Cal viva

Daniel Serrano

Fragmento

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Padre

Ayer habló el petimetre, insultó gravemente a los nuestros, deshizo el lazo de toda compostura, lo conozco bien, si pudiera decir esta boca es mía, pero el ictus me impuso un blindaje de silencio, al menos no me desfiguró el rostro de manera irreparable, nada que la barba cana impida velar, la mano izquierda no funciona, tampoco camino con la debida movilidad, aunque, de todos modos, no he cedido a la tentación del pijama y la baba, doy la vuelta a la manzana cada día, me ayuda Emily a primera hora, muy temprano, es una buena chica, de Guayaquil, escucho la cadena SER, veo las tertulias de la televisión, sigo atento y ese imbécil con coleta pretende hurtarnos la memoria, cal viva, dice, manos manchadas de cal viva, qué sabrá él, petimetre lo denomino llevado por la eufonía y en contra de la RAE, lo mismo me da, suena bien, cal viva, clama el petimetre desde la tribuna, y lo peor no es eso, lo peor es que Ernesto, mi propio hijo, le da la razón a ese fanático, leí el blog de Ernesto (La caída de Saigón se llama —¡ja!—) y hacía una alegoría estúpida sobre la indignación que en socialistas de buena fe como yo provocó la alusión al presunto terrorismo de Estado, idiotas, no vivieron lo que vivimos nosotros, lo admite incluso Ernesto en su infantil burla y a renglón seguido ridiculiza a una generación que hizo la democracia y, para colmo, introduce en su texto alusiones personales, muy personales, usurpa mi voz y la convierte en caricatura, pobre Ernesto, cuarenta y seis años y se dedica a escribir sobre con quién se acuestan los famosos, en una página web de cotilleos, pudo ser un excelente novelista, pudo llegar alto pero algo, una debilidad de carácter que no sé de quién heredó, se lo ha impedido y ahí está, dejando pasar la vida, soltero y solo y ahora, por lo que veo, complacido con el griterío que se ha impuesto en el Congreso de los Diputados, allí donde yo, Tristán Díaz Navas, tuve tantas tardes de gloria, allí donde yo, Tristán Díaz Navas, hube de enfrentarme a la derecha cavernaria, y ahora un advenedizo pretende darnos lecciones, qué tiempos tan estúpidos, intentaré escribir algo sobre esto, lo enviaré al diario El País a ver si me lo publican, aunque, la verdad, ya no me hacen mucho caso, Juan Luis está lejos y dirige el periódico gente joven, ni me conocerán, yo que gastaba en restaurantes gran parte de mi presupuesto casi ministerial para dar de comer a tantísimo periodista muerto de hambre, cambian las cosas, supongo que es signo de los tiempos este parlamentarismo de camiseta y pelo sucio, yo sigo vistiendo cada día traje y corbata, no quiero que esta devastación física se traduzca en asco, no quiero ser un viejo en chándal, con la boca torcida y las uñas pútridas, sigo peleando, seguiré peleando hasta el final, Emily me ayuda mucho y Rosa, mi compañera de lejanías, viene cuando puede, está muy liada con su puesto en la Consejería de Cultura, en Valencia, siempre con sus museos y sus exposiciones, supongo que se estará tirando a algún camarada de armas, es normal, yo ya estoy completamente acabado en ese aspecto, mi hija Carla me visita de vez en cuando, ella se parece mucho a mí, es decidida y ambiciosa, no la convencen estos chavistas disolutos, pero (no sé) tal vez le haya dado su voto a ese oficinista catalán con cara de buen chico, mejor eso, mejor con los liberales que con el marxismo-leninismo pensamiento Enver Hoxha, yo estuve ahí, lo recuerdo, Partido Comunista de España (marxista-leninista), los amigos del FRAP, Frente Revolucionario Antifascista y Patriota, la bomba que los fascistas colocaron en la sede de la calle Libertad, otros tiempos, éramos estúpidamente jóvenes, Carla todavía tiene la edad del porvenir, como cantaba el chaval ese, resulta joven para su madurez y para sus labores financieras que yo no entiendo, porque (como dije ante el juez) yo no entiendo de estas cosas, yo firmaba lo que me daban y yo estaba en aquella caja a verlas venir, a hacer lo que me dijeran en el partido y, sí, gasté de la tarjeta como hacía todo el mundo y no sé por qué resultó tan jocoso para la prensa que hubiese comprado viagra, como si nadie utilizase viagra en este país, luego vino el ictus y parece que se apiadaron de mí, temieron que los culpase, ¿fue el estrés por mi procesamiento lo que causó mi incidente cerebral?, no lo creo, toda mi vida he vivido en el estrés, desde el franquismo hasta hoy, ha sido divertido, desde luego, y ahora hasta mi hijo se ríe de aquellas batallas gloriosas, y el caso es que la voz de su texto, de su blog, tiene mucho de mi propia voz, como si yo mismo hubiera escrito algunas de sus líneas, otras no, hay cosas que cuenta que no son verdad, yo no fui director general sino secretario de Estado, y lo de Andrea, bueno, menos dramas, Andrea abrió su tienda de antigüedades en Madrid y se lio formalmente con un actor que, la verdad, le dio buena vida, aunque como actor no valga un pimiento y apenas trabaje, así que no nos pongamos sentimentales, el sentimentalismo sólo me gusta en las películas y últimamente, sí, lloro cuando ponen en la tele Casablanca, no me había pasado nunca, y también lloro con el monólogo final de Blade Runner, yo que estallé en carcajadas cuando lo vi en el cine la primera vez, «y todo eso se perderá como lágrimas en la lluvia», aquello me parecía una cursilería de tres pares de cojones, tal vez pensaba que la muerte y el declive no me alcanzarían nunca, aquel lejanísimo 1983, en un cine de la calle Luchana me parece, y cuando el replicante musitó su canto del cisne, se oyeron nuestras risas en toda la sala, íbamos Nacho, Concha y yo, me acuerdo, Andrea se había quedado en casa porque el niño tenía fiebre, Ernesto siempre tenía fiebre, pero yo necesitaba airearme, mi futuro estaba por comenzar, Felipe iba a colocarme en un puesto de responsabilidad, tardé tiempo en ubicarme y luego ya estuve hasta el final, para lo bueno y para lo malo, con cal viva y con lo que hubiese que apechugar, y ahora Ernesto escribe esta cosa idiota en la que pretende retratarnos, ¿él qué sabe?, pobre Ernesto, tan dado a la fiebre, pobre España si cae en manos de sus amigotes.

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2
Lo que escribió el hijo en su blog lacaidadesaigon.blogspot.com.es imitando la voz del padre, aunque cambiando nombres y (algunas) circunstancias

Nada de eso sucedió. Me hicieron director general, me divorcié de Sonia y me fui a vivir a Las Rozas, eran tiempos felices de verbena en Miguel Yuste, abre la muralla, copas y conversación en la alta madrugada con ministros, y Charo López en la luz de humo de incontables cigarrillos, 1992, la Expo y las Olimpiadas, éramos indestructibles, nos recibían en los mejores restaurantes de la ciudad, Elena se quedó embarazada y el chalé se nos hizo pequeño, aquella tarde en Ferraz cuando Felipe nos dio un abrazo a todos, «somos la historia en marcha» (creo que dijo), el miedo y el horror ante el cadáver de Luis, asesinado por ETA, su cuerpo inerte en la capilla ardiente bajo la bandera rojigualda, su viuda absolutamente rota ante el féretro, pero enseguida nos fuimos a cenar otra vez, «llegaré tarde» (avisé a Elena), balas contras balas, «Damborenea está loco» (comentó a

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