El Dios Tullido. Malaz X (Malaz: El Libro de los Caídos 10)

Steven Erikson

Fragmento

Dramatis personae

Dramatis personae

Además de aquellos en Polvo de sueños

Los malazanos

Mudesto Peniques

Sargento Ojoflaco

Cabo Costilla

Giro de Cintura

Triste

Cuerda Quemada

La Hueste

Ganoes Paran, Alto Puño y Maestro de la Baraja

Mago supremo Noto Furúnculo

Escolta Hurlochel

Puño Rythe Bude

Capitana Arroyodulce

Artista imperial Ormulogun

Caudillo Mathok

Guardaespaldas T’morol

Gumble

Los khundryl

Viuda Jastara

La serpiente

Sargento Cellows

Cabo Nithe

Sharl

Los t’lan imass: los no vinculados

Urugal el Hilado

Thenik el Desmenuzado

Berok Dulcevoz

Kahlb el Cazador Silencioso

Halad el Gigante

Los tiste andii

Gathras

Sanad

Varandas

Haut

Suvalas

Aimanan

Embozado

Los forkrul assail: los inquisidores legítimos

Reverencia

Serenidad

Equidad

Serenidad

Diligencia

Tolerancia

Envuelo

Calma

Desmiento

Libertad

Grave

Los aguados: los superiores de los assail menores

Inapropiado

Urgente

Hestand

Festian

Kessgan

Trissin

Melest

Haggraf

Los tiste liosan

Kadagar Fant

Aparal Forja

Iparth Erule

Gaelar Agonía

Eldat Pressan

Otros

Absi

Spultatha

K’rul

Kaminsod

Munug

Silanah

Apsal’ara

Tulas Pelado

D’rek

Gallimada

Korabas

Libro primero: «Fue un soldado»

Se me conoce

en la religión de la rabia.

Adoradme cual charco

de sangre en vuestras manos.

Apuradme de un trago.

Pues se trata de una furia amarga

que hierve y abrasa.

Pequeñas eran vuestras dagas

mas numerosas.

Se me nombra

en la religión de la rabia.

Adoradme en vuestros

tajos improvisados

cuando lleve tiempo muerto.

Pues es un canto de sueños

que se derrumban en cenizas.

Desbordantes eran vuestros anhelos

mas ahora solo resta el vacío.

Se me ahoga

en la religión de la rabia.

Adoradme hasta la muerte

e incluso en huesos apilados.

El más puro de los libros es aquel que jamás se ha abierto.

Que no quede carestía desatendida

en el día frío y sagrado.

Se me encuentra

en la religión de la rabia.

Adoradme en un caudal de maldiciones.

Fe tenía este necio

y en sueños hubo de llorar.

Mas recorremos un desierto

empedrado de acusaciones

donde nadie se consume

con odio en los huesos.

La noche del poeta I.IV

El Libro de los Caídos de Malaz

Pescador kel Tath

Capítulo uno

CAPÍTULO UNO

Si jamás conocieses

los mundos que en mi mente habitan

pequeño sería el pesar

provocado por la pérdida

y en la senda quedaría nuestro recuerdo.

Toma lo que se te ofrece

y vuelve esa cara arrugada.

No me la merezco,

no importa cuán estrecha sea la playa

de tu costa íntima.

Si lo haces lo mejor posible

habré de mirarte a los ojos.

Lo que despierta mi desconfianza

es el manojo de flechas

tras la sonrisa que se acerca en el camino.

Nuestro encuentro no acontece en pesar

o en cualquier otra sutura

que traza cicatrices.

No hemos danzado sobre el mismo

hielo quebradizo

mas mi compasión para con tus amarguras

te la ofrezco libremente, sin esperar

reciprocidad o contrapeso en la balanza.

Resulta lo más justo, eso es todo.

Aunque actuar de semejante guisa

sea extraño al parecer de muchos.

Mas secretos habrá

que nunca supiste

y que yo no aceptaría de otro modo.

Todas mis flecha

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos