que significa ser un número dos.
¿Y tú en particular te sientes el número dos de alguien?
David Foenkinos: Claro, siento que soy el número dos de muchos escritores. Número dos salió en Francia en enero del año pasado al mismo tiempo que un nuevo libro de Houellebecq y todos me decían que debía posponer la publicación, pero no quise y el mismo día que salió en Amazon, Número dos se convirtió en el segundo libro más vendido detrás del de Houellebecq, que era el número uno. Así tenía que ser.
OTROS CONTENIDOS DE INTERÉS:
«Get Back» por Foenkinos: The Beatles, solos en la cima (y nosotros con ellos)
Joël Dicker: del lector voraz al escritor excesivo
Juan Gómez-Jurado y Rodrigo Cortés: los primeros sorprendidos
El nuevo libro del aclamado autor de La delicadeza