La fruta prohibida (El clan Delcanu 2)

Daniela Gesqui

Fragmento

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Introducción

Presa de un matrimonio por conveniencia desde los dieciséis años, Malen Delcanu es una joven integrante de un clan gitano que ve la vida pasar delante de sus ojos. Desdichada y sumisa, sigue casada con un sujeto que está acusado de asesinar al hermano de esta y de ser un estafador de la peor calaña.

Mientras cree que no es merecedora de ser feliz, un viaje a la casa de su hermano en Chicago cambia sus planes: allí conoce a Matt, el mejor amigo de Kavi Delcanu, con quien comienza a transitar un vínculo tan tierno como incorrecto.

Todos aman a Matty Anderson: sus padres, sus amigos, sus compañeros de trabajo... Sin embargo, ninguna mujer ha sucumbido por completo ante los encantos de ese treintañero, profesional y deportista cuyo sueño es formar una familia tan numerosa como la de la que proviene.

«¿Por qué tenía que sucederme esto con ella?», se preguntó apenas vio a Malen, esa encantadora mujercita de cabello cobrizo y de mirada angelical que había movido sus estructuras. Ella era tan encantadora... pero prohibida.

Proponiéndose ser simplemente amigos, la cercanía y la necesidad de cariño por parte de ambos no tardarán en desatar una pasión que pretenderán controlar, sin éxito. Cuando finalmente se disponen a ser felices, a gritar a todo el mundo que lucharán por lo que sienten, un evento trágico amenazará con destruir esa confianza y amor que se profesan.

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Todo amor existe para ser correspondido

(Proverbio árabe)

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Capítulo 1

Dejando los regalos bajo el árbol de Navidad, se garantizó que sus sobrinos no le reclamaran nada al día siguiente. El tío Kavi y Samantha, la pareja de su amigo, sumaron sus obsequios.

—Es el primer año que no pasarás Navidad con nosotros. —Mary, la madre ultracatólica de Matty, quitaba unas pelusas imaginarias del suéter negro de angora de su hijo menor.

—Santa vendrá igual para ti; no te preocupes —bromeó sabiendo que no era ese el motivo de su reproche. Tenía casi treinta y tres años, y no podía continuar bajo el ala de sus padres.

Mary y Joseph, llamados curiosamente como los padres de Jesús, conformaban un matrimonio muy acomodado de Chicago, dedicado al negocio inmobiliario. Eran una pareja sólida con seis hijos: Matty era el último, el más consentido y el que aún vivía con ellos.

Ahorrando dinero para comprar su vivienda propia, todos los años se prometía dejar el nido materno y levantar el vuelo por sí mismo. Manejando un estudio contable junto con dos socios, realizaba auditorías y análisis financieros de todo tipo y asesoraba a pequeñas y grandes empresas con activos y pasivos muy disímiles.

Sin embargo, también trabajaba como cantinero en el restaurante de su amigo y su socio Kavi Delcanu, un joven de origen gitano con un enorme corazón y con un genio de mil demonios. Complementándose, eran inseparables.

Se sentía satisfecho, cual Cupido: su participación había sido esencial para que Kavi se emparejara nuevamente con Samantha, mesera de Delcanu Gourmet; confiando en ese amor inmenso que sentían el uno por el otro a pesar de haber noviado unas pocas semanas, ya habían decidido mudarse juntos. El corazón del solitario, mujeriego y huraño Delcanu acababa de salir del mercado, para desgracia de la platea femenina.

Subido a la camioneta de su padre (obviamente, más grande que su Harley-Davidson) y ya vestido como Santa Claus, agradeció no morir de frío; el traje, de paño grueso, lo salvaría de su entumecimiento. Con problemas respiratorios desde pequeño, el asma era un enemigo silencioso que solía aparecer durante los días gélidos y, en épocas del año como esa, debía estar bien abrigado y con sus broncodilatadores a mano.

Fue así como Matty llevó cientos de regalos a numerosas entidades infantiles, a lugares de acogida y a escuelas: eran obsequios que sus amigos habían comprado durante la semana previa a las fiestas de fin de año y que habían empaquetado con esmero (y con torpeza, en el caso de Kavi). Movilizado por la emoción de los niños y grandes que lo rodeaban, se sintió reconfortado por esa genuina e inocente felicidad.

Habiendo recibido afecto a borbotones y habiéndose tomado fotografías con los pequeños, unas lágrimas se le escapaban cada vez que regresaba al vehículo tras abandonar las instituciones, que llenaban sus manos y su corazón de amor. Organizadamente, él mismo se había encargado de hablar con las autoridades de cada sitio para que le permitieran pasar y generar sorpresa.

Lamentó que Samantha y que Kavi no quisieran acompañarlo, pero no los culpó: tenían que preparar la cena en su casa y dejar todo listo para las visitas, dentro de las cuales se encontraba él.

Soñaba con tener muchos hijos y con darles el ejemplo de sus padres, dos incansables trabajadores que habían educado a seis chicos, a los que les habían dado todo en materia económica y afectiva.

Matty anhelaba encontrar esa mujer que lo desvelara, que le hiciera temblar los músculos de solo pensarla; destinado a romances breves, a parejas interesadas en su posición económica o que se sentían sofocadas ante la expresión «Noviazgo», el rubio había perdido las esperanzas... hasta que se había cruzado con Malen Delcanu, la hermana menor y sobreprotegida de su mejor amigo, Kavi.

Cuando la conoció, dos meses atrás, pensó que acababa de morir y que, por las acciones buenas que había tenido durante su vida, Dios lo había enviado al paraíso sin haber respondido ningún tipo de preguntas ante San Pedro.

Esa muchacha de cuerpo pequeño, de voz suave, de cabello cobrizo pesado hasta la cintura y de ojos del mismo color que cuando el mar está quieto era la criatura más perfecta que había visto en su vida; en ese momento, en el restaurante, quiso casarse de inmediato, llevársela a recorrer el mundo y dormir junto a ella cada día que le quedara de existencia.

De inmediato, la realidad lo abofeteó: no estaba en el paraíso, ni ella era una simple mortal a la que podía conquistarla sin objeciones. Ella era Malen Delcanu, casada bajo el rito gitano, hermana de su hermano del alma (Kavi), y casi diez años menor que él.

Saber que estaba emparejada con un tipo ligado a la política y a los asuntos turbios lo decepcionó; Malen no parecía ser la clase de mujer que se dejara encandilar por el poder ni por la riqueza.

Desde aquel fin de semana de octubre en el que ella había viajado a Chicago a visitar a Kavi, no hubo día ni noche en que no deambulara por la mente de Matty.

Ella era delgada y pequeña, y estaba escondida bajo una camisa de franela impersonal, con leggings negros qu

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