El efecto Guardiola

Àlex Martín

Fragmento

1

El arte de la prudencia

William Shakespeare definió la prudencia de la siguiente forma: «El hombre cauto jamás deplora el mal presente; emplea el presente en prevenir aflicciones futuras». Y si existe un adjetivo que define a Pep Guardiola es «prudente».

El entrenador barcelonista demuestra día a día que lo mejor es ganar las pequeñas batallas que nos presenta la vida con la prudencia por bandera. Cuando la suerte viene de cara y los resultados obtenidos son positivos, no hay que lanzar cohetes. Con un discurso medido, hay que apelar al compromiso, al trabajo y al esfuerzo para no quedar como unos completos prepotentes en caso de que las cosas no salgan tal como estaban previstas; por ejemplo, perder un encuentro ante un rival considerado pequeño.

Y es que el que se cree demasiado bueno únicamente conseguirá fracasar: su ego será tan grande que bajará la guardia y no logrará triunfar.

Siguiendo la misma línea, el emperador romano Marco Aure lio apuntó: «No lo hagas si no conviene; no lo digas si no es verdad». «Un hombre prudente no pone todos los hue vos en el mismo cesto», espetó Miguel de Cervantes.

En 2010, época de elecciones a la presidencia azulgrana, el de Santpedor optó por no inmiscuirse en los asuntos propios de la dirección del club. Decidió no posicionarse públicamente a favor de uno u otro candidato y no se mojó lo más mínimo para que el trabajo de sus pupilos no se viera afectado y para no condicionar la decisión de los socios en las urnas.

Un ser inteligente es un ser prudente. «Algún día nos haremos daño», pronunció Guardiola tras la final de la Supercopa de España contra el Real Madrid que acabó con una tremenda y deplorable tángana sobre el terreno de juego.

Un hombre comedido, capaz de llamar a la calma y que frena la euforia de los que le rodean enfriando el ambiente, muestra signos de brillantez y elocuencia. Al final, esa persona se acabará ganando el respeto y la admiración de cuantos le rodean.

La primera impresión sí cuenta l aspecto físico, nuestro porte y todo lo que conforma nuestra fachada es lo primero que los demás perciben de nosotros. Y de nosotros mismos depende que esa primera impresión sea favorable a nuestros intereses.

Un claro ejemplo de presencia física impoluta y correctamente estudiada es la de Pep Guardiola, tanto en la sala de prensa como en el campo de entrenamiento. Siempre aparece perfectamente aseado, transmitiendo confianza, seguridad en sí mismo, respeto por los presentes y saber estar en cualquier circunstancia.

Además de la ropa que llevamos y de nuestro físico, hay tres aspectos de un hombre que llaman especialmente la atención de los demás: la cara, el pelo y la barba o el vello facial.

Una tez libre de impurezas —se recomienda usar un exfoliante facial dos o tres veces a la semana, una mascarilla semanal, jabón limpiador y crema hidratante diaria, y un contorno de ojos que nos ayude a evitar la aparición de bolsas y patas de gallo—, una piel bien cuidada —incluso con arrugas—, unos labios hidratados sin grietas y una mirada sin ojeras dan una excelente imagen de nosotros como personas que se cuidan tanto por dentro como por fuera.

En lo que respecta al pelo, el entrenador del F. C. Barcelona es un clarísimo ejemplo de cómo sacarse partido a uno mismo incluso padeciendo problemas de alopecia o pérdida de

E cabello. Desde que llegó al banquillo azulgrana, el de Santpedor ha perdido pelo año tras año a una velocidad vertiginosa. Sin embargo, la solución que ha adoptado le ha ayudado a ensalzar más las cualidades de su rostro, como sus grandes ojos o su sonrisa. Con su look rasurado, Pep le resta impor tancia a la pérdida de cabello. Y es que si estás a gusto contigo mismo, los demás no re pararán en tus defectos sino en cómo has sabido sacar provecho a un problema tan particular y personal.

En el caso de que la escasez de cabello no sea el problema, tanto hombres como mujeres deben procurar llevar siempre el pelo limpio y bien peinado. Diferentes anomalías como el cabello graso o la caspa producen rechazo en aquellos a los que nos dirigimos.

La barba y el vello facial es otro de los factores a tener en cuenta a la hora de darnos a conocer. Siempre se ha dicho que un hombre afeitado ofrece una imagen mucho más aseada que uno que lleve barba. Sin embargo una barba arreglada, incluso si es de dos días, acorde con la longitud del cabello y de las patillas —como en el caso de Guardiola—, ofrece una apariencia moderna, cuidada y sofisticada frente a una posible imagen desaliñada. Una barba descuidada es símbolo de dejadez personal, así como el vello en el labio superior de las mujeres. ¡Y sobre todo no olvides controlar el crecimiento de tus cejas!

Claridad ante todo esolutivo e inteligente, Pep Guardiola siempre tiene una respuesta para todo, lo que demuestra que es un hombre cultivado que no ha dejado de lado el cuidado de su mente para centrarse en la preparación física.

Si queremos captar la atención de nuestros oyentes y que sigan punto por punto lo que queremos expresar, necesitamos utilizar un lenguaje claro, conciso y sencillo. No debemos formular un discurso recargado que nadie entienda para aparentar más de lo que somos porque será contraproducente. Lo realmente importante es que nuestro mensaje llegue al público en general.

El lenguaje es el medio más rico que poseemos para comunicarnos con los demás y transmitirles nuestros sentimientos, inquietudes, necesidades... Si nuestro vocabulario es po bre y no tenemos el don de la palabra, debemos subsanar esta carencia mediante la lectura. Sentirse a gusto manteniendo una conversación con alguien no tiene precio.

Es por ello que a lo largo de nuestra vida debemos esforzarnos en ampliar nuestros conocimientos, porque algún día seremos padres, tíos, abuelos, etc., y nuestros pequeños aprenderán de nosotros.

Porque jamás hay que dejar de lado el cuidado de la mente en beneficio de nuestro cuerpo.

Una muestra de ello es el entrenador del F. C. Barcelona.

R

Cuenta con un discurso claro que llega a todo el mundo independientemente de la edad, del sexo o del origen de los receptores. Cauteloso como el que más, evita las polémicas: hay que tener claro que todo lo que digamos o hagamos será observado, analizado e incluso criticado por los que nos rodean...

Cultura ntre los amigos de Guardiola destaca David Trueba, a quien pide consejo sobre qué lecturas elegir. Siempre pen diente de las recomendaciones literarias de su colega, aporta sus conocimientos a su discurso verbal rico en matices.

El filósofo alemán Friedrich Nietzsche apuntó en su día una frase más que certera: «Antes de casarte, pregúntate: ¿seré capaz de conversar bien con esta persona hasta la vejez? El resto es pasajero en el matrimonio». Por mucho que cultivemos nuestro cuerpo, la edad no perdona y la belleza física acaba por desaparecer; sin embargo, la riqueza intelectual que hemos adquirido con el paso de los años no nos abandonará nunca. Siempre resulta agradable entablar una conversación con alguien que sabe escuchar pero que también sabe dialogar.

La cultura nos hace libres, nos ayuda a pensar por nosotros mismos y a extraer nuestras propias conclusiones. Desde épocas antiguas, los que no se formaban con los eruditos contaban con unas ideas pobres. Siempre dependían de las opiniones y de los mandatos de terceros y no podían ocupar altos cargos en la sociedad. Ni siquiera podían ejercer su derecho a voto; quedaban en manos de las decisiones de la clase alta, marginado

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