A Lucas se le perdió la A

Silvia Schujer

Fragmento

Para los que ya conocen a Lucas (para los que no lo conocen también), les comento que hace poco le nació el hermano. Sí, ése. El que hasta el cuento anterior estaba en la panza de la mamá.

Se llama Simón y no habla.

No come. No juega. No usa zapatos. Se pasa el día durmiendo. Es pelado y, por si esto fuera poco, dice Lucas, se hace pis y caca encima.

Desde que nació Simón, la vida de Lucas cambió.

Cambió un poco tirando a bastante.

Bastante tirando a un montón.

Primero porque dejó de ser el único chico de la casa.

Segundo porque de golpe y porrazo se convirtió en el mayor (que no es lo mismo que ser un mayor).

Y tercero porque le empezaron a dar más seguido que nunca los terribles ataques de “semeperdió”.

Para los que no saben mucho de medicina (habrá alguno quizás), les cuento que el “semeperdió” no es una enfermedad sino un ataque. Eso: un ataque que empieza cuando a uno se le pierde algo.

Sigue cuando uno no encuentra lo que busca. Y termina cuando aparece lo que se había perdido o ya nadie se acuerda de lo que una

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